Uno de los ejemplos que más
ayuda a algunas personas a comprender el reflejo de ellos mismos sobre su
vivienda es el de la velocidad de vida.
El ritmo interior de las
personas, para un buen funcionamiento biológico, mental y emocional, debe ir
sincronizado al ritmo natural. Al fin y al cabo, la energía que da vida a un
árbol es la misma energía que nos da vida a nosotros.
En el interior de un árbol, la
vida fluye sin resistencia y se dan con naturalidad los diversos ciclos del día
y de la noche, los estacionales e incluso los planetarios.
En nosotros, que en nuestro
interior se dan de igual manera los mismos ciclos, la vida, en muchas
ocasiones, no se siente aceptada y se ve forzada a tener que ir más rápido o
más lento, ocasionando en nuestro interior multitud de desajustes que acabamos
normalizando con dolores físicos, alteraciones del descanso o del ánimo e
incluso con un estilo de vida completamente desenraizado de nuestro verdadero
propósito.
Al igual que cuando conducimos
un vehículo a una velocidad mucho mayor de la permitida, el simple hecho de
mantener la línea recta conlleva una atención y tensión extra, en nuestra vida,
ir a una velocidad mayor de la que se requiere, genera una tensión extra
incluso a niveles sutiles que, de no prestar atención con frecuencia, acaban
también desajustado aspectos como la intuición o las sincronicidades.
Este es el caso de una pareja
cuya velocidad de vida estaba tan desajustada que en su diálogo estaba
normalizado, incluso, no tener tiempo para comer.
Contactaron conmigo buscando
únicamente reformar su cocina. Según me contaron, su estilo de vida les llevaba
a utilizarla poco y querían reducir sus dimensiones y dar ese espacio al salón
para tener un espacio extra de trabajo.
En cuanto vi la información
que les solicité y comprobé que casi todas las puertas estaban alineadas con
las ventanas y se percibían varias corrientes que aceleraban la energía de la
vivienda, les envíe una sencilla encuesta personalizada para constatar si
aquellas corrientes podrían ser un reflejo de sus corrientes personales de
vida.
En las respuestas, ambos
coincidían. La base de su vida era una velocidad asimilada que les llevaba a
una vida superficial, poco profunda y casi sin ningún tipo de actividad en el
que el sentimiento regulase algún proceso.
Propuse una videollamada para
mostrarles de una forma gráfica estos síntomas con la intención de que, durante
unos días, pudiesen integrar esa posibilidad y darles, si querían, unas
sencillas pautas para ver si lograban sentirse más calmados y, desde esa calma,
plantear de nuevo su deseo inicial de reforma.
El hombre, muy reticente al
principio de la conversación, fue poco a poco entendiendo lo que pretendía
mostrarles y comenzó a contar que esas mismas alineaciones estaban también en
su oficina y el ambiente general era el mismo que en su vivienda.
La mujer, confesó que ella
anhelaba otro estilo de vida, pero desde que decidieron cambiarse a esa
vivienda también hizo cambios en su vida que apagó poco a poco otras ilusiones
y ya casi no las recordaba.
Las pautas que les di fueron
muy sencillas:
+Tratar de entornar las
puertas que estaban alineadas con las ventanas para minimizar las corrientes.
+Poner unas alfombras
sencillas en unos pasillos excesivamente largos para ralentizar la velocidad de
la energía por ellos.
+Hacer unos sencillos cambios
en la distribución del recibidor y de las zonas de entrada a las estancias más
grandes para valorar los espacios al entrar.
+Comer los fines de semana en
casa y cocinar, al menos una vez a la semana, para valorar el acto de nutrirse
de forma sana.
La mayoría de pautas no les
llevó inversión económica. Usaron lo que ya tenían en la vivienda.
Quedamos en volver a hablar en
3 semanas, pero no fue necesario esperar tanto.
Antes de 15 días contactó la
mujer para contarme una serie de cambios que les llevaba a replantear la idea
inicial por la que me contactaron:
+Habían pasado casi una semana
con mucho más sueño y aunque al principio lo tomaron como algo negativo,
decidieron abrirse al proceso sin tomar estimulantes y vieron que el descanso
de los dos era mucho mejor en menos horas.
+Ella había recuperado el
placer por cocinar que había cultivado en la anterior vivienda y él se ponía
muchas veces con ella a conversar en la cocina.
+Habían decidido poner una luz
más cálida en el recibidor y eso les daba más Paz al llegar a casa.
+Los ritmos de trabajo se
habían empezado a regular.
+El chico había hecho los
mismos cambios sencillos en su oficina y veía curioso cómo había mejorado la
comunicación entre compañeros mejorando, con ello, su propio ritmo al tener
mejor clima laboral.
+Habían decidido no hacer la
reforma de momento y en su lugar habían pensado crear una zona para comer en la
cocina.
+Y lo más importante, ambos
habían tomado consciencia de que sus ritmos se comenzaron a acelerar cuando, al
decidir cambiar a una vivienda que requería de una inversión económica más alta
mensual, integraron que el sacrificio para vivir en ella era vivir más rápido
para lograr ese dinero.
+Veían que quizás, les gustó aquella
vivienda y resonaron con ella porque previamente ya habían integrado aquella
velocidad.
+Me contó que esa toma de
consciencia les había llevado a replantearse su propio concepto de vida y
habían decidido apostar por empezar a reforzar su camino natural interior antes
de hacer otro cambio externo.
El proyecto acabó siendo en su
propio interior. Unas sesiones personales de alineación con su propia armonía
les llevó a ambos a crear, por sí mismos, los cambios en su vivienda que
reflejaban, esta vez con orden natural, su renovada verdad interior.
En muchas ocasiones, la regulación de nuestros ritmos requiere
únicamente de acciones sencillas que nos recuerden que la vida y sus ritmos,
son más sanos que los que nuestra inconsciencia propone.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
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