Como se anunciaba en la entrada Conferencias, intervenciones y actividades públicas, del pasado 2 de septiembre, a las 20:00 de hoy imparto una charla en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Sevilla, con el título de Crisis y empleos de futuro. Para los que vayan a asistir y para tod@s l@s interesad@s, expongo seguidamente su esquema básico.
Aún en un contexto de desinformación, a menudo interesada, existe una amplia consciencia acerca de que nuestra sociedad y nuestro mundo están experimentando no sólo una aguda y profunda crisis económica, sino, lo que es más importante, enormes transformaciones sociales, ecológicas, tecnológicas, culturales y demográficas con un impacto directo sobre el contexto socioeconómico y el tejido productivo.
Estas transformaciones hacen preciso, entre otras cosas, enfocar de un modo distinto el mercado laboral y las políticas públicas hacia él dirigidas y cambiar la visión sobre él por parte de las estrategias de desarrollo. Porque es el concepto de trabajo mismo -sus contenidos, esquemas y pautas de comportamiento y organización- lo que se está transfigurando. Circunstancia de gran calado desde muchos puntos de vista y de la que se derivan requerimientos teóricos y prácticos de nuevo cuño. Entre ellos, la necesidad de ir más allá de la noción generalista de empleo, diferenciando entre empleos sin futuro, empleos con futuro y empleos de futuro. Como he tenido ocasión de exponer en varios textos (fundamentalmente, en Guía básica de empleos de futuro en Andalucía -Ediciones MAD-), esta triada de empleos pueden ser definidos de la siguiente forma:
+Empleos sin futuro: Puestos de trabajo tradicionales que, aún existiendo hoy día en el mercado laboral y en la estructura productiva y de servicios, carecen de viabilidad a medio y largo plazo, siendo previsible, por tanto, su disminución en número y significación en un horizonte temporal razonable; en Europa, es el caso, por ejemplo, de determinados empleos en segmentos específicos de la agricultura tradicional o la industria pesada.
+Empleos de futuro: Empleos igualmente tradicionales, pero que se mantendrán, probablemente, con un volumen e importancia similar a la actual en el medio y largo plazo (verbigracia, bastantes puestos de trabajo localizados en ramas terciarias de la economía).
+Empleos de futuro: Son nuevos empleos, nuevas ocupaciones y actividades profesionales y empresariales fruto de las grandes transformaciones a las que antes se hacía referencia; y cuya cantidad y peso específico, previsiblemente, aumentarán en el futuro. Se trata de empleos que responden tanto a nuevas necesidades y demandas sociales (nuevos yacimientos de empleo), como a la nueva forma de organización de la producción que surge como consecuencia de la adaptación competitiva de subsectores y ramas de actividad tradicionales al nuevo contexto socioeconómico y tecnológico.
De esta triada de categorías, son los empleos de futuro los que deberían centrar obviamente, aunque no siempre ocurre, el principal interés de los responsables del diseño y la ejecución de las políticas públicas de empleo y desarrollo. Ahora bien, ¿cuáles son exactamente esos empleos de futuro?.
Las investigaciones que se vienen realizando con objeto de responder esta pregunta y, más concretamente, la que se divulga en la obra antes reseñada, constatan la estrecha interrelación que existe entre empleos de futuro y los recursos endógenos de cada territorio en particular. Esto es, confirman empíricamente que el proceso de globalización incrementa, aunque pueda parecer paradójico, la importancia conceptual, estratégica y operativa del territorio en lo que se refiere a la creación de los empleos de futuro: en Andalucía, por ejemplo, el número de empleos de futuro potenciales es relativamente elevado, y aparecen distribuidos en muy diversos segmentos de la actividad económica que se integran, además, en todos y cada uno la totalidad de los grandes sectores socioeconómicos: primario (absorbe el 9,3% de los empleos de futuro detectados), secundario (23,8%), terciario (28,5%), cuaternario (22,7%) y esfera medioambiental (15,7%).
La fuerza de los hechos ha dejado atrás las ideas de un crecimiento ilimitado, basado en la expansión indefinida de las fuerzas productivas y en la inagotabilidad de los recursos naturales; y también aquella ilusión de un crecimiento omnipotente, capaz de resolver por sí los problemas de empleo, equilibrio territorial y reparto de la riqueza. De lo que se trata ahora, cuando se habla de empleos de futuro, es de elevar la significación de lo microeconómico, ligando la economía con otros parámetros como el medio ambiente, la esfera social, la tecnología y el territorio; atendiendo a las grandes tendencias hacia la descentralización del sistema productivo y la toma de decisiones; e incorporando no sólo criteros de desarrollo económico, eficiencia y competitivad, sino también de sostenibilidad ambiental y social, en la convicción de que no hay eficacia económica sin eficacia social y sin mecanismos efectivos de descentralización, participación y concertación los entes públicos locales y la sociedad civil.
Contexto, en el que el impulso de los empleos de futuro ha de acometerse preferiblemnte desde las estrategias de desarrollo local por medio de un programa de actuación que recoja, cuando menos, siete acciones básicas:
+Diagnóstico concreto y detallado de los empleos de futuro que existen en el territorio específico de que se trate.
+Información, motivación y sensibilización social sobre el significado e implicaciones de los empleos de futuro.
+Reforma de la formación para definir aplicación de los nuevos itinerarios profesionales requeridos por los nuevos empleos y actividades.
+Financiación –microcréditos, capital semila, capital riesgo…- de las micro, pequeñas y medianas iniciativas emprendedoras que surjan para el fomento de los subsectores de actividad en los que los empleos de futuro se encuadran.
+Búsqueda de sinergías y estrategias en red entre las iniciativas emprendedoras que se vayan consolidando.
+Descentralización competencial y financiera y compromiso institucional y social en apoyo a las mismas.
+Seguimiento y evaluación del programa y actuaciones aplicadas.
Aún en un contexto de desinformación, a menudo interesada, existe una amplia consciencia acerca de que nuestra sociedad y nuestro mundo están experimentando no sólo una aguda y profunda crisis económica, sino, lo que es más importante, enormes transformaciones sociales, ecológicas, tecnológicas, culturales y demográficas con un impacto directo sobre el contexto socioeconómico y el tejido productivo.
Estas transformaciones hacen preciso, entre otras cosas, enfocar de un modo distinto el mercado laboral y las políticas públicas hacia él dirigidas y cambiar la visión sobre él por parte de las estrategias de desarrollo. Porque es el concepto de trabajo mismo -sus contenidos, esquemas y pautas de comportamiento y organización- lo que se está transfigurando. Circunstancia de gran calado desde muchos puntos de vista y de la que se derivan requerimientos teóricos y prácticos de nuevo cuño. Entre ellos, la necesidad de ir más allá de la noción generalista de empleo, diferenciando entre empleos sin futuro, empleos con futuro y empleos de futuro. Como he tenido ocasión de exponer en varios textos (fundamentalmente, en Guía básica de empleos de futuro en Andalucía -Ediciones MAD-), esta triada de empleos pueden ser definidos de la siguiente forma:
+Empleos sin futuro: Puestos de trabajo tradicionales que, aún existiendo hoy día en el mercado laboral y en la estructura productiva y de servicios, carecen de viabilidad a medio y largo plazo, siendo previsible, por tanto, su disminución en número y significación en un horizonte temporal razonable; en Europa, es el caso, por ejemplo, de determinados empleos en segmentos específicos de la agricultura tradicional o la industria pesada.
+Empleos de futuro: Empleos igualmente tradicionales, pero que se mantendrán, probablemente, con un volumen e importancia similar a la actual en el medio y largo plazo (verbigracia, bastantes puestos de trabajo localizados en ramas terciarias de la economía).
+Empleos de futuro: Son nuevos empleos, nuevas ocupaciones y actividades profesionales y empresariales fruto de las grandes transformaciones a las que antes se hacía referencia; y cuya cantidad y peso específico, previsiblemente, aumentarán en el futuro. Se trata de empleos que responden tanto a nuevas necesidades y demandas sociales (nuevos yacimientos de empleo), como a la nueva forma de organización de la producción que surge como consecuencia de la adaptación competitiva de subsectores y ramas de actividad tradicionales al nuevo contexto socioeconómico y tecnológico.
De esta triada de categorías, son los empleos de futuro los que deberían centrar obviamente, aunque no siempre ocurre, el principal interés de los responsables del diseño y la ejecución de las políticas públicas de empleo y desarrollo. Ahora bien, ¿cuáles son exactamente esos empleos de futuro?.
Las investigaciones que se vienen realizando con objeto de responder esta pregunta y, más concretamente, la que se divulga en la obra antes reseñada, constatan la estrecha interrelación que existe entre empleos de futuro y los recursos endógenos de cada territorio en particular. Esto es, confirman empíricamente que el proceso de globalización incrementa, aunque pueda parecer paradójico, la importancia conceptual, estratégica y operativa del territorio en lo que se refiere a la creación de los empleos de futuro: en Andalucía, por ejemplo, el número de empleos de futuro potenciales es relativamente elevado, y aparecen distribuidos en muy diversos segmentos de la actividad económica que se integran, además, en todos y cada uno la totalidad de los grandes sectores socioeconómicos: primario (absorbe el 9,3% de los empleos de futuro detectados), secundario (23,8%), terciario (28,5%), cuaternario (22,7%) y esfera medioambiental (15,7%).
La fuerza de los hechos ha dejado atrás las ideas de un crecimiento ilimitado, basado en la expansión indefinida de las fuerzas productivas y en la inagotabilidad de los recursos naturales; y también aquella ilusión de un crecimiento omnipotente, capaz de resolver por sí los problemas de empleo, equilibrio territorial y reparto de la riqueza. De lo que se trata ahora, cuando se habla de empleos de futuro, es de elevar la significación de lo microeconómico, ligando la economía con otros parámetros como el medio ambiente, la esfera social, la tecnología y el territorio; atendiendo a las grandes tendencias hacia la descentralización del sistema productivo y la toma de decisiones; e incorporando no sólo criteros de desarrollo económico, eficiencia y competitivad, sino también de sostenibilidad ambiental y social, en la convicción de que no hay eficacia económica sin eficacia social y sin mecanismos efectivos de descentralización, participación y concertación los entes públicos locales y la sociedad civil.
Contexto, en el que el impulso de los empleos de futuro ha de acometerse preferiblemnte desde las estrategias de desarrollo local por medio de un programa de actuación que recoja, cuando menos, siete acciones básicas:
+Diagnóstico concreto y detallado de los empleos de futuro que existen en el territorio específico de que se trate.
+Información, motivación y sensibilización social sobre el significado e implicaciones de los empleos de futuro.
+Reforma de la formación para definir aplicación de los nuevos itinerarios profesionales requeridos por los nuevos empleos y actividades.
+Financiación –microcréditos, capital semila, capital riesgo…- de las micro, pequeñas y medianas iniciativas emprendedoras que surjan para el fomento de los subsectores de actividad en los que los empleos de futuro se encuadran.
+Búsqueda de sinergías y estrategias en red entre las iniciativas emprendedoras que se vayan consolidando.
+Descentralización competencial y financiera y compromiso institucional y social en apoyo a las mismas.
+Seguimiento y evaluación del programa y actuaciones aplicadas.
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