Los que están continuamente ocupados en la contemplación, experimentan todo esto de modo diferente. Su meditación se parece más a una inspiración repentina y a una certeza situada más allá del intelecto. De hecho, tal inspiración les abre las verdades inefables de
En la contemplación, basta con que centres la atención en una palabra y, sin la intervención del pensamiento analítico, experimentarás directamente la realidad que significa. No emplees la inteligencia lógica para examinar o explicar la palabra que sea, ni consientas ponderar sus diferentes sentidos. El razonamiento no sirve de ayuda en la contemplación.
Tu Yo Verdadero se habrá movilizado en tu persona, desplegando su potencia y energía en la dimensión humana. Pero cualquiera que te observe no notará en ti actividad alguna, ningún cambio en tu expresión; y supondrá que estás relajado. Sin embargo, tu estado –practiques la contemplación sentado, caminado, de pie o echado- no será de relajación, sino de concentración en lo que eres y Es; será de paz, pero no la de los cementerios, sino la paz que deriva de haber tensionado, activado y encendido tu Esencia divina.
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