Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

31/1/21

Aprende a conocer tu alma (Enseñanzas Teosóficas: 207)


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Autor: Emilio Carrillo

Vídeo (duración total: 02:41:00) del Encuentro Mensual compartido por

Emilio Carrillo, los días 3 y 17 de diciembre de 2020, titulado

Aprende a conocer tu Alma:

1ª Parte: Exposición (02:03:14):

https://www.youtube.com/watch?v=RL9VrcBtjI0&feature=youtu.be

2ª Parte: Exposición (00:37:46):

Las Enseñanzas Teosóficas se publican en este blog cada domingo, desde el

19 de febrero de 2017

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29/1/21

"“Se ha abierto ya la puerta para la nueva humanidad”, por Emilio Carrillo


https://www.youtube.com/watch?v=6I4QIh_RyB0&feature=youtu.be

Vídeo (duración: 02:03:19) de la charla-coloquio compartida por Emilio Carrillo para la Fundación Espató, el 19 de enero de 2021, titulada Se ha abierto ya la puerta para la nueva humanidad.

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28/1/21

En algún lugar encontrarnos

En mi entorno cercano tengo quien me hará cenar con abrigo y manta para dejar abierta la ventana en mitad del invierno y quien piensa que ya el solo hecho de ponerse la mascarilla es poco menos que claudicar servilmente ante "el actual régimen totalitario"… Tengo por un lado a más papistas que el Papa y a otros más libertarios que Bakunin y Kropotkin juntos. Les quiero por igual a unos y a otros.

Sólo desearía que en algún lugar se encontraran. 

A menudo no es tanto lo que pensemos sobre un tema, sino la posibilidad de abrirnos al otro/a que abriga también sus sólidos y distintos argumentos. A menudo más importante que nuestros propios postulados es nuestra voluntad de encontrarnos con el diferente, incluso con el contrario siempre y cuando no abandere un desatino contrario a valores universales y la Ley Divina. En algún lugar tendremos que encontrarnos los vacunas y los antivacunas, los mascarillas y los antimascarillas, los de la hecatombe y los de “aquí no ha pasado nada”…, en algún momento habrá que dejar nuestras distantes montañas y bajar al valle verde, ancho y plural; en algún lugar habrá que trazar un punto de encuentro entre los extremos. Ese lugar no puede ser otro que el del centro sensato, comprensivo y ponderado.

En mi entorno observo posturas muy distanciadas ante la crisis que estamos viviendo y, sin embargo, todas llevan su mayor o menor parte de razón. Si en algo sí se equivocan es en cerrarse en banda al contrario. Toda esta complicada situación es una clara invitación a hacer valer el punto de en medio, de la mesura, por supuesto del respeto. ¿En qué consiste si no la convivencia humana con la que hemos de sentirnos comprometidos, sino en la recuperación de la exquisita consideración por el diferente? 

Ya he abundado en este argumento y pido disculpas si me repito. Cada día estoy más convencido de que el COVID ha venido principalmente a invitarnos, por un lado a abrazar pautas de vida natural, a volver a la armonía con la Madre Naturaleza y por otro lado a retornar a la armonía y sana convivencia para con nuestros congéneres, sobre todo para con quienes no comulgan con mis argumentos.

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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)

Fuente: http://www.koldoaldai.org/

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El jarrón que limitaba la vocación

Uno de los motivos más habituales por los que una persona suele sentir que se siente estacada, es cuando percibe internamente dificultad a la hora de encontrar su camino profesional.

En un mundo en el que se vincula tanto el valor del talento con su recompensa monetaria, es fácil llegar a creer que si un talento no se monetiza, no tiene validez.

Cuando esta creencia se integra en el interior de una persona, puede llegar, inconscientemente, a bloquear su expresión para no perder lo que considera que le aporta realmente valor.

Este es el caso de una mujer acostumbrada a "ganarse la vida" mediante la venta de utensilios de cocina en un gran almacén y que, en un momento determinado, se comenzó a sentir perdida.

La sensación de incertidumbre sobre su camino profesional le sobrevino con la llegada en su vida de una nueva relación.

Por un tiempo pensó que la nueva ilusión le estaba restando lucidez profesional y mantuvo la esperanza de que, conforme la fase inicial de la relación de asentase, volvería a recuperar su foco, pero no fue así. Conforme su relación se consolidaba, su incertidumbre profesional crecía hasta llegar a un punto de incomodidad que decidió revisar la vitalidad de su vivienda por si lograba encontrar algún síntoma evidente de lo que le estaba ocurriendo.

Tras la entrevista con ella, se pudo observar que la mujer estaba llegando a la conclusión de que su nueva relación, pese a que le hacía feliz sentimentalmente, le quitaba energía profesional y para encontrar un equilibrio estaba probando a distanciarse, pero tampoco funcionaba.

Tras estudiar su reflejo interior en la vivienda y observar con detenimiento el área vital que refleja el camino de vida y la vocación, se evidenció la causa de su bloqueo.

Cuando estamos alineados con nuestra vocación y nuestro camino de vida, internamente vibramos en sintonía con la fluidez del elemento Agua y externamente, la decoración de nuestro hogar facilita dicha vibración.

En el caso de esta mujer, la zona contenía una gran cantidad de vibración de Tierra debido a la presencia de un gran jarrón que presidía la zona.

La excesiva presencia de Tierra en la zona que vibra en sintonía con el Agua genera, a nivel vibracional, la sensación de andar sobre barro con la consiguiente sensación de sentir estacada la proyección profesional.

Ante la pregunta sobre el tiempo que aquel jarrón llevaba en aquel lugar y la respuesta de que lo colocó a la semana de comenzar la nueva relación, la mujer reafirmó su creencia de que la nueva pareja le impedía crecer, pero no estaba en lo cierto.

Para su tranquilidad se revisó el área que vibra en sintonía con las buenas relaciones y estaba completamente sana y fuerte, por lo tanto, el bloqueo pertenecía únicamente a ella.

Se le preguntó, por tanto, qué simbolizaba aquel jarrón para ella y recordó que fue un premio que recibió años atrás en un concurso de cocina. Ante aquel recuerdo, su mirada bajó y se le preguntó sobre su virtud a la hora de cocinar.

La mujer confesó que muchas personas le reconocían un talento innato a la hora de cocinar, sobre todo a la hora de innovar y de combinar diferentes técnicas, pero nunca supo qué hacer con dicho talento hasta el punto de que casi había dejado de cocinar.

Reconoció que la ilusión por la nueva relación trajo consigo de nuevo la ilusión por cocinar, pero cada vez que se disponía a ello, algo le bloqueaba y acababa apagando el fogón.

Ante un caso así, resulta fácil observar desde fuera cómo la Luz que la nueva relación daba a su vida, aportaba también lucidez para potenciar su talento. Sin embargo, la presencia de aquel jarrón representaba que un premio a su virtud bloqueaba su camino y el trabajo vital residía, precisamente, en desbloquear aquella situación.

Como internamente le costaba mucho encontrar lo que le bloqueaba, se le facilitaron pautas para desbloquear externamente la zona con el objetivo de que pudiera, por reflejo, observar con más Luz su bloqueo interno, y así fue.

Tras sencillos cambios en esa zona de la vivienda, la mujer pudo observar con claridad, en tan solo un par de días, cómo había relacionado su virtud con un problema. Se dio cuenta de que la entrega de aquel premio le pudo haber abierto una puerta que decidió no abrir por miedo a perder la seguridad de su empleo y poco a poco se apagó.

Ahora, ante la recobrada ilusión, apareció de nuevo el miedo inconsciente a perder su empleo y sin darse cuenta, bloqueaba su talento y su ilusión.

Ante estas situaciones hay que ser muy prudentes, pues hay muchas ocasiones que los bloqueos favorecen durante un tiempo la felicidad, pero la inquietud de aquella mujer ya era incómoda y decidió trabajar aquel bloqueo.

En cuestión de dos semanas, en un punto de lucidez, expuso a su empresa la idea de crear un espacio de cocina en la exposición en el cuál, mientras cocinaba, exponía la utilidad de los accesorios.

Su propuesta fue aceptada con tal interés que supuso, además, un aumento de categoría profesional y de salario.

Al cabo de un mes, tras visitar de nuevo su vivienda, la zona de la vocación estaba luminosa, ordenada y llena de vitalidad y lo más bonito fue ver cómo, de forma innata e intuitiva, el jarrón lo había colocado en un lugar especial: en el área de la sabiduría.

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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)

https://andrestarazona.com/

Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en

el Diseño Sentidointeriorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.

Todas están a tu disposición de manera gratuita a traves del e-book Habitar, al que puedes acceder a través de este enlace:

https://bit.ly/Habitar-PDF

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27/1/21

Di adiós al sufrimiento: las verdaderas causas del sufrimiento humano y cómo superarlas: Taller de Emilio Carrillo online y presencial (Madrid, sábado 13 de febrero de 2021, de 17:00 a 21:15 horas)

 El sufrimiento es una constante en la existencia humana y en la vida de cada cual. Sin embargo, el sufrimiento propio y colectivo puede ser superado y dejado atrás. En este Taller se analizará con detalle cómo hacerlo.

Para ello en primer lugar, se examinarán las aportaciones al respecto de las dos grandes tradiciones espirituales que más han profundizado en la razón de ser y las causas del sufrimiento humano: por un lado, la Ciencia del Yoga, a través de los Kleshas; y de otro, el budismo, por medio de las Cuatro Nobles Verdades.

A partir de lo cual, se propondrán y aplicarán una serie de prácticas y consejos de vida dirigidos no a huir del sufrimiento, sino a superarlo y transcenderlo definitivamente: con agradecimiento por lo que aportó a nuestro proceso consciencial; y desde el discernimiento y una nueva dinámica vital y comprensión de la existencia en la que el sufrimiento, simplemente, no tiene lugar.

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26/1/21

Cuando creas, verás (Memorias de un descarnado: 5 de 29). Por Deéelij

  

“Todo lo que he visto me enseña a confiar en el Creador por todo aquello que no he visto”.

Ralph Waldo Emerson. Ensayista y poeta estadounidense (1803-1882)

 

“El que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él”.

Miguel de Unamuno. Escritor y filósofo español (1864-1936)

 

     -     ¿Me invitas a un café?

     La pregunta le extrañó. ¿De dónde iba a sacar el café? Él no sabía cómo abrir esas puertas imaginarias que, en la cabaña, parecían existir cuando ella las accionaba. Rio con afán. Esta vez sí que podía hacerlo a lo grande; tanto, que tuvo que interrumpir su caminar. Sin embargo, Pal no se inmutó; parecía esperar su reacción. Le miró con tranquilidad, con sus brazos en jarra a la altura de la cintura al mismo tiempo que una ráfaga de aire aventaba su cabello suelto de forma exuberante. Esa pose perturbaba al piloto.

     -    No sé qué tiene tanta gracia – reclamó la instructora –. Pero si bien es cierto que deberías estar analizando el despegue y el vuelo de ayer, aún tienes mucho que aprender espetó enérgicamente.

     Eso pareció atragantarle su estado de euforia. Lo que temía, llegaba. Sabía que iba a ser juzgado por sus evoluciones aéreas. Estaba preparado, a sabiendas de no encajar adecuadamente la crítica constructiva.

     -    De acuerdo. Dispara. Dime todos los errores que he cometido. Total, estoy aquí para aprender, y es algo que, a estas alturas, he asumido.

     -     Tomemos ese café y hablemos. Dispongo del tiempo justo para llegar a Nairda.

     Curiosamente, el fregadero y los platos que dejó escurriendo habían desaparecido. El interior volvía a ser tan desagradable como la noche anterior. Jano se sentó esperando la reacción de la instructora. Ella le imitó, esperando la de él. Era una actitud propia de vaqueros enfrentados sin armas, pero sentados en sillas de madera. El desafío estaba en la mesa que los separaba. Las miradas tensas. Él, con algo de mofa interior a la espera de los acontecimientos, pensaba que no podría hacer café mientras ella no le explicara cómo usar esa magia que poseía para sacar cosas de la nada; aunque no sabía si empezaría por ese lado o evaluando su falta de pericia.

     Pal clavó sus ojos en los contrarios. Sin parpadear. Ni un solo gesto varió una sola de sus facciones. Reflejaba seriedad, y, al mismo tiempo, enfatizaba un aire de expectación. Quería ver, y comprobar de nuevo, que su alumno perdía el control de sus actos.

     No había trascurrido un minuto. El nerviosismo ante tal pasividad le estaba impacientando. Ya, sus ganas de mofa estaban esfumadas. Ella tenía que irse; él no sabía qué tendría que hacer el resto del día.

     -      ¿Hasta cuándo piensas estar en esa actitud? – preguntó Jano.

     -     ¿Qué actitud? Sólo estoy esperando a que me invites a una buena taza de café. Y estás tardando mucho.

     -     ¿Cómo quieres que lo prepare si no tengo nada para ello? – contestó incitado, nervioso. Ella sabía sacarle de sus casillas como ninguna otra mujer lo había hecho antes –. ¿Quieres decirme dónde está el café? ¿Dónde el hornillo para prepararlo? ¿Crees que tengo poderes como tú? Mira – decía marcando y acompañando cada una de sus palabras con su dedo índice derecho –, desde que estoy aquí, creo que sólo me habéis estado gastando una jugarreta tras otra. Resulta que los dos estamos volando en la Bücker y de pronto sólo estoy yo. Y no creas que me creí eso de que te bajaste en la pista antes del despegue; bueno – rectificaba –,  casi me lo creí. Tan solo que hoy, tras ver tus poderes sacando comida de detrás de las maderas de estas podridas paredes, lo único que puedo entender es que me estás mareando continuamente. Así que si quieres café, toca alguno de esos listones y haz que aparezca.

     -     ¿Acaso quieres café? – respondió ella con simpleza. Muy tranquila. Sin forzar el gesto. Sin mover un músculo.

     -     Por supuesto – pronunció Jano golpeando la mesa con ambas manos –, ¡pero no sé de dónde sacarlo! ¿Quieres explicarme de una vez de qué va todo esto?

     Ella no le respondió. Se levantó y accionó lo que para él aún sólo consistía en algo imaginario. Aparecía un receptáculo con una cafetera humeante repleta del rico líquido. Hizo lo mismo para obtener tazas, azúcar y cucharas.

     -    ¿Ves qué fácil? Todo está aquí. El problema es que aún no has comprendido la norma primera para el vuelo. Aún no sabes qué quiere decir que “el motor es el pensamiento.

     Esto lo hizo salir de su atolondramiento. Se sirvió la sustancia de color negro cálido sin añadidos; a él le gustaba natural, muy caliente, fuerte y algo dulzón. De su mono de vuelo sacó el tan traído y llevado libro buscando la primera lección. Quería comprobar que no había otra cosa más escrita, o que existiera la famosa letra pequeña. Mientras lo hacía, saboreaba el contenido amargo de su taza, y por el rabillo del ojo escrutaba la compañía que a su vez le mantenía fijo en su punto de mira.

     El motor es el pensamiento. Efectivamente eso era todo lo que contenía la dichosa página. ¿Pero qué pondría la segunda? Quizá ello aportara algo de luz a su entendimiento. La segunda lección era aún más escueta: Cuando creas, verás”. Todo aquello, más que lecciones de vuelo, parecían pistas para resolver una adivinanza o encontrar el tesoro enterrado de algún chiflado pirata.

     -    Lo siento Pal. Pero sigo sin comprender nada de nada. Y supongo que en la medida en que siga leyendo éste manual, seguiré entendiendo menos.

     -   Bien. Era lo que estaba esperando. Alguien que se resigna rápida y fácilmente – ante éstas palabras él se molestó levantándose impetuosamente, derramando su café que manchaba de forma calamitosa la seca madera de la mesa –. ¡Siéntate! – Manifestó Pal con energía, sin esperar que pudiera hacer otra cosa –. ¡Y escucha de una vez! – Él obedeció al instante –. Procura recordar lo siguiente: Cuando ayer estabas en la cabecera de pista ¿no pensaste lo siguiente?: “Volaría mejor solo que con esta instructora”. ¿Fue eso lo que pensaste, o no?

     Quedó petrificado. Era verdad. Aquél fue su pensamiento. Ahora recordaba que ella podía leerle la mente. Por eso lo sabía. Estaba en este discurrir de pasmo, cuando Pal consciente de lo que pasaba, continuó con su monólogo sin inmutarse.

     -      Pues tu pensar se cumplió. Tu pensamiento hizo que tú despegaras en solitario tal y como era tu querer. Luego pensaste que el avión ascendería de una determinada forma. Pensaste que entraría en barrena de otra determinada manera, y por último pensaste que no querías volver a Nairda; y pensaste en este idílico paraje con el que siempre has soñado en todos tus días pasados. En realidad, si empiezas a evaluarlo todo, aquello que pensaste se cumplió. Por tanto, principiante de piloto de vuelos, o conductor de vidas, como prefieras entenderlo, todo lo que piensas, es lo que se manifiesta. Incluso hace unos minutos, cuando pensaste que no ibas a conseguir despegar con el DC-3 y que te hundirías con él en el vacío tras la pista, también, fue algo que se materializó. Y ni que decir de tu aterrizaje, fue, exacto a cómo lo planeaste en tu pensamiento.

     En ése momento ella concluyó su café depositando la taza sobre el fregadero, que de nuevo aparecía a la vista. Él quedó encastrado en su silla, meditando sobre tantas consideraciones y postulados. La verdad parecía manifiesta. Empezaba a entender por qué el pensamiento es el motor. Sin ello no hay impulsión; sin ello, el avión no puede adquirir velocidad para ascender y volar. En realidad, ella y aquélla frase, le estaban diciendo con rotundidad y claridad manifiesta que en la forma en que su pensamiento funcionara, se manifestaba la realidad que le acogía. Su entorno no era otra cosa que el fruto de su pensar.

     Estaba tan absorto en su examen que no vio cómo la sombra de Pal abandonaba la estancia. Sólo pudo percibir su soledad tras oír el encendido de la Bücker. Al instante saltó corriendo al encuentro. No quería que se marchara. Necesitaba algunas respuestas, o mejor dicho a estas alturas: soluciones a sus cuestionamientos actuales.

     Llegó a su altura, solicitando apagara el motor con una señal gestual explícita. Su deseo se cumplió.

     -    ¿Ves? Tal cualquieres”, que para ti es “pensar, se cumple. – Dijo ella como respuesta a su petición desde el interior de la carlinga.

     -    Empiezo a captar lo que me has contado. Sin embargo, estoy algo confuso – Dijo Jano – ¿Puedes explicarme qué diferencia existe, entonces, entre pensar o querer algo concreto?   

  -  Es sencillo, como todo. Prácticamente no la hay si en tu pensamiento algo es constante y marcado. Aquello que quieres y pienses que es posible, se manifiesta. Aquello que quieres, si es el producto de tu pensamiento, se obtiene; y cuando quieres algo, si ello es parte de un pensamiento propio, se consigue. En definitiva, todo lo que pienses que es, es y será.  De igual forma, si piensas en presente, forjas el futuro; pero si piensas o deseas en futuro, allí siempre permanecerá lo que pienses, aunque más que querer, se trata de pensar teniendo una idea clara al respecto de lo que quieres ¿Aclarado? – manifestó queriendo zanjar la cuestión.

     -   Una pregunta más antes de marcharte, por favor – decía con benevolencia. Ahora y por primera vez, Jano estaba muy interesado en todo lo referente a la nueva vida – Sé que tienes prisa. ¿Puede ser?

     -      Adelante. Puede ser, si lo quieres.

     -     Supongo que todo lo que he visto que has ido creando en la barraca, es fruto de tu pensamiento, y, que, por tanto, si yo pienso que eso está ahí, está o estará. ¿Es así? Lo digo – manifestó con risa burlesca porque si me tengo que quedar aquí, no quiero pasar hambre.

     -    Para alcanzar todo eso, y que funcione la primera premisa, has de hacer tuya la segunda, sin la cual no puede funcionar – contestó Pal –. Es decir, el  “motor” del motor del pensamiento, es asumir la segunda lección: “Cuando creas, verás” o, lo ves cuando lo creas. Como prefieras enfocarlo. Pero cuando se menciona “creas” se refiere al mismo tiempo al uso de los verbos crear y creer. Crees y creas al mismo tiempo que lo piensas en el instante. ¿Visto?

     Jano quedó aún más desconcertado de lo que estaba. Su mente empezó a dilucidar cuestiones, procurando evaluar todas las posibilidades que le eran entregadas. Quería entender todo el conjunto mostrado. Algo le decía que muchas otras cosas dependían de captar correctamente, en su estancia, la nueva enseñanza. Otras dos cuestiones que tenía pendiente de resolución llegaron sin anuncio previo, pero cuando empezaba a enunciarlas el ruido del motor, arrancando de nuevo, impidió que su proclama llegara audible a Pal. Ella, percibiendo el movimiento de sus labios, le hizo señales para que recogiera el intercomunicador de la cabina delantera, dado que no tenía intención de volver a cortar gases.

     -       Dime ¿Qué ocurre ahora?

     -      Sí. Lo entiendo. Es correcto lo que me dices. Pero necesito saber algo más. Será sólo unos segundos.

     -      Bien. Adelante Respondió bajando las revoluciones del motor.

     -      ¿Qué se supone que tengo que hacer aquí, en Ís? Y ¿cuándo te volveré a ver?

     -     Todo eso no puedo contestarlo – pronunció con una sonrisa que él no veía desde su posición –; depende de tu pensamiento. Escrútalo, y obtendrás la solución.  Hasta la vista, pilotillo.

     Jano se quitó los auriculares dejándolos anclados a la brida de sujeción instalada para tal fin dentro del copit. Bajó del ala saltando al suelo apartándose lo suficiente para que el rebufo y la polvareda que la hélice levantaría no le impactaran violentamente.

     La Bücker encaminaba su trayectoria hacia la pista sin aprovechar el total de su extensión, sin levantar una sola mota de polvo, algo realmente curioso. Prácticamente dejó atrás un tercio de la misma, y aprovechando un espacio similar se elevó con delicadeza y elegancia. Al sobrepasar todo el espacio terrestre de Ís, realizó un picado a estribor hundiéndose en el amplio vacío, para en no más de treinta segundos aparecer por el otro extremo en un ascenso pronunciado, vivaracho y alegre. El ruido del motor sonaba con gran eco en toda la cavidad circular, que la naturaleza caprichosa había construido. Jano quedó meditativo hasta ver cómo el aparato se perdía en la distancia.

     El silencio reinó de nuevo en su entorno.

 

     Tenía muchas cosas que cuadrar en su mente, la cual estaba adquiriendo una nueva dimensión. Era como si borrara todo el disco duro de un ordenador para reprogramarlo con un nuevo software absolutamente dispar.

     Necesitaba volar. Desde allí arriba podría pensar mejor. Luego, ya tendría tiempo de ocuparse del aprovisionamiento y demás necesidades.

     Se dirigió al DC-3, que majestuoso parecía acogerle, con sus alas desplegadas, en un abrazo amigable. Una vez en la cabina, ocupó el asiento izquierdo. Sin mirar el manual de vuelo, como si infusamente estuviese escrito en su mente, comenzó a arrancar los motores. Meticuloso, realizó la revisión. Se sentía pletórico. Una nueva realidad se estaba manifestando con una perspectiva maravillosa. Sabía que podía lograrlo. Él era, y estaba empezando a convencerse de ello, el dueño de su destino. Tal creencia se revelaba con tal fuerza, que no tenía duda ahora de sus capacidades. Su claridad racional rugía al mismo ritmo que los motores recién encendidos. Su mente estaba, en un prodigioso análisis, desentrañando la resolución de algunos porqués que, en su vida anterior, le habían mantenido realmente esclavizado. Tenía la sensación de que, todo aquello que, siempre, quiso saber, le era revelado en el preciso instante. De algún modo se sentía pleno, completo e indestructible. Aplicó potencia impulsando su avión hacia la pista. Iba a realizar la misma maniobra que Pal, pero sin precipitarse hacia abajo. Estaba seguro de poder hacerlo.

     Puso los flaps al máximo e introdujo la palanca de gases a fondo. Lo motores bramaron con vigor. La aceleración fue mayúscula, tal y como pensó que se iba a producir. El aparato brincó, con entusiasmo, comenzando a tragarse metros y metros de tierra bajo las gomas negras de su tren de aterrizaje. La velocidad iba incrementándose vertiginosamente. Tal y como pensaba y esperaba que ocurriese. Eso era empezar a creer, y, por tanto, a crear, viendo, comprobando, y, experimentando los resultados palpables.

     Jano se estaba insuflando, cada vez más, de su nuevo y maravilloso poder recién descubierto. Ahora era él el que volaba, no el aparato, que se dejaba gobernar a capricho. Aún quedaba mucha distancia para que se extinguiera la pista, cuando la velocidad marcada era de cien nudos. Más que suficiente para despegar. Tiró de la palanca con ternura y aplomo. Ambos, piloto y aparato, estaban en el aire a tal orden. Inmediatamente, retiró los flaps en progresión, aumentando la velocidad y manteniendo el rumbo sin permitir el ascenso de un solo pie más. Cuando hubo sobrepasado Ís, y el indicador de velocidad marcaba los ciento cuarenta nudos, giró la palanca a la derecha y hacia atrás mientras ejercía toda la presión con su pie sobre el pedal derecho. Entonces, el bimotor obedeció raudo, girando vertiginosamente a estribor, subiendo y escalando cada porción del aire encontrado en su peregrinar.

     El ascenso se prolongó hasta los límites determinados por la disminución de la velocidad. Esta vez no quiso descontrolarse en una barrena. Eso ya estaba fuera de todo su pensamiento.

     La novedosa perspectiva entusiasmaba su raciocinio como a un niño los regalos de cumpleaños. ¿Podría su pensamiento hacer otras cosas? Había ejecutado un despegue exacto a como pensó e imaginó. Se había manifestado con las mismas pautas que su querer ferviente construyó. Era un hecho asombroso. ¿Podría producir todo lo que pensara? ¿Conseguiría materializar cualquier circunstancia? Recordó que sería posible si antes lo creía.

     Continuó el vuelo con tranquilidad, dejando que su mente construyese nuevos puentes que uniesen lo etéreo y lo abstracto, hasta lo material y lo tangible. Percibió que, igual que un edificio antes de su construcción debe ser reflejado en unos planos, él tendría que hacer lo mismo con su pensamiento. Estaba decidido a construir una nueva realidad con su vital, fresco y recién estrenado poder. Tal era su entusiasmo, que decidió emprender el regreso mientras imaginaba cómo, a su llegada, lo que era una cabaña ruinosa, sería algo realmente distinto, acogedor, con las comodidades suficientes para no quejarse de nada que no fuese necesario. Tampoco pretendía crear una residencia de lujo, pero sí algo decente, digno.

     Diseñó y Construyó, en su pensamiento, cómo tendría que ser ese lugar. Recordó todas las puertas que Pal usó, y decidió que también estarían a su alcance, que sería tangible para él. Describió la cama, la mesa, el suelo, cada elemento que quería tener en su habitáculo. Si tenía que alojarse allí, iba a estar bien, sin escasez. Visualizó las existencias que encontraría en el frigorífico. Incluso el humo que, saliendo de la cafetera, estaría esperando su llegada con un rico y negro café. Habría algunas manzanas y diversas frutas dentro de un gran cuenco en lo alto de la mesa central que sería de roble, estaría bien labrada, brillante y, por supuesto, limpia. De igual modo visualizó, creyendo y creándolo en su pensamiento, sin lugar a dudas, un par de buenas butacas, además de alfombras, cuadros, un reloj de cuco, nuevas ventanas, una iluminación confortable y la chimenea encendida con abundante leña apilada en un lateral. Recordó, de nuevo, que no sólo era necesario pensarlo, sino que era imprescindible creerlo y crearlo en su pensamiento para verlo, y esto era algo de lo que no dudaba. Estaba absolutamente convencido de que a su llegada todo sería tal cual estaba sucediendo en el actual momento. Creía en él, en sí, en su pensamiento; en definitiva, creyó en su poder.

     La proa del DC-3 apuntaba a Ís. La pista estaba muy cercana. La velocidad contenida. El aparato controlado. La manga mostraba un viento de cara de casi treinta nudos. Su atención se dividía entre la aproximación e intentar divisar, a esa distancia, los cambios producidos en la cabaña. Pero ambas cosas, entendió, no se compatibilizaban en esos momentos. Tendría que seguir creyendo en lo que había proyectado en y con su pensamiento. Decidió centrarse exclusivamente en el aterrizaje. Luego, atesoraría tiempo para comprobar los resultados imaginados, pensados, creídos. Tendría que ser lógico y paciente, dada su consabida vehemencia.

     Con un ángulo de ataque adecuado penetró en el minúsculo espacio aéreo que estaba a punto de recibirle. Con enorme deferencia posó las ruedas delanteras; la trasera se dejó caer como en un colchón de espuma, sin apenas notarse su contacto con la tierra. Frenó con la misma condición, dando la vuelta a la izquierda, aplicando gases y frenando la rueda del mismo lado. Una vez más no podía distinguir su choza. La enorme polvareda levantada impedía una visión perfecta. No obstante, avanzó hasta el lugar determinado para dejar su aparato. Al pasar a la altura de la cabaña, ésta continuaba sepultada ante el polvo que latente, aún, flotaba en el ambiente. Parecía igual a como la dejó. Cierto temor a no ver cumplido su ideal, produjo un leve sudor frío que supo atajar retomando su pensamiento inicial. Todo estaría allí. ¡NO!, se dijo en su interior, tengo que creerlo en presente: todo está ahí, exacto, tal y como lo he diseñado. No podía, ni sería de otra manera. Creía en su poder. Creía que todo es posible si crees en ello. Se reafirmó una y otra vez luchando por eliminar las dudas que pudieran surgir como lo hace la infantería en un cuerpo a cuerpo mortal con el adversario. Si Pal lo había conseguido ¿Por qué no él?

     Apagados los motores, y desconectados el resto de instrumentos según el procedimiento estándar, corrió precipitadamente dentro del tubo esférico hasta abrir la portezuela de salida. No usó los peldaños para bajar. Lo hizo de un salto, cargando con los tacos amarillos de madera en forma de cuña para anclar las ruedas; eso sería la última parte a ejecutar de las instrucciones post vuelo. Terminado, corrió con todas sus ganas hacia la cabaña. La visibilidad era mucho mejor, si bien, bastante polvo se esparcía por doquier. Ese sería un problema al que tenía que dar solución también, pero lo dejaría para más tarde. En esos instantes su anhelo estaba volcado en su creencia. Ahora, lo importante era comprobar otros grandes y magníficos resultados.

     A medida que se acercaba, parecía que nada mostraba cambio tangible. La caseta ofrecía el mismo aspecto. Un montón de toscas maderas iguales a las que pudo ver el día anterior, se mantenían con persistencia, sin modificación alguna. Su sprint disminuyó. De nuevo asaltaron las dudas. Dudas que duraron milésimas de segundo al darse cuenta que él, exclusivamente, había realizado un diseño mental del interior. El exterior bien poco le importaba ahora.

     Su agitación reanudó la persecución hacia su pensar. Estaba convencido de los resultados. Tendrían que estar. Seguro que estaban. Él, ya, no dudaba de su poder iniciático.

     Con precipitación subió de un solo paso los cuatro peldaños de la escalera que le separaban del exiguo porche con techo a dos aguas que resguardaba de la lluvia, y una única entrada. Frenó de golpe. Puso su mano derecha sobre el picaporte. Respiró profundamente. Cerró sus ojos e imaginó de nuevo todo con detalles. A medida que iba concretando cada una de sus pautas, consideraba que ello podía ser y era real en el momento actual. A medida que reiteraba cada objeto, cada elemento, cada esquina y parte del interior, su boca esbozaba una sonrisa creciente. Todo aquello estaba, no estaría; estaba en el momento actual, ahí, y estaría siempre ahí, no allí, mientras él lo pensara, mientras él pensaba que es posible; no, que sería posible.

        Al pronto soltó una carcajada inesperada para él mismo. Era la señal palpable, procedente de su interior, comunicando la ratificación de su anhelo. El convencimiento era total, palpable. Estaba absolutamente seguro.

        Giró el picaporte. La puerta se abría suavemente, sin estruendo, sin forzarse. ¡Era difícil poder contrastar la dureza de un exterior compuesto de listones de madera, que a duras penas aguantaban juntos machacados por los agentes climatológicos, con el nuevo interior que fulgía reluciente! El suelo ya no estaba compuesto de tierra pisada. Lo formaba una pizarra anaranjada veteada por blancos y grises entre cortados de aguamarinas y turquesas. La alfombra, a juego, acompasaba en un lienzo dulce, inigualable. Sobre la mesa, que dibujó mentalmente, efectivamente, se encontraban ricas manzanas verdes y ácidas. Cogió una, mordisqueándola con prontitud, estallando en su cavidad bucal el agua compactada que el fruto contiene en cada una de sus células. El sabor era el esperado: fresco, limpio, agradable, despierto y real. Tras el mordisco abrió de nuevo sus ojos, paladeando la esencia que seguía fluctuando entre su lengua y dientes, y contemplando, con enorme y satisfactoria felicidad, los detalles imaginados, pensados, proyectados. Empezó por abrir cada una de las puertas que existían antes, las que accionó Pal. Todo estaba ahí, no allí. Todo estaba. Todo. Incluso el frigorífico repleto de los manjares que más degustaba. Todo, le parecía, ahora, perfecto, real. Se había descubierto a sí mismo. Era su conclusión, su nueva realidad.

       Se sentó en una de las butacas reclinables tapizadas en cuero teñido de rojo. Su Ser se bañaba en Sí mismo. Era el mago de su vida, de su momento. Percibía una sensación tremendamente agradable que optó por definir como felicidad. Por primera vez en su vida se sentía dueño de . No era en este instante, los aviones, lo que realmente le llamaban la atención, sino, la capacidad de Ser y hacer lo que quería. De volar a donde imaginara. Entendía por primera vez cuál era el real significado de vivir, de volar, de Ser.

       De súbito se incorporó recordando el último de sus pensamientos, un capricho. Miró a través de la ventana del fondo. La que daba a la parte trasera. ¡Si señor!, se dijo, ahí se hallaba. Con otro brinco emprendió la salida a la carrera hasta llegar junto a ella. ¡Estaba reluciente, nueva, niquelada! Tenía el manillar en alto; el asiento triangular sobre dos amortiguadores en forma de muelle helicoidal; cuatro cilindros en uve; alforjas en los costados. Un casco en azul platino descansaba sobre el depósito del mismo tono.

       No esperó. Montó en ella ajustándose a la conclusión de sus sueños. Giró la llave de contacto. El arranque fue perfecto, suave, inigualable. Sonaba al trote. El puff puff amortiguado del motor no tenía confusión. Retiró el pedal. El equilibrio del peso recaía sobre sus piernas, y como si supiera dónde exactamente encontrarlo, sin mirar, sacó con su mano izquierda de uno de los bolsillos laterales de las alforjas el pañuelo blanco e inmaculado que se anudó al cuello. Metió la primera marcha y giró el puño derecho. Él y la motocicleta, como uno solo, se encaminaron hacia la parte sur. Allí estaba el camino de descenso hacia el inigualable valle sumergido repleto de floresta y vegetación magnánima que componía, como un cuadro multicolor, toda aquella depresión. Un contraste, sin duda, acusado con el resto del paisaje, árido y seco, que se perfilaba en la superficie, donde el sol incrementaba a esas horas, con sus rayos, la temperatura.

      Mientras descendía por el camino en caracol que circunvalaba, como una pulsera, Ís, la suavidad climatológica se hacía fehaciente. Los grados disminuían. Penetraba en un microclima exuberante. Al bajar, por completo, la diferencia de setecientos metros que le separaban del borde de Ís, comprobó el componente arcilloso del terreno. Se dejó ir. Fluyó con la creación añorada desde su pensar. Así permaneció casi todo el día; recorriendo cada uno de los rincones de aquel magnífico ideal; alimentándose a base de la fruta encontrada en su exploración.

       Al atardecer, cuando las primeras sombras quisieron iniciar su deambular, sintió la necesidad de regresar. Había quedado colmado de su querer, al empezar a saber Ser, y cómo Hacer.

     Lo siguiente que contenía su pensamiento requería ejecución desde la cabaña; desde su hogar; desde su nueva vida. Iba a dar fin al problema del polvo que se levantaba cada vez que se usaba la pista de aterrizaje.

        Llegó a la cumbre de Ís acompañando a la despedida del astro solar. Aparcó la motocicleta en la entrada de, la que ya consideraba, su casa. Aquél paraíso se había convertido en su pequeño bastión; un lugar sólo para él. Era un sitio casi impenetrable e inaccesible. Su mansión. Quizá su destino. Sólo quizá, pues ello era algo que aún no tenía claro. Sea como fuere, se dijo, dejaré que eso se resuelva a su tiempo, no que lo haga el tiempo.

       Preparó salchichas rellenas de queso fundido y patatas fritas regadas con salsa rosa. Lo acompañó con pan de centeno y una copa de un excelente vino blanco de crianza. De postre otra de sus queridas manzanas verdes. Alimentó el fuego de la chimenea con algunos troncos para que aguantaran el resto de la tarde-noche. Concluyó el ritual recogiendo la mesa y los utensilios. Luego, sacó papeles, lápices rotuladores y material de dibujo de uno de los cajones del escritorio que se encontraba tras la puerta, junto a la otra nueva ventana del recinto. Sobre la mesa extendió el material listo para trazar el dibujo de su nuevo pensamiento.

       Durante algo menos de tres horas elaboró el proyecto que tendría que estar preparado para la mañana siguiente. Ese era su propósito. Y la gran ventaja que había atesorado durante toda la jornada fue entender que él solo debía imaginar y pensar en el fin de lo que quería Ser, Hacer y Tener. El cómo se elaboraría no era su problema; sólo tenía que ver el final de la cuestión, creerlo creándolo al mismo tiempo en su pensamiento formulado en presente; el resto se resolvería por cauces que no tenían que pre-ocuparle. Exclusivamente tenía que ocuparse del momento actual, visualizando el fin ya realizado. Esa era la clave, el secreto.

       Al concluir, tomó una infusión de frutas, contemplando los bocetos de su proyecto colgado con chinchetas en la pared que enfrentaba su cama.

       Sonrió feliz. Estaba feliz. Era feliz. – Soy feliz, creo en mí –, se dijo culminando convencido. Satisfecho.

       Apagó las luces. Se tumbó en la cama, y acompañado por la intimidad que proyectaban las llamas del fuego, terminó por dormirse sin dejar de mirar, hasta el último instante, con satisfacción, el dibujo donde estaba enmarcado su pensamiento y, a la vez, propósito; su nuevo proyecto, ya, en marcha.

       Lo que pasara al día siguiente no le pre-ocupaba. Sabía que el suceder estaría ahí, palpable. Existiendo.

    Posdata:

En el artículo del día 1 de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:  terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

 

Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

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A ti mujer

A ti mujer que posees el gran don de la maternidad,

A ti que se te es dado todo lo que necesitas para Crear,

A ti mujer, a quien se confía el desarrollo y cuidado de ese Ser,

A ti mujer, de quién se espera el aprender a respetar y soltar.

A ti mujer que posees la vasija mágica para engendrar, de corazón a corazón te digo que no estás sola, que las almas conscientes entienden y valoran tu gran aportación en estos momentos de tantos cambios.

Ten Fe en la Divinidad Creadora que te acompaña, que está contigo y con el bebé que esperas.

Vive tu embarazo conscientemente, desde el Ser que realmente eres en esta realidad presente.

Nuestro Amor y Respeto te acompaña.

A ti mujer, gracias, gracias, gracias.

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Texto escrito y compartido por Petra Jiménez Gómez (partodesdeelamor@gmail.com),

autora del libro Parto desde el Amor.

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25/1/21

Encuentro mensual online con Emilio Carrillo (4 y 18 de febrero de 2021): ““Lo que en términos de consciencia se puede prever para 2021: salud, vacuna, economía, política, sociedad, tecnologías, medio ambiente…”

 

ENCUENTRO MENSUAL ONLINE CON EMILIO CARRILLO:

FEBRERO 2021


“Lo que en términos de consciencia se puede prever para 2021:

salud, vacuna, economía, política, sociedad, tecnologías, medio ambiente…”

 

Jueves 4 de febrero: Exposición

Jueves 18 de febrero: Respuestas a preguntas

Ambos días: Inicio: 19:00 h. Cierre: 21:00 h. (hora de España)

Tras la sesión de Exposición, a todos los participantes se les enviará un completo texto con los contenidos principales de la misma.

Resumen de contenidos:

¿Cómo evolucionará la crisis del coronavirus a lo largo de 2021? Y la vacuna, ¿es segura?, ¿cuál es su nivel de eficacia?, ¿y su grado real de efectividad?, ¿será obligatoria, por vías directas o indirectas?, ¿qué hacer?

Y con el telón de las previsiones sobre el Covid y la vacuna, ¿qué cabe prever que suceda en 2021 en ámbitos como la economía, la política, la sociedad, las tecnologías, el medio ambiente…?

Todo ello en un contexto en el que muy probablemente continuará, pero acentuado, el gran ensayo de ingeniería social iniciado en 2020 con el enfriamiento del espíritu humano como principal objetivo.


Para obtener el enlace de acceso al Encuentro, en sus dos sesiones, solicitarlo por email al siguiente correo electrónico:

rincondekiko@gmail.com


Aportación: 5 euros para sufragar el alquiler de la plataforma online y otros gastos de gestión y organización de las dos sesiones del Encuentro. 

Esta cantidad se podrá abonar:

+Mediante transferencia bancaria a la "Asociación El Rincón de Kiko", a esta cuenta de Caixa Bank: ES96 2100 7123 01 0200066766

+Por Paypal (acepta tarjetas): paypal.me/elrincondekiko

Ante cualquier duda o para mayor información, escribir al correo electrónico indicado.


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Una historia de Amor (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 4)


La Era Axial

El otro día, escuchando un video de Emilio, él hacía referencia a la Era Axial del filósofo alemán Karl Jasper, una época entre los siglos VIII y II AC, en la que surgieron prácticamente todos los fundadores de la Filosofía y grandes sistemas de pensamiento religioso, dejando sentadas las bases de ambas, la Filosofía y la Religión, y que surgieron en la franja templada entre China la India y el Mediterráneo. Me acordé, entonces de la novela de Gore Vidal, “Creación” que describe las andanzas de Ciro Espitama, el sobrino de Zoroastro, en un viaje diplomático que realizó al Extremo Oriente, en busca de respuestas al enigma de la creación del mundo. En ese viaje conoció a Buda, a Lao Tse, a Confucio y algún otro filósofo oriental de la época, Siglo VI AC. Finalmente llegó a conocer, cuando era viejo a Sócrates. Este relato coincide con los grandes hombres que surgieron en la Era Axial de Jasper, pero concentrados en la vida de una sola persona.

Se podría decir que en esa franja témporo espacial el ser humano como que se hace consciente de sí mismo y de sus limitaciones y surge también la idea y la necesidad de salvación de un mundo, que no es para nada lo que el espíritu humano desea.

No se habla de Jesús, porque nació cuando nació, dos siglos después. Para cuando Él nació, como que parece que ya todo estaba escrito y dicho, pero no por ello el mundo era mejor, seguía siendo tan distópico como siempre y además, las propias ideas eran motivo de conflictos entre tendencias.

Obras y razones

Digamos que el despertar intelectual y espiritual que surgió en la Era Axial, aportó bastante artillería pesada de tipo espiritual y filosófico como para construir un cuerpo doctrinal y de pensamiento, donde y cuando no había antes nada, y regía en prácticamente todo el orbe, la ley del más fuerte, al que Moisés al menos le puso freno con la famosa Ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente, no la vida por un ojo o un diente, o ley de la equidad en los conflictos, igual número de bofetadas recibidas, igual número de bofetadas propinadas; empate. Y Yahveh le dictó el Decálogo.

Es decir, surgió algo que podía entrar en cabeza humana, los cuatro principios de la Ética: no hagas daño, haz el bien, sé ecuánime y respeta la autonomía del otro.

O sea, surgió la gran regla de oro, “trata al otro como quieres que el otro te trate a ti”.

Con esta regla de mínimos llevamos los humanos bregando desde que habitamos la Tierra y desde que los grandes hombres y mujeres axiales sentenciaron las grandes líneas de pensamiento.

Pero todo esto son razones, buenas razones con las que adornar un discurso de elevadísima filosofía, pero al ver Dios que ni estos grandes hombres, ni los profetas judíos conseguían imaginar un mundo razonablemente en paz, decidió cortar por lo sano y encarnarse en la figura de Jesús de Nazareth. Algo así como para que los humanos tuvieran un ejemplo práctico de cómo llevar a la práctica toda la filosofía que venía gestándose y difundiéndose hacía siglos.

Es como cuando un estudiante de carpintería estudia en los libros cómo hacer muebles. Lee y entiende lo que hay que hacer, porque ese libro lo han escritos carpinteros experimentados que ya no están…, que ya no están (esto es importante).

Lo que agradecería el aprendiz de carpintería que un maestro carpintero viniera y le enseñara con método y paciencia cómo hacer una mesa o una silla, o un armario.

Pues esto es a lo que vino Jesús de Nazareth, a enseñarnos que a vivir se aprende viviendo y a amar, se aprende amando. ¿Cómo? Como Él nos amó. Y dio un paso más que los anteriores filósofos y nos trató de explicar qué era eso del Reino de los Cielos. Una vez un cura amigo mío me dijo que la Biblia NO ES una teología para el hombre, sino una antropología para Dios, un “a ver cómo le explico yo a estos, de qué va esto del Reino de los Cielos, para que me entiendan”. Y no le quedo otra que encarnarse en el vientre de María, hijo de José de la casa de David, por ciento, una casa que no era precisamente de hombres santos, David engendró a Salomón en el vientre de la mujer de Urías, es decir, que fue un punto filipino, que se dice y, como él, muchos otros de los ascendientes de Jesús, según describe Mateo en el comienzo de su evangelio. Es decir, que ni siquiera Jesús vino de una genealogía santa e irreprochable. No. En su familia hubo de todo, personas buenas y gente soez y de baja ralea. Es decir, Jesús fue un ser humano normal y corriente, eso sí, que participó de la Divinidad, que por cierto, le costó, dicen, treinta años tomar consciencia de ello, mientras ejercía justamente de carpintero con su padre.

Así que el personaje de Jesús no fue uno más que vino a sentar nuevas bases filosóficas, ni siquiera éticas que ya estaban asentadas por los pensadores de la Era Axial, o una nueva religión (que es en lo que parece que ha quedado todo), sino Dios mismo que encarnado, vino a recapitular todo lo anterior, mostrar cómo llevar a la práctica la ética y la filosofía, pasar de las razones a las obras y, algo fundamental, abrirnos las puertas del Otro Lado, abrir un agujero al muro que desde los orígenes del hombre bloqueaba lo físico y material de lo espiritual.

La de Dios es Cristo

Esta es una expresión que se aplica a las trifurcas en donde todos gritan y ninguno se entiende. Según la tradición, esta expresión proviene de las controversias que se armaron en el Concilio de Nicea (año 325) al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo. Parece que hasta entonces, lo que los cristianos tenían claro era la naturaleza divina de Jesús, pero sorprendentemente les costaba reconocer su naturaleza humana, cosa curiosa no comprensible, cuando lo que a todas luces estaba claro, por simple sentido común, es que Jesús fue hombre. Ahí estaban Arrio y sus arrianos seguidores frente a Eusebio de Nicomedia y los suyos, enfrentados a cara de perro, hasta que al final venció, no sé si por puntos o KO técnico la versión de Eusebio, que dijo de Jesús que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, etc.”, tal y como reza el Credo Niceno, que desde entonces la Iglesia obliga a rezar los domingos, para que ¡no se nos olvide!

En fin, que a la propia Iglesia le costó tres siglos, que se dice pronto, convencerse de que ¡Jesús fue hombre!

“La razón de la sinrazón que a la razón se hace, de tal manera la razón enflaquece, que con razón nos quejamos” de tales simplezas teológicas que han mantenido entretenidos durante muchos siglos a los teólogos. Y todo, cuando lo que vino a contarnos Jesús es una simple historia de amor.

Una historia de amor

Tengo que reconocer que con el paso del tiempo, a medida que profundizo en el mensaje de Jesús, más me queda claro que lo que vino a contarnos fue una historia de amor entre Él y cada uno de nosotros. Por eso insisto (con el debido respeto de los entendidos y estudiosos), que lo que hizo fue simplemente protagonizar una historia de amor; una historia de amor que contaba mientras comía, bebía y contaba historietas con sus amigos y seguidores. Una historia de un amor que ni siquiera descubrió en sus características, el “eros, la philias y el agapé” de Platón. Ya digo que no vino a inventar casi nada, sino a expresarlo, a demostrarlo a vivirlo, hasta tal punto que, por manifestarlo y vivirlo hasta el extremo, poniendo en ridículo con ello a los sumos sacerdotes, terminaron por quitarlo de en medio con una muerte atroz. Porque nos hizo ver que vivir el Amor resulta muy peligroso a los que se dedican a mantener los muros que nos separan a los hombres unos de otros.

Pero esta historia de amor tiene mucha enjundia, porque resulta que no se puede amenizar con una música encantadora y suave como “La Primavera de las Cuatro Estaciones” de Vivaldi, sino con la atormentada “Consagración de la Primavera” de Stravinsky.

Resulta que es una historia de amor en la que los amantes, los dos enamorados, viven separados por un muro de odio y soledad que les ha sido impuesto, como el que interponen los Montesco y los Capuleto en la tragedia de Romeo y Julieta. Ambos se quieren, pero los parientes están enfrentados, “sus enemigos son los de su propia casa”.

https://www.youtube.com/watch?v=mOfb-YZYU5g

Final del poema sinfónico “Romeo y Julieta” de Peter Tchaikovsky

Reconozco que esta es una forma bastante heterodoxa de relatar la historia de amor que Jesús de Nazareth vino a vivir con nosotros, tanto más cuanto que tanto le ha costado a la Iglesia reconocer su humanidad, pero si nos dejamos de “sublimerías” teológicas (palabro que me acabo de inventar), la cosa consiste en descubrir que entre Jesús y yo, entre Jesús y cada uno de nosotros, lo que está escrita o por escribir es una bella aunque dramática historia de amor. Bella, porque es la experiencia más maravillosa que un ser humano puede experimentar, pero también dramática, porque supone renunciar a todo, con tal de conseguir Todo.

Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada.

Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada.

Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada.

Y esto son palabras mayores que San Juan de la Cruz advierte a todo aquel que decide vivir esa historia de Amor con Jesús.

Reconozco que exponer este planteamiento puede sonar extraño a mucha gente; empezando por los propios católicos para los que todo consiste en la práctica religiosa basada en ceremonias, misas y rituales hacia un Dios que está allí, en el altar, en el sagrario. Les pasa como a los israelitas en babilonia, que penaban porque habían dejado a Yaveh sólo en el templo de Jerusalén.

Puede resultar también extraño a los que la espiritualidad es un proceso de evanescencia del yo en un vacío cósmico trascendental y cosas así.

Puede resultar extraño a los aferrados a lo material y prosaico de la vida, a los que les puede parecer esto un cuento chino.

A las mujeres no, pero a más de uno le sorprenderá cómo un hombre (varón) puede mantener una relación profunda de amor con otro hombre, Jesús, sin entrar en el espinoso tema de la identidad de género.

El problema radica en que mientras nuestra identidad física tiene un género, el alma, en relación con Jesús, con Dios es femenina. Alma es una palabra que tiene doble género (el alma, las almas), como mar (el mar, la mar). Es verdad que palabras con ambos géneros significan cosas diferentes, como el cólera y la cólera; el capital y la capital, la cura y el cura. Pero este no es el caso, en la relación con Dios, el alma es la amada del Amado, que describe muy bien “El Cantar de los cantares” y la mística cristiana.

Si esto no se entiende, o si lo que se entiende es una relación subordinada ante un ente divino allí, fuera de nosotros y, ojito con sacar los pies del plato, que cuando se cabrea…, no se ha entendido nada, no se ha entendido ni la figura de Jesús, ni para que vino a este mundo.

Esto les pasó a los discípulos de Jesús, que estando con Él, siempre supusieron que Jesús vino al mundo para restaurar (políticamente) el Reino de Israel, razón por la que se armó la de dios y terminó la historia como el rosario de la aurora, crucificándole, porque no entendieron nada (o creían haber entendido demasiado). El caso es que hasta en el momento de la Ascensión, los discípulos le preguntaron a Jesús si había llegado el momento de restaurar el Reino de Israel. Por lo que me imagino que Jesús subiría a los cielos pensando “estos no han entendido nada; no queda más remedio que enviarles el Espíritu Santo, a ver si espabilan”.

Lo dicho. Aceptar, comprender y sobre todo experimentar el mensaje de Jesús como la más bella y dramática historia de amor que puede experimentar el ser humano en su relación con Dios, es la base para lograr comprender la figura de Jesús de Nazaret, más allá de los arquetipos y estereotipos religiosos en los que las diferentes confesiones cristianas le han encorsetado. Le han aislado tanto del resto de la Humanidad bautizada y no bautizada, que echando cuentas, tan sólo el uno por ciento del 20% de los cristianos respecto al 80% de seres humanos no cristianos puede que se hayan coscado de qué va realmente el Reino de los Cielos, que es para lo que vino Jesús a este mundo, para abrirnos la mente y el corazón a un nuevo horizonte jamás imaginado por los seres humanos.

A así está nuestra chica, “esperando ser despertada con un beso de su Amado”.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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