Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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17/9/09

Crisis, crecimiento y empleo en Europa


Esta tarde participo en las XVIII Jornadas sobre la Unión Europea que anualmente organiza la sociedad de desarrollo SODEMAR (ver entrada Conferencias, intervenciones y actividades públicas, del 2 de septiembre) y que, en esta ocasión, se centra en la denominada Estrategia de Lisboa. Concretamente, impartiré una conferencia con el título Crisis económica, crecimiento y empleo en la UE. Para los que vayan asistir a la misma y para tod@s l@s interesad@s, adelanto su esquema básico.
El punto de partida ha de ser el reconocimiento de que la Estrategia o Agenda de Lisboa, aprobada por el Consejo Europeo celebrado en la capital lusa el 23 y 24 de marzo del año 2000, es hoy poco más que un bello recuerdo. En agua de borrajas se han convertido la mayoría de sus objetivos y previsiones. Y en pura entelequia su meta fundamental: que antes de 2010, la economía de la Unión Europea alcanzara “un crecimiento económico duradero, acompañado por una mejora cuantitativa y cualitativa del empleo”.
Cuando se celebran estas Jornadas sobre la Unión Europea, lo que caracteriza su situación socioeconómica es la acentuada caída de la actividad económica (PIB) -aunque parece que ha tocado fondo, se mantendrá todo lo que queda de año y, probablemente, durante buena parte de 2010-; la deflación; y un notable incremento del desempleo, que ha elevado la cifra de parados en los 27 Estados que conforma la UE a casi 22 millones (las estimaciones de Eurostat, a 30 de junio pasado, se situaron exactamente en 21.526.000 desempleados; de ellos, 14.896.000 en la zona donde rige el euro como moneda única). Con relación a esto último, la tasa de paro asciende ya casi el 9%, lo que supone un aumento de más del 30% en sólo 15 meses, desde abril de 2008, si bien hay enormes diferencias según el país, oscilando entre una tasa del 3,3% de Holanda y el 18,1% de España, que encabeza el ranking europeo (salvo España y las tres repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania- ninguna nación supera el 12,5% de índice de desempleo).
Es cierto que ya en 2003, sólo tres años después de su aprobación, el informe cuya elaboración encabezó el ex primer ministro holandes Win Kok puso en evidencia la necesidad de dar más impetú a la Agenda lisboeta -lo que, conviene rememorarlo, fue ya aprovehado por la Comisión Europea para declarar “no prioritarios” sus aspectos sociales y medioambientales-. Pero, obviamente, ha sido la vigente crisis financiera, con sus muy negativos impactos en la llamada economía real, la que ha hecho saltar en pedazos una estrategia dirigida a “mantener sana la evolución de la economía y las perspectivas favorables de crecimiento progresivo de las políticas macroeconómicas”.
Todo lo cual ha venido a confirmar lo que ya sabíamos: lo difícil que resulta construir un edificio que ponga su mirada en el pleno empleo; y lo fácil que es que el mismo se derrumbe cual castillo de naipes. Y obliga a preguntarse ¿qué hacer?. Una cuestión que la Comisión Europea intentó responder en la Cumbre de Empleo organizada el pasado 7 de mayo. O más recientemente, el 3 de junio, con la proclamación del “compromiso compartido en favor del empleo”. Pero somos muchos los que pensamos que el calado de la crisis actual y las enormes carencias del modelo socioeconónico vigente que la misma ha puesto de manifiesto, obliga a replantearse no ya los programas de generación de empleo o las propias políticas económicas, sino la visión dominante de la economía y la sociedad; y a escala, no ya europea, sino global.
Para entender el trasfondo y los efectos de la la visión vigente, la conferencia sintetizará los contenidos de tres entradas de este Blog: Es largo, pero aconsejo que lo leáis para entender muchas de las cosas que están pasando (de 7 de agosto), ¿Dónde está el dinero perdido por los bancos? (4 de agosto) y ¿Ha provocado voluntariamente la élite económica mundial la actual crisis económica? (16 de agosto).
En cuanto al necesario cambio de visión y los perfiles de la nueva visión, la conferencia se basara en la entrada El milagro de los panes y los peces: ¿multiplicar o compartir? (26 de julio).
Con este telón e fondo, es crucial comprender y asumir que la visión aún vigente remonta su origen a los albores del capitalismo. Se hizo hegemónica en el siglo XIX, con la célebre Revolución Industrial, y aún hoy es claramente dominante. Se basa en algo muy sencillo: la supremacía de la economía. Se trata de la Economía-Mundo. Todo gira en torno a ella, desde las artes a las letras, desde la religión a la política. E impregna todo lo que toca con su particular perfume: la mercantilización. Por esta visión hemos hecho nuestro como lo más natural el “tanto tienes tanto vales”; y fusionado valor y precio. La economía, su crecimiento y desarrollo (sostenibilidad económica) es el fin; y también el medio, se nos reitera, para disponer de recursos con los que erradicar desigualdades (sostenibilidad social) o preservar el entorno ecológico (sostenibilidad medioambiental). Y es verdad que bajo su influjo se ha conseguido multiplicar la producción mundial hasta el punto de que haya alimentos y bienes suficientes para la totalidad de los habitantes del planeta. Eso sí, tal suficiencia es exclusivamente en volumen, pero descarrila estrepitosamente en cuanto a su reparto: la pobreza extrema que afecta a cientos de millones de seres humanos es buena prueba al respecto, por no hablar de la miseria que se disfraza cotidianamente en las ciudades más desarrolladas del orbe occidental.
Sin embargo, el siglo XXI presenta novedades: cambio climático, globalización, sociedad de la información, recursos naturales y energéticos escasos, flujos migratorios masivos o incorporación creciente al consumo de países, como China, de alta demografía. En este nuevo escenario, la sostenibilidad social y medioambiental no son ya consecuencias de que la economía marche bien, sino condición imprescindible para ello. Hasta hoy la lógica económica, la integración social y el equilibrio ecológico no han ido de la mano. Ahora tendrán que hacerlo no por altruismo, sino por imperativo de circunstancias que obligan a un cambio de visión.
Imaginemos un río cuyo cauce se quiere modificar. No se logrará clavando estacas en su fondo, ya que las aguas se limitarán a bordearlas y continuarán su normal fluir. Las estacas son los programas y no sirven. Se exige mucho más para cambiar el discurrir de la corriente; se requiere una nueva visión.
La mentalidad aún vigente se evidencia en la errónea interpretación del milagro de los panes y los peces. Y la nueva visión que urge implantar se refleja en la verdadera enseñanza evangélica: hay para todos si se pone en común lo que se tiene. Esta es la realidad actual: 1. Tenemos bienes suficientes para todos. 2. No podemos seguir multiplicando la producción sin destruir nuestro hábitat de supervivencia. 3. La solución es compartir.
Compartir implica acometer transformaciones macroeconómicas y estructurales que, desde una perspectiva de equidad social y global, fomenten la eficiencia del sistema productivo, el ahorro, la inversión y la innovación, así como el comercio justo, la cooperación y la redistribución de la riqueza a escala local y global.
Compartir supone también trabajar con prioridad en educación y en valores.
Compartir representa abordar lo microeconómico desde un nuevo prisma: por ejemplo, lo que a todos nos corresponde poniendo sensatez ante el consumismo rampante y evaluando cuáles son nuestras autenticas necesidades sin caer en la hoguera de las vanidades.
Y todo lo anterior será una quimera si cada uno, cada persona, no realiza un trabajo interior dirigido a adquirir un nuevo nivel de consciencia en el espacio transpersonal. Se trata de ser más plenamente humano en el convencimiento que nuestra personalidad individual es un logro de la evolución, pero también una limitación. Hay que comprender la realidad más allá del “yo”, de un egocentrismo que nos está arrastrando al precipicio. Para salir de esa limitación tenemos que ampliar nuestra consciencia y entrar en el nivel de unidad: constatar que somos uno con todo y que cada uno tiene sentido en la totalidad. Sin este cambio de consciencia será muy difícil, por no decir simplemente imposible, dar respuesta a los problemas sociales, económicos y ecológicos de la sociedad global. Como se insiste en el Blog, para alcanzar un mundo nuevo se necesitan ojos nuevos para mirar el mundo.

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