Lo primero que hizo consciente María al despertar aquella mañana,
fue que tenía en la mano el mando de la tele y presionó por inercia el botón de
encendido.
Buscó el diario de la mañana, que es uno de los que cuenta lo que
le da la gana. En ese momento decían que, después del anuncio, regresaban; y a
ella se le ocurrió que el Universo de la tele era dualista, ¡como la vida
misma, vaya!
Por un lado el universo encantado de los anuncios, donde todo es
maravilla; y la cara de las noticias del otro lado, donde un apocalipsis está
llegando.
Encendió un cigarrillo y se dispuso a soñar con un chico parecido
al del coche que anuncian, vestido de blanco al atardecer, rodando por un
camino asfaltado, en medio de un valle florecido y de fondo la montaña, que se
veía por la ventanilla, donde ella misma iba sentada.
Enseguida un estuche de perfume milagroso, erótico y sensual,
puesto en el cuello del chico del anuncio anterior, que para más señas tiene un
gato que come una marca de comidas para animales, que si la das al tuyo,
saltará más simpático que de costumbre de la alfombra al espaldar del sofá, sin
arruinar nada.
Entonces se levantó con desgano y plantó la cafetera para hacer un
bombón bien cargado, mientras se dio cuenta que se le estaba acabando la leche
condensada y reafirmó su creencia de que lo bueno dura poco, más bien casi
nada. Mira si es así que escuchó en la tele de la habitación que los anuncios
se acabaron e iban a empezar a informarnos.
Buscó por todas partes el otro mando del aparato de la cocina y,
cuando lo encontró, resulta que estaba en un canal donde el hijo de un actor
famoso estaba dando los pormenores de su separación con la novia de turno y de
repente ella se quedó pensando: va a ser que, además de apocalipsis y los
paraísos, ahí hay otros mundos. Y como estaba interesante, se quedó mirando.
Con un asco tremendo en el estómago por tanto café y cigarrillos,
escuchó también a la rubia abandonada por el hijo del famoso, mientras todo el
cuerpo se le iba poniendo malo. Y pensó en llamar a su madre y preguntar si
podría ir a comer con ella a pesar del miedo al contagio y los sermones, nadie
sabe cual de los dos más malos.
Luego pensó que era mejor dejarlo y hacer pasta como siempre, u
otro encargo de esos que te traen volando y no son tan caros.
En Facebook encontró más anuncios sobre páginas donde encontrar
pareja, por las dichosas cookies que con tal que entres en una, te invaden. No
les hizo caso y se puso a mirar un dibujo muy cómico de un niño que pintó una
ciudad amenazada por un ejército de globos pinchados y unos soldados vestidos
con trajes blancos.
Afuera en la calle, no paraban las sirenas de las ambulancias, la
policía y los bomberos, con la misma música de fondo y jugando al mismo juego.
Supo entonces que era el año de los dos pares y un sobresalto la fue
invadiendo, así como se acerca un tsunami a la playa:
¿Será que en este mundo de dos pares, las serpientes le ganarán la
batalla a los pavos?
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Autor: José Miguel Vale (josemiguelvale@gmail.com)
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