21/4/12
Segovia, viernes 27 de abril: “Yo Soy en el Aquí y Ahora”
16/4/12
Recuerdos de Ávalon
Ya se que parece increíble, pero entre los años 2009 y 2010 tuve el privilegio de pasar un largo tiempo en Ávalon, la célebre Isla de Cristal, que no es imaginaria, sino Real.
Un hecho tan maravilloso lo había compartido hasta hora con muy pocas personas. Pero el pasado 30 de marzo, con ocasión de la presentación oficial en Sevilla del libro El archivo oculto de Ávalon de mi buen amigo Alberto Luis Fernández, llegó el momento de expresarlo abiertamente y sin reparos.
El video de la presentación, que incluye mi “confesión”, dura 35 minutos y lo podéis ver en You Tube (en la ventana de búsqueda, escribir: Presentación oficial de "El archivo oculto de Avalon") o a través del siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=0Yj7WHc3QpQ
Aunque tomo la palabra al comienzo de la presentación para hacer los saludos de rigor, mi intervención como tal discurre entre los minutos 7 y 24 del vídeo.
Durante ella hablo igualmente de unas Crónicas de Ávalon que escribí en su momento. Las podéis encontrar introduciendo “Crónicas de Ávalon” en la sección del blog situada a la izquierda de la pantalla, bajo “Seguidores”, titulada “BUSCAR EN EL BLOG”, o yendo directamente a sus fechas de publicación:
1. Llegada a
2. Ritmo de Vida (9 de diciembre de 2009)
3. Merlín (20 de enero de 2010)
4. Iapetus y Nibiru (22 de febrero de 2010)
5. Viaje al centro Galáctico y a mi interior (22 de marzo de 2010)
6. Fanum (19 de abril de 2010)
7. Vamos a contar mentiras (17 de mayo de 2010)
8. Práctica del ahora (21 y 22 de junio de 2010)
9. Ho´oponopono (26 de julio de 2010)
10. Campos morfogenéticos (1 de septiembre de 2010)
11. Dimensionis (22 de septiembre de 2010)
12. El Principio Holográfico (18 de octubre de 2010)
13. El Gran Teatro del Mundo (22 de noviembre de 2010)
¡Qué disfrutéis!
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15/4/12
Fragmentos de vientos en calma en la divina esquizofrenia divina
Al entender la esencia que me conforma, el estallido acompasa; acaricia el temple con espuma azarosa.
Cuanto más te amo, más te alejo de mí, sin perderte.
Cuanto más me amo, más me alejo de mí, sin perderme.
En ese vaivén, de ola celestial, entrando y saliendo, permanecemos. Abrazados, juntos, en el infinito de causa imparcial
No hallo palabras para expresarme cuando me hallo.
No encuentro palabras para manifestarme cuando me encuentro.
No alcanzo palabras para explicarme cuando me alcanzo.
No existen palabras para aclararme cuando existo en mi.
No descubro palabras para describir cuando me descubro.
Ya, la sombra no asiste, al ser la sombra que encauza.
Ya, el suspiro no es tornado en ahogo inalcanzable.
Ya, un abrazo de aciertos me acoge y guía, complace.
He comido, ahora quiero beberme, hasta respirarme.
Puedo agonizar en un morir exhausto, sin olvidarme, escuchando en mis esquinas, dulcificando el aire. Siendo la puesta, y el sol poniéndose.
No soy madre, sino mi madre. Soy un embarazoso embarazo a punto de parirme. Quiero nacer, respirándome, tomándome, besándome.
En el acierto está el beso, el latido sin zumbido.
Partirme me fui y fueme en dos, en millones incontable, incluso intratables. Dividirme quise, aunque fue, aquello, en presente, y en él sigo existiendo, siendo y creándome en formas finitas e imperfectas, consciente que lo Soy, de la perfección y la infinitud en cada instante aunque parezca delirante, que lo es, como lo es el Amor, que es lo que Soy.
Y es que en un delirio estallé de tanto amarme por encontrarme en lo que no soy sin dejar de Ser pese a que en el trayecto del ir hasta llegar al venir, ni me reconozca.
Fue un olvido de Mi, siendo MISES y YOES infinitesimales elevados a la incoherencia más absurda que imaginé, que es infinita, plegada al instante, en el instante.
La locura es ternura, pues al amarme en lo que no es el amor, ni lo que Soy, encuentro, sin haberlo perdido, el conocimiento de expansión de amor más infinito y perfecto en cada infinitesimal olvidado infinitesimalmente.
Puedo estar sin Ser, Siendo un estar doliente sin sufrir en el sufrimiento. Pues Soy Todo al dejar de Serlo Todo. Construyo al de-construirme perfectamente en la imperfección, estando sin límites en la limitación acotada de un instante imperfecto, acabadamente perfecto.
Tú mismo, Soy.
Soy lo que no Soy, lo que no hay ni es, siendo el qué sin un que u otro qué.
Permanezco en la no permanencia sin apoderarme, sin un poder y sin poder, siendo el que, no el qué, el poder que permanece en el qué, sin que.
El que Soy, es sin el qué, pues Soy, Soy es él, Él, el y, y el que sin qué, Soy.
Retorno y abrigo.
Lecho y sábana.
Luz y brillantez.
Olor y ausencia.
Color y pincel.
Quien escribe no soy, Soy quien lo percibe.
Sólo al percibirme, Soy.
Curioso y creador.
Invertido y resuelto.
Poderoso y agotador.
Benefactor y beneficiado.
Bienvenido, Soy.
No tengo palabras para contenerme, dado que soy quien contiene la palabra, el contenido expresado y lo que subyace en lo no expresado
No tengo palabras para expresarme.
Soy la expresión sin palabras.
La palabra ya no llega, llega lo que llega.
Permanecer sin palabras, sin expresión. Conteniendo el contenido del continente sin contenido, de una expresión contenida en la limitación sin límites.
Soy la palabra, y no lo soy.
Puedo expresarme, sin palabras.
Y cuando me alcanzo ya no hay palabras, ni sonidos.
Cuando me alcanzo me quedo sin palabras, sin prosa y sin verso.
Cuando me alcance será sin palabras, sin agitación, sin murmullos, sin expectación, será el Ser sin más posible expresión que el Ser.
Ya no vivo, porque he muerto a Mí.
En Mi, termino sin términos, sin acabar.
En Mí, nazco y Estoy.
Es un estar sin ver, y aun cuando no se está viendo el Ser, se Está. Se está sin Ser y siendo a la vez el no ser.
Ser y no ser.
Ver y no ver.
Estar y no estar
Saberlo y negarlo.
Es la divina esquizofrenia que me define, confortándome, expandiéndome, amándome.
Sólo al saberlo lo Eres.
Y Siendo, no quieres dejar de saberlo.
Sélo sabiendo, sabiendo Serlo.
Dejando al dejar; de dejar sin dejar; dejando y volviendo.
Olvidé qué quiero Ser, no que no Soy.
Y al perder el olvido de Mi, encuentro el querer; un querer que es Amor en el desamor.
Sólo padezco lo que Soy, y lo que no, sin dejar de Ser.
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Autor: Adrián Díaz Mateos
9/4/12
Málaga, viernes 13 de abril: “Expansión Consciencial y Cambio Interior”
El próximo viernes 13 de abril, si
La charla y el coloquio posterior tendrán una duración total de dos horas y media, con inicio a las 19:00 y final a las 21:30 horas. El lugar de celebración será el Salón de Actos del Museo del Patrimonio Municipal de Málaga (Paseo de Reding, 1. 29016-Málaga).
La asistencia es gratuita y la entrada totalmente libre hasta completar el aforo.
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Carta a Dios
Coincidiendo con el ochenta aniversario de Marià Corbí y a instancia de nuestra amiga Ana Gómez, recuperamos aquí un texto suyo publicado en la obra colectiva Cincuenta cartas a Dios (PPC, 2006).
Mariano Corbí (o Marià, cuando firma en su lengua propia, el catalán) nació en 1932, en Valencia (España), y reside en Cataluña desde su infancia. Doctor en Filosofía y Licenciado en Teología, ha sido profesor de Ciencias Sociales en ESADE y en
http://www.cetr.net/modules.php?file=article&name=News&sid=436
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Dios, me piden que te escriba una carta. Pero, ¿cómo escribirte una carta a ti, que no eres “otro” de mí? Solo mi necedad y mi pobreza, que son el enclaustramiento en mí mismo, me hacen sentirme a mí como “otro” de ti y a ti como “otro” de mí.
Desde mi juventud te busqué, y los caminos que he recorrido han ido siempre por donde ni esperaba ni era capaz de imaginar. Cada tramo del camino fue distinto de mi expectativa.
Todo lo que yo podía concebir de mi itinerario que va de mí a ti estaba estructurado y pensado desde el supuesto de que hay una distancia entre tú y yo, de que debía sufrir un proceso, de que tú cumplirías con todos mis anhelos y deseos. Tuve que ir comprendiendo, poco a poco, que entre tú y yo no hay ninguna distancia, que no hay que recorrer ningún proceso al término del cual estuvieras tú. Tuve que comprender, y esta vez fue más difícil, que, mientras me acercara a ti con anhelos y deseos, no podría entender jamás que tú no eres “otro” de mí, ni yo “otro” de ti.
Tuve que comprender que tus caminos transitan por paisajes inimaginables. La vía circula por los campos de silencio de todo lo que yo pueda concebir, planificar, imaginar y desear. Solo el silencio que calla todo el pensar y sentir que hace de mí algo, y algo distante de ti, puede guiarme.
El camino es tu don, tu gracia; y tu gracia está más allá de mis intenciones, de mis planes y de mi misma capacidad de imaginar.
Cuando me puse a caminar por los campos del silencio, tuve que entender que ahí yo no podía conducirme a mí mismo. El “yo”, con sus criterios y proyectos, se quedó al lado de acá de la frontera del silencio. Te pedí que me guiaras, y lo hiciste en una época de grandes cambios, pero no lo hiciste desde fuera, sino desde dentro, como “no otro” de mí mismo.
Ahora, mirando hacia atrás, puedo decir que en mi caso hubo guía. Pero la guía que me condujo no fue la guía de mis criterios, ni tampoco nada fuera de mí. Tú, como “no otro” de mí, fuiste la guía.
Pronto tuve miedo al miedo, porque el miedo es el gran enemigo de la verdad en el camino, especialmente en época de cambios. No sé cómo pude superarlo. Tú me hiciste caminar por encima del miedo.
Lo que a lo largo de los años fui encontrando no era nada de lo que yo esperaba, porque lo que yo esperaba era lo que mis ojos ya habían visto, mis oídos habían ya escuchado, lo que el deseo de mi corazón podía representar. Tú me condujiste más allá de mis expectativas, proyectos y concepciones.
Donde estoy no me he traído yo, ni nada fuera de mí. No podía esperar llegar donde he llegado, no podía sospechar el camino interior como lo he vivido y como lo vivo.
Con frecuencia me inquieto pensando dónde he ido a parar, sobre todo cuando me comparo con todos los que han sido mis compañeros y han vivido mis mismas circunstancias. Me inquieto, aunque no quiera, cuando les veo como una piña, pensando y sintiendo igual, y yo solo, y yo solo lejos de todos ellos. Sé, por otra parte, que mi inquietud es necia, porque parte de un falso supuesto que se traduce en preguntas como: “¿Dónde he ido yo a parar? ¿Qué he hecho yo para estar donde estoy? Lo que he hecho, ¿ha sido lo correcto? Si es lo correcto, ¿por qué estoy solo?
El supuesto de todas estas inquietantes cuestiones es siempre que “donde estoy y la dirección que llevo es obra mía”. Y no lo es. Otro me trajo acá. Otro me llevó por una vía que ni mis colegas ni yo podíamos concebir.
Creí que la religión era sumisión y me entregué a ella, y he ido a parar a la libertad.
Creí que la vía era un camino trazado, paso a paso, y no hay camino.
Creía que había de creer, y el camino libera de las creencias.
Creía que la religión era el encuadramiento en un ejército bien organizado y compacto, donde sentías el aliento y el roce de los que marchan contigo, y he necesitado entender que hay que ir completamente solo.
Creía que sabía lo que tenía que pensar y sentir, y he ido a parar a comprender que la vía transita por una luz y un fuego silencioso.
Creía que sabía lo que había que hacer, y he ido a comprender que no hay nada que hacer.
Creía que caminaba hacia ti, y he tenido que comprender que, a medida que la vía aproxima a ti, te sume a ti en la niebla y me disuelve a mí como un tenue vapor.
Creía que el camino de Jesús era el camino de la salvación, y he tenido que comprender que no hay nada que salvar.
Creía que debía esforzarme, con tu ayuda, y he tenido que comprender que el trabajo que hay que hacer es más tenue y más sutil que esforzarse, porque es un acertar misterioso, que más que hacer es un peculiar “no-hacer”.
Creía que recorrer el camino era cultivar el espíritu y alejarse de la carne, y he ido a comprender que la vía del silencio es la transformación del sentir y de la percepción.
Creía que el camino alejaba del mundo, y he tenido que comprender que el mundo es su discurso, su manifestación, su ángel de luz.
Creía que tú y yo éramos dos, y he tenido que comprender que “no hay dos”.
Creía que creer en ti era creer en lo que no se ve, y he tenido que comprender que eres el Patente, el Manifiesto.
Creía en
Tu camino es un camino que va de perplejidad en perplejidad. Por eso es un camino secreto.
Buscaba en ti
Dios, líbrame del miedo en el tramo de camino que me queda, y libera del miedo a todos los que te buscan. El miedo está descarriando a los pastores y a los rebaños.
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8/4/12
No huir del sufrimiento para sanarlo y transformarlo en Paz, Compasión y Amor
Tú eres el organizador de todo
Un buen amigo ha escrito y me ha enviado el texto que se transcribe bajo estas líneas, titulado Tú eres el organizador de todo. Me ha autorizado a compartirlo a través del Blog, aunque prefiere que su nombre se mantenga en el anonimato al entender que tod@s, sin excepción, somos l@s verdader@s autor@s del mismo.
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Tú eres el organizador de todo
Al instante en que percibes, entiendes, ves y aclaras en ti, de forma impactante, fulminante, que todo los has organizado tú, eres tú. No hay, pues, en modo alguno y al momento, brisa propia de desaliento, de crítica y juicio hacia ti que todo lo has organizado. Incluso estas palabras que lees, son tuyas. Tú mismo te las has enviado. Tú mismo la has redactado. Tú mismo eres estas palabras.
Todo lo que existe en ti, cercano o no, eres tú. Incluso ese hermoso cuadro pintado de la realidad, y de esta realidad, donde pusiste algo de color negro, eres tú. Tú mismo lo has puesto, tú mismo lo has expresado, tú mismo has cuadrado el cuadro de hermosura con trazadas de negro que en el global forman un marco de hermosura, pues no hay color que pueda ser considerado despreciativo cuando has sido tú quien lo ha puesto.
Tú eres el organizado de todo, de ti y de mí, de mí y de ti. Tú eres quien da el beso, tú eres el beso, y tú eres quien recibe el beso.
En ese estado, en este estado, en cualquier otro, tú y sólo tú puedes compartirte en ti y en otro que eres tú. Al ocurrir eso, el miedo no posee sentido alguno, sólo emerge el amor, emerges tú.
Tú eres el organizador. Tú eres, por tanto, el único responsable.
La soledad del mando (en referencia a lo anterior)
Una película narró los acontecimientos desarrollados en el estado mayor conjunto de los aliados en
En alguna ocasión me ha pasado. He tenido que dar una orden por cuenta propia, sin consultas. Ante un imprevisto, había que hacer otra cosa, y estaba solo para tomar la decisión. Una vez dada la orden, quedaba en mi soledad, sin estar cubierto por una orden superior. Yo era el que había organizado la acción. Yo era el responsable de lo que sucediera. No cumplía órdenes, las daba quedando aislado en mí a la espera de resultados, fuesen los que fueran. En ese momento, de fuerte soledad, saltan las dudas, pero al instante se resuelven. Sabes que no obedeces a un capricho, a una sinrazón, que no buscas las medalla, sino lo mejor para los que están a tu mando a sabiendas de que habrá dolor en la acción; a pesar de la dureza de la misión a ejecutar. Cuando te das cuenta, la soledad desaparece. Eres tú en ti, sin el mí. Eres la orden, la acción y el resultado.
Eres el organizador de todo, siendo tú, siendo todo. Te encuentras. Existe plena confianza. Hay fe en la acción. Tú eres la acción. Tú eres el resultado.
Me duele
Me duele el dolor del sin amor.
Lloré por unas palabras, por unos ojos encendidos al verme.
Clamé por un beso tierno, suave y profundo.
Anduve tras de un mundo perdido.
Hasta encontrar la caricia que anhelé en mis lágrimas.
Inundé todo mi estallido al contemplarme a mí en ti, en Mí.
Conseguí abrazarme cuando lo hice contigo. Cuando supe que tú y yo somos lo mismo, únicos, lo único. Como único y perpetuo es el amor.
Amor que dejé por crearlo de nuevo, por gozarlo en el encuentro.
Lleno estoy de Vos mi señor/a, y esclavo a sus pies me ciño porque nunca más quiero irme sin vuestra compañía.
Quiero poseerte como me poseo, pero has de poseerme, ayúdame en ello.
Fuerzas no alcanzan, dame las tuyas, envuélveme en Ti y no dejes que me aleje aunque sea por amor.
Que por amor partí; y ahora que a tu puerto he amarrado, soltar el cabo no quiero más.
Dame el amor del amor, y hazme de nuevo amor. Pues si soy amor, quiero serlo, quiero Ser el Amor, cubriendo cada pliegue, cada detalle.
Quiero ser tú, déjame ser Yo en Ti sin más idas.
No puedo alcanzar a imaginar de nuevo ir alejándome del dulzor, del gozo eterno, que en ti soy y en ti estoy.
Soy amor. Amor soy. Permíteme explicarlo, que me duele el dolor del sin amor.
Siento que no puedo seguir en este yo, que henchido tengo el corazón, el alma se parte en dos y este espíritu brama por el retorno inmediato. Quiero estar ya en Sí, que es mucho el haber estado en un yo, sin Mí, envuelto en un mí que no fue Yo.
Que pases un día como gustes organizado por ti, para ti y desde ti.
Yo, sin mí.
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