Autor: Deéelij
1. Aconteciéndonos
En un instante
sin instantes, somos, estamos. Somos eternos. Estamos eternos.
Sabemos de
nuestro Ser, y del No Ser; del Estar y del no Estar. Todo lo sabemos, y a todo
alcanzamos, siendo el Todo. El Todo, todo lo abarca, todo lo cubre, todo lo
diseña, todo lo manifiesta; en un sin nada concreto que lo pueda expresar. La
expresión de la Esencia es no descriptible, sólo Perceptible en Uno, en la
Mismidad de su expresión sin expresión.
Mientras que en
el Ser se sabe, en el No Ser se experimenta lo que se sabe. Y todo es al
instante en el Todo y en el todo donde el Todo se acontece en el todo; siendo
el todo un acontecimiento del Todo en todo su manifestar eterno sin inicio ni
final.
Todo es todo.
La Esencia acontece en la sustancia, y la esencia se impregna de la Esencia.
En el Todo no
hay linealidad. Sí la hay en el todo. Para acontecer al Todo desde el todo, hay
que romper la linealidad; entonces se da una alineación desde el todo al Todo.
En y desde el Todo Nos amanecemos.
2. Amaneciéndonos
Al pronto el
tiempo es el nuevo hogar, una nueva dimensión e incluso densidad. Entramos, con
más o menos elegancia. Hacemos y deshacemos. Es un nacer continuado a
incontables experiencias, integrándose al instante en el no instante desde
distintos instantes medidos, a veces, quizá muchas, desacompasadamente, visto
desde los instantes contables. Es lo visto y no visto, el ahora en cada
instante sin dejar de ser el ahora; aunque la inmersión produzca cierta
distancia, incluso nostalgia.
Cada amanecer
es un acontecer distinto en la linealidad del tiempo; por igual lo es desde el
no tiempo.
Nos acompañamos
unidos olvidándonos de lo pactado, del recuerdo de ser el Todo. En el olvido
nos encontramos, y al hacerlo anhelamos el regreso al Todo. Aunque no es
necesario el regreso si en conexión, despierto en el amanecer del recuerdo
olvidado, permanecemos.
Nos amanecemos
al amanecer en Uno. Cuando otro amanece en Sí, y ambos se unen, juntos
permanecen amaneciéndose en mutuo acuerdo.
Incluso aunque
en cada amanecer no se despierte y el olvido permanezca echado, es un amanecer aprendido, experimentado,
absorbido, integrado; pues sea lo que suceda, todos nos nutrimos desde todos, y
en el Todo.
3. Nutriéndonos
Con apoyos o
sin los mismos en cada amanecer, Nos alimentamos mutuamente con las
particularidades realizadas.
La ingesta,
mientras nos amanecemos, puede no ser la más productiva, pero mientras en el amanecer
se esté, nutriéndonos estamos. En el devolverse, todo es sumatorio y
multiplicativo, integrado y derivado. Todo nutriente es un alimento para la
Singularidad que lo comparte en la Unicidad y la Totalidad.
Compartir es el
verdadero hacer del nutriente del alma en sus amaneceres. Incluso cuando el
compartir no parece que sea la fórmula, es la fórmula que se use lo que se
comparte.
La cuestión es
que absorber el alimento de la experiencia en vida puede resultar dificultoso
para ese amanecer, pero siempre es un amanecer del que alimentarse, aunque en
la linealidad no se note ni se entienda. En ello estamos en cada amanecer,
nutriéndonos e ilustrándonos al instante, como espejos, como somos olvidando
que Somos.
4. Ilustrándonos
El aprendizaje
de lo que no se Es, constituye un sumatorio elocuente de las múltiples
experiencias que componen la ilustración de conocimientos empíricos.
Desde la
oscuridad el aporte lumínico de nuevas ilustraciones aportan datos suculentos
desde los que desarrollar nuevas muestras concluyentes en lo individual y
colectivo.
Las velas del
conocimiento experimental van encendiéndose, progresivamente, mostrando claro
lo que era opaco, traslúcido y hasta oscuro.
La inmersión en
la oscuridad representa un aporte ilustrativo que conduce a una luminosidad
clarividente, hermosa, siempre magnífica.
Poco a poco,
supone el sumatorio que conduce a la asimilación propia y de conjunto.
5. Asimilándose
Si me asimilo, asimilo.
Asimilo al asimilarme. El fruto evidente de la ilustración se manifiesta en un
cordón de acontecimientos que me acontece y nos acontece.
Asimilo desde el
desconocimiento puro. Si poseyera un conocimiento, la asimilación inicial
podría tener una asimilación contaminada por una ilustración no encadenada
desde un inicio sin inicio, sin un partir concreto.
Parto desde la Nada a la
nada, nadando en la nada hasta asimilarme en la Nada del Todo; cuando Todo es
nada y Nada es Todo.
Siendo nada, puedo nadar
asimilándome/nos, ilustrándome/nos, nutriéndome/nos, para al final amaneciéndome
/nos.
Puedo partir desde la nada
sin Nada, y con Todo a la vez; aun no sabiéndolo; o no creyendo que se sepa.
En la experiencia aprendo
recordando lo que siempre he sabido.
Si no me comprendo, no te
comprendo. Si me comprendo te comprendo y así florezco y florecemos.
6. Floreciéndonos
Florezco en mí
al florecer en ti. Si tú floreces, ambos logramos la apertura de los pétalos al
asimilarnos.
Florecer es un
ir y venir sin cesar, agradable y amable.
Germinamos
desde un arroyo que brota incesantemente hacia el río de nuestras
ilustraciones. Germinamos gestándonos de un inicio quizá incierto, quizá
granándose, pero creciendo, emergiendo hasta consumar en un océanos de hojas
coloridas que flotan dejándose mecer por la olas de los vientos de una voluntad
decidida, entendida; no obstante hemos de entendernos al florecer para madurar
en una oxigenación original, perpetua, incesante.
Al estar en lo
incesante, incesantemente fluyendo, dentro de lo perecedero, surgimos y
resurgimos emergiendo a un nuevo manantial desde el que contemplar el
sumatorio; por ello, nos encontramos en un incremento sustancial, esencial y
vital de un brotar hacia una multiplicación continuada que nos conduce,
suavemente, a un incrementar y un incrementarnos.
7. Incrementándonos
Partimos de
cero, hasta incrementarnos floreciendo, luciendo, brillando. Es la secuencia de
nuestras secuelas libremente acogidas.
Intensificamos
la intensidad, crecemos, nos expandimos, nos elevamos y volamos sin un final
concreto, sin un concreto declinar, sólo inclinándonos hacia lo que más bien es
cierto: Uno, y Todos: Todo.
El Todo no nos
incrementa si se incrementa, el Todo es el incremento incesante, y manifiesto.
En el
incrementarnos nos dilatamos hacia un final sin final; sólo y quizá, si así se
quiere, es un crecer sabido sin necesidad de una expansión concreta, pues lo
concreto es que somos la expansión incrementándonos.
Entonces se despeja la ecuación, sin que
por ello aparezca una solución, pues ambos somos la solución a todo y desde
Todo.
Extendemos el abrazo sin ceñirlo en un
guiño apretujado, más bien liberador y dulcificador.
En el incremento propio y solidario
acompasa el recompensarnos sin una compensación específica, sin una recompensa
terminal; solo nos recompensamos.
8. Recompensándonos
¿Acaso
necesitamos o buscamos la recompensa? En modo alguno es así. Recompensarnos es
admirarnos, potenciarnos desde nuestras esencias expandidas.
Nunca la
recompensa es efímera, pues si lo fuera no sería más que engaño. La recompensa
es un homenaje perpetuo que nos ofrecemos al mostrarnos. Es una remuneración
sin retribución y mucho menos sin retención. La fiscalización de la recompensa
al recompensarnos es inviable; no posee sentido, está al margen de lo que es
esencial.
El laurel del
premio es la virtud de la valía sostenida, amparada en Sí. La medalla posee
valor infinitamente relativo, pues la cuestión es la cuestión de la medalla, no
la medalla en sí.
Poseemos sin
poseer. Tenemos sin tener. Pertenecemos sin pertenecer. Somos sin dejar de Ser.
Y en el Ser, al Ser de nuevo, lo que siempre Somos mientras estamos siendo eso
que somos, salta la corona de la inspiración. Y en la inspiración nos
inspiramos. El Ser nos inspira, y nos inspiramos en Él.
9. Inspirándonos
Si en el Todo
nos inspiramos y desde Él inspiramos ¿qué nos inspira?
La percepción
obedece a lo interno del Ser. Las sensaciones proceden de lo recibido mediante
los sentidos; y esto es lo que nos puede inspirar, inspirar a lo que no se Es.
Es lo que nos puede perder.
En la
inspiración mutua mediante sensaciones no productivas dejamos de inspirarnos
desde Nosotros en el Ser.
En el dejar de
inhalar el humo de las sensaciones vacías y sin sentido encontramos la
auténtica inspiración, la del Ser el Todo en el todo pese a que lleguen
reflujos de sensaciones que aletargan y retrasan la devolución a la única
pertenencia: al Todo.
Sin
inspiraciones externas a nuestro Ser, recuperamos la creatividad propia de
nuestro Ser esté donde esté y resida al modo que resida donde sea que fluya,
pues en el fluir de la inspiraciones propias nos devolvemos a la Esencia de la
que nos acontecimos, amaneciéndonos, nutriéndonos, ilustrándonos,
asimilándonos, floreciéndonos, incrementándonos y recompensándonos al
inspirarnos definitivamente en el devolvernos a nuestro Ser.
10. Nueve más uno: Devolviéndose
El
Devolviéndonos, nos encadenamos sin cadenas a un rodar sin rueda; a un ir sin marchar; a una marcha sin
jornada; a un punto sin inicio ni final.
Devolviéndonos
regresamos sin partidas, sin salidas, sin llegadas, sin metas ni objetivos.
Sólo nos dedicamos a ir devolviéndonos una y otra vez sin que haya una vez, ni
un instante ni momento medible.
Nos devolvemos
sin un deber. Devolvemos devolviéndonos, Siendo; Siendo el Ser sin momento
medible; en una eternidad perpetua; en Amor estallando; estallándose sin nada
que demoler.
¿Nos devolvemos
ni un nada concreto en el qué hacer?
Terminado de
escribir a día 21/11/18
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