La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)
Te hablaré también sobre dos técnicas para dominar las distracciones. Pruébalas y mejóralas si puedes.
Cuando te sientas molestado por los pensamientos, trata de no enterarte de su presencia, ni de cómo se han colocado entre ti -tu cuerpo, tu mente- y tu Yo Verdadero y divinal. Mira más allá de ellos -por encima del hombro, por expresarlo coloquialmente-, cual si estuvieras contemplando algo distinto, como así es en verdad. Pues más allá de ellos, en la oscura nube del no-saber, está oculto Dios y tu realidad divina. Haz esto y estate seguro de que pronto te sentirás aliviado de la angustia que te producen. Te puedo garantizar la ortodoxia de esta técnica, porque ciertamente significa un anhelo hacia Dios, un ansia de verlo y gustarlo en cuanto es posible en el plano humano. Y un deseo como este ya es amor, que siempre trae paz.
Existe otra estrategia que deberías intentar también. Cuando te sientas totalmente exhausto de luchar contra los pensamientos, dite a ti mismo: “es inútil pelear más contra ellos”. Y, después, ríndete a sus pies como un cobarde o un cautivo. Pues al hacer esto, te encomiendas a tu Ser Profundo en medio de tus enemigos; y admites la radical impotencia de tu corporeidad y tu mente. Te aconsejo que recuerdes esta estratagema, ya que al emplearla te haces completamente dócil en las manos de tu divinidad. Y, en verdad, cuando esta actitud es auténtica, equivale a un autoconocimiento, pues te ves a ti mismo como eres: un ser divino unido armónicamente, por decisión propia y en libre albedrío, a una realidad física que, por su condición de instrumento para experimentar en la dimensión material, dificulta la percepción de la divinidad interior. Es realmente una humildad experiencial. Cuando tu Yo Verdadero te sienta apoyado sólo en esta verdad, se apresurará a ayudarte. Como padre que corre a rescatar a su hijo pequeño de las mandíbulas del jabalí o delos osos salvajes, te cogerá estrechará en sus brazos, enjugando tiernamente tus lágrimas espirituales.
Te hablaré también sobre dos técnicas para dominar las distracciones. Pruébalas y mejóralas si puedes.
Cuando te sientas molestado por los pensamientos, trata de no enterarte de su presencia, ni de cómo se han colocado entre ti -tu cuerpo, tu mente- y tu Yo Verdadero y divinal. Mira más allá de ellos -por encima del hombro, por expresarlo coloquialmente-, cual si estuvieras contemplando algo distinto, como así es en verdad. Pues más allá de ellos, en la oscura nube del no-saber, está oculto Dios y tu realidad divina. Haz esto y estate seguro de que pronto te sentirás aliviado de la angustia que te producen. Te puedo garantizar la ortodoxia de esta técnica, porque ciertamente significa un anhelo hacia Dios, un ansia de verlo y gustarlo en cuanto es posible en el plano humano. Y un deseo como este ya es amor, que siempre trae paz.
Existe otra estrategia que deberías intentar también. Cuando te sientas totalmente exhausto de luchar contra los pensamientos, dite a ti mismo: “es inútil pelear más contra ellos”. Y, después, ríndete a sus pies como un cobarde o un cautivo. Pues al hacer esto, te encomiendas a tu Ser Profundo en medio de tus enemigos; y admites la radical impotencia de tu corporeidad y tu mente. Te aconsejo que recuerdes esta estratagema, ya que al emplearla te haces completamente dócil en las manos de tu divinidad. Y, en verdad, cuando esta actitud es auténtica, equivale a un autoconocimiento, pues te ves a ti mismo como eres: un ser divino unido armónicamente, por decisión propia y en libre albedrío, a una realidad física que, por su condición de instrumento para experimentar en la dimensión material, dificulta la percepción de la divinidad interior. Es realmente una humildad experiencial. Cuando tu Yo Verdadero te sienta apoyado sólo en esta verdad, se apresurará a ayudarte. Como padre que corre a rescatar a su hijo pequeño de las mandíbulas del jabalí o delos osos salvajes, te cogerá estrechará en sus brazos, enjugando tiernamente tus lágrimas espirituales.
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