Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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26/10/20

Ecología 4.0 (Visión sistémica del mundo: 41)

 


Quítense de la cabeza que el impacto del hombre sobre la Ecología comenzó con la llegada del carbón y del petróleo como fuentes de energía industrial o doméstica en el Siglo XVIII. Apenas, desde el momento en que el ser humano abandonó sus costumbres cazadoras y recolectoras, empezó a alterar los ecosistemas.

El ser humano y la sexta gran extinción

Todas las grandes extinciones hasta la de los dinosaurios se han producido por causas naturales, que como consecuencia generaron un cambio climático que provocó a lo largo de millones de años un ambiente letal para multitud de especies hasta poner en peligro o aniquilar a gran cantidad de familias de plantas y animales.

Hace quince mil años, más o menos, que la especie humana comenzó su andadura colonizadora del Planeta y ya figuraba en los peldaños más elevados de la cadena trófica. Hoy en día se ha comprobado que el hombre moderno ha sido el principal responsable de alterar los ecosistemas marinos y terrestres, por lo que el mundo ha experimentado un gran cambio climático y por ende muchas especies se han extinto y lo siguen haciendo.

Desde el mamut hasta el pájaro dodo, muchos animales se han visto en peligro de extinción por actividades humanas inconscientes como la caza ilegal y el tráfico de animales.

Las actividades humanas que causan extinción de especies y una mayor pérdida de biodiversidad son:

1.- Alteración y destrucción de los ecosistemas. Desde la antigüedad, la colonización del Planeta por el hombre ha supuesto en mayor o menor medida como poco, alteraciones más o menos importantes de los ecosistemas, fundamentalmente la deforestación con la finalidad de transformar el terreno en zonas de cultivo o de pasto para la ganadería. Se han maltratado los humedales, y pantanos, desecándolos para convertirlos igualmente en tierras de labor. Y las marismas las han convertido en puertos y ciudades.

2.- Prácticas agrícolasAlgunas prácticas agrícolas modernas pueden ser muy peligrosas para el mantenimiento de la diversidad si no se tiene cuidado de minimizar sus efectos. Recordad la causa del colapso de la civilización Maya. La agricultura ya causa un gran impacto al exigir convertir ecosistemas diversos en tierras de cultivo. Además, los pesticidas mal utilizados pueden envenenar a muchos organismos además de los que forman las plagas, y los monocultivos introducen una uniformidad tan grande en extensas áreas que reducen enormemente la diversidad.

3.- Caza, exterminio y explotación de animales.  La caza de alimañas y depredadores hasta su exterminio ha sido habitual hasta hace muy poco tiempo. Eran una amenaza para los ganados, la caza y el hombre y por este motivo se procuraba eliminar a animales como el lobo, osos, aves de presa, etc. La caza ha jugado un papel doble.

4.- Introducción de especies nuevas. El hombre, unas veces voluntariamente para luchar contra plagas o por sus gustos y aficiones y otras involuntariamente con sus desplazamientos y el transporte de mercancías, es un gran introductor de especies nuevas en ecosistemas en los que hasta entonces no existían. Esto ha sido especialmente peligroso en lugares de especial sensibilidad como las islas y los lagos antiguos, que suelen ser ricos en especies endémicas porque son lugares en los que la evolución se ha producido con muy poco intercambio con las zonas vecinas por las lógicas dificultades geográficas. Por ello, la introducción de nuevas y exóticas especies, involucran una batalla por la supervivencia, que termina por eliminar de su hábitat a estas especies endémicas que son poco capaces de adaptarse a dicho cambio en su medio, debido a su aislamiento milenario y simplemente porque son menos resistentes que la nueva competencia.

5.- Contaminación de aguas y atmósfera. La actividad humana ha generado desde siempre el gran problema de la contaminación del terreno, del agua y de la atmósfera. Los residuos humanos, tanto líquidos como sólidos han supuesto desde siempre un problema para el medio ambiente y un grave problema de salud pública, origen de no pocas plagas y pandemias. La contaminación local tiene efectos pequeños en la destrucción de especies, pero las formas de contaminación más generales, como el calentamiento global pueden tener efectos muy dañinos. El deterioro que están sufriendo muchos corales que pierden su coloración al morir el alga simbiótica que los forma se atribuye al calentamiento de las aguas.

Todos estos factores, están provocando a una velocidad de vértigo, (10.000 años no son nada en la escala geológica y mucho menos el último siglo), la desaparición de multitud de especies animales y de plantas en lo que ya se acepta como la Sexta Gran Extinción.

Generalmente, una especie en peligro es un organismo en peligro de desaparecer de la faz de la Tierra si no mejora su situación. Cuando no se ha observado en ambientes naturales a miembros de una especie durante más de cincuenta (50) años, se dice que esa especie está extinta. Aquellas especies que pudieran estar dentro de poco tiempo en peligro se denominan especies amenazadas. Las especies raras son aquellas con pequeñas poblaciones que pudieran también estar en peligro.

Según el registro fósil, se ha calculado que, durante los períodos de extinción normales, es decir sin que intervenga ningún cataclismo, la pérdida es de una especie cada cuatro años. En la actualidad se extinguen entren 30,000 y 50,000 especies al año.

Este volumen de desapariciones sería comparable a las producidas en una de las cinco grandes crisis biológicas de la historia del Planeta. En este caso no sería por un cambio climático global, el retroceso del nivel del mar, o por la caída de un asteroide, sino por nuestra especie, que como dice Richard Leakey, en su libro “La sexta Extinción”: “El Homo sapiens está maduro para ser el destructor más colosal de la historia”.

Lo que no sabe el Hombre es que él, la Humanidad, está incluido en el manifiesto.

Así que cuando escuchamos la grandilocuente frase “tenemos pocos años para salvar el Planeta”, en realidad, el problema, lo que está en peligro NO ES el Planeta, sino el ser humano como especie.

Ecología 4.0

Con este repaso sobre el destrozo ecológico que el ser humano ha provocado “nada más pisar este mundo”, vamos a encorsetar artificialmente las cuatro eras de marras en la que estamos clasificando la evolución humana.

Diríamos que, en relación con la Ecología, la Humanidad 0.0 fueron como mucho, los cazadores y recolectores, porque digamos, esa gente no creo que causara un gran impacto ecológico, salvo la caza masiva de grandes mamíferos.

La Humanidad 1.0 (Ecología 1.0) comienza con la primera revolución humana, la agricultura y la ganadería, y el asentamiento de los humanos en ciudades. Fechemos, a efectos prácticos el 9.500 AC, cuando comenzó esta actividad humana en el Creciente fértil, tras la última glaciación. Y así se ha mantenido hasta el advenimiento del carbón como fuente de energía industrial y doméstica en el Siglo XVII-XVIII.

La Humanidad 2.0 (Ecología 2.0) comienza cuando el ser humano empieza a utilizar el carbón como fuente masiva de energía. El carbón se extraía en explotaciones a cielo abierto desde la Edad Media, pero es desde el Siglo XVIII cuando comienza a ser la principal fuente de energía para alimentar las primitivas máquinas basadas en la producción de vapor que James Watt desarrolló en torno a 1770 y que dio origen a la primera revolución industrial.

La Humanidad 3.0 (Ecología 3.0) irrumpe con la introducción del petróleo como principal fuente de energía, con Abraham Gesner, como inventor del queroseno en 1846 y en 1859 Edwin Drake inventó el primer proceso de perforación moderna de pozos de petróleo. La familia Rockefeller (siempre al loro en lo que pueda suponer un gran negocio), fundó la compañía Standard Oil en 1870, el primer gran fideicomiso empresarial de Estados Unidos. Luego viene Karl Benz (el marido de Mercedes), y desarrolla el automóvil propulsado por gasolina en 1878. Y hasta hoy, la historia ya nos la sabemos.

Así pues, el impacto ecológico del ser humano en el medio ambiente ha experimentado, como en el resto de los temas abordados hasta ahora, una evolución súbitamente exponencial, básicamente, desde mediados del XIX hasta ahora.

Desarrollo sostenible

Si bien el ser humano, desde que salió del Paraíso terrenal, no ha hecho más que liarla, alterando los ecosistemas donde ha habitado, es en la actualidad, últimos 150 años, cuando el disparo en alteración y contaminación ha cobrado un ritmo exponencial, tanto, que, desde mediados de los ochenta, se viene hablando de que “esto no puede ser”, que nos vamos a ahogar en humo y todo lo demás.

En 1983 se creó la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU. En 1987, la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland presentó un informe (conocido como Informe Brundtland) que enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico junto con el de sostenibilidad ambiental y es donde se emplea formalmente el término “desarrollo sostenible”.

Si bien la introducción de esta idea inició todo un movimiento ecologista en el mundo, no tuvo en cuenta que crecimiento indefinido y sostenibilidad son incompatibles, como se está demostrando. Por eso James Lovelock consideró el término y la filosofía que lo sustenta, una soberana estupidez, algo así como “decirle a un enfermo con cáncer de pulmón, que deje de fumar”.

Pues, curiosamente o, como no podía ser de otra forma, en la Declaración de Rio de 1992, a esto le sacaron tres pies al gato. De la traducción del inglés “sustainable development”, unos tomaron el significado de “sostenible” y otros el significado de “sustentable”, que son sinónimos, “ma non tanto”.

La diferencia es sustantiva ya que “desarrollo sostenible” implica un proceso en el tiempo y espacio y va de la mano de la eficiencia, lo cual le permite además ser eficaz. Mientras que el “desarrollo sustentable” implica una finalidad (aquí/ahora) y va de la mano de la eficacia, pero no necesariamente de la eficiencia. Por tanto, un verdadero desarrollo sostenible implica por añadidura sustentabilidad, pero la sustentabilidad no implica necesariamente sostenibilidad. O, dicho de otra forma, lo sustentable es “tente mientras vivo yo” y lo sostenible “tente mientras vivo yo y mis hijos y nietos”. Y ahí andan los líderes mundiales, sin ponerse de acuerdo y, mientras tanto, el niño meado y cagado.

Si desde 1990 se hubiera hecho algo, sólo un poquito, las cifras de gases de efecto invernadero no estarían en los niveles más espectacularmente altos de toda la historia, (últimos 10.000 años). Hace 200 años, al inicio de la Revolución Industrial 1.0, la atmósfera terrestre tenía más o menos 250 partes por millón de CO2, En la década de 1960, superó los 300 ppm, pero en la actualidad, datos de 2019, supera los 415 ppm. Al parecer, la última vez que la atmósfera de la Tierra contenía tanto CO2, fue hace tres millones de años, cuando el nivel global del mar era de varios metros más alto y partes de la Antártida estaba cubierta de bosques.

Sobre los efectos devastadores de la falacia del “desarrollo sostenible”, no voy a entrar, primero porque creo que es de todos conocida la situación de cambio climático, de calentamiento global y demás distopías ecológicas, bien causadas o al menos coadyuvadas por la actividad del ser humano; segundo, porque el capítulo VI sobre Ecología de Manuel López, en nuestro libro “Consciencia y Sociedad distópica”, queda perfectamente explicado.

Visión sistémica del binomio Hombre – Naturaleza

Hasta la llegada del Ser humano a este Planeta, la madre Naturaleza ha pasado por multitud de situaciones, tanto críticas, como de estabilidad. Si repasamos las cinco grandes extinciones, los desastres planetarios que suponemos, las causaron, nos ponen los pelos como escarpias. Ciertamente en al menos dos ocasiones, la Tierra lo ha pasado muy mal, pero ha sabido salir adelante y, siempre a sabido dar importantísimos pasos hacia delante en la Evolución.

Hasta la llegada del hombre, Dios pudo quedar satisfecho de su obra, “y vio Dios que era muy bueno, todo lo que había hecho”.

En esto que aparece el Ser Humano (no entro en el cómo). Y con los seres humanos, se introduce por primera vez en 3500 millones de años, algo que se denomina “residuo”, catalóguese como resto arqueológico, pero son residuos, que dan fe de la existencia de seres con capacidad fabril hace miles de años.

De este modo, poco a poco, el Hombre y la Naturaleza comienzan a NO SER exactamente lo mismo. Por un lado, está la Naturaleza, la biosfera, la tierra, las plantas, los animales, los ríos, el mar y el aire. Por otro lado, está, las cada vez más abundantes comunidades humanas. Como hemos visto en las entregas entre la nueve y la veinte, los ecosistemas se han autorregulado perfectamente por sí solos. Han sucedidos inestabilidades que el propio sistema ecológico ha sabido restaurar. Ningún ser vivo había mostrado intencionalidad alguna, más allá de la propia subsistencia. La Naturaleza era UNA.

Con la llegada del Ser Humano, de la Naturaleza se escinde una entidad humana, y se genera un Binomio Hombre-Naturaleza, en el que lenta pero inexorablemente el Hombre crea su propio subsistema, la Comunidad Humana, de nivel Grupo humano, Organización y Sociedad (aldea, ciudad, comarca, región, reino, imperio…), según la clasificación de Miller, hasta llegar a la actualidad en la que habitamos en una Aldea Global. Y a todo este conjunto solemos denominarlo “Civilización”, un sistema biológico/artificial que funciona con sus propias reglas, totalmente condicionadas por la “intencionalidad” o programación neurológica orientada a “objetivo final”, que no es necesariamente la subsistencia, sino “el deseo de… lo que sea”.

A medida que evoluciona la Humanidad, los subsistemas humanos se tornan cada vez más complejos y con ello más exigentes de recursos y más generadores de residuos.

Pues este es el problema de lo que he venido denominando “MODELO 1 del Mundo”, el cual NO ESTA LIGADO a ningún sistema político, con lo cual, su corrección no estará ligada a ningún sistema político ni nuevo ni existente.

El MODELO 1 del Mundo consiste, como se puede ver en el diagrama al final del texto, en el ser humano encapsulado en un sistema denominado “Civilización”, des-integrado de la Naturaleza, de la cual obtiene INSUMOS, en forma de recursos naturales, tipo plantas, animales, pesca, minería y madera, y de la actividad que en el interior del sistema CIVILIZACIÓN se desarrolla, se generan unos residuos, derivados de CONSUMOS, que se arrojan al medio ambiente, tierra, océanos y atmósfera.

Es decir, la llegada del ser humano ha producido una profunda fisura en la Naturaleza, separando de ella una nueva entidad que ha demostrado tener un objetivo final que podemos calificar de “crecimiento indefinido”. Crecimiento tanto en número como en complejidad, de modo tal que, gracias a la inteligencia, ha sabido burlar la maldición malthusiana, que vimos en la entrega 35, sobre el colapso de los imperios, aquella de que el crecimiento de la población es geométrico y el de los recursos es aritmético, para conseguir que los recursos, también tengan un crecimiento exponencial, exactamente igual que los residuos, como el CO2, o el plástico oceánico o la basura de los vertederos.

Como referí en la entrega 22-Presentación del Modelo 1, este es el modelo de mundo y de vida que hemos adoptado desde que salimos del Jardín del Edén.

Se podría decir que visto los efectos de este Modelo 1, no creo que Dios haya reconocido que el invento humano le haya salido “del todo bien”. De todas formas, debemos tratar de ver la Historia con una perspectiva cósmica, no exclusivamente humana.

Un susto de repente

A escala planetaria, la aparición del ser humano sobre la Tierra ha producido sobre ésta, el mismo efecto que le hubiera producido a un anciano de ochenta años, de una aldea de montaña, si a su avanzada edad, hubiera aparecido una constructora y en diez minutos hubiera edificado al lado de su aldea veinte rascacielos de noventa pisos cada uno.

A escala humana, sucede lo mismo, la aparición de las revoluciones industriales 2 y 3.0 sobre la Humanidad ha producido el mismo efecto que le hubiera producido a un anciano de ochenta años, de una aldea de montaña, si a su avanzada edad, hubiera aparecido una constructora y en diez minutos hubiera edificado al lado de su aldea veinte rascacielos de noventa pisos cada uno.

En un millón de años, a la Tierra, que vivía tranquilamente, se la hemos liado parda. Y en cien años, a la tranquila humanidad 1.0, se la hemos liado también parda.

El hombre para la Tierra ha sido un “susto de repente”, de la misma forma que las revoluciones industriales han sido para la Humanidad, también un “susto de repente”. Esto es muy importante, si quisiéramos vislumbrar qué aspecto tendrá la Humanidad 5.0 o la que surja de la Sexta raza Raíz.

No me puedo resistir a invitaros a que veáis este documental: “La Tierra sin habitantes”

https://www.youtube.com/watch?v=zaGtBUh4qtU

Está fantásticamente realizado y muestra el supuesto sobre qué le sucedería a la Tierra si en un momento determinado, de repente, desaparecieran todos los habitantes del Planeta, pero toda la Civilización siguiera funcionando. Qué pasaría si el ser humano desapareciera de repente. La conclusión es sorprendente y, a riesgo de hacer spoiler de la peli, diré que la Tierra, en pocos siglos recuperaría su tranquilo devenir, quedando la civilización humana, prácticamente sepultada en estratos arqueológicos, como lo están las antiguas civilizaciones del pasado. Pasaría exactamente lo mismo y, la Tierra, seguiría su plácido caminar a través de los evos, recuperada ya del susto provocado por los humanos, hasta que el Sol, convertido en Gigante roja, dentro de unos diez mil millones de años, dé por concluido el Sistema Solar.

The Green New Deal

Prácticamente desde comienzos de Siglo, las mentes sensatas son conscientes de que el final de la era del petróleo no puede estar lejos. Son demasiados los indicios de que la lesión ecológica que está generando el ser humano en la Biosfera es demasiado grave como para que podamos seguir así, consumiendo alegremente combustibles fósiles de modo indefinido. Huelga referir los ríos de tinta que ha generado y genera los temas relacionados con el cambio climático y el calentamiento global. El hecho cierto es que llevamos décadas tratando de incorporar a nuestras vidas, como fuentes de energía, algo que no sea ni la energía petrolífera ni la nuclear.

Las energías renovables, principalmente la eólica y la fotovoltaica, han comenzado desde finales del Siglo XX a sembrar nuestros campos de bosques de turbinas eólicas y de paneles fotovoltáicos. No obstante, la presión de las empresas petroleras, viendo que se les acababa su dominio del pastel energético, han tratado de ralentizar todo lo posible el desarrollo de la energía verde, imponiendo todo tipo de trabas a la promoción de estas tecnologías. Recordemos el desesperado intento de ponerle un impuesto al Sol, entorpeciendo así que la gente pudiera instalar paneles fotovoltáicos en sus casas. ¿Se puede ser más torpe, insensato y más infame? Pues estas cosas han ocurrido hasta ayer mismo, mientras los efectos de la contaminación eran y son cada vez más intensos y peligrosos.

Es decir, por Ecología 4.0 podemos entender la progresiva implantación de la energía basada en fuentes renovables mientras continúan los intentos de impedir su desarrollo y algo muy importante, el descomunal incremento de la huella de carbono provocado por la incorporación de China al mundo desarrollado. En el año 2000, Estados Unidos era el líder con cerca de 6000 megatoneladas de CO2 y China, ya estaba en segundo lugar con 3000. Ahora, China no está haciendo más que crecer por encima de las 10.000 megatoneladas, frente a Estados Unidos que se mantiene en las 5.500. Por eso, se ha llegado a reconocer que, en esto del calentamiento global, todo depende de lo que haga China (e India) y en algo, lo que haga Estados Unidos. Si China acierta, lo que hagamos los demás carece de importancia y si no, lo que hagamos los demás, también carecerá de importancia a nivel planetario.

El año pasado se publicó un libro, creo que fundamental en todo esto, de Jeremy Rifkin, economista y sociólogo norteamericano, titulado “El Green new deal global”, algo así como un manifiesto a favor de la implantación de la revolución verde a nivel planetario durante la década de 2020-2030. Según sus observaciones, las infraestructuras que soportan las tecnologías basadas en el petróleo, para seguir funcionando a nivel global, necesitan ya mismo, un proceso de renovación tecnológica, dado que las centrales térmicas y demás instalaciones que sostienen a los combustibles fósiles están comenzando a quedarse obsoletas; “activos obsoletos” los califica, de modo que sí o sí, los estados, de seguir con una energía basada en combustibles fósiles, han de planificar costosos proyectos de renovación. La alternativa global es invertir en el cambio tecnológico y proceder a la implantación generalizada de infraestructuras (esta es la clave) basadas 100% en renovables. A partir de este pilar (1), la cuestión consiste en (2) descentralizar los generadores de energía, siendo cada edificio unifamiliar o de vecinos, una minicentral eléctrica; (3) la producción de hidrógeno como almacenador de energía, (4) la implantación global de redes inteligentes (internet 5G y contadores inteligentes) para la gestión de la energía y, por supuesto, (5) vehículos eléctricos, híbridos o basados en pilas de combustible. La aviación lleva un lamentable retraso tecnológico en este sentido.

El año pasado, nos tomamos el turrón con la obsesión por frenar el cambio climático que, dicho ya de paso, no es el hombre el causante, sino el Sol, que se está aproximando a un nuevo mínimo de emisión de energía, lo que está provocando de forma creciente efectos climáticos caóticos, como los que estamos experimentando. Otra cosa es la emisión de GEI (Gases de Efecto Invernadero), que sí están contribuyendo al fenómeno del calentamiento. Pero este mínimo solar, va a provocar una pequeña glaciación, si se comporta como los anteriores, como en el Siglo XVI (Mínimo de Morton). Es decir, hay que tener mucho cuidado con pontificar en exceso sobre el supuesto cambio climático y su relación directa con la actividad humana. Lo que no cabe duda ninguna es el devastador efecto de la contaminación del Planeta por tierra, mar y aire.

Pues, si nos comimos el turrón de 2019 con el miedo en el cuerpo atizado por la Cumbre del Clima de Chile-Madrid (COP25), el Coronavirus ha distraído nuestra atención, pero el cronómetro sigue contando en nuestra contra. El “Global Green New Deal” no puede esperar mucho más tiempo.

Una retirada sostenible

El polémico James Lovelock, en su libro “La venganza de la Tierra”, es claro: la gente tiene que quitarse de la cabeza la idea de poder mantener un desarrollo sostenible, la Tierra nos terminará climáticamente aplastándonos y como no espabilemos, lo único que vamos a poder pretender es una “retirada sostenible”.

La Ecología 4.0, en el fondo no es más que un estado de transición entre el actual desastre ecológico de la Tierra y “el día después”, en el que la Humanidad haya atravesado las tremendas turbulencias de la Gran Tribulación. Si vemos en los gráficos, las gráficas de deforestación y población que sucedieron en el colapso Maya, vemos que todo termina de repente. Ese final “de repente” pone la carne de gallina y los pelos como escarpias, porque el día después no es otra cosa que la desolación.

La retirada sostenible de Lovelock no es otra cosa que la adecuación por la fuerza, de la población mundial superviviente, de un modus vivendi muy alejado de nuestros actuales estándares de vida. Es decir, nada que ver con nuestra forma de vivir.

Se acabó el estado del bienestar que unos pocos hemos conocido. El mundo siempre ha sido un archipiélago de islas de riqueza en medio de un océano de pobreza. Pues las previsiones, con visión sistémica es la desaparición de esas islas.

Indudablemente la tecnología 4.0 tratará de evitar que eso suceda.

Y como diría aquel maestro zen, “ya se verá”.

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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y

en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)

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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en

este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes

desde el 20 de enero de 2020.

Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto

por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/

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