Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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31/5/21

Babor y estribor de guardia(Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 22)

Babor y estribor de Guardia

Como apuntábamos en el capítulo anterior, la maniobra de salir a la Mar, en términos navales se denomina “babor y estribor de guardia”, habitualmente con el práctico a bordo.

En nuestro símil, la presencia del práctico supone ese empujón final para liarnos la manta a la cabeza y subir a bordo y, literalmente, rogar que “sea lo que Dios quiera…”

Porque tanto hay miedo a volar como a navegar, porque en ambos casos, nuestros cuerpos y almas se van a adentrar en un medio desconocido y en el que, con nuestras capacidades, no podemos movernos. Volar no podemos y nadar sí, pero muy pocos metros ante la inmensidad del mar.

Podemos poner más símiles para ejemplificar sobre cómo, el viaje hacia Dios no es cosa nuestra, en el sentido de poder valernos de nuestras capacidades. Creo que esto está totalmente claro.

Una vez a bordo, la artificial diferencia de nuestras dos hermanas, Marta y María, es ya ridícula. Cuando uno toma asiento en la bancada de la barca, se da cuenta de que, para este negocio, Marta y María, literalmente han de ser lo mismo, porque aquí ya no cuenta la voluntad por un lado y el amor por otro, sino que ambas son Uno.

La voluntad sale de mis deseos, el Amor es pura esencia divina, la voluntad de Dios. Así que amar es simplemente vivir la voluntad de Dios, “fiat voluntas tua”. Y en esto va a consistir las instrucciones para el pasajero abordo. 

Durante esta maniobra de salir a la Mar, el práctico es el que la dirige, para evitar que nuestro casco choque con el fondo o encalle sobre un banco de arena. Para ello iza nuestras velas y maniobra la botavara para aprovechar las ráfagas de viento y sacar la nave del embarcadero.

Esta náutica descripción de la maniobra es una forma más o menos entendible para explicar, hasta donde se pueda, cómo Dios comienza a obrar directamente sobre el alma.

Mensaje para el Alma

Los mensajes para el Alma, en Román paladino son sólo ruidos estridentes… si no van asociados al Amor.

La magistral descripción del Amor por San Pablo, en su primera carta a los Corintios, “si no tengo amor, de nada me sirven todos mis bienes y conocimientos”, deja en evidencia el inmenso abismo entre estos conocimientos que le permiten a la mente comprender (o hacer como que comprende) y la Sabiduría.

El Alma no tiene que comprender nada, como necesita la mente. El Alma simplemente o ama o, por el contrario, está dormida o aturdida por los trajines de la mente.

Así que el “mensaje para el alma”, las instrucciones abordo, es simplemente el mensaje del silencio.

No hay lenguaje escrito que se pueda expresar la vida del alma, la vida interior, lo que sucede en el hondón del ser. Por eso, sólo puede expresarse en el lenguaje del silencio.

La Mística es eso, los caminos del silencio, la expresión y la vida en el silencio. Y cuando la mente deja de incordiar, cuando la mente se calla (o consigue callarse), el silencio habla y, lo hace de un modo “inefable”, sin hablar. Es entonces cuando la comunicación entre lo sublime, el Todo, la Divinidad y el Alma, se establece y es posible que el mensaje, que sólo puede proceder de la Divinidad, sea recibido por el Alma.

Y la única forma de poder torpemente manifestar textualmente ese mensaje es a través de la poesía, que es lo que han tratado de hacer algunos místicos.

El lenguaje de Dios es poesía para el alma.

Silencio y poesía, paz y quietud, contemplación y bienaventuranza. Este es el estado del alma, en su proceso de unión con lo sublime.

Y poco más hay que decir al respecto.

Aquí no nada que juzgar, ni qué opinar, ni estar o no estar de acuerdo. No, aquí la mente no tiene absolutamente nada que decir salvo que, si no le gusta, peor para ella, porque bajo su albedrío, mal futuro le aguarda. La vida del alma no es negociable. Porque el alma es la que realmente puede decir “yo soy el que soy”.

Oración y contemplación

La relación del alma con Dios se establece sobre la base del “estado de oración”.

Aquí, mucha gente puede tener grandes confusiones sobre el significado de la oración frente a otras modalidades (aparentemente), como la contemplación, la meditación, la meditación trascendental y otras técnicas de relajación, muy utilizadas en las prácticas orientales.

Yo me confieso como un “cristiano de frontera”, es decir, como un cristiano, creyente y que participa intensamente en la vida de la Iglesia católica, pero situado en la frontera que la separa del mundo exterior al cristianismo, donde habitan una inmensidad de almas que, creyendo en Dios, como entidad divina a la que llaman con otros nombres, participan de esa misma intuición trascendente de la vida. Digamos que soy un profundo defensor de lo que se denomina Filosofía perenne, término metafísico que reconoce una divina realidad en el mundo de las cosas, vidas y mentes y, que es factor común al conjunto de los grandes sistemas de pensamiento y de las grandes religiones en el mundo.

En este sentido, entronco en la primera mitad del Camino de Santiago, hasta Finisterre (a Compostela llegan en nuestro símil los cristianos), a todas las religiones, cada una con sus dogmas y creencias. Igual que para llegar a Finisterre, pasando por Compostela, hay varios caminos, tales como el Camino francés desde Roncesvalles, o el Camino del Norte, por Irún y el cantábrico, o la Ruta de la Plata, o el Camino portugués, etc. Es decir, así como hay grandes vías para llegar a Compostela, también hay grandes religiones que te marcan el Camino para llegar hasta el umbral de la segunda puerta, Finisterre.

Aquí, mutatis mutandi, cada cual puede optar por el sendero que quiera, bajo la dirección de los correspondientes pastores de su correspondiente religión, teniendo en cuenta que el hecho de que profesemos una u otra, no ha dependido de nosotros, sino de nuestro lugar de nacimiento y de la familia y cultura en la que hemos nacido. Así, yo soy católico porque he nacido en el seno de una familia católica en la España de los años cincuenta. Pero si hubiese nacido en la India sería hindú, supongo; o budista, o taoísta si en China o, anglicano si hubiera nacido en Inglaterra.

Es decir, no somos responsable de profesar la fe en la que creemos. De este modo, a Compostela hemos llegado peregrinos no sólo católicos, sino de muchos países y de muchas creencias hasta Finisterre, y todo está bien. Cada cual ha recorrido sus tres primeras moradas, cumpliendo honradamente y con empeño de respetar mandamientos y creencias,

Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. (Lc 18:21)

A Jesús, todos aquellos que respetan los mandamientos y preceptos de sus religiones, “mirándoles, les ama”, porque somos buena gente de sincero corazón y buena voluntad. Y en Finisterre, podemos congregarnos todas las religiones y todas las culturas, no sólo los cristianos. Pero en Finisterre, a partir de este punto, el camino o, mejor, la navegación oceánica, ya hay que abordarla bajo una sola dirección, bajo un nuevo paradigma.

Y este nuevo paradigma en la Oración.

Sobre este tema, yo antes, creía que básicamente orar, meditar, contemplar o aplicar las diferentes técnicas de relajación eran básicamente lo mismo, pero en la medida en que comencé a prácticas algunas de estas técnicas, me di cuenta de que algo fallaba.

El sentido más profundo de la Oración, tal y como yo la he leído de los autores cristianos y la he experimentado, supone en esencia un estado de silencio, vacío, soledad y oscuridad de los sentidos. Orar NO es rezar, NO es aplicar una serie de letanías, de jaculatorias, de mantras o de recitar mental o verbalmente un conjunto de versos o de textos prosaicos para elevar plegarias o himnos de perdón o de alabanzas. He leído que los autores califican todo esto como oración verbal o mental.

No, la oración NO es un acto, sino que ES un estado del alma en el “que entra en comunicación con alguien que sabe, le ama”, como la define Santa Teresa.

Entre Teresa y Juan de la Cruz, parece haber diferencias terminológicas, pero que en el fondo es llamar de dos formas diferente a lo mismo. Santa Teresa prefiere hablar de oración de recogimiento o de quietud refiriéndose a que su efecto es un estado estático, de estasis, de quietud en el alma, con gran sensación de paz y serenidad. San Juan de la Cruz, habla de contemplación, pudiendo ser en situación de gozo o de lamento, de sequedad o de consuelo, de paz o de inquietud. Pero, en cualquier caso, es también un estado de presencia ante la divinidad, de contemplación de Dios en todas las cosas y en todas las situaciones.

En ninguno de los dos casos es un acto voluntario con un principio y un fin en el tiempo, es decir, un estar diez, quince o treinta minutos arrodillados ante un crucifijo o un sagrario. No, es un estado permanente del alma, en permanente presencia de Dios, que en ocasiones va acompañada de paz y otras de dolor; unas de sosiego y otras de incertidumbre; unas de clarividencia frente a otras de oscuridad.

Y no son ya un acto de la mente y de la voluntad, porque al tomar la decisión de subir a bordo, la mente debe dejar de pensar, para empezar a creer y la voluntad debe dejar de querer hacer para dejarse hacer. Porque la vida, una vez situados nuestros pies en el portalón de acceso al barco, jamás volverá a ser como antes.

Meditaciones y otras técnicas

En el mercadillo espiritual, hay buenas ofertas para tomar cursillos sobre meditación trascendental y mindfulness. También están a buen precio las clases de yoga o de tai chi, que garantizan un alto grado de paz interior y relax.

Esta es la actitud de mucha gente que llegadas a Finisterre o incluso sin salir de sus casas, adoptan para desestresarse, para intentar de conseguir, al menos mientras hacen la meditación trascendental, un “kit cat” de relajación, o algo parecido a in coffee break espiritual a media mañana o al llegar a casa tras un súper estresante día de no parar en el trabajo.

Todo esto está muy relacionado con la New Age y los Nuevos Movimientos Religiosos (NMR) o tendencias espirituales, con gran éxito sobre todo más en las mujeres, aunque también en los hombres, acompañados de técnicas sobre salud y belleza que permiten imaginar con la imaginación un bello escenario de paz y bien en medio de idílicas cascadas de perfumes y sonidos celestiales de ruiseñores, que con la ayuda de la animación 3D, permiten un “Total recall” alucinante que nos escenifican vivir en un paraíso celestial por un módico desembolso y, con el inestimable apoyo en ocasiones de algún que otro cannabis.

Lo que dicen todas estas tendencias sociales es la irrefrenable búsqueda de lo espiritual, incluso adulterando el verdadero sentido de las filosofías orientales de tradición milenaria. Pero todo este revoluto está a años luz del embarcadero y de la Mística, tanto cristiana como sufí u oriental.

Estas nuevas técnicas, tanto más cuanto más rápidamente se pueden aprender, no tienen nada que ver con la vida interior. Pero en sus redes están atrapadas multitud de personas, deseosas de alcanzar esa meta de paz y felicidad que el mundo no les puede ofrecer.

A salvo quedan de este desastre mediático, las filosofías y sistemas de pensamiento genuinamente orientales que suponen todo un completo estilo y filosofía de vida, que de ningún modo se aprenden en un gimnasio donde practicar aerobic, acuagym, pilates o yoga físico, sino que son vidas enteran viviendo bajo la disciplina de un budismo, zen, tao o hinduismo, anclado en lo más profundo del alma. Estas sí que son almas que, siguiendo el camino del Zen, del Tao, de Buda o de Krishna, llegan a Finisterre, al final de sus posibilidades como seres humanos.

Subir a bordo

“… Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el Reino de Dios.” Lucas 9:62

Cuando decides o mejor, aceptas subir a bordo y poner los dos pies en el barco, ese acto es absolutamente trascendental, que no tiene vuelta atrás, porque no lo habrás llevado a cabo con ningún objetivo ni, mucho menos, con el deseo de flipar en colores imaginando un paraíso idílico de amor y paz.

En el momento que subes a bordo, se sueltan las amarras y a partir de ese momento, tu vida ya no te pertenece, porque comienza la auténtica transformación de las potencias en las virtudes fe, esperanza y amor. Y estas virtudes se denominan “teologales” porque proceden de Dios, con lo cual, subir a bordo, la decisión más importante de nuestras vidas, supone dejar de ver y de vivir a Dios fuera de nosotros para verle “encarnado” dentro de nosotros. Esa consciencia de “encarnación” se denomina Cristo Jesús.

Que el práctico esté a bordo con nosotros significa ese tirón sobrenatural que arrebata al alma y la conciencia, que arroba la voluntad y la sume en un estado de “suspenso” entre el cielo y la tierra o, entre el mar y la costa, donde Marta no sabe qué pensar de todo esto y María simplemente “contempla” maravillada la escena.

Dadme muerte, dadme vida;

dad salud o enfermedad,

honra o deshonra me dad,

dadme guerra o paz crecida,

flaqueza o fuerza cumplida,

que a todo digo que sí:

¿qué mandáis hacer de mí?

Que a todo digo que sí.

Porque desde que pones el pie en la extraña nave, ya no eres ni importas tú. Es Dios, es Jesús, es el Divino Espíritu, el que mora en ti, porque realmente descubres que eres su misma esencia.


Dadme riqueza o pobreza,

dad consuelo o desconsuelo,

dadme alegría o tristeza,

dadme inferno o dadme cielo,

vida dulce, sol sin velo,

pues del todo me rendí:

¿qué mandáis hacer de mí?

 

Si queréis dadme oración;

si no, dadme sequedad,

si abundancia y devoción,

y si no esterilidad.

Soberana Majestad:

sólo hallo paz aquí,

¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme pues sabiduría,

o, por amor, ignorancia;

dadme años de abundancia,

o de hambre y carestía.

Dad tiniebla o claro día,

revolvedme aquí y allí,

¿qué mandáis hacer de mí?

 

Si queréis que esté holgando,

quiero por amor holgar,

si me mandáis trabajar,

morir quiero trabajando;

decid dónde, cómo y cuándo,

decid dulce amor decid:

¿qué mandáis hacer de mí?


Esta asombrosa declaración de Santa Teresa de Jesús sintetiza totalmente cuál es la actitud, la opción de vida que ambas, Marta y María, acaban de tomar al subir a bordo.

Mientras durante el Camino de Santiago había senderos, indicaciones, flechas amarillas, hitos, albergues, mapas y rutas perfectamente señaladas, a partir de ahora, sólo hay mar, sólo hay océano infinito, sin caminos, sin sendas, señales o tan solo la línea que describe el Sol en la eclíptica de Levante al Ocaso o en noches oscuras, el cielo lleno de estrellas. Pero no hay rutas o, mejor, sólo son las rutas que marcan los vientos, que moverán la nave si tienen las velas izadas.

¿Y qué tienen que hacer Marta y María?

Nada.

O si quiere Marta, puede entretenerse en pescar, que pesca hay de sobra.

Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Mt 6:25-34

Es el abandono completo, un estado en el que en la vida “ya todo está bien”, porque sucede lo que ha de suceder, así suceda en contra de lo que sería razonable, lógico o bueno según nuestro criterio.

A todo digo que sí.

Santa Teresa pone otro símil para esta experiencia espiritual de radical transformación de la mente en fe, la memoria en esperanza y la voluntad en amor. Y es la metamosfosis del gusano de seda, tras la que la crisálida se transforma en una “graciosa mariposica blanca”, lo que sucede en el tránsito de la cuarta a la quinta morada, de Compostela a Finisterre.

A partir de que la nave ya está abandonando la Praia Mar de Fóra, comienza el proceso de transformación. El salto de fe, ya se ha dado, Marta ya se ha tenido que “poner en manos de Dios” y “que sea lo que Dios quiera”, pero eso lleva un proceso bastante serio y profundo.

Es un proceso de renacimiento.

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Jn 3, 1-8

Nacer de nuevo y dejar que el viento sople a donde quiera soplar…

Huelga seguir insistiendo en esto, en lo brutal y salvaje de esta decisión; de lo sobrenatural que es dar el paso. Es tan sobrenatural que nadie, en su sano juicio, podría darlo. Como dije anteriormente, el coste de oportunidad es tan alto, a juicio de la mente, que a ella no se le puede pedir que razone y comprenda semejante decisión.

Y todo responde al hecho de que sólo ante un fogonazo de transformación de la mente en fe (en pura confianza), le capacita a ella a aceptar el Sí a subir a bordo.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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30/5/21

Casos verídicos: “¿San?” Fernando

Hoy, 30 de Mayo, se celebra en el ámbito de la Iglesia Católica Apostólica Romana el santoral de San Fernando, por Fernando III Rey de Castilla (Castilla-León), el rey que re-conquistó Sevilla a...

https://companerosdecamino.blogspot.com/2021/05/casos-veridicos-san-fernando.html

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29/5/21

"Juntos de la mano en el Camino de la Consciencia", por Emilio Carrillo


https://www.youtube.com/watch?v=Iui05_7kueY

Vídeo (duración: 01:14:20) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para Educación de la Nueva Era, el 30 de abril de 2021, titulada Juntos de la mano en el Camino de la Consciencia.

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Consciencia con sentido del humor

El sentido del humor va de la mano con el sentido común e impulsa el discernimiento. Y la risa es algo muy serio en el camino de la consciencia. También, como Umberto Eco enseña magistralmente en El nombre de la rosa, un gran disolvente de los miedos.

Por ello, es aconsejable visitar el blog Compañeros de Camino, que gestiona mi amiga Encarna García:

https://companerosdecamino.blogspot.com/2021/05/re-capitulando.html

Si quieres contactar directamente con ella, puedes hacerlo por medio de esta cuenta de correo:  noskacomparte@gmail.com

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¿Vacuna panecea?

“Primero ganar la guerra, después la revolución...”, clamaban los comunistas en el 36, pero mucho me temo que los “comunistas” de hoy, los valedores del orden imperante de uno u otro signo, una vez ganada la guerra contra el virus con la artillería gruesa del pinchazo, se les olvide las ganas de hacer la “revolución permanente” de lo verde, sencillo y solidario con toda forma de vida. 

Si la vacuna es la gran panacea, la exclusiva solución al actual y devastador mal, a la crisis planetaria sin precedentes generada por el coronavirus, nos ahorraremos todos los interrogantes, pero sí algo necesita nuestra civilización es mayúsculas e impostergables preguntas que la cuestionen.  Los poderosos interrogantes son hoy esperanza de futuro. “Hemos construido esta fragilidad que hoy padecemos juntos…“, nos recuerda desde México el doctor Gabriel Bertono. Nuestra vulnerabilidad es el valioso, que no novedoso, reporte que nos ha traído el coronavirus. Algo tenemos por agradecerle. Conviene en este caso matar al mensajero, pero también escuchar lo que nos pretendía expresar, atender a su impagable lección. Procedería detenernos en el origen y causas de esa fragilidad, antes de echar a correr con ella encima, en la misma dirección de antes. 

Sin embargo, buena parte de la sociedad no está interesada en frenar ritmo y leer el mensaje del virus COVID-19. Cuanto antes había que salir del aprieto y seguir como antes y volver a abrir las mismas tabernas, las mismas fábricas, agroindustria y macrogranjas, la misma sociedad…, cuanto antes y que no cambiara nada. Pero el coronavirus nos ha susurrado el aviso de la fragilidad, la carencia de futuro de lo construido. Somos frágiles porque vivimos entre cemento, ingerimos productos sin vida, no pisamos tierra, pasamos horas y horas ante las pantallas y nuestras mentes no se proyectan hacia sus alturas. 

Somos cada vez más frágiles y vulnerables porque hemos destruido la naturaleza, nuestro entorno de Vida. En vez de reorientarnos, en vez de analizar qué hemos hecho de forma errada, contraria a la ley natural, buscamos soluciones puntuales, parches en las ruedas colectivas, para poder proseguir por el camino equivocado. La vacuna sólo nos puede sacar muy puntualmente de esa fragilidad. Salir de ese permanente estado de vulnerabilidad implica sin embargo volver a la naturaleza y al sentido elevado de la existencia. Viviremos colectivamente más fuertes, felices e inmunes, si retornamos a la cotidianidad, sencilla y natural, por ende solidaria. 

Si sólo vamos a la farmacia, a por la vacuna, nos estaremos engañando. ¿Por cuánto tiempo podremos seguir burlándonos a nosotros mismos, por cuánto tiempo eludiendo las verdaderas razones de este padecimiento que nos aqueja como humanidad? ¿Sólo había un corredor hasta la farmacia o había una salida más responsable y largoplacista hacia un replanteamiento de nuestro “modus vivendi”, hacia el aire limpio, lo verde, lo respetuoso…? ¿Había otro “exit” más luminoso y parpadeante  hacia la vida más en pequeño, pura y sostenible, hacia el reencuentro con la creación de la que formamos parte?

India, Nepal, Brasil… como no podría ser de otra forma en estos momentos en nuestro corazón. Hay muchas vidas ahora mismo en peligro y en esas situaciones extremas, siempre lo más importante ha de ser la salvaguarda de la salud física en peligro. Buena parte de la comunidad planetaria está implicada en una apuesta global de apresurada inmunidad que no cuestionaremos. La urgencia demanda salida radical, pero nuestro país ha salido ya de zona roja. Las UCIS se vacían de los enfermos que tumbó el virus. No cometeremos, de cualquier forma, la irresponsabilidad de poner piedras en el camino de la farmacia y su vacuna, pero nuestras pequeñas luces, nuestra limitada mente alumbrarán otra senda. La farmacia atenderá a nuestra urgencia, pero no a nuestro futuro. Nuestra inmunidad colectiva no depende sólo del pincho en el hombro más o menos fornido, como se nos quiere dar a entender, sino también de retomar pautas saludables de vida para nuestro cuerpo, mente y espíritu. 

La disyuntiva de vacuna o muerte y desolación es engañosa. La vacuna, no exenta de consecuencias, puede sacarnos puntualmente de un apuro, pero también ahondar en esa aludida fragilidad, evitar ir al fondo del problema y por lo tanto que podamos apuntar hacia su salida verdadera. Con la vacunación masiva se elude cuestionar nuestra forma equivocada e insostenible de vida. Saldremos de la fragilidad volviendo a una “normalidad” en armonía con cuanto late, volviendo a una “normalidad” austera, ghandiana, en comunión con los elementos. Saldremos de la fragilidad encontrando nuestro lugar en la Creación, volviendo a nuestra condición de amantes y servidores de ella, ya nunca más sus expoliadores y devastadores.

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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)

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27/5/21

Del Miedo a la Libertad


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Autor: Sergio Marina

Fuente: https://sergiomarina.com/

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La Sala de Ser

A cada estancia de una vivienda se le suele denominar, al menos en España, de una forma que hace referencia a su función.

Comedor, dormitorio, cuarto de baño, cocina, recibidor, pasillo, etc., define claramente la utilidad de la porción del espacio de la vivienda que se denomina de tal forma.

Entre todas ellas, hay una única estancia que recibe un nombre no tan acorde, en principio, con su función, aunque, a nivel más cercano o coloquial, sí se denomina de una forma con la que se intuye su importancia. Se trata de la zona destinada al salón.

La denominación de salón en sí, no especifica ninguna función, pero si nos vamos al lenguaje coloquial, al salón, en muchas ocasiones, se la llama sala de estar. Es aquí donde podemos intuir la magnitud de su función real.

Hace muchos años, el lugar más importante de la vivienda era la cocina. En ella, además de cocinar, se reunía la familia entorno al fuego y, al no haber televisión, era el lugar de comunicación, lectura, labores y escritura, entre otras múltiples tareas.

Pese a que la evolución de la cocina todavía mantiene una buena parte de esta energía y hay muchas personas que en la cocina es el lugar en el que mejor se concentran para algunas tareas como estudiar, hacer manualidades o conversar, el salón o sala de estar, es el lugar actualmente en el que mayor diversidad de tareas se llevan a cabo y sobre todo, nos permitimos desconectar.

La sala de estar, habitada de forma consciente, es el espacio ideal para reflejar en ella aquello que nutre nuestra motivación de ser. Es el lugar ideal donde disfrutar del gusto por conversar, por leer, por relajarnos, por encontrarnos. Es el lugar ideal donde conectar, mediante la decoración, con los valores que realmente nos mueven. Es el lugar donde volver, tras un largo día, a reencontrarnos con nosotros mismos, con los nuestros y con nuestra Verdad.

El salón o sala de estar, debería llamarse, para lograr vivirlo con más consciencia, Sala de Ser.

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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)

https://andrestarazona.com/

Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en

el Diseño Sentidointeriorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.

Todas están a tu disposición de manera gratuita a traves del e-book Habitar, al que puedes acceder a través de este enlace:

https://bit.ly/Habitar-PDF

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25/5/21

Hay vivencias que tenemos que experimentar y conocer para entender la Vida en su plenitud

La vida nos presenta situaciones y escenarios que escapan a lo que entendemos por "normal".

Soy padre de tres hijos con dos separaciones), dos de ellos con grado 3 de dependencia.

Gerard, que aparece en el siguiente vídeo, es el mediano en edad, con 12 años, y tiene el Síndrome de Charge: no oye, no habla y perdió la visión hace dos años. El pequeño, por su parte, es amor puro.

Un ser que ha venido a la tierra a darnos una lección de vida

Las familias y personas que vivimos estas experiencias somos invisibles al "sistema": no hay legislación, ni normas, ni medidas que ayuden a familias monoparentales, monomaternales o parejas en situaciones como la nuestra o parecidas, específicamente con menores.

Si a lo descrito se le añaden otras circunstancias, como estar solo en una ciudad, dificulta muchos más la conciliación laboral y personal, por no decir que la convierten en un imposible. Para colmo, el factor edad penaliza aún más en el marco de sistema tan obsoleto y hostil hacia “diversidad”, en cualquiera de sus manifestaciones.

Sin embargo, vivir o, al menos, conocer esta realidad -y otras muchas similares- es una gran forma de crecer en consciencia.

Qué depara el futuro: no lo sé. Pero hay que avanzar y seguir…  ¡Mi objetivo es difundir esta realidad para hacerla visible y para que las personas la valoren y tengan en cuenta!

Puedes contactar conmigo a través de este email para mayor información, para contribuir a la difusión y  para posibles ayudas: toni_88888888@hotmail.com

Abrazos para tod@s.

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Memorias de un descarnado: 16 de 29. Por Deéelij

    “Tenemos dos opciones. O estamos llenos de Amor, o estamos llenos de miedo”. Albert Einstein. Científico alemán nacionalizado estadounidense. (1879-1955)

     “El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que tienen miedo, muy largo para los que se lamentan, muy corto para los que festejan. Pero, para el que Ama, el tiempo es Eternidad”. William Shakespeare. Escritor inglés. (1564-1616)

 

     Lo hizo, algo desconfiado, pero asombrándose al ir pasando revista a cada pieza referida. Introdujo un trapo dentro del tubo de escape; ni siquiera salió manchado. Incluso revisó las rendijas más difíciles de limpiar. Todo estaba… no limpio, sino impecable: ¡absolutamente incólume!

     -    Lo mínimo que hay que hacer es ser agradecido dando las gracias –exclamó Pitt con dureza –, antes de criticar el resultado final.

     -     Lo siento Pitt – contestó avergonzado –. Gracias. Tenías razón: está perfecta.

     -     ¿Sólo perfecta? – Volvió a desafiar –  Eso podrás decirlo cuando la pruebes. Y no sé qué estúpida excusa tienes para no hacerlo. ¿A qué esperas? – propuso con energía, incitándole –. ¿Dónde está tú sangre? Venga: Arranca y corre.

     Estupefacto por la actitud desafiante, orgulloso y seguro, no tuvo más remedio que proceder. Imaginaba, en su aún ignorancia, que toda la maquinaria respondería como siempre, sin novedad. Al ir a buscar con la mano la llave de contacto, encontró que la misma no se hallaba en su lugar.

     -    Pitt, has debido de perder... – no le dio tiempo a concluir cuando él se las mostró – Anda, dámelas.

     -       Hazlo, sin llaves.

     -   ¿Cómo? Eso no es posible. Las necesito. Venga, Pitt, déjate de chorradas.

     -     No es ninguna chorrada. Todo es posible si así lo consideras y formulas en tu pensamiento y desde tu Ser, creyendo al crearlo, simplemente, porque te lo mereces ¿Por qué no pruebas a hacerlo usando las reglas hasta ahora aprendidas? Será la mejor forma de demostrarte que están asimiladas. ¿Te atreves… A volar sin alas?

     ¿Atreverse? Por supuesto que sería capaz. Si pudo hacer volar el VZ con sólo imaginarlo, podría arrancar la Harley sin inconvenientes. Cerró sus ojos, dejando caer todo el peso sobre sus posaderas afianzadas en el asiento de cuero; relajó cada parte de su cuerpo y lo dejó fluir. Imaginó, visualizando, que movía las llaves, y cómo éstas, al girar, conectaban el circuito de encendido. Imaginó metiendo el puño al mismo tiempo que, introduciendo combustible a las bujías, éstas respondían encendiendo el motor. El repiquetear de los pistones le hizo saltar de su encierro interior.

     La moto había cobrado vida con sólo usar las reglas aprendidas. Entendió, una vez más, que todo ello es aplicable a todo, ya que todo está interconectado, como lo están las normas de vuelo. Captaba la esencia de la pureza de tales fundamentos. Con los ojos de par en par contempló la excelsa sonrisa de Pitt. Lo más sorprendente fue comprobar que las llaves seguían en manos de éste.

     -     ¿A qué esperas para rodar? – Instigó sujetándole por el brazo antes de que partiera a lo loco – Da una vuelta por la pista, y de vuelta ¿De acuerdo?

     Asintió. Metió la primera marcha; giró el puño con suavidad. De igual modo ambos se deslizaron sobre la tierra sin levantar mota alguna de polvo hasta llegar a la mitad de la uno cuatro. Paró. Aceleró en vacío advirtiendo su maniobra a cada una de las partes de la máquina, y se lanzó a todo gas como si fuese a despegar. Aceleró hasta llegar a ciento ochenta kilómetros por hora cuando tan sólo cien metros le separaban del abismo que le recibiría al final de la pista. Cerró los ojos visualizando la maniobra: ¡Lo consiguió! Frenó totalmente, justo a escasos centímetros de la conclusión del asfalto. Los párpados se desplegaron dando lugar a la afirmación de un paisaje inmenso. La fuerte excitación del instante, permitió advertir con todo su Ser la seguridad inmensa que albergaba toda su existencia. Estaba llegando a cotas de superación increíbles e impensables en su anterior vida. Recapacitó. Meditó al ritmo del ralentí del motor que era idéntico al de su corazón, suave, acompasado, relajado, vivo; y regresó.

     Pasaron dentro y se sirvieron una infusión de menta.

     -     Bien, Jano. Empecemos con la siguiente norma, la última. Abre el manual y léela.

     La ilusión ante la confirmación de que procedía con el final de la instrucción se perfiló en su rostro. Ya no quedaba nada, a lo más, un día, supuso.

     -     ¿Y luego qué?

     -     ¿Y luego qué, de qué?

     -    Digo que una vez termine con el aprendizaje de todas las normas de vuelo ¿Qué pasará?

     -   ¡Ya estamos con la impaciencia! Primero abordemos el tema. Todo a su debido momento. Venga, búscala.

     Obedeció al instante. Pudo desplegar la página y todas las demás. El resto continuaba en blanco, excepto un pequeño grupo que permanecía agrupado, como pegadas al final del mismo. La lectura mostraba una frase como las anteriores: escueta, sencilla; y como no, enigmática: “Todo es Amor”. Quedó pensativo. Intentó extraer alguna conclusión, sin embargo, nada llegaba a su raciocinio. Levantó su cabeza enfilando la mirada del Jefe de Instrucción.

     -   ¿Lo entiendes? – Preguntó, mostrando un gesto con la mano para que no contestara. Era obvio que no sabría hacerlo – Dime, ¿qué es necesario para volar?

     Jano no tuvo que pensar mucho. Era muy clara la respuesta.

     -     Sencillo Pitt, un avión.

     -    ¡Error! – manifestó acompañado de un gesto de hombros y manos –. Las aves vuelan por sí solas, y no son aviones. Inténtalo de nuevo: ¿Qué es necesario para volar?

     -     Bueno… – empezó algo meditativo – En vista de eso, podemos decir que para volar es necesario tener alas. ¿No?

     -     No. El polen vuela; las hojas impulsadas por el viento vuelan; las nubes vuelan… Hay multitud de cosas y elementos que, sin alas, vuelan. Tú mismo hubieras volado con la Harley hace un momento si no hubieses frenado. Otra vez: ¿Qué es necesario para volar?

     Esta vez no quería aventurarse a dar una respuesta rápida. Percibía que estaba quedando como un auténtico pardillo, por no decir otra cosa… Cosa que ya no le pre-ocupaba. Se negó a criticarse o anularse. Conseguiría o no la respuesta adecuada, pero por ello no se produciría insulto o menosprecio como anteriormente hacía. Pasara lo que pasara, no se volvería a invalidar. Pero la respuesta no llegaba: no sabía qué poder aportar como solución.

     -     No sabría qué decir Pitt. No lo sé.

     -     Bien. No importa. Te lo diré yo: Todo lo que se necesita para volar es aire. Sin…

     -     ¿Cómo no he caído en la cuenta? Tienes razón…

     -   Espera, espera –retomaba Pitt paladeando cada palabra –. Sin aire, es imposible conseguir el vuelo. Necesitamos irremediablemente del mismo para volar. O lo que es lo mismo, y es lo que en realidad estamos tratando de inculcarte: para ser feliz, necesitamos absolutamente envolvernos del Amor. ¿Qué es lo que te rodea cuando vuelas? – Preguntaba y respondía al mismo tiempo –: el aire exclusivamente. Es lo único que te permite el sustento. Es lo que permite mantenerte ahí. Por tanto, todo lo que hay que hacer para ser feliz es sumergirse, rodearse, encubrirse de Amor. De ahí la frase del manual: “Todo es Amor”. ¿Lo captas?

     -   Veamos – intercedió Jano en su favor. La explicación le había dejado un tanto impactado –. Según tu explicación, entiendo que en efecto, para que el vuelo pueda producirse es necesario únicamente el elemento aire. De lo contrario no es posible tal condición. Y que, extrapolando tal ejemplo, hay que entender que, para poder ser feliz es imprescindible hacerlo con Amor. De lo cual se deduce, lógicamente, que una cosa sin la otra no es posible. ¿Estoy encaminado?

     -    Si y no – decía gesticulando con las manos –.  Matizo tu conclusión: Para poder volar el aire es el requerimiento. El aire siempre está ahí; por lo que no puedes volar sin usar el aire. Es decir, para ser feliz usa el Amor. Hazte Amor. El Amor siempre se encuentra estés donde estés; pero si no usas el Amor no podrás ser feliz. No es exactamente como tú lo has mencionado. Quiero que te quede claro lo siguiente: El Amor está siempre presente; con él puedes navegar, volar, alzarte. Pero si lo que quieres es, sobre todo, volar, sólo podrás hacerlo usando el aire, siendo Amor. ¿Está claro ahora?

     -     Pero bien sabemos – habló ahora Jano – que, en la medida en que uno asciende el aire es menos denso, y se requiere mayor velocidad para sustentarse, de lo que se deduce que, cada vez que se ascienda más alto, que es lo mismo que decir que, cada vez que la cota de felicidad es más alta, el Amor que se encuentra es menor, y para ello es necesario aumentar algo. ¿Qué es ese algo? Pues podemos salir de la atmósfera donde el aire ya no existe, y, por tanto, la sustentación se hace imposible. Quiero decir, con ello, que si el ejemplo que expones es ese, el aire tiene un límite, y, como consecuencia, el Amor también posee la misma acotación. De tal forma que el Amor no lo es Todo, o lo que es lo mismo: cuando el aire se acaba, el vuelo se hace imposible. Creo que algo no cuadra en toda esta teoría.

     -    Lo esperaba. Tienes razón si todo lo llevas a la materialidad. Tan sólo has de extrapolar de nuevo. Esto es un ejemplo para darte a entender esta norma de vuelo. Y ese algo que preguntas y ese descuadre que entiendes encontrar se solventan, y bien lo sabes, con el resto de las normas de vuelo. Recuerda: ninguna funciona sin la puesta en práctica de las demás en conjunto. ¿Comprendes?

     -   Creo que no. Pues por mucho que ponga en práctica todas las normas al mismo tiempo, el aire tiene un límite. Algo sigue sin cuadrarme en todo esto, Pitt, y créeme que intento seguir tu razonamiento, pero…

     -    Tranquilo. Empecemos de nuevo. Estamos de acuerdo en que es imprescindible poner todas las leyes del vuelo en juego al mismo instante. Por tanto, si empezamos por la primera, podemos concluir que si piensas que todo es posible, así lo es. Piensa que siempre encontrarás aire, y lo encontrarás. Ya sabes que el poder del pensamiento crea lo que quieres; es el motor inicial. Seguiríamos con la segunda, aunque no sería necesario porque lo verás en el momento en que lo crees y creas que es posible. Aplicando la siguiente, podemos seguir matizando que, en la medida en que tú eres la causa, el efecto se produce, y que ello es posible si crees que así te lo mereces, y, además, el resto siempre se puede alcanzar sin resentimiento, de lo que es deducible que Todo es Amor si así lo consideras, pues es lo único necesario para poder volar. ¿Lo entiendes ahora? 

     Jano meneó la cabeza entre sus manos, hasta estrujar su cara con las mismas.

     -     Ufff Pitt. Parece complicado, aunque posiblemente sólo necesite digerirlo un poco. Veamos: Entiendo perfectamente lo que ya tenía asimilado de que el conjunto de las normas aplicadas al mismo tiempo dan como resultado el correcto arte del vuelo; pero da la impresión de que ésta última es realmente la imprescindible al decir que, para poder volar, sólo es necesario el aire. Es como eliminar las demás. Parece que aplicando esta última, las demás no tienen mucha consistencia.

     -       En efecto. Eso es lo que parece. Es la impresión que puede dar. Te comprendo. Pero para poder entenderlo es imprescindible aplicar las demás normas, pues si no piensas que es así, si no lo crees, si no eres la causa de ello, o si piensas que no te lo mereces, el resentimiento abortará de alguna manera cualquier posibilidad de volar. Para ser Feliz es imprescindible hacerlo con, en y desde el Amor. Pensar en Amor. Creer en él. Causar Amor. Hacerse sabedor de merecérselo. Si el resentimiento aflora, no hay Amor, sino lastre. De esa manera se percibe que Todo es Amor, lo imprescindible para poder volar, pero todo en su conjunto es lo que hace que funcione.

     Jano permaneció con la mirada fija, perdida. Rumiaba cada una de las palabras, Cada frase, cada entonación, cada gesto. Quería a toda costa entender, pero había algo que le impedía alcanzar tal cota. Tendría que continuar centrifugando toda aquella disertación. Sería cuestión de tiempo, y algo de práctica.

     -      Venga. Déjalo – susurró Pitt. Sabía que había dado mucha información de golpe. Para dar esta clase la verdadera experta era Pal, lo hacía de forma muy sugerente –. Ya lo pillarás, ahora has de llevar el Starfighter a Nairda. Ponte en marcha, y procura estar de vuelta antes del anochecer con el VZ. ¿De acuerdo?

     -        Sí, Pitt, sí. Será mejor hacerlo – contestaba atendiendo la sugerencia, al tiempo que se encaminaba hacia el exterior –. Quizá, durante el vuelo pueda encauzar este aluvión.

     -     De camino comprobaremos si todo el resentimiento ha salido de dentro. Quiero que despegues y hagas dos tomas y despegues sin parar. Si no hay novedad, será la prueba de haber superado la quinta norma. Luego directo a Nairda. ¿OK?

     Jano asintió con la cabeza, sumido todavía en el esfuerzo mental por cuadrar la enseñanza puesta a su disposición. No le pre-ocupaba en lo más mínimo el vuelo, sabía en su interior, con total certeza que no quedaba ni una mota de resentimiento alojada en su Ser. Ese era un huésped que no sería admitido de nuevo en su casa interior.

     Instructor y alumno estaba junto al 104, cuando a lo lejos se apreciaba la aproximación, a baja cota, de una gigante y poderosa flecha. Siete Phantom marcaban una senda definida con el rastro dejado por la combustión negruzca producida por siete pares de motores revolucionados. Pasaron rampantes, veloces, estruendosos, vibrantes, desafiantes... a escasos metros de la cabaña. La envergadura de la formación cubría la extensión diametral de Ís.

     -     ¿Quién manda esa formación? Pitt.

     -   ¿Tú que crees? – respondió sin mirar, contemplando la evolución perfecta de aquellos siete pájaros metálicos.

     ¿Cómo no habría caído en la cuenta? Pensó. No podía ser otra que ella.

     Ascendieron en una vertiginosa escalada danzando en una espiral envolvente; inusitada. Nunca antes había contemplado tal maniobra. Los siete proyectiles subían haciendo que la formación girase sobre el eje del número uno, mientras que cada uno de los reactores lo hacía entorno al suyo propio: una punta de flecha que penetraba el cielo en forma de sacacorchos oscilante; un movimiento armónico ejecutado al milímetro; un ejercicio de acrobacia inigualable e impensable. Los chorros de humo negros dejaban un dibujo entrelazado a modo de maroma. El espectáculo seguía, el ascenso se mantenía, aunque para ellos prácticamente era imperceptible; ya estaban a demasiada altura para ser identificables. Un hilo negruzco señalaba un sendero perdido en las profundidades lejanas de la atmósfera violácea.

     -     Bien Jano. Tu turno. No esperes más, el espectáculo ha concluido. Al 104.

     La orden fue obedecida instantáneamente. Subió al reactor; abrochó los cinturones de seguridad; ajustó el casco y la mascarilla de oxígeno y arrancó sin dilación. El motor rugía con un estruendo aullador no percibido antes en su Ser. Los indicadores funcionaban perfectamente. Había solidez, equilibrio, sintonía, armonía. Ambos estaban unidos en Uno solo. Lo llevó hasta el inicio de la pista; lo centró; pisó frenos y puso gases al cien por cien. La proa negruzca apuntaba hacia el centro oscilando en un cabeceo suave. Las más de quince mil libras de empuje sueltas al galope tendido lo impulsaron en una vertiginosa carrera en la que la velocidad aumentaba excitantemente. En menos de doscientos metros, piloto y máquina, estaban recogiendo el tren de aterrizaje después de elevarse varios centímetros. Se mantuvieron acariciando la uno cuatro, a un par de metros de la misma, hasta que la desbordaron. La velocidad indicada era increíble: trescientos ochenta nudos e incrementándose. Giró y ascendió a estribor. La ejecución se realizó a la perfección. Luego realizó la primera toma sobre la pista de Ís, dejando correr su bólido trescientos metros. Al instante de acabar metió gases de nuevo encabritando al Starfighter, despegando sin parar en su inercia. La velocidad subía al mismo tiempo que ascendía, algo increíble para muchos aparatos. No obstante, entendía que con la potencia que ofrecía el reactor, y la aplicación de las normas de vuelo, todo era posible. Su pensamiento envolvía cada instante del vuelo. Gozaba de cada una de las percepciones emanadas y de las recibidas. Era el dueño de su vida; gobernaba con seguridad. Cumplió las órdenes dadas tras la segunda toma y marchó. Había pasado la prueba.

     A doce mil pies y a ochocientos nudos, decidió parar. Aquello no era lo ordenado. Redujo gases al mínimo enderezando suavemente el reactor. Tendría que haberse dirigido en línea recta a Nairda, pero no pudo, no quiso contenerse. Necesitaba experimentar y experimentarse una vez limpio de todo lastre. Se sabía potente, congruente, decidido, seguro, aunque algo quedaba en la mente aullando sin poder solventarlo: “Todo es Amor”. Eso, seguía rondando las neuronas, recalentándolas.              

     Estaba deseoso de llegar a destino. Voló recto, nivelado. Desde su posición el objetivo era perfectamente definible, pero el aviso de pérdida sonó indicando que la velocidad tan exigua produciría una posible barrena. Picó el morro, marcando un ángulo de cuarenta y cinco grados. La gravedad y el peso del avión harían el resto. Sin duda la velocidad se incrementaría con la pérdida de altura. Sabía que no debía sobrepasar los mil nudos para recuperar el control del avión. Su intención era aterrizar sin tener que volver a introducir la palanca de gases; con el motor al mínimo de revoluciones.

     -    Torre de Nairda, aquí F-104 sobre la vertical, en descenso desde once mil quinientos, requiriendo permiso para realizar un simulacro de aterrizaje de emergencia.

     -     F-104, aquí Nairda. Autorizado. Proceda. Le tenemos en pantalla. Squak 7944.

     -     Entendido Squak 7944.     

     Introdujo el dígito en el aparato de localización. Ese número aparecería en la pantalla de radar del controlador de vuelo permitiéndole seguir su trayectoria.

     El descenso se producía con rapidez. Tardaría no más de cinco minutos en rodar por el asfalto.

    -    Líder Azul a Nairda. A diez millas y a cinco mil pies, descendiendo. Pista a la vista. Permiso aterrizaje en formación.

     La voz de Pal sonaba segura, firme, decidida, directa e imperiosa.

     -    F-104, posee un tráfico en final, es el número dos para aterrizaje. ¿Podrá seguir con la maniobra solicitada?

     -   Nairda, aquí 104. Copiado. Puedo, pero entiendo que tengo preferencia, he sido el primero en notificar la posición – contestó buscando picar la situación.

     -   F-104, aquí Nairda. Es el número dos – insistió la controladora con energía –. ¿Acaso no es capaz de ejecutar su maniobra? ¿Es un problema para usted?

     Le habían dado en plena línea de flotación. Su orgullo mostraría que era capaz de eso y cualquier otra cosa. Rio para adentro contestando con benevolencia.

     -     104 para Nairda. Número dos para aterrizaje, tras Líder Azul.   

     Recuperó el picado a seis mil pies. Velocidad setecientos veinte nudos. Mantuvo una espiral de descenso gradual para perder altura sin perder velocidad. Con cada giro podía comprobar la aproximación de la flecha que proyectaban los Phantom comandados por Pal. Al finalizar el séptimo aparato su aterrizaje, encauzó el picado tras las estelas dejadas en el aire por los F-4 a tres mil pies sobre ellos.

     Continuó el descenso, no como lo tenía programado, pero manteniendo un margen adecuado de velocidad. Los Phantom, con escrupulosa sencillez, habían tocando pista en progresión; primero los dos últimos, el siete y el seis. Los mismos avisaban del contacto. Luego el cinco y el cuatro. Inmediatamente después, con perfección y sincronización, el tres y el dos. En último lugar, Líder Azul perfilaba dos espolvoreadas nubes azules tras el contacto de sus ruedas con el asfalto. Ninguno necesitó abrir paracaídas en la frenada. Fue realmente espectacular la evolución del grupo. Él jamás vio a un escuadrón volar con tal sublimación. Ni siquiera un ordenador programado podría realizar tal paridad. Estaba asombrado, pero no tanto como para olvidar su proceder. Quedaban dos millas para la uno seis izquierda. Los Phantom estaban dejando la pista libre. Quinientos nudos y descendiendo desde dos mil pies. Flaps fuera a treinta, se ordenaba, esperando a llegar a mil pies. Nairda se encontraba a seiscientos cuarenta y siete pies sobre la altura del mar; su margen, por tanto, sería pequeño. Las luces del tren de aterrizaje en posición se encendieron. Los indicadores del panel de control mostraban posiciones correctas. La velocidad disminuía tal como la tenía calculada…

     Tocó tierra en el lugar proyectado. Dejó que las ruedas impactaran con suavidad sobre la señal numérica de la pista, ennegreciendo el blanco con el que estaba pintado. A cien nudos, recto y nivelado, terminó un aterrizaje de emergencia simulado perfectamente. Todo bajo control.

     Abandonó la pista dirigiéndose hasta el hangar indicado. El número veinticuatro lo enfrentaba la formación de Phantom, ya colocados en línea y en oblicuo en un ángulo de cuarenta y cinco grados; fueron muy rápidos y eficaces en realizar tal maniobra. El interior con los portalones entreabiertos insinuaba inactividad. Llegando al veintitrés, un señalero salió a su encuentro indicando con un par de palas amarillas la evolución a ejecutar hasta estacionar el Starfighter en el lugar establecido entre otros dos modelos de su misma clase. 

     Concluidas las verificaciones finales y tras proceder al último chequeo, bajó por una cómoda escala que había sido adherida al fuselaje. Miró el reloj. Eran algo más de las cuatro y media. Tendría que darse prisa si quería estar de vuelta con la luz del día en Ís. 

     El hangar contiguo, al abrir sus compuertas, dejó contemplar un espléndido VZ en color azul cobalto idéntico al que, anteriormente, pilotó. Le sorprendió el hecho, pues aquel no era el lugar donde normalmente reposaban ese tipo de aparatos. No obstante, dejó su curiosidad para otro instante. Ahora tenía claro su objetivo.

     Junto a los F-4, sus siete tripulantes mantenían una animada conversación. El cabello suelto de Pal, la hacía destacarse del resto. Algo nervioso continuó su rumbo sin quitar la mirada a su destino. Aquel pelo al viento inquietaba su serenidad y aplomo. Un revolotear interno de mil mariposas deambulaba en un cosquilleo incesante dentro de su estómago. Paró y mantuvo su posición a unos metros del grupo, esperando. No quería interrumpir, ni manifestar grosería alguna de nuevo con ella.

 Posdata:

En el artículo del día 1 de diciembre de 2020 (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:  terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica, más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos.

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