Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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27/5/10

La importancia de un desmayo

Regla Contreras nos remite un relato de una reciente experiencia personal en torno a un desmayo, al que acompaña con la letra de unas “sevillanas” compuestas al efecto. Simplemente genial.

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Vivimos actualmente en un mundo demasiado informatizado y muy poco humano. Y cuando no nos atiende en una ventanilla o por el teléfono un funcionario/a bastante amargad@ hablando muy rápido y apenas pronunciando bien el español, nos ponen por teléfono con un robot. El resultado de ello es que estamos perdiendo cada vez más, las conexiones entre los seres humanos y nos volvemos tan agresivos y salvajes como si estuviéramos en la propia selva.

¡Pero ayer por la mañana fue todo tan diferente...! Acudí por enésima vez a una oficina de Endesa en la calle Virgen del Valle para arreglar un asunto administrativo de mucha historia y papeleo que ya duraba 15 años y se había convertido en eso que le llamamos "la pescadilla que se muerde la cola" , ya que el causante del problema se hallaba muerto y no estaba en condiciones de volver del más allá para declarar ni entregar ningún papel. Como siempre, y provista cada vez con más papeles menos con el del muerto, cogí mi número de turno y como sólo había asiento para tres y yo iba con la tensión bajísima y no vi por parte de nadie intención de levantarse, me salí a la calle y allí esperé a que me tocara la vez, apoyada contra un coche.

Como soy práctica, tengo un traje para cada ocasión, y me puse el traje especial de las colas, así que sobra decir que iba salvajemente desarreglada. Allí entablé conversación con dos conocidas Señoras de los Remedios, muy educadas, que no comparten mi opinión, e iban exquisitamente arregladas y acababan de salir de la peluquería, situaciones éstas, que me hacían sentir un tanto incómoda cuando miraban muy curiosas, mi cabello despeinado y mi vestimenta como de andar por casa. Aunque "en desventaja a causa de que yo iba de tal guisa", me atreví a entablar conversación con ellas. Otras personas a mi alrededor, que también esperaban en la calle, no dejaban de murmurar contra los funcionarios, los impuestos y el gobierno. Y lo mismo que en el Bolero de Ravel, la cola iba increscendo y en la misma medida se iban incorporando nuevos elementos de críticas y quejas, y ahora entraba El Sevilla, El Atlético de Madrid y las carretas del Rocío, hasta derivar en el Nou Camp, con motivo de que unos coches partían de allí mismo con gente muy nerviosa que se iban en ese momento a Barcelona. Los béticos de la cola se metían con los sevillistas, y éstos les repondían en plan poco amistoso. El ambiente se caldeaba, y en la misma medida, el calor, las indirectas, las quejas y las protestas, porque en la cola no sólo estaba representada la dualidad Sevilla/Betis, sino esa Izquierda y esa Derecha que han mantenido y siguen manteniendo dividida a las dos Españas; y el encuentro de etas dos polaridades, allí, bajo un sol de 41º en una acera estrecha, daba como resultado una energía muy mala que a mí me estaba pillando en todo el medio, y había olvidado en mi casa la coraza propia para este tipo de encuentros.

Yo me encontraba, como dije, con la tensión por los suelos; la alergia en garganta y ojos no me dejaba un momento tranquila sin toser ni llorar por nada, que es lo más inútil que hay: lágrimas que se derraman sin ninguna causa. Me hallaba cansada, asqueada de escuchar estupideces, y muerta de aburrimiento, añorando una experiencia diferente que viniera en mi ayuda antes de que yo misma sucumbiera también en aquel ambiente.

Bien: pues de las secuencias de ese plano hostil, mis últimos recuerdos fueron: mi corazón latiéndome muy acelerado, avisándome, como siempre hace, de lo que estaba a punto de suceder, y mis palabras a una de aquellas señoras mientras yo inclinaba mi cuerpo hacia adelante al par que agachaba la cabeza: "Creo que de un momento a otro me va a dar una lipo..."

Tal vez fuera la palabra "ambulancia" lo primero que escuché cuando al cabo de ignoro qué tiempo, volví a tener consciencia. También recuerdo muchos gritos de gente muy alarmada y realmente preocupada. Eran las mismas personas que instantes antes estaban indignadas entre sí y largando fiesta por sus bocas. Todo a mi alrededor era un ir y venir de gente queriendo ayudar y colaborar. Lo que más me conmovió fue ver a las dos señoras tan bien peinadas y arregladas, echadas allí junto a mí en la acera de una calle cualquiera donde me hallaba tirada, sin preocuparse para nada de sus pelos o si se arrugaban o ensuciaban sus vestimentas: sólo les preocupaba aquel inesperado percance y de reunir aquellos papeles míos que se hallaban esparcidos por el suelo.

En un segundo, todo el ambiente hostil se había transformado. Yo me negué en redondo a la ambulancia o que llamaran a mi casa, y cuando les expliqué de qué se trataba, los hombres echaron mano a su bolsillo: las mujeres a sus bolsos, y los jóvenes a sus mochilas, y entre todos "en un instante me cubrieron y me llenaron de dulces, azúcar y caramelos". Se armó tal revuelo, que hasta la única empleada de la oficina abandonó al cliente que estaba atendiendo y me ofreció su botellita de agua. Luego entra varias personas me recogieron del suelo y con mucho cuidado me metieron dentro, y aquellos asientos en principio tan ocupados por unos perezosos traseros, se volvieron ágiles de repente. Algunos cuerpos artrósicos se volvieron misteriosamente gráciles y ninguno quería volver a su asiento para que yo me tendiera y lo ocupara entero.

Ahora mi corazón volvía a latir con demasiada prisa de nuevo, pero yo sabía que era por otra causa, y es que estaba sintiendo toda la energía positiva, todo el Amor que aquella gente estaba dándome, y el corazón era como si se hubiera expandido y quisiera salirse del pecho. Ya nadie hablaba del Betis ni del Sevilla, ni del Atlético, ni del Rocío, ni de funcionarios, ni de sueldos ni de impuestos. Tampoco a mí me preocupaba mucho que unas dos horas más tardes yo debiera estar sobre un escenario en un ensayo general de baile flamenco y mi cuerpo se encontrara completamente desmadejado en la acera de una calle cualquiera. Allí lo único que importaba y se respiraba era tanto Amor, que yo me preguntaba por qué no me desmayaré más veces en la calle, en vez de en casa. Por qué no nos desmayaremos todos más a menudo.

Rehusé ser atendida antes, y cuando me llegó el turno de exponer por enésima vez el problema que allí me llevaba, esta vez hasta el ordenador de la Compañía parecía que había sentido los efluvios de Amor, y se disolvieron todos los "atascos informáticos y administrativos", y fluyó todo de tal manera, que hasta la empleada -la que había salido a la calle a llevarme su agua- me dijo que iba a hacer algo que no era frecuente hacer: darme las fotocopias de unas facturas atrasadas e impagadas de un señor que se hallaba en ultratumba y que La Sevillana me había estado negando reiteradamente. Y todo esto, dicho con una sonrisa en los labios.

Moraleja de esta experiencia:

Nadie, en esencia, es mala gente: lo que ocurre es que la prisa, el estrés, la caló, el fútbol, los ordenadores, los dineros y la política, forman un gazpacho tan malo, que nos tienen envenenaos, pero basta con que ponga uno un desmayo en su vida, para que todo esto se olvide y salga lo mejor de lo mejor de lo que llevamos dentro. Y eso se llama "Solidaridad". Y eso se llama "Cohesión". Y eso se llama "AMOR".

(Si el desmayo no sobreviniera de forma fortuita y natural -yo diría sobrenatural- yo propondría que hasta se provocara o fingiera, si eso lleva a abrir esas espitas cerradas del Amor.)

Pero aparte de esta anécdota maravillosa de sentir de repente tanto Amor y saber que todo comienza a fluir sólo por algo tan simple como que a una le ha tocado de nuevo caerse al suelo por una bajada de tensión, tengo que añadir la experiencia del tiempo cuántico, que ésta sí que he experimentado por primera vez, y para mí ha sido más que interesante:

Y es que mientras mi cuerpo se desplomaba en un instante en un "aparente movimiento continuo" y mi consciencia estaba ausente, paralelamente -en "otro tiempo diferente", otra consciencia que estaba como alerta y que no tenía nada que ver con mi cuerpo, estaba registrando esa caída "a cámara lenta", y no como algo continuo, sino paso a paso muy diferenciados uno del otro, como las secuencias de una película que después, al proyectarse, dará la impresión óptica de que todo es movimiento sin interrupción.

Esta Consciencia o "testigo" registraba todo como tomando nota fríamente, sin preocuparse ni juzgar, ni siquiera lo registraba como un desmayo ni tenía referencias del ambiente. Con lo cual, he tenido la inmensa suerte de corroborar por mí misma y con mi propio cuerpo, lo que algunos físicos cuánticos aseguran y mi propia hermana Ángela dejó reflejado en un libro que trataba sobre estos temas, y es un fenómeno que se le conoce como "Movimiento discreto" y está compuesto de micromovimientos o pequeñas unidades de movimiento, o sea: de pequeñas secuencias (" Historia comicocósmica", pág. 176).

SEVILLANAS DEL DESMAYO


La Primera


Si quiere que todo fluya

Ponga un desmayo en su vida.

Desmáyese con urgencia

Si el ambiente se encabrita

Ponga un desmayo en su vida

Y verá al AMOR bajando

Desde el Cielo hasta Sevilla.


Cuando se halla en una cola

Con la tensión por los suelos

Y el sol calentando el cuerpo

Le entra una leche muy mala

Porque lleva mucho tiempo.


Es una cola en Sevilla:

No es una cola cualquiera,

Que es una cola de ENDESA,

Pero no olvide llevarse

De papeles, una remesa.


La Segunda


Esa cola va aumentando

Y con ella la caló.

En una ciudad de fuego

Que es muy dada al griterío

No puede andarse con juegos:

Y a Zapatero y Rajoy

Ya lo han metío en el lío.


Ya está empezando el insulto,

Ya está llegando el oprobio,

Ya ha comenzado la guerra,

Que a la izquierda y la derecha

Les sigue molando el odio.


Que si tus muertos o los míos;

Que si tu abuela o mi abuela;

Que si el Betis o el Sevilla:

Quién es el más hideputa

O el más cabrón de la Villa.


La Tercera


Por Dios que me va a dar algo;

Por Dios que ya me va a dar;

No soporto esta tortura;

Quiero escapar del Planeta

Antes que el cerebro explote,

Que mi corazón estalle

Y el Espíritu me abandone.


Corazón ven en mi ayuda,

No quiero tanto dolor;

Ni quiero tanta amargura,

Que esta energía es tan mala

Que lleva a la misma locura.


Ya está en el suelo mi cuerpo

Y cesaron toas las guerrillas

Cesaron los enfrentamientos;

El Universo se abre

Y derrama un AMOR INTERNO.


La Cuarta


Por favor desmayesé

O tírese al suelo: es lo mismo;

Desmáyese con frecuencia

Cuando la gente se crispa;

Desmáyese con urgencia

Que una Energía Misteriosa

Envuelve lanzando chispas.


Se pelean por recogerte,

Te ofrecen agua y bombones

Te dejan ahora su asiento,

Entre todos te arropan

Y te dan un AMOR INMENSO.


Se desbordan las palabras,

Se desboca el corazón,

Se te anula el pensamiento,

Que la emoción es tan fuerte

Que quiere escapar del pecho.

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3 comentarios:

  1. Todos aquéllos eran actores en el escenario, tu desmayo interrumpió la escena¡¡ Gracias.

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  2. ¿Cómo podríamos entonces, entre todos, "dejar de hacer teatro"? Se está mucho mejor "entre bastidores".

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  3. Me ha encantado tu relato.Con tu desmayo supistes sacar los buenos sentimientos que todos llevamos dentro.Un beso. Amalia.

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