Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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22/11/10

Nuevas y viejas dimensiones de la desigualdad

A pocas semanas de la concesión del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a Zygmunt Bauman -junto con Alain Touraine- merece la pena revisar sus últimas reflexiones sobre la deriva de este mundo dominado por los grandes poderes económicos y su estrategia universal de lucha por el poder que, según Bauman, ha llevado a cabo un proceso de transversalización de la economía mundial a través de la globalización, poniendo en peligro el futuro de las democracias.

Bauman alerta sobre cómo los estados han permitido que el poder económico rompiera el contrato social entre empresa y trabajadores, en el que ambas partes estaban confinadas a un espacio geográfico que no podían romper so pena de incrementar los costes finales de los productos al consumidor por la vía de las barreras arancelarias. Capital y trabajo estaban obligados a entenderse. Fue deseo del capital poner coto a esa dependencia mutua abriendo las barreras arancelarias que permitirían deslocalizar la producción, rescindiendo unilateralmente aquel contrato mutuo que tanto permitió a las sociedades industriales alcanzar los niveles de bienestar que las caracterizó. Esta rescisión fue unilateral porque mientras el capital pasó a moverse a escala planetaria con total libertad, la fuerza de trabajo ha continuado confinada a unas fronteras políticas. La imagen que propone Bauman a este fenómeno es la de una fuerza de trabajo enraizada al territorio mientras que el capital sólo está anclado, cual barco en un puerto, pudiendo zarpar en cualquier momento.

Una consecuencia directa de estos hechos ha sido la rotura de una constante que se inició con la revolución industrial y permaneció intacta hasta finales del siglo XX: el crecimiento económico de las naciones ricas era variable explicativa directa del crecimiento de sus clases medias y del empobrecimiento de las naciones pobres. Esta tendencia ha cambiado con la consolidación de la globalización económica: mientras disminuyen las distancias entre naciones ricas y pobres, están aumentando las diferencias sociales internas de las economías ricas alcanzando niveles de concentración de la riqueza análogos a los del siglo XIX. Otra de las consecuencias de esta dinámica ha sido la pérdida de poder de la política local frente a las fuerzas económicas mundiales. Bauman lanza el siguiente aviso para navegantes: nos encontramos en un campo minado y sin instrumentos de intervención a escala planetaria.

En referencia al peligro que corren nuestras democracias, la deriva del Tribunal Supremo estadounidense, culminada por Bush, ha puesto fin a los esfuerzos por controlar la financiación de las campañas electorales permitiendo la creación de unas sociedades opacas que vehicularán el dinero de forma secreta hacia los partidos. La nueva mayoría republicana en el Congreso facilitará la aprobación de este instrumento, que pondrá a la política americana, todavía más si cabe, al servicio de los intereses empresariales.

Pero aquí no acaba todo, la derecha neocon de todo el mundo se está planteando si la democracia continúa siendo un instrumento válido para el crecimiento económico o, por el contrario, está suponiendo un exceso de trabas a sus aspiraciones económicas, tomando como referencia la pujante economía China y su ausente sistema de libertades. No es casual que Bernie Ecclestone, propietario de la Fórmula 1, haya declarando su ausencia de fe en la democracia, poniendo como ejemplo cómo la democracia ha traído el desastre a Irak. Bien podría el Sr. Ecclestone haber cuestionado la guerra inventada con documentos falsos de la CIA o denunciado las atrocidades cometidas por ejército estadounidense sobre la población local que han sido reveladas por Wikileaks. Mientras tanto, los “Asustados Unidos de América”, como apodan con sorna los hispanos que allí viven, continúan llevando a cabo una estrategia mediática para demostrar la ineficacia de una socialdemocracia como la española, desacreditando su sistema público de salud a favor del sistema sanitario privado americano y señalando el fracaso de aquel “milagro español”. Como pueden ver, aquella estrategia universal de la lucha por el poder a la que alude Bauman, camina con paso firme en su intención de convertir al mundo en una corporación mercantil.

No hace falta acudir al Oráculo de Delfos para adivinar que una economía planetaria sin instrumentos de control y de gestión planetarios, es más que probable que someta a los costes-país al principio de los vasos comunicantes. Puede que Bauman tuviera en cuenta este principio cuando trazó su teoría de la modernidad líquida. Según el Principio de Pascal, la presión que se ejerce sobre la molécula de un líquido se transmite íntegramente y con la misma intensidad en todas direcciones. Saquen sus propias conclusiones.

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Autor: Carles Sánchez

Fuente: crisiseconomica2010.com

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