Y se acercó un niño y le
dijo:
—He bajado a jugar a la Tierra, pero mañana, cuando sea mayor y este
vestido se marchite, volveré a mi casa. ¿Sabes?, mi casa está en una estrella
de las muchas que llenan por las noches el cielo.
Y, mirando tristemente al maestro, así le preguntaba:
—¿Por qué mis hermanos, los otros niños que han venido antes que yo, ya no saben jugar, ya no saben mirar al cielo ni saben andar sobre la Tierra,
ni saben cuidar los campos, ni mantener cristalinos los ríos, ni limpios los
montes, ni saben hablar con los pajarillos, ni saben volar en su compañía más
allá de las limitaciones de este vestido?
¿Por qué no quieren ser hermanos de los animales ni quieren ser
hermanos entre ellos? Y cuando nuestra madre la naturaleza nos da de sus frutos
no esperan que maduren en los árboles, ni dejan que las flores alfombren los
campos, ni permiten que el viento nos hable desnudo...
¿Por qué no toman ejemplo de los almendros o de los juncos que
bordean los arroyos?
¿Por qué en vez de matar no dan la vida?
¿Por qué en vez de guardar no se desprenden?
¿Por qué estancan el río de la vida para que no riegue nuestros
campos de la evolución y prefieren que se pudran sus aguas y hiedan en la
descomposición del egoísmo?
Hoy he ido a jugar con las mariposas y huyen de mi lado porque me
confunden con mis hermanos.
Hoy he ido a volar con los pajarillos y se alejan de mí porque
sienten el temor en sus corazones.
Hoy he bajado hasta el valle para jugar con mis hermanos los
animales y se apartan de mí como de un enemigo.
Hoy he ido a mirarme en un río y he visto que era un río de
inmundicias, y no he podido beber de sus aguas ni hablar con sus ondas.
Dime, maestro, ¿por qué todo esto?
Y el maestro lo miró con ternura y así le dijo:
—También de esta Tierra hay que hacer una estrella como la tuya. No
te adormezcas, porque si te duermes se dormirá tu estrella y entonces ¿cómo
nacerá sobre la Tierra? Y ¿acaso un maestro no es aquel niño que sabe que es
niño en un cuerpo viejo y sabe hablar al niño que hay en cada uno de sus
hermanos?
Adelante mi hermano...
Y él se fue lleno de alegría.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial
Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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