La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)
Todo el que piense o hable contra la obra contemplativa sentirá el reproche de Jesús en lo secreto de su conciencia. Si son personas sinceras y abiertas, no dudarán en sentirse avergonzados a los pocos días. Los dedicados a la contemplación no debemos prestar atención a ello y proseguiremos pacíficamente nuestra actividad.
Y lo haremos, además, en la seguridad de que no tenemos que preocuparnos por el vestido o la comida. La Providencia divina satisfará las necesidades vitales cuando no las atendamos nosotros mismos, al estar ocupados en la obra del amor. Digo esto especialmente para refutar a los que erróneamente sostienen que nadie se puede dedicar a la vida contemplativa sin haber provisto antes todas sus necesidades materiales.
La Providencia, Dios mismo, proporcionará una de estas dos cosas a sus amigos: abundancia de todo lo que precisen; o aguante físico y corazón paciente para soportar la necesidad. ¡Qué más da que haga lo uno o lo otro!. Todo le es lo mismo al verdadero contemplativo. El que ponga en duda esto, demuestra que no está entregado a Dios.
Lo vuelvo a repetir una vez más para todo aquel que, como María Magdalena, quiera ser un auténtico contemplativo: deja que sea la maravillosa trascendencia y bondad de Dios la que te enseñe la humildad, pues entonces tu humildad será perfecta. Atiende más a la soberanía absoluta de Dios y a tu Yo Verdadero, tu Guía interior, que a tu pequeño yo, tu propio ego.
Todo el que piense o hable contra la obra contemplativa sentirá el reproche de Jesús en lo secreto de su conciencia. Si son personas sinceras y abiertas, no dudarán en sentirse avergonzados a los pocos días. Los dedicados a la contemplación no debemos prestar atención a ello y proseguiremos pacíficamente nuestra actividad.
Y lo haremos, además, en la seguridad de que no tenemos que preocuparnos por el vestido o la comida. La Providencia divina satisfará las necesidades vitales cuando no las atendamos nosotros mismos, al estar ocupados en la obra del amor. Digo esto especialmente para refutar a los que erróneamente sostienen que nadie se puede dedicar a la vida contemplativa sin haber provisto antes todas sus necesidades materiales.
La Providencia, Dios mismo, proporcionará una de estas dos cosas a sus amigos: abundancia de todo lo que precisen; o aguante físico y corazón paciente para soportar la necesidad. ¡Qué más da que haga lo uno o lo otro!. Todo le es lo mismo al verdadero contemplativo. El que ponga en duda esto, demuestra que no está entregado a Dios.
Lo vuelvo a repetir una vez más para todo aquel que, como María Magdalena, quiera ser un auténtico contemplativo: deja que sea la maravillosa trascendencia y bondad de Dios la que te enseñe la humildad, pues entonces tu humildad será perfecta. Atiende más a la soberanía absoluta de Dios y a tu Yo Verdadero, tu Guía interior, que a tu pequeño yo, tu propio ego.
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