Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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21/3/22

TC12.- EL TERCER CAMINO

Comienzo del Capítulo 3 del libro “Bioeconomics, Biological Economics”

 

La biología es la disciplina lógica fundacional de las ciencias sociales. Descubriremos que la biología y la Economía juntas tienen mucho más que enseñarnos a nosotros que si estudiamos cada uno por separado, hay sabiduría en la combinación de los dos.

EDWARD O. W1LSON

¿Qué es el Tercer Camino?

A Partir de esta entrada en el Blog, comenzamos el estudio de los fundamentos de la BIOECONOMÍA como Ciencia fundamental para la comprensión de la vida humana en la Tierra y, lo que es casi más importante, su brazo ejecutor, EL TERCER CAMINO, el cómo esta filosofía de vida económica que plantea la Bioeconomía se puede aplicar en la vida real.

El Tercer Camino es el brazo operativo de la teoría de la Bioeconomía y surge como modelo teleológico porque tiene al pueblo en su prisma y asegura un fin igualitario y justo, contrario al modelo económico neoclásico. El objetivo del TC es transformar el modelo neoclásico desigual e injusto, que ha llegado a declarar que la gente será dirigida por una “mano invisible”, en palabras de Adam Smith, para promover fines, inclusive, no previstos.

Para profundizar en este modelo, hay que mencionar las ideas de Darwin sobre la selección natural y subrayar que estaban influidas por Thomas Malthus (1766-1834) cuando hablaba de crecimiento de población y por las de Smith (1723-1790) cuando hablaba de Economía. Es verdad que la idea de la selección natural de Darwin es similar al “laissez-faire” de la economía de Smith, quien afirma que, si se reducen las reglas de la actividad económica y se permite a cada persona maximizar su riqueza personal, la consecuencia será que el pueblo en general se beneficie también. La Biología de la Selección Natural por síntesis con la Economía forma la ciencia de la Bioeconomía.

La Humanidad ha evolucionado con dos formas de comportamiento:

1. Cíclico: aporta estabilidad.

2. Lineal: responsable de la inestabilidad y los eventos catastróficos.

Es aquí donde el concepto del Tercer Camino puede ser útil; a saber, por la unión de estos dos comportamientos: de una parte, otorga mejoras evolutivas y, de otra, al reducir la linealidad puede prevenir la inestabilidad.

El TC se fundamenta en tres pilares:

1. La teoría de la ciencia holística interdisciplinaria de la Bioeconomía y las pautas biológicas de la Naturaleza.

2. La piedra angular de la ética, porque la ética vence a la ambición y al egoísmo y nos da energía para poder superar los obstáculos institucionales.

3. Las virtudes no-económicas del capital social, inter alía, solidaridad, fraternidad, compasión, bondad, colaboración, empatía, etc. El capital social podría contribuir mucho a aclarar los interrogantes sin resolver del desarrollo económico neoclásico. Se podría considerar como su más importante contribución del TC la posibilidad de integrar este concepto con el modelo holístico interdisciplinario del desarrollo bioeconómico, para encontrar soluciones a problemas contemporáneos como la pobreza.

Es preciso mencionar que las virtudes no-económicas no son algo sentimental, sino que son partes esenciales del ser Humano, de su ADN, y recordar asimismo que las virtudes son cualidades positivas. La Economía del TC no es una economía notablemente de producción ni notablemente de especulación, sino una economía situada entre ambas para asegurar el funcionamiento correcto de las dos y, por ende, del sistema económico. El TC tiene el objetivo de hacer de la Naturaleza nuestra economía, además de utilizar nuestra economía para la sostenibilidad de la Naturaleza.

En relación con los beneficios y las pérdidas del sistema económico, el TC asegura que todos los beneficios no se internalicen y todas las pérdidas no se externalicen, para que los beneficios no vayan siempre a una élite y las pérdidas al pueblo.

El TC termina con el antagonismo entre las verdaderas leyes de la Naturaleza y las ficticias leyes de la Humanidad, para prevenir el deterioro de ambos.

Mucho se ha escrito sobre distopía y, si reducimos el mundo a unos momentos para aprehender mejor su realidad, reconoceremos sucesivos estados de distopía. La Humanidad siempre ha sufrido distopía de una forma u otra, pero ahora la distopía es sistémica y global.

Para resolver este estado, es preciso clarificar las razones que causan la distopía. A nivel nacional, hay problemas económicos, precariedad de trabajo, paro elevado y racismo, entre otros. A nivel global, hay problemas con el entorno natural, las floras y las faunas y, en los últimos tiempos, con la Pandemia de la Covid-19. Las condiciones que surgen después hacen pensar que la generación actual no tiene más alternativa que vivir en un estado distópico continuo.

El TC, sin embargo, podría mitigar los problemas y reducir las adversidades. Porque, ¿es posible redistribuir la riqueza material de forma equitativa y los recursos biológicos (RRBB) de manera sostenible? Sí, para la Humanidad, pero no para la Naturaleza, que quedará presa de un “juego de suma-cero” (Zero–sum game), cuya extensión lógica es que un futuro sin la Naturaleza es algo que la Humanidad debería temer, porque sin la Naturaleza no tenemos nada que valga la pena.

Hacerlo todo de forma justa equivale a aspirar a una justicia social, porque para los que vivimos ahora y los que vivirán después, todo es incierto al haber hecho mal las cosas durante mucho tiempo, en relación con los seres humanos mismos y en relación con la Madre Tierra, y buscar soluciones antes de que sea demasiado tarde. El TC aboga por cambios duraderos en el comercio y en la industria económica, e insiste en prevenir que un ser humano original, particular y transitorio destruya lo que es general y estable; es decir, la vida y la Madre Tierra.

El TC actúa también de forma ecuánime al otorgar beneficios ganados en actividades comerciales por los individuos a expensas de lo colectivo, además de lo colectivo a expensas de la Madre Tierra.

Al estar vinculado a las virtudes no-económicas del capital social, el TC es un modelo económico viable, en contra del modelo neoclásico, que es un modelo económico inviable porque causa crisis y enfrenta a la Humanidad a crudos inviernos Darwinianos.

El TC es un modelo económico intensivo con la mano de obra, pero extensivo con los RRBB, contra el modelo neoclásico, que es intensivo con los RRBB, pero extensivo con la mano de obra. Desde este punto de vista, una economía fundamentada en el Tercer Camino no desperdicia los RRBB ni la utilización de la biodiversidad.

El TC es muy útil al superar la fragmentación de la Humanidad, que padece una bipolaridad socioeconómica en los haves y los have-nots y una bipolaridad geográfica entre naciones desarrolladas y subdesarrolladas.

El TC como un modelo viable, podría actuar limitando los excesos del capitalismo neoclásico, reforzando las carencias del socialismo y ayudando a despertar a la Humanidad del hechizo del capitalismo neoclásico.

El TC podría dirigirnos hacia la transformación del bienestar en el largo plazo, contra el cortoplacismo de los beneficios económicos, además de resaltar la importancia de los valores sociales, por ser más inclusivos que los valores económicos.

El TC podría resolver el problema del cambio climático por la unión del conocimiento y tecnología occidental con el conocimiento indígena; es decir, el Tercer Camino, no uno para cada uno.

El TC nos permite aprender de las crisis, generando el desarrollo de teorías y prácticas económicas como la Bioeconomía, para el bienestar de todos, además de impulsar la democracia y la planificación de una economía justa.

Explicados estos conceptos fundamentales para entender todo el constructo filosófico, comencemos a explicar las bases de la Bioeconomía.

El paradigma socioeconómico reduccionista

El paradigma socioeconómico reduccionista cartesiano ha sido modelado a partir de la física clásica con su idea newtoniana de equilibrio como base. Esto se debe al hecho de que los economistas en su deseo de dar a esta disciplina una base científica, ciegamente formularon la Economía de acuerdo con sus conceptos sin darse cuenta de las repercusiones que para su disciplina suponía en los asuntos diarios de la Humanidad. El problema es que el modelo reduccionista todavía está en boga en la Economía, mientras que en Física se reemplaza por un modelo holístico (Capra, 1982). El predominio del paradigma reduccionista en Economía durante los últimos siglos ha sido muy perjudicial para el desarrollo de una Economía racional en sintonía con las realidades de un sistema socioeconómico global en evolución en un mundo de recursos biológicos escasos y que se están consumiendo.

Estas realidades son por un lado biológicas, es decir, el agotamiento de los recursos biológicos y la degradación del medio ambiente y, por otro lado, el socioeconómico, es decir crecimiento económico continuo y creación de riqueza con su concomitante distribución desigual e inequitativa entre los interesados. Los economistas han investigado el sistema socioeconómico separadamente del sistema de Biosfera más grande del que depende. Y lo han hecho desvinculándoles el uno del otro lentamente en detrimento de ambos y de todos. La Economía así vista es más una disciplina mecanicista que humanista.

El sistema socioeconómico humano ha sido reducido a un sistema artificial de producción y consumo desprovistos de sus raíces biofísicas y también ignorante de las cuestiones éticas de las que debe ocuparse. De esta manera la Economía se ha vuelto impotente para brindar soluciones a problemas como la inflación, el desempleo, el calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la equidad intergeneracional y otros que de una forma u otra tienen que ver con esas mismas raíces biofísicas. Estos problemas se están exacerbando en la era de la globalización económica cuando las Economías nacionales se están volviendo muy interdependientes pero los gobiernos nacionales están perdiendo su independencia económica para determinar las políticas monetarias y fiscales debido a los organismos multinacionales como la Unión Europea (EU).

Lo cierto es que durante el siglo pasado los economistas han tenido a la Economía en un estado criogénico que no produce cambios radicales en los mercados teóricos que maneja. La Economía ha evolucionado como un sistema estático en equilibrio y no como lo que realmente es, un sistema dinámico que tiene que evolucionar con las realidades del tiempo en que opera. El fundamento conceptual de esta reducción de la Economía es de otra época y de otros aspectos biológicos y socioeconómicos, de otras circunstancias y creencias éticas. Sin embargo, sus defensores están borrachos de éxito por esta forma de ver la Economía, generando una enorme cantidad de riqueza monetaria que, como ha dicho Hazel Henderson "No hay mayor fracaso que el éxito”. Sin embargo, esta generación de riqueza se ha logrado con el gran costo de la pérdida paulatina de capital biológico y contaminación del medio ambiente.

El paradigma reduccionista sobre el que se sustenta el sistema socioeconómico humano ha hecho completamente incompatible la racionalidad económica con la racionalidad biológica. Mientras que el primero se ocupa de la Economía en continuo crecimiento mediante el uso de la mayor cantidad de recursos naturales, de la manera más rápida y económica, como sea posible, este último se preocupa por su regeneración, el precio justo (valores) y en su sostenibilidad reconociendo los derechos de futuras generaciones a este capital biológico.

El crecimiento económico continuo se ha convertido en una de las grandes obsesiones de la Humanidad en el Siglo XX. Ha creado la ilusión de que se puede continuar creciendo como creen muchos economistas como Wilfred Beckerman, quien ha pensado que dado que el crecimiento económico ha continuado desde la época de Pericles, entonces no hay razón para suponer que no puede continuar por otros 2.500 años. Además, ha dado lugar a la ilusión de que el continuo crecimiento económico algún día en el futuro aliviará la pobreza y la miseria. Esta ilusión se ha alimentado durante unos pocos cientos de años, pero el número de pobres y la cantidad de miseria humana ha sido creciente. La ideología del crecimiento económico es realmente una "ideología de fraude» ya que es bien sabido que el crecimiento económico a través de la Economía de mercado capitalista no conducirá a la igualdad económica ni a la equidad social, y por lo tanto, la idea es nada menos que un “fraude intelectual de ley”.

La noción de reduccionismo ha impregnado tanto todos los aspectos de la vida socioeconómica que según esta teoría, ni siquiera se piensa seriamente en cómo se originan las mercancías o cómo se han de fabricar. Es decir, se ha vuelto irrelevante saber si una mercancía es de origen biológico o sintético, si es biológico ya sea de recursos renovables o no renovables o, si se ha utilizado mano de obra humana o máquinas en su fabricación. Esta falta de interés por el capital biológico de la Humanidad es tan perniciosa y, el reduccionismo ideológico sionista está tan arraigado en nuestra racionalidad económica que es capaz de hacernos incapaces de diferenciar entre el valor de un recurso biológico como un barril de petróleo y el precio de una acción de alguna corporación.

Nuestro sistema de valoración es sólo monetario con poca o ninguna consideración por el hecho de que el petróleo representa un recurso noble, fruto de millones de años de esfuerzo por los complejos procesos biológicos y el precio de una acción de una empresa es sólo el resultado de la invención de la imaginación humana y susceptible de ser consecuencia de los caprichos humanos y del infame mecanismo del mercado. Las corporaciones son sólo están preocupadas por generar ganancias de la venta de petróleo pero no por los daños ambientales causados ​​por sus procesos de extracción y refinado o por lo que pueda pasar durante su transporte (por ejemplo, las mareas negras como la provocada por el petrolero Exxon Valdez en 1989 en las costas de Alaska, entre muchos otros).

La inflación, el desempleo, los días de trabajo perdidos debido a factores ambientales, enfermedades, inequidad social, pérdida de biodiversidad y otras son todas consecuencias de esta visión fragmentaria de la actividad socioeconómica humana ¿Qué ha significado esta perspectiva fragmentaria para la Economía y, en realidad, para la Biología? Esto ha significado que la fundamentación teórica de la primera se ha desarrollado sin tener en cuenta la importancia de la segunda. Ha significado que la actividad socioeconómica se ha llevado a cabo sin tener en cuenta las consecuencias; en palabras de Karl Polanyi se ha producido un “desenraizamiento” entre el sistema socioeconómico y su fundamento en el sistema natural y biológico. Además, significa que la Humanidad ya no puede desempeñar el papel de mero observador considerando el Sistema de la Biosfera (lo observado) como algo separado y aislado de sí mismo. El daño que la Humanidad le hace al medio ambiente se lo hace realmente a sí misma ahora y a las generaciones futuras. En Biología, las muchas fragmentaciones de la Ciencia tampoco han sido propicias para que la ciencia del vivir abarque todo y abarque la actividad socioeconómica.

Si los economistas de antaño basaron los aspectos teóricos de su disciplina en los conceptos de la Física, entonces parece que ha llegado el momento de que también sigan el ejemplo de los físicos y descarten esos mismos conceptos que han impedido promover una visión holística en beneficio de la Humanidad, de la generación actual y también las del futuro.  El paradigma reduccionista se ha vuelto obsoleto en la física; la Biología está en proceso de convertirse también en obsoleta y hay que hacer un esfuerzo para promover su obsolescencia también en la Economía.

La unidad y la integridad de la Humanidad con su medio ambiente debe conseguirse y el concepto reduccionista observador-observado deben ser eliminado. En todo caso, el enfoque reduccionista, como trampolín para la clarificación de algunas nociones económicas ha dejado ya de ser útil.

En otras palabras, es necesaria la visión sistémica de la Economía bajo la forma de Economía de Sistemas, es decir, la Bioeconomía necesita ser instaurada.

Esta idea se basa en la noción propuesta por Jantsch (1980) de que el sistema de la Biosfera es auto organizado y está “vivo”. Por tanto, y por extensión el sistema socioeconómico que forma parte de este sistema puede considerarse como “vivo” y así mismo para su buen funcionamiento debe depender del diseño y comprensión de los procesos en lugar de las estructuras. Por tanto, su estudio dependerá de investigar las interacciones entre los procesos socioeconómicos y los procesos biológicos.

Estos procesos aseguran la estabilidad del sistema bajo condiciones cambiantes, pero su éxito depende de su adecuada “ritmicidad” y temporalidad. El problema es que la actividad socioeconómica humana ha inundado tanto el sistema de Biosfera como para perturbar las temporalidades biológicas y arrojarlas fuera de sus ciclos periódicos normales. Por lo tanto, los procesos biológicos no tienen suficiente tiempo como para completar los cambios necesarios para la descomposición de la enorme cantidad de residuos generados por la actividad socioeconómica y para la recuperación de la base biológica necesaria para la regeneración de productos y servicios biológicos (Adam et al. 1997; Mohammadian, 1998.)

Esto indica que la huella biológica de la Humanidad debido a todas sus actividades podría ser mucho menor si no se interfirieran las temporalidades biológicas hasta el extremo. Esto sólo será posible si moderamos y reducimos la velocidad y el ritmo de nuestras actividades socioeconómicas y tratamos de revertir el desacoplamiento que se ha producido entre lo biológico y lo cultural, temporalidades que conducen a actividades humanas insostenibles.

No podemos limitarnos a esperar y desear la evolución de la situación socioeconómica hacia un sistema más al unísono y co-evolucionando con el Sistema de la Biosfera. Por el contrario, hemos sido testigos de la evolución independiente de este sistema y su desarrollo hasta tal punto que en su globalidad pronto comenzará a reducirse la disponibilidad y producción de productos y servicios obtenidos del Sistema de la Biosfera. Esto debería hacernos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos intelectuales organizativos han de estar dirigidos al desarrollo socioeconómico de procesos que conduzcan a la coevolución y la sostenibilidad. A este respecto, deberíamos esforzarnos por promover la coevolución, en lugar de una mera adaptación, del sistema de actividad socioeconómica con el Sistema de la Biosfera. Debemos volvernos creativos en el sentido de que será más a través de procesos creativos que de mera adaptabilidad, que la actividad socioeconómica pueda coevolucionar con la Biosfera. La Bioeconomía, con su visión sistémica del proceso socioeconómico, puede promover esta coevolución aclarando las muchas interacciones no- lineales y retroalimentaciones entre los sistemas socioeconómico y biológico.

NT: El comportamiento lineal (ecuaciones de primer grado) es un comportamiento determinista y predecible, propio de sistemas físicos convencionales. El comportamiento no-lineal es un comportamiento estocástico, difícilmente predecible, e incluso tendente a lo caótico en el extremo. Es el comportamiento de los seres vivos y de los ecosistemas complejos. Las predicciones requieren modelos de simulación dinámicos muy complejos y de cuestionable seguridad estadística.

 

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Autores: Mansour Mohammadiam y José Alfonso Delgado (traducción)

Nota: La publicación de las diferentes entregas de El Tercer Camino

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.

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