¡Hola a tod@s!. Reabro el Blog tras quince días de vacaciones. Espero que os encontréis magníficamente y hayáis disfrutado la segunda mitad de agosto holgazaneando, laborando o ambas cosas a la vez, pero, ¡ojo!, siempre con el Yo Verdadero al mando -ya sabéis que aconsejo usar el Hinneni (se encuentra transcrito bajando por la barra lateral izquierda del Blog) si el ego, el pequeño yo, pugna por coger el timón-.
Dos semanas pasan muy rápidas. Más aún si se utilizan para visitar parajes y lugares que eran desconocidos. Como escribí en el Blog el 17 de agosto, el principal destino de mi itinerario turístico ha sido la villa portuguesa de Sintra. Sin embargo, dejé en el tintero que, además de la belleza de la totalidad de la ciudad y su entorno, me motivaba un objetivo concreto: la denominada Quinta da Regaleira. María Ramos –que junto a Antonio Baena, Concha Calderón, Justo González y María Jesús me han acompañado en el viaje- me la había recomendado vivamente como sitio cargado de magia y encanto iniciático. Y, desde luego, no exageró lo más mínimo.
Ahora que la conozco, os la traigo aquí a modo de souvenir y efusiva recomendación para que si, en algún momento podéis acercaros por aquellos lares, no dejéis de visitarla. Os quedaréis como yo: con la boca abierta, vapuleados por la intensa energía que emana y con ganas de volver pronto.
Se trata de una finca de cuatro hectáreas, catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, en la que luce una enigmática casa-palacio rodeada de otras edificaciones menores (una Capilla, una misteriosa torre alzada, otra invertida cual Pozo Iniciático,…) y de jardines repletos de esculturas, lagunas, fuentes, grutas y pasadizos subterráneos plenos todos de significados simbólicos relacionados con el hermetismo y la alquimia, la tradición templaria y rosacruz y la masonería. Y con el telón de fondo de un cristianismo gnóstico expresado en una singular mezcolanza de arquitecturas románica, gótica, renacentista, manuelina y neoclásica.
La primeras informaciones sobre la actual Quinta da Regaleira datan de finales del siglo XVII, aunque lo que hoy es se debe casi por completo a Carvalho Monteiro, que fue su dueño entre 1893 y 1920, y Luigi Manini, arquitecto que a lo largo de 14 años desarrolló los trabajos requeridos por el propietario.
No por casualidad, la finca, perteneciente ya al Ayuntamiento de Sintra, se ubica bajo la gran colina que acoge al impresionante Castelo dos Mouros, que los templarios hicieron suyo en el siglo XIII y después pasó a la Orden de Cristo, creada “ad hoc” por el rey luso Dionís I, también caballero templario, para acoger al Temple tras su forzada disolución en 1312. La cruz templaria en el fondo del Pozo Iniciático o la de la citada Orden de Cristo en el suelo de la Capilla son sólo dos exponentes del influjo que tuvo la tradición templaria en el ideario sincrético de Carvalho Monteiro y que ha quedado espectacularmente plasmada en la globalidad de la Quinta.
Debido a que no contábamos con el material preciso para recorrer buena parte de los túneles y pasos subterráneos, hemos hecho firme promesa de retornar en cuanto la agenda lo permita. Os mantendré al tanto, por si alguien se anima a acompañarnos.
Dos semanas pasan muy rápidas. Más aún si se utilizan para visitar parajes y lugares que eran desconocidos. Como escribí en el Blog el 17 de agosto, el principal destino de mi itinerario turístico ha sido la villa portuguesa de Sintra. Sin embargo, dejé en el tintero que, además de la belleza de la totalidad de la ciudad y su entorno, me motivaba un objetivo concreto: la denominada Quinta da Regaleira. María Ramos –que junto a Antonio Baena, Concha Calderón, Justo González y María Jesús me han acompañado en el viaje- me la había recomendado vivamente como sitio cargado de magia y encanto iniciático. Y, desde luego, no exageró lo más mínimo.
Ahora que la conozco, os la traigo aquí a modo de souvenir y efusiva recomendación para que si, en algún momento podéis acercaros por aquellos lares, no dejéis de visitarla. Os quedaréis como yo: con la boca abierta, vapuleados por la intensa energía que emana y con ganas de volver pronto.
Se trata de una finca de cuatro hectáreas, catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, en la que luce una enigmática casa-palacio rodeada de otras edificaciones menores (una Capilla, una misteriosa torre alzada, otra invertida cual Pozo Iniciático,…) y de jardines repletos de esculturas, lagunas, fuentes, grutas y pasadizos subterráneos plenos todos de significados simbólicos relacionados con el hermetismo y la alquimia, la tradición templaria y rosacruz y la masonería. Y con el telón de fondo de un cristianismo gnóstico expresado en una singular mezcolanza de arquitecturas románica, gótica, renacentista, manuelina y neoclásica.
La primeras informaciones sobre la actual Quinta da Regaleira datan de finales del siglo XVII, aunque lo que hoy es se debe casi por completo a Carvalho Monteiro, que fue su dueño entre 1893 y 1920, y Luigi Manini, arquitecto que a lo largo de 14 años desarrolló los trabajos requeridos por el propietario.
No por casualidad, la finca, perteneciente ya al Ayuntamiento de Sintra, se ubica bajo la gran colina que acoge al impresionante Castelo dos Mouros, que los templarios hicieron suyo en el siglo XIII y después pasó a la Orden de Cristo, creada “ad hoc” por el rey luso Dionís I, también caballero templario, para acoger al Temple tras su forzada disolución en 1312. La cruz templaria en el fondo del Pozo Iniciático o la de la citada Orden de Cristo en el suelo de la Capilla son sólo dos exponentes del influjo que tuvo la tradición templaria en el ideario sincrético de Carvalho Monteiro y que ha quedado espectacularmente plasmada en la globalidad de la Quinta.
Debido a que no contábamos con el material preciso para recorrer buena parte de los túneles y pasos subterráneos, hemos hecho firme promesa de retornar en cuanto la agenda lo permita. Os mantendré al tanto, por si alguien se anima a acompañarnos.