La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)
Hemos visto que la perfecta humildad es una parte integral del puro y ciego amor del contemplativo. Siendo todo él impulso hacia Dios, este simple amor golpea incesantemente sobre la oscura nube del no-saber, dejando todo pensamiento discursivo bajo la nube del olvido.
Y, de la misma manera, el amor contemplativo crea la bondad práctica, especialmente la compasión. Pues en la compasión verdadera uno ama a Dios por sí mismo, por encima de todo lo creado; y ama a su hermano, todo ser humano, unido a él en la divina Unidad. En realidad, el auténtico secreto de la compasión no es otra cosa que un puro impulso hacia Dios por ser quien es.
Lo califico de puro porque es totalmente desinteresado, nada personal busca. Desea sólo a Dios y a él sólo. Está tan fascinado por el Dios que ama y tan ocupado en que su voluntad se haga en la Tierra, que ni se percata de su propia comodidad o ansiedad.
El amor al prójimo y la compasión son frutos de la contemplación, aún cuando, durante la actividad contemplativa, el que la realiza no dirija su mirada ni su pensamiento a persona alguna en particular. Ciertamente, ningún ser humano le es extraño porque considera a cada uno como hermano; y nadie es su enemigo. Todos son sus amigos. Incluso aquellos que le hieren u ofenden en la vida diaria son tan queridos para él como sus mejores amigos; y todos los buenos deseos para sus mejores amigos se los desea a ellos.
Hemos visto que la perfecta humildad es una parte integral del puro y ciego amor del contemplativo. Siendo todo él impulso hacia Dios, este simple amor golpea incesantemente sobre la oscura nube del no-saber, dejando todo pensamiento discursivo bajo la nube del olvido.
Y, de la misma manera, el amor contemplativo crea la bondad práctica, especialmente la compasión. Pues en la compasión verdadera uno ama a Dios por sí mismo, por encima de todo lo creado; y ama a su hermano, todo ser humano, unido a él en la divina Unidad. En realidad, el auténtico secreto de la compasión no es otra cosa que un puro impulso hacia Dios por ser quien es.
Lo califico de puro porque es totalmente desinteresado, nada personal busca. Desea sólo a Dios y a él sólo. Está tan fascinado por el Dios que ama y tan ocupado en que su voluntad se haga en la Tierra, que ni se percata de su propia comodidad o ansiedad.
El amor al prójimo y la compasión son frutos de la contemplación, aún cuando, durante la actividad contemplativa, el que la realiza no dirija su mirada ni su pensamiento a persona alguna en particular. Ciertamente, ningún ser humano le es extraño porque considera a cada uno como hermano; y nadie es su enemigo. Todos son sus amigos. Incluso aquellos que le hieren u ofenden en la vida diaria son tan queridos para él como sus mejores amigos; y todos los buenos deseos para sus mejores amigos se los desea a ellos.
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