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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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“En el mundo, el Amor
prevalece mucho más que el odio. Si no fuera así, el mundo habría desaparecido
hace mucho tiempo”. Mahatma Ghandi
La única
diferencia entre la situación social en la que fue escrito el libro de las
Revelaciones (Apocalipsis) y la actual es que los efectos de los desmanes
provocados por la corrupción del Imperio en aquel tiempo y en la actualidad es
que entonces, eran limitados al ámbito de sus dominios y ahora lo son a nivel
planetario. Pero el dolor y el sufrimiento de la gente era similar al actual.
Es decir, el sufrimiento personal es similar, pero el alcance, el orden de
magnitud del actual es colosal respecto del causado en el Siglo I.
Si alguien
se atreviera a reescribir el Apocalipsis para reconfortar a las gentes
sencillas, a las víctimas de los cinco continentes de los desmanes ocasionados
por los actuales hijos de la Gran Meretriz que refiere el texto bíblico (me
refiero a los políticos, los poderosos de las grandes corporaciones, en suma
los dueños del mundo), ya no utilizaría, supongo, las figuras mitológicas de
aquel relato, sino un estilo más prosaico, más descriptivo de nuestra actual
sociedad distópica, de sus efectos palpables y tangibles de lo que la Humanidad
está sufriendo y los dueños del mundo están provocando.
Evidentemente,
en el contexto cristiano, con seguridad el autor haría mención a los personajes
neotestamentarios, enfocando todo el proceso a los terribles acontecimientos
previos a la Segunda venida, pero en el actual escenario planetario, centrar el
nuevo relato en el confinador cristiano, dejaría excluidos al 70% de la
población mundial, lo que desde un enfoque global de los problemas de la
Humanidad resulta ridículo.
Lamentablemente,
un decisivo elemento de distopía social está originado en una de las
características más importantes de las religiones, especialmente las
occidentales, que es la de ser mutuamente excluyentes, provocando desde hace
muchos siglos un mundo separado por un mismo Dios, lo que supone en mi opinión,
la mayor perversión jamás imaginada del fenómeno religioso. Así que el primer
requisito de la nueva Apocalipsis debería ser la caída de los muros religiosos.
El autor debería dirigir su relato a toda la Humanidad, no a los creyentes de
una confesión religiosa. Tonterías religiosas las justas.
Por otra
parte, más allá de las catástrofes humanas y naturales del Planeta, que no hay
que ser muy inteligentes para imaginarlas, porque ya están sucediendo, está la
descripción de cómo será el tránsito de este mundo al “otro”, pudiendo ser el
otro, el Cielo paradisíaco de las religiones o una Nueva Era en la evolución
espiritual del Ser Humano, reflejada en las hipótesis basadas en el
advenimiento de la Era de Acuario (New Age). El libro Las nueve revelaciones de James Redfield, lo describe muy bien.
En
cualquier caso, a los efectos prácticos, el idílico escenario tras la tempestad
apocalíptica requiere como condición sinequanon, un giro copernicano del Ser
Humano, porque para que “venga a nosotros Tu Reino”, antes tenemos que haber
desterrado el nuestro al Averno, o dicho con otras palabras, nuestro templo, el
Alma humana, tiene que quedar vacía. Y este proceso se puede efectuar por las
buenas, “a los vendedores de palomas
Jesús les dijo -quitad esto de aquí-“ o por por las malas, expulsando a
latigazos a los mercaderes del Templo (los eventos del Apocalipsis).
En el
estado actual de Consciencia del conjunto de la Humanidad, la élite del uno por
ciento que tiende a acumular la riqueza del 99, acompañada de un muy elevado
número de incautos que también están enganchados a esa egoica dinámica de
acumular, está condenada a comportarse, como apunta Emilio Carrillo en su libro
Consciencia, como una estrella súper
masiva, que inevitablemente estallará en una supernova, arrastrando en su
estallido al conjunto de la Humanidad, la nueva Gran Tribulación.
¿Es
necesario que suceda la Gran tribulación para que la Humanidad desemboque en
una nueva era de paz y amor? La respuesta es rigurosamente sí. Sistemas
económicos y sociales que permitan a la Humanidad vivir en armonía consigo
misma y con la Naturaleza existen y se podrían implantar, pero... hay un
problema, el corazón humano, que por la razón que sea, evolutiva o demoníaca -que
cada cual se quede con la que más le guste-, tiene que experimentar el
encuentro con el Todo, con la Consciencia universal (en resumidas cuentas, el
encuentro con Dios). En el corazón humano se cumple la ley de fuerzas
antagónicas, algo similar como el principio newtoniano de acción-reacción: una
fuerza centrífuga (donación y amor) y una centrípeta (adquirir para sí). En el
equilibrio entrambas, los sistemas humanos alcanzan la estabilidad y la
pacífica convivencia. Pero si la segunda prevalece, el incremento del poder y
la riqueza establece un bucle reforzador que hace que cada vez menos tengan
cada vez más y, cada vez más tengan cada vez menos. Esto supone que el
establecimiento de un sistema socioeconómico basado en la virtud de compartir
(llamémosle Modelo 2), requiere que el motor que mueve al actual modelo (Modelo
1), basado en el vicio de acumular, desaparezca. Reino de Dios o Modelo 2,
versus reino del hombre o Modelo 1.
Y en esas
estamos. El cómo y el cuándo estallará la supernova, no se sabe a ciencia
cierta, pero no es descabellado pensar que sea durante la primera mitad del
Siglo XXI, como predijo en 1974 el Primer Informe al Club de Roma y, cuya
obertura y primeros compases han sido 11S y 2008.
Para que
los ciento cuarenta y cuatro mil siervos de Dios marcados (es decir, miles de
millones, todos los Santos de Dios), tras abrirse el sexto sello, lo sean y
sobrevivan, algo ha de suceder en el corazón humano para que se experimente una
colosal evolución de la Consciencia colectiva.
Para ello,
la Divina Providencia tiene sus planes.
Sólo nos
queda que esa masa crítica de Santos de Dios eclosione y desencadene una
reacción en cadena imparable de expansión y difusión de energía Universal,
también conocida como Amor, sobre la faz de la Tierra. Pero como siempre, esto
es asunto de Dios, pero, con nuestra disponibilidad.
La frase
de Ghandi, “el Amor prevalece siempre sobre el odio”, siempre ha sido cierta y,
hoy más que nunca, a pesar de la apariencia de desastres que los hijos de la
Gran Meretriz están provocando.
Ruego a
Dios para que aquel que asuma la encomienda de reescribir el Apocalipsis,
acierte en sus planteamientos, que así será porque revelación significa
“mostrar la verdad” al mundo. Y como dice Ghandi, más que decir “Dios es la
Verdad”, hemos de decir “la Verdad es Dios”.
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Autor: José
Alfonso Delgado (Médico y experto en Pensamiento Sistémico)
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