La evolución humana no es
sólo el resultado de ciertas causas, sino que además opera para lograr un
propósito cósmico. “Propósito” en evolución implica el desarrollo de un plan
en una escala de tiempo incluso más vasta que la de los astrónomos, una escala
que ya ha tomado miles de millones de años y que necesitará miles de millones
de años más antes de que el plan sea culminado.
El surgimiento y caída de
las civilizaciones, bien documentado por historiadores y antropólogos, es una
parte de este gran plan. Las culturas vienen y van, cada una suministrando un
campo de desarrollo particular para los individuos que encarnan en ellos, y
cada una aporta su propio y especial talento para el desarrollo total de la
humanidad.
SIETE ETAPAS EVOLUTIVAS
El plan de evolución tiene una naturaleza doble. Durante la evolución
de la humanidad sobre esta tierra hay siete grandes fases evolutivas, en las
cuales aparecen siete tipos o “razas raíces” humanas que proveen vehículos para
el proceso. El término “raza” en este contexto no debería confundirse con el
concepto popular moderno, que tiene que ver con el color de la piel y varias
otras características físicas. El concepto teosófico de una “raza raíz”
sostiene que el factor determinante es la conciencia, y no la forma corporal o
el color de la piel, y que un gran número de personas de diversos grupos
étnicos componen la raza raíz que se está desarrollando ahora en ese planeta.
Todos estos siete tipos tienen sus propias contribuciones que hacer para el
logro final de la meta de la evolución humana.
En el plan septenario de
evolución, se dice que cada una de las siete razas raíces tiene siete
modificaciones, o divisiones, conocidas como “sub -razas”. Cada sub-raza tiene
la característica fundamental de la raza raíz a la que pertenece, pero posee
además una tendencia o cualidad peculiar propia. Las sub-razas se dividen nuevamente
en divisiones más pequeñas llamadas “ramas raciales”.
Para usar una analogía
familiar, cada raza raíz representa una escuela en la cual un gran grupo de
lecciones debe ser aprendido, las sub-razas representan grados dentro de la
escuela, y las ramas raciales son clases dentro de los grados. El atender a
dichas escuelas, a través de todas las clases y grados, es obligatorio. Cada
escuela se con-centra en desarrollar un aspecto particular de la conciencia que
debe ser alcanzado en siete “niveles” distintos y desde varios ángulos.
Así como hay cierta
cantidad de recapitulación a medida que pasamos de un grado a otro, y de una
escuela anterior a una posterior, así sucede en los procesos cósmicos. Cada
escuela, o raza raíz debe recapitular todo el entrenamiento previo, y empezar a
concentrarse en un nuevo as-pecto. Además, comienza a aparecer una débil
anticipación de lo que se desarrollará en una etapa posterior. No podemos decir
que una escuela es superior y otra inferior; todas son esenciales si vamos a
completar nuestra educación evolutiva y pasar nuestro examen final. El niño que
entra a primer grado tiene el potencial de todo lo que será cuando graduado.
Este último es simple-mente la realización de tal potencial.
Cada raza raíz se ha
asociado a un “continente”, que puede no ser lo que hoy entendemos por ese
término, sino más bien un patrón de masas de tierra distribuidas por el globo,
o tal vez simplemente un área particular asociada con una raza raíz. En
general, las razas raíces se suceden una a otra en el tiempo, pero tienen
largos períodos de solapamiento. Una raza raíz particular existe tanto como
haya individuos que necesiten dominar las lecciones que ésta provee. Cuando
todos los seres humanos han aprendido esas lecciones, la raza muere porque ya
no se necesita, habiendo toda la humanidad pasado a la próxima fase. Y así, por
detrás del surgimiento y caída de culturas, por detrás de la aparición de
grandes individuos, y de los cambios en la configuración de los continentes, se
puede vislumbrar un plan, siempre desplegando gradualmente su orden intrínseco
y cumpliendo con su propósito a través de vastos procesos de educación cósmica.
Ese plan puede verse, por
ejemplo, en las características distintivas de varias tradiciones culturales
humanas, que reflejan los Siete Rayos. Considerando sólo una tradición por cada
Rayo, las siguientes son las típicas. La cultura ancestral de los Vedas índicos
enfatiza el Primer Rayo de libertad de acción. El budismo enseña la compasiva
sabiduría de la unidad del Segundo Rayo. El confusionismo es una exposición
modelo de la comprensión humanista del Tercer Rayo. El helenismo antiguo busca
la armonía del Cuarto Rayo a través del arte, la literatura, el gobierno, la
educación, y el vivir. La revolución cien-tífica del siglo XVII buscaba el
descubrimiento de las leyes de la naturaleza, del Quinto Rayo. Las religiones
abrahámicas y especialmente el islam (cuyo nombre significa “sumisión”) exaltan
la devoción, lealtad y obediencia características del Sexto Rayo. La Masonería
moderna utiliza la habilidad del Constructor, del Séptimo Rayo, en una
expresión ritual de orden interno y externo. Cada una de estas tradiciones
culturales necesita ser balanceada por la sabiduría de las otras si queremos
vivir en un mundo en paz.
Todos los aspectos de la
conciencia, desarrollados a través de la experiencia en cada una de las razas y
tradiciones culturales, existen desde el comienzo mismo, en forma seminal, así
como el roble completamente desarrollado está implícito en la bellota. Del
mismo modo, el tipo de ser humano que la evolución está produciendo en nuestra
especie existe desde un principio en la chispa monádica que emerge de la Llama
divina. Pero por medio del proceso evolutivo a través de los eones, nuestra
chispa gradualmente se convierte en un resplandeciente sol de humanidad, que
combina todos los Siete Rayos con sus distintivas características en la luz
blanca única de la Verdad.
PRIMERA Y SEGUNDA RAZAS RAÍCES
La tradición teosófica
dice que hasta ahora han tenido lugar cinco grandes ciclos de desarrollo
humano, o razas raíces, y que serán seguidos por dos más en lo que resta de
tiempo de evolución. Los primeros dos ciclos no dejaron rastros históricos o
registros geológicos, porque no tenían cuerpos físicos densos como los que
tenemos hoy. Sus cuerpos estaban compuestos de tipos más sutiles que la materia
física que conocemos. Su existencia, por lo tanto, no puede ser documentada
científicamente, pero los escritos esotéricos y las mitologías se refieren a ellos.
Lo que sigue es parte de la descripción en esos escritos y mitologías. Cada
persona debe decidir cuánto de estos escritos es literalmente cierto, y cuánto
metáfora y simbolismo. Lo importante son los conceptos generales, más que los
detalles.
Se dice que la primera
raza raíz floreció durante la época geológica llamada Eoceno, hace unos 55
millones de años. El aspecto de la conciencia sobre el que esta raza etérea se
concentró fue el de la sensación, o la percepción en el nivel más básico y primario.
El Eoceno fue una época de grandes cambios climáticos, erupciones volcánicas,
inundaciones, mareas, calor, y frío, que proveyeron las miríadas de impactos necesarias
para provocar la evolución de la sensación. La primera raza raíz, no teniendo
cuerpo físico denso, era asexuada y se reproducía por un proceso denominado “brotación”,
que parece haber sido de algún modo similar a la mitosis celular.
La segunda raza raíz, de
acuerdo a la tradición esotérica, existió durante el Oligoceno, unos 34
millones de años atrás. Éste fue un período de vegetación exuberante que siguió
a los violentos cambios terrestres del Eoceno. En términos de conciencia, esta
raza se concentró en la actividad, empezando a organizar sus cuerpos en
vehículos de expresión activos a través de los cuales pudieran influenciar a su
ambiente. Se dice que esta raza era andrógina, combinando características
masculinas y femeninas, y reproduciéndose por un proceso llamado “sudoración”.
TERCERA Y CUARTA RAZAS RAÍCES
La tercera raza raíz comenzó
siendo etérica, pero se tornó completamente física en el curso de su evolución.
Ha sido denominada “lemuriana” por el hipotético continente de la Lemuria, que
en el siglo XIX se propuso había existido entre Madagascar e Indonesia, a
juzgar por la distribución de algunas plantas y animales tales como los monos
lemures.
A la mitad de la tercera
raza, hace unos 18 millones de años, cuando los cuerpos humanos se habían
tornado completamente físicos, se separaron los sexos. El propósito evolutivo
de esta tercera raza fue el desarrollo de la emoción. Vivieron una vida de impulsos,
al principio con una mente incipiente pero no desarrollada. Luego la mente se
activó y estructuró, pero todavía era relativamente inactiva.
El verdadero desarrollo
de la mente analítica y, consecuentemente, del lenguaje, se produjo en la
cuarta raza raíz, llamada “atlante” en la literatura teosófica, por el
legendario continente de la Atlántida. Esta raza se hizo predominante durante
el final del Plioceno y el comienzo del Pleistoceno, entre 3 millones y 1
millón de años atrás. Los atlantes desarrollaron una civilización
extremadamente materialista, usando la magia. Lamentablemente, el mal en
posiciones elevadas se desarrolló en tal medida que había un peligro crítico de
interrumpir completamente el progreso del plan cósmico.
Entonces se sucedieron
una serie de grandes cataclismos. El continente de la Atlántida sufrió una
serie de poderosas convulsiones y eventualmente desapareció, creando enormes
olas que arrasaron las tierras bajas del planeta, originando la tradición de un
diluvio desbastador. Muchos millones escaparon y encontraron hogar en otras
costas. Muchos más millones perecieron.
LA QUINTA Y LAS FUTURAS RAZAS RAÍCES
La quinta raza raíz
comenzó con los refugiados de la Atlántida, que migraron hacia el Asia Central,
alrededor de 75.000 años a.C., y cuya civilización domina hoy el globo. Este
estadio es llamado “ario” en la literatura teosófica antigua, que adoptó el
término del uso lingüístico del siglo XIX, el cual hoy es generalmente
reemplazado por “Indo-Europeo”. El término sánscrito “arya” significa “la gente
noble”, y fue usado por los primeros pobladores hindúes para autodenominarse.
El uso del término por parte de los Nazis en la década de 1930 fue una perversión
de un viejo término técnico, que ahora ha sido mayormente abandonado.
La presente raza raíz
está todavía imbuida de mucho de la conciencia atlante. La actitud materialista
que ha dominado por tanto tiempo no está muy lejana de aquella que le hizo bajar
la cortina cósmica a la raza raíz anterior. El orgullo intelectual, la indiferencia
a los valores humanos y morales, son todas características que obviamente han
sido acarreadas a la presente conciencia mundial.
Algunos de los detalles
de este relato desde la tercera raza raíz a la quinta no coincide con lo que
los biólogos evolutivos y los antropólogos nos dicen sobre el origen de nuestra
especie en el África oriental y su posterior diseminación desde allí. En
particular, los períodos de tiempo son mucho más grandes en los relatos
esotéricos que en los científicos, y el lugar del origen de la humanidad
también difiere. Sin embargo, puede que los relatos científicos y esotéricos se
refieran a cosas distintas, en cierta medida. Es posible que la descripción
esotérica sea en varias cuestiones simbólica, más que históricamente literal, y
que la científica pueda cambiar con el descubrimiento de nueva evidencia, o la
reinterpretación de la antigua. Lo que la ciencia nos dice es: “Aquí está la
evidencia que hemos encontrado, y ésta es la explicación que creemos mejor para
dicha evidencia.” Lo que la tradición esotérica dice es: “Aquí están los
relatos que nos han llegado de leyendas, escrituras y mitos; ésta es la
interpretación que les damos, y éstas son las observaciones que los
clarividentes han realizado sobre el tema.” Diferentes asunciones y métodos
producirán diferentes resultados, y ambos pueden ser válidos, aunque de
distintas formas.
Si miramos nuestra
herencia con los ojos del esoterista, nos vemos parados en un punto
tremendamente importante del sendero de la evolución humana. La quinta raza
raíz es ahora la raza dominante en el mundo, e incluye la mayoría de las
personas de este planeta, más allá de la “raza” a la que digamos que
pertenecen. La tarea de nuestra quinta raza raíz es desarrollar su sentido
social a través de la cualidad sintetizadora de la mente, con frecuencia
llamada “la mente superior”. En la presente quinta sub-raza de la quinta raza
raíz, estamos perfeccionando esta cualidad mental y anticipando la próxima—la
intuición— que empezará a iluminar las mentes de la sexta sub-raza de nuestra
presente raza raíz, y que será completamente desarrollada luego en la próxima
raza raíz, la sexta.
Dicha raza raíz
recapitulará todo lo que ha sucedido antes, y pondrá en juego la facultad de la
intuición (buddhi). También anticipará la cualidad de la voluntad espiritual,
cuyo desarrollo será el objetivo de la séptima raza raíz. La evolución no da
saltos de una raza a otra; el proceso es gradual y con mucho solapamiento. A nosotros
nos parece inimaginablemente lento y paciente, pero el plan es seguro. Su meta
es un mundo unido en fraternidad y actuando de acuerdo a la comprensión
espiritual.
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Fuente: Capítulo 11 de la obra de John Algeo titulada Teosofía: Curso de
Estudio Introductorio. Se puede acceder a ella
través de este enlace:
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