Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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7/9/09

La Nube del No-Saber: Orientación Particular (XXV)

La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)
Ya he explicado que el que practica la contemplación no debe detenerse en pensamiento acerca de circunstancia, cosa o persona alguna, sea ésta amiga o no, familiar o extraña. Ha de olvidarse de todo lo que no sea su unión con Dios concentrado en su Yo Verdadero y consciente de su integración en la Divina Unidad.
Además, por medio de la contemplación crecerá en amor. Por lo que, cuando se relacione con los otros, su amor les alcanzará a todos por igual. Nunca se ha de abandonar totalmente la obra contemplativa, pero, a veces, la compasión ante el dolor de sus semejantes le exigirá que descienda desde las alturas y haga algo a favor de ellos.
Que en la actividad contemplativa no se piense absolutamente en nadie -ni familiar, ni amigo, ni extraño- (o que en la compasión hacia el dolor ajeno no se haga distingo alguno), no significa que haya que dejar de sentir un afecto espontáneo hacia las personas más cercanas y con las que se mantiene una relación más íntima. Es perfectamente natural. También el Maestro Jesús tuvo especial amor por María Magdalena, Juan o Pedro. Lo que quiero destacar es que, por encima de este hecho, prevalece el amor incondicional. El contemplativo ama por igual a todos los seres humanos simple y llanamente por Dios; y los ama como él se ama a sí mismo.
En la verdadera contemplación, la persona adquiere plena consciencia de que es una con Dios y Dios mismo. Y así como sabemos que el cuerpo físico en su integridad y cualquiera de sus partes comparten el dolor o bienestar que se pueda sentir porque es una unidad, de idéntico modo todos formamos parte de la Unidad Divina y del Cuerpo Crístico.

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