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6/12/09

Lilith, no Eva, fue la “primera mujer”

El pasado 2 de diciembre se publicó una entrada sobre El Principio Hermético de Género que fue ilustrada con la reproducción de un famoso cuadro que representa a Adán y Eva en el Paraíso. Esto ha dado pie a un amigo del Blog, Pepe Piñero, para remitirnos una espléndida información acerca de un personaje bíblico poco conocido, Lilith, que pudo preceder en el tiempo a la mismísima Eva.

Empieza señalando que, si nos atenemos a las leyendas bíblicas, Adán y Eva no fueron los primeros pobladores humanos de la Madre Tierra. Antes que ellos existían los edomitas, de los que se sabe muy poco y puede decirse coloquialmente que fueron un experimento fallido, ya que eran muy orgullosos y les traía al pairo la suprema autoridad de Dios. Iban demasiado por su cuenta y eso ofendía al Creador, así que fueron destruidos por los Elohim casi en su totalidad, como dice la Biblia.

Solo dos reyes edomitas y sus tribus fueron salvados de aquella debacle. Después de este suceso, mando Jehová a los Elohim que crearan el Paraíso y, posiblemente, a los primeros pobladores del Edén. No en vano a Jehová se le llama el sin nombre, el innombrable, el que esta más allá, el oculto, porque como en el caso de Brama, su cualidad esencial está muy lejos del ser humano y de todo lo relacionado con él.

Resulta lógico pensar que fueron los mismos Elohim, confundidos en las leyendas con el mismo Dios, los que del mismo barro crearon a Adán y, siguiendo con las tradiciones bíblicas, a Lilith, la que se considera su primera esposa, anterior a Eva.

Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía. “¿Por qué he de acostarme debajo de ti” –preguntaba-. “Yo también fui hecha con polvo y por lo tanto soy tu igual”. Como Adán trató de obligarla a obedecer, las disputas y discusiones eran muy frecuentes, Lilith, encolerizada, pronunció el Nombre Secreto de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.

Dejo, por tanto, el Edén no expulsada, sino por propia iniciativa. Se instaló junto al mar Rojo, uniéndose allí con Asmodeo, que sería su amante, y con otros siervos. Más tarde, se convirtió o más bien la convirtieron en la tradición oral, en una bruja que rapta a los niños en sus cunas por la noche y se une a los hombres como un súcubo, engendrando hijos -los “lilim”- con el semen que los varones derraman involuntariamente cuando están durmiendo. Se la representa con el aspecto de una mujer muy hermosa, con el pelo largo y rizado, generalmente pelirroja, y a veces alada.

Cuando tres ángeles de Dios fueron a buscarla, para que volviese, ella se negó. La ira de los cielos la castigó haciendo que muriesen cien de sus hijos al día. Desde entonces las tradiciones judías medievales dicen que ella intenta vengarse matando a los niños menores de ocho días, no circuncidados.

Transcurrido un tiempo Adán se sintió solo y pidió a Dios que le diese otra compañera, pero más sumisa y obediente. Tras mucho insistir y viendo el Señor que la tristeza, la melancolía y la añoranza, se había instalado en su corazón, amen de otros desvaríos que sus necesidades sexuales le obligaban a cometer con otras especies desde que lo dejó Lilith, apiadose de él por su tristeza y le prometió otra compañera, que a la vez sería carnes de sus carnes: así, mientras dormía, de una de sus costillas nació Eva.

Lucifer, siempre tan trasgresor, a su manera trató de ofrecer a Eva el fruto del Árbol del Conocimiento, y distinguirla de los demás animales que habitaban dentro del Jardín del Edén. Una oferta teóricamente llena de buenas intenciones, desde el punto de vista humano, esa de darle Sabiduría a los seres humanos para que distinguieran “entre el bien y el mal”.

Hasta entonces el Creador los miraba complacido, pero sin darle el libre albedrío y pensamientos propios. Pero tampoco esta oferta de Lucifer fue del agrado divino, ya que pensó que con posterioridad podrían comer del amor de la vida y lo convertirían en eternos, elevándolos a la categoría de dioses menores.

Lo que le sucedió al primer hombre con Eva, su segunda pareja, por sabido no lo relato, pero después de lo ocurrido un poco confundido si que quedó. Me supongo que meditó, que cada vez que encontraba un placer no sabía si era un pecado o una virtud. Y claro así pasó lo que pasó.

La figura y leyenda de Lilit y, sobre todo, su rebelión hacia Adán ha llevado a una parte del movimiento feminista a convertirla en símbolo de la liberación sexual y de la lucha contra el patriacardo. La leyenda también está vinculada a una tradición mágico-religiosa judía: la costumbre de poner un amuleto alrededor del cuello de los niños recién nacidos, con el nombre de tres ángeles (Snvi, Snsvi, Smnglof) que los protegen de Lilit.

En astrología también existe una posición lunar llamada Lilith o Luna Negra. Se da cuando la Luna se encuentra en su apogeo o punto en el cual está más alejada de la Tierra. Este punto arábigo simboliza el inconsciente más profundo del ser humano, esa represión que todos tenemos todos dentro de nosotros mismos. Lilith lo que hace es llevarnos a esa situación límite para que la válvula salte y explote.

El origen de la leyenda que presenta a Lilit como primera mujer se encuentra en una interpretación rabínica del Libro del Génesis, en su versículo 1,27. Antes de explicar que el Dios Yahvé dio a Adán una esposa llamada Eva, formada a partir de su costilla (2,4-25) el texto dice: “Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo Creó; varón y mujer los creó”. Si bien hoy suele interpretarse esto como un mismo hecho explicado dos veces, otra interpretación posible es que Dios creó en primer lugar una mujer a imagen suya, formada al mismo tiempo que Adán; y sólo más tarde creó de la costilla de Adán a Eva. La primera mujer a la que se alude en 1, 27 sería Lilith.

La única mención en la Biblia de dicha criatura aparece en Isaías 34,14. En la Biblia de Jerusalén el pasaje se traduce así: “Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso”. En la Vulgata, el nombre se tradujo como Lamia, equivalencia que se conserva en algunas traducciones modernas, como la de Nácar-Colunga.

Para los interesados en profundizar en el tema, les aconsejo acudir al célebre Poema de Gilgamesh (anónimo), a la Biblia en la Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569), a los libros Los mitos hebreos (Alianza; Madrid, 2001), de Robert Graves, Robert y Raphael Patai, y El libro de los seres imaginarios (Bruguera, Barcelona, 1978), de Jorge Luis Borges, y, muy especialmente, a la magnífica Tesis en Antropología Social desarrollada por Oscar Solórzano con el título de Lilith: La Diosa de la noche, una historia negada. (ENAH; México D.F., 2000).

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