Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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12/7/21

La noche sobre el Océano (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 28)

La blanca mariposica, tan graciosa ella, ya es libre para amar, ya ha cedido su voluntad a la de Dios y desea conscientemente unir su voluntad a la Suya.

Pero no sabe.

No sabe qué hacer. Acostumbrada siempre al “yo puedo, yo valgo y yo sé”, que ahora, que realmente desea con todas sus fuerzas cumplir Su voluntad, resulta que no sabe. Ya no es suficiente aquello de las obras de misericordia, o dar limosna a los pobres o no hacer daño a sabiendas o incluso, cumplir la legalidad.

Marta-María intuye que hay algo más. Es lo del joven rico,

-Maestro, además de todo lo que he cumplido, ¿me falta algo?

-Pues sí, deja tu “yo puedo, yo valgo, yo sé” y déjate guiar por mí. Y que sepas que no vas a tener dónde reclinar la cabeza.

-¿Y cómo puedo hacer eso?

-Ama, como yo te he amado y te amo…

Pero…,

El ocaso se cierne sobre la nave y a proa se abalanza la negrura profunda de la noche en el Océano. Y con la noche, sobreviene…

#1 La invasión divina o Séptima Morada

Lo que va a suceder a partir de ahora es algo que a la mente y al alma, le podrá el mundo del revés, tanto el exterior, controlado por la mente, como el interior, vivido por el alma y tratado de comprender por una mente cada vez más incapaz para comprender y aceptar.

Se trata de la “Invasión divina del alma” o, dicho de otro modo, la manifestación total de Dios en la vida de la persona (cuerpo, mente y alma) con todo el cortejo de manifestaciones, tanto positivas como desagradables que describen los místicos Teresa y Juan, principalmente.

La invasión divina (esas experiencias que generan en el alma el deseo de unirse definitivamente a Dios y que ello no es posible sin la muerte del yo), es la causa que origina la Noche del Espíritu o el tránsito de las quintas a las sextas moradas.

Esa revelación divina al alma choca con su incapacidad e información ineptitud para comprender. El torrente choca contra la roca y genera mucha espuma (confusión y miedo).

En las moradas previas Dios ha trabajado a la mente y a los sentidos y ésta ha colaborado de buen grado. Se han subyugado las pasiones y mortificados los apetitos. Ha sido la fase terrestre del Camino, que aún llena de dificultades y obstáculos, se pudo completar.

Pero El Camino de Santiago hasta Finisterre es sólo la noche del sentido. Ahora, en el mar, la acción de Dios es directa, sin intervención de la mente.

Todas las facultades quedan sometidas a la acción de Dios que llega a ellas desde las profundidades del alma. no vienen de fuera, sino de lo más profundo. Así que la gran sorpresa para el alma radica en que Dios, Jesús, siempre han habitado la casa, nunca estuvo fuera. Por tanto, la idea original de que Jesús llamaba a la puerta de la casa, y Marta le contestaba que no le podía atender porque estaba ocupada mientras María estaba encerrada en la Torre de Doña Urraca era una percepción ilusoria, porque Dios siempre ha habitado, justamente la Torre de Doña Urraca, donde creía María estar encerrada. Y lo estaba, pero estaba dormida, drogada por una mente, una Marta que, también engañada por el entorno a la casa (por el mundo y la educación recibida de sus congéneres), creía que la casa y el barrio era “todo lo que existe” y, en esa creencia se montó su propia “matriz virtual de la vida”. Se creó una postverdad a base de “noticias falsas”, fakenews, elaboradas para justificar el cúmulo de habilidades y responsabilidades hacia ese mundo material, un modelo de realidad que justificaba su ego.

Descubrir esta nueva realidad o, descubrir lo falso de la realidad en la que ha vivido María y Marta, supone el mayor de los desengaños, que para Marta es el anuncio de su progresiva evanescencia y para María en de su total liberación.

La resistencia a la acción de Dios en este contexto es la causa fundamental del comienzo de los sufrimientos de la noche pasiva del alma.

Puede que la mente haya aceptado que tiene que ceder el mando a Dios. Pero una cosa es saber que esto es así y otra cosa muy distinta es ser consciente de que esa cesión del mando se está produciendo sin intervención propia, que todo depende de Dios porque esta situación constituye el principio del fin de la existencia del yo.

En realidad, la noche del espíritu es la frontal oposición de la mente a la acción divina. Es algo visceral, no se puede entender ni se puede evitar. Es así y Dios lo sabe. Así que lo único que le queda al alma es dejarse hacer.

En este proceso, nuestros místicos advierten la intervención del demonio que no es otra cosa que el incremento de la negatividad de la mente a dejarse orillar por la Divinidad.

Hablar del demonio como un tercero interpuesto entre Dios y el alma o admitir que constituye la fuerza centrífuga que de modo natural fuerza u obliga a la persona a prevalecer su yo, su ego, distorsionando una realidad divina enturbiada por los deseos y apegos que le otorgan carta de identidad, a efectos finales es básicamente lo mismo. Porque el demonio (eliminando las pinturas barrocas sobre el tema), domina la mente y la voluntad de la persona y se encarga de mantener al alma adormecida y a Dios ocultos en la Torre de Doña Urraca, que en realidad es la séptima morada del castillo interior.

#2.- La ineptitud del alma a lo divino

Este comienzo de la Noche es lo que es San Juan de la Cruz denomina la ineptitud del alma a lo divino es decir la incapacidad de adaptarse o de ceder el mando a Dios.

La mente, Marta ya no tiene que hacer, aunque gastará sus últimos coletazos para defenderse, pero ahora le toca a María también ceder explícitamente el mando a Dios.

La noche del sentido es amarga para la mente (para Marta), pero la noche del espíritu es dramática para el alma (para María). A fin de cuentas, ambas, Marta y María han vivido juntas toda la vida y necesariamente han interactuado

#3.- El drama interior

Teresa describe el drama del alma con dos tipos de sufrimiento, los interiores y los exteriores que, San Juan de la Cruz describe en la poesía de la Noche oscura, un abismo de sufrimiento inefable provocado por el súbito destello de la luz de Dios que cubre de tinieblas el todavía débil espíritu, el rayo de tiniebla de San Dionisio.

Esta situación pone en evidencia que la luz no puede convivir con la tiniebla, por esta antagónica e imposible situación, el alma lucha y sufre. Porque se ve extremadamente alejada de Dios.

¿Por qué me haces opuesto a mí?

¿Por qué me lastras sin piedad?

Es casi la lucha de materia- anti materia, que provoca la extinción de ambas fuerzas.

Angustia de vacío.

Miedo a la soledad y oscuridad.

La nada del silencio absoluto.

El Océano torna absolutamente oscuro.

La mar comienza a rizarse y la fuerza del viento se torna amenazadora.

La nave cabecea y balancea de modo peligroso.

Ha comenzado la tormenta.

Comienza la fase final de la evanescencia del leño bajo los efectos de la llama de amor viva.

¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!

Pues ya no eres esquiva

acaba ya si quieres,

¡rompe la tela de este dulce encuentro!

(S. Juan de la Cruz, Llama de amor viva)

El recuerdo de los días y épocas felices, en los que Marta y María caminaban alegres por el Camino en compañía de Jesús y el consuelo no era tan escaso, agudizan ahora el dolor y el sufrimiento. San Juan recurre a Job y Jeremías para describir estos sufrimientos. (Job 16, 13-17 y Lam 3, 1-20)

El alma se queja a Dios y le acusa de todos los males.

¿Por qué me has abandonado?”

Se queja de ser sometida al fuego en el crisol de la vida.

Incluso Dios admite la propia confusión del alma. Por eso la mente y el alma, si es que aún existe algo que las diferencie, se sienten traicionadas.

El único objetivo de esta durísima acción de Dios es cegar absolutamente, no sólo a la mente (no puede razonar), sino el alma (no puede confiar). No pueden hacer nada.

#4.- El drama exterior

La vida espiritual la persona la vive de dos formas distintas pero íntimamente relacionadas. La interior que en esencia es la vida de oración, que pasa por las cuatro fases que indica Teresa de Jesús, oración verbal, mental, de recogimiento y de quietud o contemplativa y la exterior, que es la relación de amor y misericordia con los demás, con los semejantes, próximos y lejanos. En la interior la actitud es “dejarse amar por Dios”, cederle el mando de la vida y la exterior es amar a los demás como Dios le ama. Y en estas manifestaciones exteriores de amor y misericordia, también importa la actitud y sensaciones del cuerpo y de la mente, lo que obliga a abordar los Fenómenos psicológicos que provoca la experiencia de la noche oscura en el organismo y en la propia mente, lo que influye también en la relación con los demás, y en manifestaciones tomadas por anómalas por los otros, tanto más cuanto se experimenten síntomas que impresionen de trastorno o enfermedad corporal o mental.

Desde las quintas moradas advierte Teresa de estos fenómenos. Raptos y arrobamientos. Agitación, frenesí que perciben los demás.

La parálisis de los sentidos por la acción directa de Dios, genera un sentimiento de impotencia. Ya no es posible meditar o conceptualizar. La mente casi que no acierta a abordar los negocios cotidianos. Lagunas de memoria. Pérdida de la consciencia temporal.

La Oración se hace imposible. Olvido de lo que acaba de hacer.

La acción directa de Dios en el ser se propaga como ondas de un estanque hasta la orilla, la superficie, el soma, lo biológico, la mente cerebro y todo un cortejo sintomático que pueden ser vistos como patológicos.

Estos efectos son según San Juan, consecuencia de la debilidad de todo el ser al recibir la luz de Dios, por su torpeza e impureza aún.

La Medicina, en especial la Neurología y la Psiquiatría son esenciales, en coordinación con un experto director espiritual.

El médico conocedor de estos sucesos, si sospecha que está ante los efectos de la acción de Dios, habiendo descartado previamente patologías de base orgánica y psiquiátrica, no debe suprimir el dolor sino ayudar a superarlo y soportarlo.

En este estado de sexta morada (o noche pasiva del espíritu), Dios ha elegido al alma y la quiere para sí. Así explicado, parece una posesión (divina en vez de demoniaca), pero los efectos aparentes se parecen. La diferencia está en que aquí el alma es recuperada a su estado original, porque siempre ha sido de naturaleza divina; en el segundo caso, el alma se hunde en una distopía, expresión viva de lo que nunca ha sido ni será.

En cualquier caso, la vivencia subjetiva del alma es que se siente alejada de Dios y criticada, drogada, tachada de perturbada mental o discapacitada y, siempre juzgada como comportamiento patológico.

#4.- ¡Corten!

¡Corten!

… Dice el director de la peli cuando considera que la escena ha concluido. Ya es suficiente. Pueden descansar, le dice al equipo de rodaje.

¿Pero, no estábamos en medio del proceloso Océano luchando contra la gran tormenta, en medio de la invasión divina del alma?

¿Pero, no estábamos, Señor, en la cumbre del Monte Tabor, encantados todos de la vida y te propusimos que hiciéramos tres tiendas?

Así que, en medio de los arrobamientos espirituales y de las inimaginables escenas de la pobre barquilla navegando a la deriva del viento por la Mar océana, va el director de la peli y dice ¡¿Corten?!

Entonces, todo el guion de la peli, lo del Camino de Santiago, lo de llegar a Finisterre y lo de embarcar en esa barca sin remos y sin timón pero con velas, ¿es falso?

A ver, si te lo puedo explicar, aquerido amigo.

Como te referí en la entrega cuarta “Una historia de amor”, la Biblia NO ES una teología para el hombre, sino una antropología para Dios, es decir, un “a ver cómo le explico yo a estos, de qué va esto del Reino de los Cielos, para que me entiendan”.

Y en la entrega “10.- Camino de Santiago”, también hice referencia a cómo Alan Watts, el conocido autor de muchos libros sobre sabiduría oriental, entre ellos, “El camino del Tao”, decía que para nosotros, los occidentales, es muy difícil describir los estados del alma sin tener que acudir a símiles físicos, tales como el camino, la luz, la oscuridad, la fatiga, la desorientación física, el dilema entre qué camino escoger, etc… Es decir, la experiencia espiritual necesita de una explicación física para que más o menos, el oyente o el lector se la pueda imaginar. No parece que sea necesario esto en Chino, dado que posee ideogramas espirituales, que describen por sí mismo esas percepciones y experiencias sin tener que acudir a los ideogramas que describen el mundo físico. También es verdad que ideogramas chinos, los hay para aburrir, unos 7.000, parece ser, con lo cual no tienen problemas para utilizarlos y combinarlos como les de la gana.

Quiero decir con esto que cualquier representación física de una vivencia espiritual, en Occidente, necesita de un símil físico para, más o menos, el doctrino lo pueda entender. Es lo que han hecho los místicos al describir la vida espiritual, que si un “camino de perfección”, que si un conocer un castillo, o la subida a un monte, es decir, comparar la vida espiritual con una experiencia física. Hasta el suceso sobrevenido en Pentecostés, lo describe San Lucas en “Los hechos de los apóstoles”, como la entrada de un viento huracanado en la estancia donde estaban la Madre y los apóstoles, y la llegada y pose sobre sus cabezas de una llama y, etc., etc. Es decir, una descripción física de un suceso profundamente espiritual.

Y cuando en mi narración de la navegación de la barca a punto de zozobrar estaba en lo más interesante… ¡corten! Dice el director.

Cuando los tres estaban extasiados viendo a Jesús, Moisés y Elías en la más fascinante de las transfiguraciones, ¡corten! Dice Jesús.

Cuando en el libro de las Moradas, estaba Teresa describiendo las alucinantes moradas sextas, con todo el despliegue de alucinantes arrebatos místicos, cogen las narraciones y dicen ¡corten! Se acabó la vaina. Y nos quedamos sin saber cómo termina la peli, con lo interesante que estaba.

Y Jesús les dice a los tres (Pedro, Santiago y Juan), “vamos chicos, bajemos, que queda mucho curro todavía”

Y Teresa, al describir las moradas séptimas, dice,

“[13] No queramos ir por caminos no andados, que nos perderemos. Marta y María han de caminar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo ¿Cómo le daría de comer María a Jesús si Marta no preparara la comida?”

Es decir, cuando estamos en el clímax de la historia, la propia historia se desvanece, queda como una ensoñación, la mente despierta, Marta despierta ¿dónde...?

¡Pues en su puñetera casa! ¿dónde va a ser?

#5.- ¡Es la vida, estúpido!

¡De su casa no han salido!

¿Entonces, el Camino de Santiago, Finisterre, el Océano?

Todo es una simple parábola, como las de Jesús que diría, el Reino de los Cielos es como un largo Camino a Santiago que luego continúa hasta Finisterrey etc., etc.

¿Todo ha sido un sueño?

Sí y no. Ha sido una ensoñación espiritual, que ha transformado completamente toda la vida de la persona.

Al despertar, Marta y María, resulta que ya no existen separadas, sino que son una sola entidad, Marta y María han aprendido a caminar juntas.

Y juntas, son una con el Océano.

¡Es la vida, estúpido!, por si no te habías dado cuenta.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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