Audio (duración: 01:24:38) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para el Rincón de la Oración (Radio Veritas), el 26 de septiembre de 2021:
https://www.radioveritas.es/web/podcast/2021/09/26/
"Que ya solo en amar es mi ejercicio"
Audio (duración: 01:24:38) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para el Rincón de la Oración (Radio Veritas), el 26 de septiembre de 2021:
https://www.radioveritas.es/web/podcast/2021/09/26/
Se Bienvenid@ a este mágico mundo de EL ALMA DE LAS PLANTAS, dónde nos encontraremos semanalmente a través de un PODCAST, para seguir aprendiendo y creciendo unid@s.
Somos Agustín y
Amparo del proyecto “Ávalon te abre sus puertas”. Hoy queremos daros a tod@s la
bienvenida al maravilloso mundo de las
plantas, dónde descubriremos cómo nos pueden sanar a nivel mental, espiritual y
físico… Cómo su Alma, su Esencia y su Sabiduría
nos hacen crecer cómo personas, haciéndonos conscientes de cómo el Reino de
Poder, las Plantas Mágicas y su Sabiduría Ancestral, nos llevan a otro nivel
energético y de conocimientos, ya que son… Maestras… Aquellas que nos harán ver
con total claridad dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos…
Las conoceremos
a través de la Aromaterapia Alquímica, desde el saber del Maestro Bach y su
Sistema Floral y otros muchos Reinos que nos aportaran con ese amor innato que
desprenden y que necesitamos sobre todo en estos momentos en que vivimos…
Se Bienvenid@ a
este mágico mundo, al que te puedes unir desde nuestra web, a partir del lunes 27 de Septiembre.
Este es el
enlace directo donde nos encontraremos semanalmente para seguir aprendiendo y
creciendo unid@s, desde Glastonbury, Antigua Isla de Ávalon, en Inglaterra…
https://avalonteabresuspuertas.com/podcast/
Un abrazo mágico
y gracias a todos, con amor.
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¿Conoces alguna persona sufriendo por no saber qué pasará mañana? ¿te resulta familiar la angustia experimentada en el presente, mientras planeas el futuro que esperas ver manifestado? ¿te has perdido de disfrutar alguna experiencia en tu vida, mientras buscabas con desesperación la siguiente? A propósito de la realidad actual del planeta ¿te has preguntado si el fin de los tiempos se aproxima? verás, cualquier acertamiento intelectual, se escapa al entendimiento de algunas realidades cambiantes e inciertas que perturban la existencia de muchas personas, ante el desconocimiento de su propia realidad.
Sin lugar a dudas, estamos aprendiendo
a vivir en la marcha, cada uno haciendo lo mejor que puede mientras avanza, pero
pocos, logrando reconocer que el ritmo acelerado de su caminar, se aleja del
movimiento natural de la existencia, destruyendo la armonía y la tranquilidad
de su recorrido.
Toma una pausa y respira…
Mientras lo haces, observa que tu
respiración no tiene prisa de llegar a ninguna parte, pues sabe con certeza que
su expresión es el punto de llegada en sí misma, la meta por alcanzar. Si te
percatas con mayor precisión, notarás que entre más se acelera, menos agradable
se experimenta y más dificultad tiene para controlar las consecuencias de su
agitado movimiento. Así de sencillo es comprobar que la naturaleza del ser
humano transcurre de forma fluida, continua y serena.
Toma otra pausa y respira…
Mientras lo haces, observa tu vida,
¿tienes prisa de llegar a algún lugar? si tu respuesta es afirmativa, has de
preguntarte sobre algunas cuestiones más ¿la velocidad que uses para llegar,
garantiza que encuentres en ese lugar lo esperado? ¿es realmente ese lugar, el
lugar donde quieres estar? ¿cuál es el paso siguiente después de llegar a ese
lugar?
Es posible que las respuestas a estos interrogantes te permitan identificar la poca funcionalidad del comportamiento ruidoso, acelerado y apresurado, al poner de manifiesto, que la incertidumbre frente algunas realidades permanece, a pesar de la velocidad vertiginosa que se utilice para transitar el camino que te acercará a ellas.
Si te preguntas con frecuencia sobre
el fin de los tiempos, te diré que nadie puede asegurar si ocurrirá, cuándo
ocurrirá o cómo ocurrirá, sin embargo, no hace falta ir demasiado lejos para reconocer,
que resulta indiferente resolver estas cuestiones, si antes, no somos capaces
de ponerle fin a muchas expresiones cotidianas que nos envuelven en dinámicas
agitadas, confusas y destructivas. Para empezar, el fin del afán, será un “buen”
fin, pues representa un gesto expansivo que permite la apertura a reflexiones
más profundas sobre nuestra existencia. Solía decir mi madre, hija “el que
corre es el balón” cuánta razón tenía y cuánto me costó entender esta
expresión.
Ser capaces de disfrutar una puesta de
sol, mientras capturamos con tranquilidad el paso de la brisa, sin estar
pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece ajustarse a la
naturaleza de nuestra existencia.
Ser capaces de disfrutar una ducha,
mientras capturamos con tranquilidad el sonido y el recorrido del agua, sin
estar pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece ajustarse a
la naturaleza de nuestra existencia.
Ser capaces de disfrutar un abrazo,
mientras capturamos con tranquilidad la sensación agradable en nuestro cuerpo,
sin estar pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece
ajustarse a la naturaleza de nuestra existencia.
Tanta prisa innecesaria, tanto afán
por Ser, Tener y Hacer según lo estipulado por la sociedad. Tanta prisa
agobiante, convulsa, asfixiante, deshumanizante. Tanta prisa, para al final,
terminar reconociendo que representa un estado mental carente de sentido, capaz
de llevarnos a perder la perspectiva de la realidad, capaz de arrastrarnos al
más profundo sufrimiento, capaz de convertir el milagro de nuestra existencia
en la más desgarradora experiencia.
“El fin de los tiempos”, es una
expresión que sugiere la reflexión de algo externo a nosotros mismos, sin
embargo, es importante tener presente que ninguna realidad externa se puede configurar
sin antes hacerlo en nuestra realidad interna, por tanto, la respuesta frente a
este interrogante tan desafiante para muchos, la encontrarás dentro de ti… será
el final que tu decidas construir.
Con Amor
Fdo: Halum (halum.ex@gmail.com)
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Ya se terminó de
publicar Memoria de un descarnado. En este enlace podrás encontrar los audiolibros de todos los
capítulos:
https://www.ivoox.com/podcast-memorias-descarnado_sq_f11142097_1.html
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Posdata:
En el artículo del día 01/12/2020 (“¿Rojo octubre, peligroso
noviembre y brillante diciembre? III Parte”) comuniqué que personalmente había
recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en
psicoterapia que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser
humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te
reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes
control emocional siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo
había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía
ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y
que además ellas lo harán pues mis tiempos están contados para seguir en esa
labor. No se trata de dar una
formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un
tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con
ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa
mediante su correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También
podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es
Para
las actualizaciones de “Todo Deéelij” y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
Nota a la posdata: si
quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo
mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos. Ah, y hay
lista de espera, que conste, así que ve pillando sitio, hueco o número.
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Audio libro
testimonio terapéutico de Mario:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-01-audios-mp3_rf_69779795_1.html/
Audio libro testimonio
terapéutico de Marisol:
http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2021/06/testimonio-presentacion-por-deeelij.html/
Audio libro
testimonio terapéutico de Jordi:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-03-audios-mp3_rf_71720654_1.html/
Audio libro
testimonio terapéutico de Angelika:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-04-audios-mp3_rf_74763047_1.html
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Cuando leí la alegoría oriental del carruaje, el cochero, los caballos y el amo, se me ocurrió escribir una versión lo más sencilla posible y salió este relato que comparto amorosamente.
El Príncipe era una de esas briznas de paja que mueve el viento en
los campos de trigo durante la cosecha estival, porque viajando lograba
atesorar experiencias y él sabía que era eso, lo realmente importante.
Antes de emprender aquel viaje, seleccionó al cochero entre varios
aspirantes, se encargó personalmente de elegir el carruaje y hasta el caballo,
un ejemplar hermoso de pura sangre.
Unos segundos antes de la partida, le dio al cochero las
instrucciones que le parecieron importantes: “Quiero llegar al país de las
sombras eternas”, le dijo sin más detalles. Puso el pie en el estribo y se
acomodó en su asiento.
El cochero tomó las riendas y arreó al corcel que salió disparado
por el camino polvoriento: “Ya veré a dónde nos lleva el viento”, pensó el cochero,
que no tenía nada claras las instrucciones del amo. En cuanto me equivoque,
seguramente me irá corrigiendo.
Pero el Príncipe estaba demasiado asombrado y curioso con cada
detalle del paisaje, era muy humilde y no decía nada.
Casi al anochecer, el cochero decidió detenerse en una taberna para
mitigar la sed y tomar un descanso; y el Príncipe, como estaba tan entusiasmado
observando cada piedra del camino y mariposas que volaban, se dio cuenta de
todo y no dijo nada.
Entonces el cochero se dejó llevar por la tentación del vino y
terminó ebrio como una cuba, el caballo se asustó mucho por los disparos de
unos cazadores y rompió los arneses y las varas que le permitían tirar del
carro.
Las riendas también se quebraron por los brutales tirones, así que,
a la mañana siguiente, cuando el cochero recobró un poco de cordura, encontró
el caballo sediento y malhumorado; el carro maltrecho, con los arneses y las
varas rotas; y, lo peor de todo, sin riendas para seguir conduciendo.
Y de repente el Príncipe, que era muy sabio, se bajó del carruaje y
siguió su camino andando hasta el próximo pueblo, donde estaba seguro que
podría elegir una nueva cáscara de nuez para continuar el viaje.
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Autor: José Miguel Vale (josemiguelvale@gmail.com)
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Para la Filosofía perenne, el libre albedrío no consiste en la
capacidad de hacer lo que se quiera, sino en la decisión de aceptar o no
aceptar la presencia de la Divina realidad en nuestra vida. Al describir las
aventuras de Marta y de María, veíamos cómo el alma, María, es femenina, es la
chica que sueña con ser despertada con un beso de su Amado. Pero en
terminología perenne, Marta, la mente, el “yo” pequeño, no es la hermana mayor,
sino que le atribuye el género masculino, asociándolo con el pecado; la Gracia
es femenina, el pecado es masculino. Se acepta lo femenino como débil y lo
masculino como fuerte.
Se definen tres tipos de gracias. La gracia animal, que
mantiene la homeostasis del organismo; la humana que procede de la propia
capacidad del ser humano de organizar una convivencia pacífica y tercero, la solidaria,
la espiritual que es la que se acepta procede de Dios.
Pero la gracia espiritual no se consigue con ritos y prácticas
sacramentales (por sí mismas), sino por la actitud de aquellos que eliminan su
obstinación por el “yo”. Ya no soy yo, sino Él en mi. Y repitiendo de nuevo a
Eckhart, cuanto más haya de mí en mí, menos podrá haber de Dios en mí.
Y así, de este modo, Dios, en no pocas ocasiones, se manifiesta en
medio de tremendas tragedias humanas. Es lo irracional de Dios, lo
incomprensible.
Y así, una de las formas más irritantes en las que se manifiesta
Dios es en una continua sucesión en nuestra vida de opuestos, de hechos
considerados como buenos y hechos considerados como malos. El deseo es el
primer dato de nuestra conciencia; al nacer entramos en la esfera de la
simpatía y la antipatía, del anhelo y la voluntad. Inconscientemente al
principio, luego conscientemente, evaluamos: "Esto es bueno, aquello es
malo." Y un poco más tarde descubrimos la obligación. "Esto, que es
bueno, debería hacerse; aquello, que es malo, no debería hacerse." El
sueño del Planeta.
Con el tiempo, nos damos cuenta de que nuestros juicios de valor no
son siempre correctos, como las sentencias de un juzgado de primera instancia
no siempre son ratificadas por un tribunal superior.
La penetración moral de las personas no es una cuestión estrictamente
personal. Hasta el juez más sabio se guía de la legislación (en realidad lo que
hace es aplicarla), y si hay duda, tira de jurisprudencia. Somos miembros de
comunidades humanas, las cuales han descargado en cada uno de nosotros, por la
educación, todo el peso de la cultura y tradiciones anteriores a nosotros. Son
pocos los que no aceptan a priori, al menos, el código legal, ético y moral de
la comunidad en la que han nacido y crecido.
En terminología cristiana, digamos que las personas no suelen cometer,
pero cometen pecados mortales, los que atentan contra todo eso, y cuando los
cometen, suelen arrepentirse. Otra cosa son los veniales, que ya no son
delitos, sino faltas. Eso abunda.
Filósofos y teólogos han procurado establecer una base teórica para
los códigos morales existentes, mediante los cuales los individuos juzgan sus
evaluaciones espontáneas.
Desde Moisés a Bentham (un pensador inglés del
XVIII, padre del utilitarismo, que acuñó el término “deontología” o teoría del
deber), pasando por todas las doctrinas religiosas, la Humanidad ha
desarrollado principios y códigos de conducta para hacer esta vida
razonablemente respirable. Los expositores de la Filosofía perenne han coincidido en el sistema de principios
éticos al juzgar las valoraciones propias y ajenas. Los principios son simples,
su aplicación, complicada.
Concedido que la base del alma individual es afín a la divina Base
de toda existencia, o idéntica con ella, y concedido que esta Base divina es
una inefable Divinidad que se manifiesta como Dios personal, o aun como el
Logos encarnado, ¿cuál es la naturaleza final del bien y el mal, y cuál el
verdadero designio y último fin de la vida humana?
En este punto, Aldous Huxley se confiesa abiertamente admirador de
William Law, según él, un
extraordinario exponente de la espiritualidad y mística de la iglesia anglicana
en el Siglo XVIII. Es prácticamente desconocido en España y mucho más, en el
entorno católico.
Es interesante el comentario de Huxley respecto del olvido de Law (que se podría extender a cualesquiera de
nuestros místicos): “Nuestro ordinario
olvido de Law es aún otra de las muchas indicaciones de que los educadores del
siglo XX han cesado de preocuparse por cuestiones de verdad o significación
final y (fuera del mero adiestramiento profesional) se interesan solamente en
la diseminación de una cultura sin arraigo ni pertinencia y en el fomento de la
solemne tontería de lo docto por amor a lo docto”.
Buda dice que en el infierno arde el “yo”, la mente, los
pensamientos desviados; y todos ellos arden en el fuego del egoísmo y la codicia, del rencor, del apasionamiento, los
apegos, nacimiento, vejez y muerte, y en el fuego de la desesperación. Y Rumi afirma que si no has visto al diablo, mírate
al espejo.
Dice Law que la diferencia entre un hombre bueno y otro
malo no es en el hecho de que uno hace cosas buenas y el otro malas, sino que
el primero se deja llevar del “viviente”, la divina realidad que hay en él. El
otro se resiste. Esto concuerda con el aserto de Eckhart, que afirma, deberíamos
preocuparnos más en ser que en hacer. Porque de la bondad o maldad de lo
primero, se expresa la realidad en los actos de lo segundo. O lo que es lo
mismo para Oriente, “lo que crees ser, es lo que en realidad eres”, en
frase del Bhagavad Gita.
La naturaleza del ser de un hombre determina la de sus actos, y se
manifiesta en su mente, en su modo de pensar. La belleza y la fealdad de sus
actos depende de la intensidad con la que esté su pensamiento centrado en Dios,
o en su “yo” personal.
Como la piedra hace constantemente su trabajo, pues hasta cuando no
está cayendo, tiene el peso que le haría caer, en su caso, el ser de un hombre
es energía latente hacia Dios o lejos de Él.
Para William Law la codicia-egoísmo, el orgullo, la envidia y
la ira son cuatro elementos inseparables del “yo”. Los cuatro determinan el
infierno en el que nuestro “yo” convierte la vida, y generan su propio
tormento. La codicia, la envidia y el orgullo no tienen causa externa, son
inherente al ser humano. La ira surge de momentos en que las tres primeras son
negadas por las circunstancias. El alma está atrapada en ellas cuatro, sin
posibilidad de liberarse.
No podemos, según el teólogo francés del Siglo XVII Charles de
Condren, conocer el grado concreto de nuestra perversidad, ni representar
nuestros pecados en su verdadera fealdad, excepto si son iluminados por la luz
de Dios. Dios da a las almas una impresión de la enormidad del pecado, mediante
la cual les hace sentir que el pecado es incomparablemente mayor de lo que
parece.
“Y descendió a los
infiernos”. Esta frase es suficientemente importante para los cristianos
católicos, como para haber sido incluida nada menos que en el Credo. Formulado en el siglo V, se refiere al descenso del alma de
Cristo, ya separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se llama
"sheol" o "hades". El Cuarto Concilio Lateranense, en el
1215, definió esta doctrina de Fe. O sea, que con esta frase, tonterías las
justas.
Pero, de nuevo volviendo a la literalidad de
la frase, parece como que ésta se refiriese al hecho temporal de que, desde las
15:00 horas del viernes de Pascua judía del año 33 (o 26 AD, según cuando haya
nacido Cristo, si en el año uno o siete AC), en el que Jesús murió en la cruz hasta
las cero horas del Domingo, contó con 33 horas para bajar al hades para ir
diciendo a los que esperaban la salvación, algo así como “venga chavales, despertaos
y espabilad, que os he abierto las puertas del Cielo”, y todos en tropel,
nos los imaginamos saliendo del hades y subiendo por las escaleras celestes.
No hay nada que objetar a este escenario, algo
precipitado eso sí, no obstante; para rescatar nada menos que a toda la
Humanidad, o acaso sólo a los venerables del pueblo judío, como el propio San
José, que murió antes de que Jesús redimiera a la Humanidad en la cruz, eso no
se especifica.
Pero, con el debido respeto a las autoridades
eclesiásticas, que de esto saben mucho más que yo, de aquí a Japón (y mira que
está lejos Japón), me atrevería decir, junto con la Filosofía perenne, que el
descenso a los infiernos, liberado el hecho de la tiranía de Cronos (el
Tiempo), es el descenso de Dios a todos y cada uno de nosotros, en respuesta a
la frase de Buda, que hemos referido:
En el
infierno arde el “yo”, la mente, los pensamientos desviados
En el fondo, es para cada uno de nosotros, la venida del
Espíritu Santo, de Dios inmanente a nuestra vida. Cuando Rasa canta ese “Todo
lo que ves, soy Yo” (Everything you see, is Me), es verdad, Dios está en
todo lo que ves, pero con el pequeño detalle de que lo que ves es nuestro
infierno personal y comunitario, a donde Jesús ha descendido para tratar de
anunciarnos que es posible salir del infierno en el que vivimos… “si vendes
todo lo que tienes y me sigues”, que le diría al joven rico. Es ver a Jesús
crucificado por nuestra negativa a seguirle y, con ello, a tratar de eliminarlo
de nuestras vidas.
Tiene, por tanto, sentido ver a Dios en todo lo que
vemos, tanto si lo que vemos son los paisajes idílicos de la naturaleza, con
los pajarillos cantando como ruiseñores o cuando vemos las imágenes de las
noticias con las que nos desayunamos todos los días o cuando vemos los dramas
que cada uno de nosotros vive en su propia vida.
¡Todo
lo que ves, soy Yo!
Soy Yo llenando de luz la Creación o dando esperanza al infierno de
nuestras vidas. Ahí está Él, en lo bueno y en lo malo, radiando de luz y Amor
en lo bueno y aportando un rayo de esperanza en los peores acontecimientos de
la vida. Hasta en los campos de concentración nazis estaba Dios en el alma de
cada uno de los reclusos que fueron a parar a la cámara de gas.
Los ángeles caídos, los hombres caídos, los demonios, vivimos en el
infierno que han generado nuestras actitudes y nuestras obras, hijas de
aquellas. No hay ningún infierno más allá del que experimentamos con nuestra
vida de pecado. No hay venganza. La decisión, el libre albedrío de separarnos
de la Divina realidad supone nuestro personal juicio, cuya sentencia obedece a
nuestra propia decisión, y el estado en el que nos sumerge ya, ahora, es el
infierno tan temido. Vivimos en el ambiente espiritual en el que hemos decidido
vivir. Si en la virtud (con-versión: ir hacia… la Gracia) viviremos en
Gracia; si en el pecado (per-versión: ir en contra de (en sentido
contrario)… la Gracia), el infierno en nuestras vidas está servido.
Sólo uno es bueno, y este es Dios, porque sólo viviendo en Él,
podemos experimentar la luz y la belleza. Sin embargo, ¿A cuántas invenciones
no ha de recurrir cierta gente para ahuyentar cierta inquietud íntima que les
asusta y no saben de dónde viene? Hay en ellos un espíritu caído, un oscuro y
doloroso fuego que nunca tuvo su adecuado alivio y está intentando descubrirse
y gritando socorro cada vez que cesa el gozo mundano. Primero Plotino -Siglo
III y después San Agustín (IV)- advirtieron en el universo cristiano de esta
verdad universal, conocido en Oriente y en la que Jesús basó su mensaje, pero
de lo que en el cristianismo no se tomó consciencia hasta estos dos místicos,
Plotino y San Agustín, en el viaje de Marta y María al interior de uno mismo,
donde Dios habita y, ese viaje interior, esa con-versión, ir hacia la Gracia,
es la garantía de salvación de este infierno en el que vivimos y que hemos
creado nosotros con la prevalecía del pensamiento egoísta, mediatizado por algo
que las religiones denominan demonio, que no es sino la personificación de ese
pensamiento centrado en el “yo”. El efecto final de una tentación del demonio
es igual que el de caer en la tendencia natural al egoísmo. Es lícito,
culturalmente, hacer como que existe una desaforada batalla entre el bien y el
mal, con ejércitos de ángeles buenos y malos enzarzados en singular batalla por
conseguir atrapar o liberar a las cándidas e inocentes almas humanas, a ver
quién adquiere más botín en la batalla de los dioses. Es la gran parábola para
que sea comprendida por el común de las gentes. El Bhagavad Gita narra esa
descomunal batalla en la que Arjuna, harto de lucha le dice a Krishna que no
quiere luchar más, pero se ve obligado a hacerlo; tiene que tomar la dolorosa
decisión de luchar con sus más íntimos allegados para mantener el equilibrio,
la armonía, el “dharma”. Para luchar hay que hacerlo contra algo o alguien. Es
más comprensible luchar contra un enemigo externo, el demonio, que contra uno
interno, contra los fantasmas interiores, contra uno mismo. Como en esta vida
todo se plantea en clave de lucha, es la lucha contra algo o alguien, ayudado
por otro Alguien, lo que da sentido a ese arcano combate.
En la tradición judeocristiana, la caída sigue a la Creación,
debida al empleo egocéntrico del libre albedrío, que debería haber permanecido
centrado en la Divinidad y no en el “yo”. Pero la Creación, según Huxley, no es
el preludio de la caída, sino la caída en sí, pues ofrece las condiciones para
que la caída se dé. De hecho, Dios sabía lo que iba a suceder, nada más crear
al ser humano, no le cogió de sorpresa. Aunque el Génesis lo presenta como un accidente imprevisto,
motivado por un ser no referido en el relato de la creación, toda la epopeya
humana entraba de lleno en los planes de Dios. La Historia de la Salvación no
puede ser sólo el relato de cómo Dios se las tuvo que apañar para corregir el
estropicio de la serpiente, aparentemente no tenido en cuenta en el diseño de
la Creación.
Que el paso de la unidad de la existencia espiritual a la
multiplicidad de lo temporal es una parte esencial de la caída se expone
claramente en las versiones hindú y budista de la Filosofía Perenne. El dolor y
el mal son inseparables de la existencia individual en el mundo dominado por
Cronos, el tiempo; y, para los seres humanos, hay una intensificación de este
dolor y mal inevitable cuando el deseo se vuelve hacia el yo y los muchos, más
bien que hacia la Base divina. Es decir, el dolor y el mal son parte de la
Creación de Dios de un mundo de multiplicidad y sujeto al tiempo. “Y vio
Dios que “todo” era muy bueno”.
La visión judeocristiana de la Creación supone que exceptuando el
hombre, el resto de la Creación, que queda a su servicio y disfrute, está
condenada o bien a permanecer tal y como está, sin posibilidad de evolucionar a
formas de vida mejores y más inteligentes, o a involucionar, es decir, toda la
Creación se encuentra en un callejón sin salida.
En resumen, la Filosofía perenne afirma que el bien es la conformidad del
separado “yo”, con la Divina base que le ha dado el ser, y su final
aniquilamiento en Ella. Los estados equivocados del espíritu con incompatibles
con el conocimiento unitivo de la Divina base, o Bien supremo. No obstante,
existe una diferencia significativa entre Oriente y Occidente en esto de la
aniquilación. En Oriente, esa aniquilación es total, de modo que en el Nirvana,
el yo desaparece en el Todo, la ola de disuelve en el Mar. En Occidente el yo,
como consciencia mental desaparece, pero el alma sigue siendo consciente de sí
misma, gozando eternamente de la presencia de Dios.
La duda es, por tanto, si en el Cielo o en el Nirvana, seremos
conscientes de nosotros mismos o simplemente seremos Dios, uno sin segundo.
Pues la verdad es que no lo sé, ni creo que nadie lo sepa. Es fantástico como
somos tan dados a imaginarnos el más allá con un despliegue de detalles
absolutamente fantástico. Es todo un Universo paralelo donde suceden cosas
protagonizadas por infinidad de actores, sujetos al tiempo, a Cronos, el
primigenio, el que envuelve a todo lo demás, Saturno, el planeta más lejano
para los romanos, dentro del cual se desenvuelve la existencia. En fin, todo un
follón espiritual y celestial, fruto de la exuberante imaginación de las gentes
que han ido montando a lo largo del tiempo, de Cronos, toda una mitología
celestial, por lo demás interesantísima, pero que, afincada firmemente en todas
las culturas, inclusive la cristiana, han arraigado creencias sobre el más
allá, que realmente nadie conoce de primera mano, aunque existan experiencias
cercanas a la muerte que algo nos han revelado. Pero son simple indicios, sobre
los que no se puede impartir doctrina ni sentenciar dogmas de fe.
No obstante, todas estas mitologías están tan arraigadas, que no
creo, sea procedente ponerlas en duda, aunque stricto sensu, sólo sean
mitologías, porque la única certeza es su existencia en la intimidad de Dios.
Negar esto, que es lo que afirma el ateísmo, es simplemente no ver más allá de
las cosas. Pero afirmar lo trascendente es una cuestión de fe.
La resurrección de Jesús es la fe en lo imposible, una fe que
requiere aceptar la muerte, como forma de quedar liberados del lastre material
del alma; es la aceptación del más allá de las cosas, que requiere el proceso
vital de transformación del ser humano en Dios.
El Apocalipsis habla del rapto de los justos, de esos 144.000
benditos que serán raptados, hecho que ha sido llevado al cine por Nicolas Cage
en la película Left behind (desaparecidos sin rastro) en 2008, donde
literalmente desaparecen todos esos benditos, quedándose el mundo en un
lastimoso caos de todos aquellos que tienen cuentas pendientes.
No sabemos nada, nos consolamos, en relación con el más allá, con
nuestros modelos de realidad, tanto celestial como infernal, como si así
tuviéramos garantías de ir, tras la muerte física a un mundo más o menos
conocido, por haber sido imaginado. Pero no es así.
Sólo nos queda la fe, acordar con Jesús o con Dios trascendente,
situaciones imposibles, en las que la mente humana es incapaz de dar la
solución, como el episodio de la hija de Jairo, en el que el milagro no lo
realizó Jesús con su “talita cumi” (levántate niña), sino Jairo, con su
inmensa fe en Él.
Jesús, al encarnarse en María, descendió a nuestros infiernos
particulares, a nuestro confinador, para darnos la posibilidad de salir de él.
La historia de Marta y María es el proceso que define nuestro propio juicio
final, nadie más nos juzgará, sino nosotros con nuestro libre albedrío y
nuestra opción de seguir dando vueltas una y otra vez en nuestro particular
infierno, atados a nuestro karma, nuestras cuentas pendientes, o salir de él.
Esta heterodoxa visión de los novísimos es tan extraña para las
doctrinas, especialmente la católica, como desafiante para nosotros, porque,
esta vez sí que indica cómo somos dueños realmente de nuestro destino.
Es lo que tiene el libre albedrío.
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Autor: José Alfonso
Delgado
Nota: La
publicación de las diferentes entregas de La Física de
la Espiritualidad
se
realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.
https://www.youtube.com/watch?v=7Lrk-shdv8U
Vídeo (duración: 01:00:00 –del minuto 4 al 64 de la grabación-) de la entrevista
compartida por Emilio Carrillo para Alexcomunica TV, el 6 de septiembre de 2021, titulada Nueva Humanidad, Nueva Tierra.
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Cada vez que nos damos cuenta que hemos salido de forma
inconsciente de nosotros mismos y volvemos, conscientemente, a acomodarnos de
nuevo en nuestro sillón de vida para acogernos con determinación y con amor,
muchos procesos de obsesión y miedo se esfuman.
Esto es lo que le ocurrió a una chica que contactó conmigo para
revisar la armonía vital de su vivienda. Según me contó, llevaba meses
sintiéndose cansada en ella y además, con muchos conflictos con su hija.
Al revisar el plano de la vivienda, las fechas de nacimiento y las
fotos que me envió, pude ver enseguida una debilidad muy alta en la zona vital
de las relaciones llevando a la chica a tener una relación tóxica con ella
misma y con la que contaminaba, por su falta de amor a sí misma, la relación con
su hija.
Hay personas que cuando escuchan este tipo de diagnóstico se
cierran en sí mismas, comienzan a defenderse, y deciden no continuar buscando
la armonía. Pero, por suerte, este no fue el caso.
La chica, tras unos segundos de reflexión serena, me miro y me dijo
que se sentía identificada, que podría exponerme multitud de situaciones que
defienden su actitud con su hija, pero que de alguna manera, en mis palabras,
sentía una paz interna que hacía tiempo que no sentía y estaba dispuesta a
sumergirse en la incertidumbre que le provocaba dicha paz.
Me pareció tan honesta su postura, que le recomendé, para sanar su
relación con ella misma, realizar dos corazones de cerámica (elemento necesario
para sanar la energía de las relaciones de forma profunda) poniendo consciencia
en que modelándolos con amor a ella misma, podría, durante el proceso, sentir
la dirección interior correcta para lograr la armonía deseada.
A los 7 días me llamó para contarme que le costó dar el paso, pero
una vez comenzó a modelarlos, empezó a sentir que debería retomar un
tratamiento psicológico que le habían recomendado hacia unos meses pero se
había negado a tomar. Sintió, además, que el problema con su hija no era
directamente con ella, sino que se debía a un rechazo fuerte hacía el novio de
la hija que consideraba insano.
Por último, me contó que sintió también, esta vez pintando los
corazones de rojo, que debería empezar de nuevo a salir con más personas y
conocer lugares nuevos.
Dejé pasar 15 días para llamarle de nuevo y poder constatar el gran
cambio.
Se sentía serena, más relajada y animada, con más fluidez con su
hija (incluso había comenzado aceptar al novio) y se sentía, además, con
ilusión por las amistades que estaba descubriendo y retomando.
En el momento en que dejamos la posición de víctima -en la que
otorgamos el control de nosotros mismos a los demás y acabamos fuera de
nosotros- y tomamos de nuevo nuestra posición real de vida, todo se ordena.
Además, somos seres creativos. Tenemos la capacidad de crear.
Cuando activamos esta capacidad confiando en nuestra capacidad de crear con
ella amor hacía nosotros mismos, la vida nos muestra el camino que nos conduce
a la dirección que más nos satisface; hacia nosotros mismos sabiéndonos unidos a todo.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
empresas que mejoran la calidad de vida.
Todas están a tu disposición de manera gratuita a traves
del e-book Habitar, al que puedes acceder a través de este enlace:
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Un grupo de seres humanos, cansados de luchar en defensa de su
propia verdad, debieron ponerse de acuerdo y nombrar a uno de ellos como
abogado para que los defendiera ante Los altos tribunales. Este personaje fue ante
el tribunal, expuso su caso y el del grupo y expreso:
"Estamos cansados de luchar en defensa de nuestras propias verdades
y ahora ni siquiera nos escuchamos; estamos peleando los unos con los otros,
necesitamos que ustedes nos ayuden a saber cómo podemos encontrar la verdad".
El juez dijo: "Que atienda el caso el Jurado de conciencia".
El vocero del jurado se expresó y dijo:
"Aquí no hay caso señor
Juez. Ellos son personajes que viven en la mentira y la están confundiendo con
la verdad y, por lo tanto, no están luchando por la verdad, sino por la mentira.
Así que no hay caso señor Juez. Nuestro veredicto es que vean primero la
mentira antes de buscar la verdad. Y aquel que se sienta libre de miedo por lo
que encontró, la verdad se le revelara por sí misma. Así damos por terminado, los
jueces de conciencia, señor Juez, el caso sobre la mentira y la verdad".
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Autora: Ananda Castro
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https://www.youtube.com/watch?v=165p6A26QPE
Vídeo (duración: 01:04:14) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para el canal de Sergio Amado, el 8 de septiembre de 2021, titulada Comenzar la Nueva Era con
la sabiduría antigua.
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Abandónate
viajero…
El sistema se
encargó desde nuestra temprana edad, de hacernos dependientes de lo externo, de
alimentar el inconsciente para que sea él quien domine nuestra existencia en
esta vida. Aquí, al darnos cuenta, tendemos a juzgar, enjuiciar a ese sistema
con el que pactamos antes de venir aquí, por aquello que nos ha hecho… Y me
pregunto: ¿Dónde quedó la Divina Ley de la Polaridad?
Llegados a este
punto es importante parar, tomar aire y recordar…
Sí, nos
adoctrinaron.
Sí, nos hicieron
dependientes de lo externo, de buscar en lo material, en los intereses, en
hacer responsables a otros de nuestra felicidad y de la búsqueda de nuestro
camino.
Sí, nos hicieron
creer que la perfección era un concepto basado en unos sistemas de creencias
llenos de autoexigencias.
Sí, nos hicieron
perdernos, olvidarnos de quienes somos a medida que la mente inconsciente se
iba programando cada vez más y más orientada hacia un sólo polo.
Pero… ¿A caso no
decidimos esta vida antes de venir, sabiendo ya lo que el paquete contenía? ¿A
caso no venimos a una densidad 3D con el gran pacto del olvido para aprender de
las experiencias?
Entonces… ¿quién
se queja? ¿quién busca fuera? ¿quién busca controlar lo externo?
Simple, la mente.
Pero es muy fácil
incurrir en maquillar desde la misma, vendiendo “espiritualidad”…
¡Cuidado viajero!
No nos perdamos en esa falsa ilusión, todo pensamiento que genera emociones de
baja vibración, NO ERES TÚ… abarcando desde la dependencia, hasta la falsa
ilusión del Ego proyectada fuera.
Nadie tiene la
responsabilidad de salvarnos, nadie puede hacerlo, sólo nosotros mismos; y para
ello no hay otro camino que mirar adentro, tomar responsabilidad en uno mismo y
comenzar a dejarnos ser desde la mayor honestidad con uno y con todos los seres
que aquí habitamos.
Todo es perfecto.
Cada alma tiene su transitoriedad, y aquí está la mayor práctica de aceptación
con uno y con el prójimo.
¿Recuerdas aquel
amigo que se acercó a ti desde el interés y una vez te usó, viste claras sus
intenciones? Déjalo ser, no es él, es su mente; su alma tiene su propia
transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue
pactado.
¿Recuerdas ese
jefe que te puso mil y una vez al límite? Déjalo ser, no es él, es su mente; su
alma tiene su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la
experiencia. Todo fue pactado.
¿Recuerdas aquel
familiar que te hizo sentir menos que él u otros, y generó en ti inhibición?
Déjalo ser, no es él, es su mente; su alma tiene su propia transitoriedad de
aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.
¿Recuerdas
aquellos amigos que desde temprana edad practicaron bullying contigo? Déjalos
ser, no son ellos, son sus mentes; sus almas tienen su propia transitoriedad de
aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.
¿Recuerdas
aquellos maestros a los que idolatraste y después viste los falsos gurús que se
escondían tras las máscaras? Déjalos ser, no son ellos, son sus mentes; sus
almas tienen su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de
la experiencia. Todo fue pactado.
¿Recuerdas esa
aparente serenidad en aquellas personas y después descubriste la oscuridad en
su otro extremo DE las mismas? Déjalas ser, son sus mentes; sus almas tienen su
propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia.
Todo fue pactado.
¿Recuerdas ese
fraude cuando emprendiste un negocio y te viste envuelto/a EN unas redes que no
te pertenecían? Déjalas ser, no son ellas, son sus mentes; sus almas tienen su
propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo
fue pactado.
DEJA SER, DÉJATE
SER, TODO ES CAUSAL.
TODO SON PACTOS
PARA NUESTRO APRENDIZAJE.
Podemos
alejarnos, respirar, observar y salir resilientes con un nuevo y gran avance en
nuestro camino evolutivo; O podemos enredarnos en los juegos del Ego, perdernos
en el mundo de las formas y entrar al juicio infundado desde la mente, desde el
inconsciente, en definitiva, desde el Ego puro y duro, desde lo que no somos; y
así nos estaríamos alejando de quienes somos, de nuestra esencia, de nuestra
pureza innata inmaculada, de nuestra divina presencia, del SOY.
Ante estas
situaciones y ahora más que nunca hemos de recordar:
“TODO ES PARA
ALGO. MIRO AL ESPEJO, APRENDO Y RECUERDO”.
FLUYE COMO PEZ EN
EL AGUA, LA CORRIENTE DE LA VIDA SABE DONDE TOCA ESTAR EN EL MOMENTO PERFECTO.
DÉJATE LLEVAR, DÉJATE SER, DEJA SER A OTROS.
Finalmente, todos
venimos a aprender lo mismo en diferentes facetas de esta vida. Sólo hemos de
recordar quiénes somos y la perfección de cada acontecimiento que se presenta.
No luches contra
nada, tu misión aquí contigo es volver a ti, volver a la unidad divina, a la
unicidad perfecta de donde emanamos.
Fdo: Ajalàa
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Ya se terminó de publicar Memoria de un descarnado. En este enlace podrás encontrar los audiolibros de todos los
capítulos:
https://www.ivoox.com/podcast-memorias-descarnado_sq_f11142097_1.html
Posdata:
En
el artículo del día 01/12/2020 (“¿Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante
diciembre? III Parte”) comuniqué que personalmente había recibido por
psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en
psicoterapia que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser
humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te
reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes
control emocional siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo
había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía
ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y
que además ellas lo harán pues mis tiempos están contados para seguir en esa
labor. No se trata de dar una
formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un
tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con
ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa
mediante su correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su
Web: http://www.psico2-internacional.es
Para las actualizaciones de
“Todo Deéelij” y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
Nota
a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica
más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para
valientes y no timoratos. Ah, y hay lista de espera, que conste, así que ve
pillando sitio, hueco o número.
Audio libro testimonio terapéutico de
Mario:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-01-audios-mp3_rf_69779795_1.html/
Audio libro testimonio terapéutico de
Marisol:
http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2021/06/testimonio-presentacion-por-deeelij.html/
Audio libro testimonio terapéutico de
Jordi:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-03-audios-mp3_rf_71720654_1.html/
Audio libro testimonio terapéutico de
Angelika:
https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-04-audios-mp3_rf_74763047_1.html
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La Filosofía perenne plantea un problema que está íntimamente
asociado a la personalidad, es la relación que existe entre el
temperamento de las personas y el grado de crecimiento espiritual. No existe
respuesta afinada, salvo la que procede de la experiencia de los directores
espirituales.
Todo conocimiento es moldeado por el temperamento de cada cual. Por
ello, el temperamento es una variable independiente que mediatiza la expresión
religiosa.
Nuestra constitución psicofísica es un vasto territorio que va de
la imbecilidad a la genialidad, de la debilidad a la fuerza agresiva, de la
benevolencia a la crueldad.
Este plano vertical entre lo sublime y lo rastrero y deleznable, lo
recorremos las personas continuamente. Hoy somos personas encantadoras, mañana
unos huraños, pasado podemos salvar la vida a alguien en un acto heroico y al
otro cometer un acto de crueldad, todo esto con intensidad de fluctuación que
depende de lo que ahora abordaremos, el plano horizontal. No es lo mismo las
fluctuaciones de ánimo de alguien colérico que las de un flemático.
El plano horizontal es diferente. El carácter, el temperamento,
viene casi genéticamente dado. Somos como somos por genotipo, además de cómo
nos hacen, pues el fenotipo del ambiente en el que crecemos también aporta un
peso importante en cómo somos.
En el mejor de los escenarios familiar y social, a lo más que
podemos aspirar es a sacar lo mejor de nosotros mismos y evitar que emerja lo
peor que ocultamos, dentro todo ello del corsé de nuestra personalidad.
De las varias clasificaciones del temperamento humano, la Filosofía
perenne expone el sistema tripolar de Sheldon: endomorfico, mesomósfico
y ectomórfico.
El endomórfico es viscerotónico, es amable y huye de la soledad. El
mesomórfico es atlético, somatotónico; expresa el amor en actividad y ama el
poder y la competitividad. El ectomórfico es cerebrotónico, introvertido,
atento pero no emotivo.
El temperamento moldea el dharma o naturaleza esencial del
ser humano, su ley intrínseca.
Las religiones en su manifestación final a las gentes están
mediatizadas por el temperamento de sus líderes. Así un líder somatotónico
considerará que las conversiones deben ser por brutales experiencias de metanoia
descomunal. Un líder cerebrotónico predicará el camino contemplativo. Esto da
un sello personal a los mensajes.
Jesús de Nazareth, dentro de esa incapacidad de
clasificarle caracteriológicamente, presenta su persona como hombre delgado y
proclive a la oración (muchas veces se retiraba al monte a orar). Se
podría decir que se comportaba como un cerebrotónico. Pero ni siquiera como tal
era un carácter extremo. Nadie tiene un carácter químicamente puro. Se dice que
Jesús estaba en el centro de los nueve trazos del eneagrama, en el centro
perfecto, equidistante de los extremos. Una persona así es la antítesis de un
líder, pero su capacidad de atracción era tal (acaso por el hecho de que hacía
milagros), que la gente le hizo líder y le recibió con palmas en Jerusalén
(aunque luego le matara) y le convirtió (le convertimos) en un extremista. Pero
alguien que aconseja ser “cándidos como palomas y astutos como serpientes”,
no puede ser un extremista radical. La Sabiduría jamás puede estar basada en
dogmas cerrados y excluyentes.
El Evangelio es el mensaje de un cerebrotónico. Jesús insiste en que el Reino de los Cielos está en
el interior de nosotros (allí, en lo escondido). Jesús ignora los ritos y hace
entender su desapego al legalismo judío, a las rutinas ceremoniosas
de la religión organizada, los días y lugares sagrados. Jesús ensalza lo
extraterreno, insiste en la contención de los apetitos, no enarbola el banderín
de acción, no quiere soldados legionarios, todo lo contrario, lo que exasperaba
a los zelotes. Muestra casi desprecio a los esplendores de los reinos humanos,
ensalza la pobreza, el desapego a las cosas materiales y a la devoción
obsesiva, incluso para los más altos fines, que como el caso de los fariseos,
lo califica de idolatría, fuera de Dios.
Este mensaje, jamás se le hubiera ocurrido a un extrovertido
viscerotónico o somatotónico, amigo del poder el primero y del lujo el segundo.
Esta misma característica cerebrotónica se muestra en el budismo y
en el Vedanta de Shánkara que es la disciplina metafísica que llena el
corazón del hinduismo.
El confucionismo, sin embargo es
viscerotónico, familiar, ceremonioso y totalmente mundano, un código de buenas
costumbres para conseguir la estabilidad personal, familiar y social entre los
seres humanos. Como dice Alan Watts, el confucionismo sirve para vivir en este
mundo, mientras que el Tao – Zen prepara para la trascendencia.
El Islam es un ejemplo perfecto de religión basada en
un temperamento somatotónico. De ahí la negra historia del islam en guerras
santas, persecuciones y en la actualidad en el terrorismo yihadista; todo ello
comparable al cristianismo posterior al triunfo como religión oficial del Imperio
Romano, que eclosionó dramáticamente en las cruzadas, iniciativa absolutamente
antagónica a la filosofía de vida de Jesús de Nazareth.
El triunfo político del cristianismo con la conversión de
Constantino hizo que la Iglesia cristiana pasara de ser profundamente
cerebrotónica a somatotónica (iglesia militante) y viscerotónica (el esplendor
imperial del Vaticano).
La ignorancia es una severa enfermedad que conduce a
una conducta irreal. La superación de la ignorancia es para la Filosofía
perenne equivalente al despertar de un largo sueño.
El motor de la ignorancia es el temor, sentimiento que sólo se
neutraliza por el desvanecimiento del “yo”.
“En otras criaturas vivientes, la ignorancia de sí es naturaleza; en el hombre, es vicio”, que diría el
filosofo romano Severino Boecio, allá por el Siglo V.
Y el vicio es esencialmente malo, porque aparte de ser dañoso en sí
mismo, eclipsa a Dios. En esencia el vicio es hijo de la ignorancia, pues desconoce las
consecuencias directas e indirectas del erróneo proceder. Esta ignorancia, en
sus orígenes es voluntaria, pues todos disponemos de medios suficientes para
neutralizarla. Pero preferimos ignorar muchas de nuestras acciones y
comportamientos, porque no nos conviene ventilar aquello que en el fondo
hacemos porque creemos nos conviene o apetece, a pesar de la carga moral que
conlleva. Es como un amiguito mío de la infancia, más malo que el veneno, que
se justificaba diciendo que “yo quiero ser bueno, pero es que no me sale…”
Pero la ignorancia es mala porque conduce a una conducta irreal.
Esto emerge como una falsa humanidad y la ocultación, en suma, de nuestra divina
base.
El conocimiento de uno mismo es tan antiguo como la filosofía
clásica, con Sócrates y Platón. G (nosce te ipsum,
conócete a ti mismo). Esta inscripción, puesta por los siete sabios en el
frontispicio del templo de Delfos, es clásica en el pensamiento griego. En
todos los tiempos muchos pensadores han reflexionado sobre ella con variados
matices siguiendo el ejemplo de Sócrates y Platón. La sabiduría de Occidente
comienza, en su vertiente filosófica, con este pensamiento, intentando alejarse
de adivinanzas y supersticiones.
Antes que Sócrates, los expositores indios de la Filosofía perenne, expusieron el tema. Y de
igual modo los cristianos.
Chuang tse hace referencia a la alegoría del despertar de un sueño,
una constante en la Filosofía perenne. Es el despertar de la
necedad, pesadillas de placeres ilusorios, y la serena certidumbre de la
beatitud al despertar.
El progreso espiritual se logra sí, y solamente si reconocemos al
“yo” como nada, y a la Divinidad que lo abarca todo. Es la comparación entre el
cero y el infinito, que refiere Carlo Carreto. "Hemos de
desplazar el temor por la Caridad mediante la práctica de la humildad”; he
aquí en qué consiste toda la ascesis de San Bernardo, su comienzo, su
desarrollo y su término. O dicho de otra forma, tememos aquello que no
conocemos y sobre todo, aquello en lo que no confiamos, ante la duda de que
pueda poner en riesgo nuestro particular castillo de naipes, que es en lo que
convertimos toda nuestra vida. Y sólo una actitud oblativa (amor oblativo,
agapé, donación incondicional), puede vencer ese temor mediante la práctica de
la humildad.
Esto suena a la sucesiva superación de retos que nos ponemos todos
en la vida. Decía George Sheehan, un conocido médico estadounidense, famoso en
el mundo del deporte como promotor, junto con Kenneth Cooper del deporte
popular en los años setenta, que podemos vivir de dos formas, a la ofensiva o a
la defensiva. El que vive a la defensiva, teme y da pocos pasos pero con
seguridad y, avanza poco. El que vive a la ofensiva (en el sentido de arriesgar
y aceptar desafíos), da grandes pasos, avanza mucho, pero corre el riesgo de
fracasar. De alguna forma, vencer el temor es confiar, bien en las capacidades
de uno mismo y en los otros y en suma, en la Divina Realidad. De esta forma
vamos poco a poco conociendo nuestros propios límites, si sólo confiamos en
nosotros mismos, o nos sorprendemos de “lo que Dios y yo, podemos hacer
juntos” que me dijo una vez un buen amigo mío. Es lo del vuelo del pardillo
él solito o a lomos del Águila. Pero para que el pardillo se suba a lomos del
Águila, ha de ser consciente de hasta dónde puede subir volando él solito.
Por eso, el motor de la ignorancia es el temor. El temor es un
sentimiento que no puede eliminarse por sí mismo, ni con nuestras capacidades.
Sólo se neutraliza por la absorción del “yo” en una causa más grande que mis
propios intereses y capacidades, aceptando volar a lomos del Águila. Si ese “mas
grande”, ese Águila, es la Divina base, que no puede ser amenazada por nada, el
temor se diluye en confianza, a pesar de todos los avatares de la vida.
En pocos hombres y mujeres es el amor de Dios lo bastante intenso para eliminar
estos proyectados temores y ansiedades por personas e instituciones amadas. Y
la razón radica en que pocos hombres son lo bastante humildes para ser capaces
de amar como donación total.
La humildad no consiste en ocultar nuestros talentos y virtudes, en
considerarnos peores y más ordinarios de lo que somos, sino en poseer un claro
conocimiento de todo lo que falta en nosotros y en no exaltarnos por lo que
tenemos, puesto que Dios nos lo dio generosamente y que, con todos Sus dones,
nuestra importancia es aún infinitamente pequeña, que diría Lacordaire, el religioso francés del
Siglo XIX.
Catalina de Siena escribió el ejemplo de las dos celdas, la física
y la espiritual, la primera para hacer silencio exterior y la segunda para hacer silencio
interior. En realidad las dos celdas son una sola, pues responden a la misma
actitud. No puedes estar en una sin estar en la otra, pues el ruido entra por
cualquier rincón. Alguien podría pensar que esto es sinónimo de autismo, de
aislamiento sensorial y afectivo. Aquel que así piense, está claro. No ha
comprendido nada.
El Dharma es una palabra sánscrita, clave para la
Filosofía perenne en la India. El dharma de un individuo es su
naturaleza esencial, la ley intrínseca de su ser y de su desarrollo.
Dharma es también la ley de la rectitud y la piedad.
Esto significa que el deber de un hombre, cómo debería vivir, está condicionado
por su constitución y temperamento.
Contrasta este planteamiento con la visión católica de las
doctrinas de las vocaciones, pues los indios admiten el derecho de los
individuos con diferentes dharmas a adorar diferentes aspectos de lo divino.
Por eso entre budistas e hindúes no hay persecuciones, ni guerras santas, ni
tribunales inquisitoriales, ni proselitismo.
Dicho esto, dentro de la religión católica hay casi tanta
tolerancia como en el budismo mahayánico. En realidad el catolicismo es una
constelación de religiones, individuales y grupales, que van desde el
fetichismo y fanatismo religioso más exacerbado, pasando por el
politeísmo enmascarado de la adoración a las imágenes de santos y vírgenes,
hasta, comenzando por el respeto y aceptación de la Filosofía perenne, llegar a la mística más
elevada.
La tolerancia a tan amplio espectro devocional no va acompañada de
la aceptación de cada manifestación religiosa por igual. Se sabe y se acepta
que la finalidad última es la unión con Dios y la mística se acepta como la vía
directa.
Todas las almas –dice el padre Garrigou-Lagrange-, sienten remotamente la
llamada a la mística, y si todas trabajaran por evitar pecar y vivieran lo
suficiente, alcanzarían la perfección. Así piensan los orientales, pero no como
probabilidad ideal, sino afirmándolo absolutamente. Todas las almas alcanzan
definitivamente la perfección, el nirvana, tras vivir en diversos planos de la
realidad, tanto física como espiritual. Todos son llamados, pero pocos los
elegidos porque pocos son los que se reconocen a sí mismos, los que se
encuentran, los que se arriesgan a la aventura oceánica. Tras el pecado
original, se escondieron de Dios por miedo, y no se han encontrado a sí mismos
todavía.
La existencia, según la filosofía oriental, no se limita a esta
vida, para acabar en un juicio definitivo que nos condena a sufrir eternamente
o nos premia a gozar eternamente; sino que la serie de existencias corpóreas o
incorpóreas es indefinidamente larga, de modo que hay oportunidades todas las
del mundo para crecer y así alcanzar la perfección.
Periódicamente hay descendimientos de la divinidad. Surgen Budas
que renuncian a la beatitud para bajar a este mundo como salvadores y maestros,
para lograr definitivamente la salvación de todo ser humano.
La conclusión es clara. Las formas inferiores de religión no son
aceptadas como definitivas. Son debidas al dharma de cada cual. Y cada cual no
debe afincarse en una religión que le venga bien a su dharma, sino
trascenderla, no negando su temperamento (cómo ha sido creado… esta vez), sino
utilizándolo positivamente, regenerándolo, usando las potencias naturales de su
propia naturaleza para trascender.
Así, el introvertido ha de usar su capacidad de discernimiento para
pasar del yo al Yo Real unido a la Divina Base. El extrovertido ha de aprender
a odiar a su padre y a su madre (que son todos sus apegos), y el somatotónico ha de cambiar su afán de poder para
regenerarlo hacia el liderazgo de comunidades enteras en aras de una acción
social loable, con la santa indiferencia de San Francisco de Asís, el sendero
que conduce por el olvido del “yo” al descubrimiento del “Yo Real unido, hecho
Uno con Dios”.
A lo largo de la Historia, se ha tendido a tomar en serio a las
“religiones imperfectas”, tomándolas por buenas, lo que son sólo medios para
lograr el fin. Y los efectos han sido desastrosos.
Se ha insistido mucho en la necesidad de una conversión violenta,
tipo San Pablo, una persona típicamente somatotónica. Todo en este tipo de
experiencias de choque es extremadamente rápido y violento. La metanoia,
descomunal. Este tipo de conversión es un trastorno emocional de primera
magnitud, en el que la persona puede verse engañada por el subidón afectivo que
le supone la experiencia vivida. Pero quedan muchos flecos colgando, muchos
temas por resolver, mucho ruido interior, desconocido, oculto. Es como si en
una casa entrase un viento huracanado y destrozara todos los muebles
viejos. No basta con eso, hay que
reconstruir lo destrozado por el huracán, y eso requiere años. La complacencia
en el terremoto emocional es deletérea para el desarrollo espiritual posterior.
San Pablo, tras la caída del caballo, se pasó tres años de retiro en el
desierto poniendo las cosas en su sitio antes de ser consciente de su misión
apostólica.
Una doctrina que alaba y considera necesarias experiencias brutales
de conversión para poder salvarse, deja totalmente desprotegidos a aquellos que
no experimentan ese shock emocional, poniéndoles en duda de si se salvarán a
no. Discrimina a sus seguidores entre aquellos que han experimentado casi
fenómenos paranormales de los que han llevado una vida normal, sin ningún tipo
de fenómenos místicos extraordinario, lo que por otra parte suele ser lo más normal.
Transforman lo excepcional casi en condición sinequanon para alcanzar la vida
eterna. Esto supone, a parte de una total ignorancia psicológica, un deslizamiento muy peligroso
hacia el fanatismo religioso.
Este fue el caso del cerebrotónico Calvino. Resultó fatal. En
general, las tendencias religiosas suelen inclinarse hacia el temperamento de
sus líderes. Así, si un líder es somatotónico, sus seguidores se verán
arrollados a la acción, y a llamarse algo así como los soldados de Dios, los
legionarios de Cristo, o cosa similar. Si el líder es viscerotónico se centrará en actitudes adoratrices. Es lo
que pasa con los movimientos protestantes, que se centran en Jesús, olvidándose del Padre y
del Espíritu Santo, o a los pentecostales, que se centran en el Espíritu Santo
y se olvidan de lo demás. Y si el líder es un místico, el peso se carga en la
vía contemplativa.
En suma, es bastante frecuente atribuir a Dios cualidades humanas.
Pero si no podemos trascender nuestra propia naturaleza, estamos
perdidos. Filón dice que no aceptar a Dios como el Ser, el Uno, sin atributos,
hace daño a dios, a nosotros mismos y a los demás.
Del conocimiento interior y del por qué y el para qué de los medios
que Dios pone a nuestra disposición para llegar a Él, como son las religiones y
los sistemas de pensamiento, nace la lucidez de dejar de mirar al dedo que
señala la Luna, para centrarnos en ella, que es el objetivo final del ser
humano. No veamos a las religiones como un fin en sí mismo, sino como el medio
(a nuestra elección, según nuestras raíces culturales), para llegar al destino
final de todos nosotros.
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Autor: José Alfonso
Delgado
Nota: La
publicación de las diferentes entregas de La Física de
la Espiritualidad
se
realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.