Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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3/8/10

Swedenborg: Sueños, clarividencia y quehacer teológico

+Emanuel Swedenborg: Introducción (26 de julio)

+Borges y el misterio de Swedenborg (27 de julio)

+Swedenborg: Infancia, formación y primeros viajes (28 de julio)

+Swedenborg: Actividad pública y política (29 de julio)

+Swedenborg: Actividad científica (30 de julio)

+Swedenborg: Obra filosófica (2 de agosto)

+Swedenborg: Sueños, clarividencia y quehacer teológico (3 de agosto)

+Swedenborg: Reacciones entre sus contemporáneos (4 de agosto)

+Swedenborg: Muerte y seguidores (5 de agosto)

+Un ensayo de Borges acerca de Swedenborg (6 de agosto)

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Sueños y visiones

Durante los años 1744 y 1745 experimentó una serie de sueños y visiones que lo conmovieron profundamente. A veces sentía temor, a veces euforia, al reflexionar sobre estas experiencias. Fueron años inquietos, perturbados, que él mismo nunca pudo explicar satisfactoriamente y respecto de los cuales guardó silencio frente a otros, aunque sus experiencias están registradas meticulosamente en sus Diario de sueños y Diario de viajes. Volvió a estudiar la Biblia y comenzó la composición de un libro sobre el tema de La adoración y el amor de Dios.

En abril de 1745, fue sujeto de una experiencia penetrante. Estaba en Londres y cenaba en la hostería donde frecuentemente tomaba sus comidas, completamente solo en el comedor. Notó que la habitación de manera repentina se oscurecía. Entonces tuvo una visión y un aparecido le dirigió la palabra. Cuando la habitación volvió a iluminarse Swedenborg regresó a su departamento, profundamente conmovido. Durante esa misma noche volvió a tener la misma visión. Se le apareció un espíritu que le habló de la necesidad de una persona humana que sirviera como medio para que Dios pudiera revelarse nuevamente a los hombres, de manera similar a las visiones que se registran frecuentemente en el Antiguo Testamento.

Swedenborg llegaría a creer que Dios le había llamado para comunicar a los hombres una nueva revelación y desde 1745 hasta su muerte, veintisiete años más tarde, ocupó casi todo su tiempo en agregar escritos teológicos a la ya voluminosa bibliografía de sus obras filosóficas y científicas. Pocas experiencias trascendentales de las que registra la historia humana encierran una pretensión de magnitud tal como la que proclamó Swedenborg.

Los dos años que siguieron a su "llamado", Swedenborg los empleó en realizar un estudio profundo de la Biblia. Escribió unas 3.000 páginas de comentarios inéditos; y preparó un extenso índice bíblico que utilizaría como instrumento en todos sus posteriores estudios teológicos. Perfeccionó sus conocimientos de hebreo y griego, para poder leer los textos sagrados en sus idiomas originales, e hizo una nueva traducción de muchos de los libros tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En 1747, comenzó la publicación de su obra teológica más extensa, Arcana Coelestia. Este estudio sobre los libros de Génesis y Éxodo alcanza a más de 7.000 páginas o unos tres millones de palabras. El subtítulo de esta obra en varios volúmenes afirma que los "misterios celestiales" que contiene están en "las Sagradas Escrituras de la Palabra del Señor revelada" y que se los presenta junto con "algunas de las cosas maravillosas que han sido vistas (por el autor) en el Mundo de los Espíritus y en el Cielo de los Ángeles".

Los escritos teológicos continuarían fluyendo de la pluma de Swedenborg. Escribió ocho volúmenes de comentarios sobre el Apocalipsis y tres obras tituladas La providencia divina, El amor y la sabiduría divinos y Las cuatro doctrinas, es decir, la del Señor, la Sagrada Escritura, la Vida y la Fe. Ofreció un relato testimonial de sus experiencias en el otro mundo en un volumen de carácter descriptivo que se titula El Cielo y sus maravillas y el Infierno. En 1768, publicó un extenso volumen sobre el matrimonio, que se titula Los deleites de la sabiduría en lo que respecta al amor conyugal, después de lo cual siguen los placeres de la insania en lo que respecta al amor fornicario. Otras obras menores se ocupan de una gran variedad de temas.

El quehacer teológico

Hay varios aspectos de la carrera teológica de Swedenborg que vale la pena anotar.

En primer lugar, durante la mayor parte de este período, escribió y publicó sus escritos de manera anónima, y por lo tanto muy pocos, aun entre sus amigos íntimos, conocían la naturaleza de sus estudios teológicos a medida que éstos evolucionaban.

En segundo lugar, Swedenborg invirtió una buena parte de su fortuna personal en la publicación de estos trabajos, ya que ninguna de sus obras teológicas gozó de una circulación significativa. Regaló muchos ejemplares, a clérigos, universidades y bibliotecas, siempre de manera anónima.

En tercer lugar, durante los primeros años de su período teológico, vivió una vida normal, aunque ligeramente recluida. Siendo soltero, pasaba la mayor parte del tiempo con sus libros, por lo general en un pequeño pabellón de verano que mandó construir en la parte posterior del jardín de su casa de Estocolmo.

En cuarto lugar, en la segunda parte de su período teológico, las experiencias que vivió invirtieron drásticamente el estilo del anonimato y reclusión de su vida hasta ese momento, ya que sus obras llegaron a ser ampliamente conocidas en círculos eruditos.

Por último, hasta el final de sus días mantuvo la convicción de que el Señor le había llamado para traer una nueva revelación a los hombres. El cumplimiento de su vocación dependía de su doble existencia, en el mundo espiritual y el natural alternativamente, mientras año tras año se fueron multiplicando sus comentarios.

Poderes y clarividencia

Swedenborg no hizo esfuerzo alguno para formar una nueva secta, ni congregó en torno suyo seguidores que formaran o constituyeran una iglesia. Sus esfuerzos por mantenerse en el anonimato con respecto a su producción teológica duraron hasta 1759. En esa época ocurrió en Suecia un incidente que le proporcionó una notoriedad poco común, y que llevó a muchos a relacionar la persona de Swedenborg con su ya abundante producción teológica anónima y, particularmente, con El Cielo y el Infierno. En julio de aquel año, en la ciudad de Gotemburgo, que se encuentra a cuatrocientos cincuenta kilómetros de Estocolmo, mientras cenaba con algunos amigos en la casa del rico comerciante William Castel, Swedenborg repentinamente empalideció y se manifestó profundamente turbado. Durante unos momentos se retiró de la mesa, en dirección al jardín y volvió al poco tiempo con la noticia de que un gran incendio había estallado en Estocolmo, no lejos de su casa. Expresó que el fuego se extendía rápidamente, y que temía que el incendio destruyera algunos de sus manuscritos. Finalmente, a las 8 de la noche, dijo, manifiestamente aliviado: "¡Gracias a Dios!. El fuego ha sido apagado, apenas a tres puertas de mí casa". Todos los presentes, conmovidos por el incidente, desde que en su mayoría tenían propiedades, familiares o amigos en Estocolmo, quedaron enormemente impresionados por la clarividencia de Swedenborg. Esa misma noche uno de ellos narró la historia al gobernador provincial y éste llamó a Swedenborg para que le dijera qué era, en realidad, lo que había visto. Al día siguiente, domingo, Swedenborg dio al gobernador los detalles de su visión del incendio, ofreciendo una minuciosa descripción de la naturaleza y extensión del fuego y de los medios que se habían movilizado para su extinción. La noticia del supuesto incendio se desparramó rápidamente por la ciudad de Gotemburgo y el asunto se convirtió en el tema de conversación del momento.

Se debió esperar hasta el lunes, cuando llegó un mensajero desde Estocolmo con los detalles del incendio (enviado por la Junta Mercantil de esa ciudad), para confirmar la veracidad de las declaraciones de Swedenborg, con lo cual quedó convertido en una figura pública y todos experimentaron gran curiosidad por su persona. Poco tiempo después fue conocida su autoría de Arcana Coelestia y El Cielo y el Infierno. Muchas personas prominentes, curiosas por encontrarse con un hombre que pretendía ser capaz de penetrar los secretos del Cielo, comenzaron a escribir descripciones de la personalidad de Swedenborg y de sus hábitos de vida. Los que aún no le conocían tendían a opinar que había perdido la razón. Pero después de encontrarse con él y conversar sobre los más diversos temas no podían más que afirmar que su aspecto, por lo menos, era el de una persona cuerda y que su conversación era impecablemente razonable. Frecuentemente terminaban en un callejón sin salida, al no querer aceptar la verdad de sus pretensiones, pero sintiendo que les era imposible acusarlo de locura.

En la primavera del año siguiente ocurrió otro incidente que contribuiría aún más a confirmar los poderes sobrenaturales de Swedenborg. La viuda del embajador holandés en Estocolmo, Mme. de Marteville, se interesó en la facultad que tenía Swedenborg, según sus escritos, de dialogar con los espíritus. Su esperanza era de carácter utilitario, en realidad. Un platero le había hecho llegar una cuenta bastante abultada por un juego de plata que su esposo, según decía el artesano, le había comprado antes de morir. Ella estaba segura de que su esposo había pagado la cuenta, pero no podía encontrar el recibo. Swedenborg aceptó el encargo de preguntar al esposo sobre el recibo cuando lo viera en el mundo espiritual. Pocos días después Swedenborg visitó a la viuda y le dijo que se había encontrado con su esposo, en el mundo de los espíritus, y que éste le había dicho que él mismo se encargaría de revelar a su esposa el lugar donde estaba guardado el recibo. Ocho días después Mme. de Marteville tuvo un sueño en el cual se le apareció su esposo y le pidió que buscara detrás de uno de los cajones de su escritorio. Siguiendo las instrucciones del muerto, la viuda encontró el recibo y no solamente esto, sino una valiosa joya con un diamante que había perdido y no sabía dónde buscar. A la mañana, Swedenborg visitó a Mme. de Marteville y, antes que ésta pudiera contarle de su sueño, le dijo que la noche anterior había vuelto a encontrar a su esposo, en el mundo espiritual, y que le había recordado el asunto del recibo, y que éste le había dejado para ir a decirle a su esposa, antes que volviera a olvidarse del encargo, dónde podía encontrar el recibo.

Más extraordinario aún fue otro incidente, conocido como "el secreto de la Reina". En el otoño de 1761, el Conde Ulric Scheffer invitó a Swedenborg a acompañarle a la corte para visitar a la reina Lovisa Ulrika, que se sentía interesada en Swedenborg por haber oído hablar de sus poderes fuera de lo común. La reina le pidió que se comunicara con su difunto hermano Augustus William, que había muerto dos años antes. Swedenborg aceptó el encargo, y pocos días después visitó nuevamente a la reina, le obsequió varios ejemplares de sus obras y en un rincón de la sala, en audiencia privada, le dijo un secreto que produjo gran sorpresa en la soberana. Lovisa Ulrika exclamó que la comunicación de Swedenborg contenía informaciones que solamente su hermano podía conocer. El incidente gozó de amplia difusión y se lo discutió durante mucho tiempo en los círculos de la sociedad sueca.

Estos tres ejemplos de la capacidad clarividente de Swedenborg, junto con otros episodios de menor cuantía, sirvieron para extender su fama. Continuó viviendo y escribiendo como de costumbre, pero muchos curiosos visitaban su casa e interrumpían sus estudios, eran muchos los que querían visitar al hombre que con voz calmada declaraba ser capaz de conversar con los ángeles.

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