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4/11/09

"Yes, we can" y otros cantos de sirena

Se cumple hoy un año de la victoria electoral de Barack Obama y su “Yes, we can!”. Sin embargo, el lema suena ya tan artificial que parece que ha transcurrido mucho más tiempo.
Los primeros que empiezan a alejarse del presidente son los propios estadounidenses. Las encuestas reflejan esa insatisfacción: Obama ha perdido más de diez puntos de popularidad desde que asumió el cargo, el 20 de enero de 2009. Y el aniversario electoral ha coincidido con la celebración de distintos comicios locales en los que los republicanos, la oposición política a Obama, han dado un golpe de efecto a costa de los candidatos demócratas apoyados por el presidente.
Concretamente, el republicano Bob McDonnell, considerado un "conservador muy conservador", ha sido elegido gobernador de Virginia y recupera este Estado para su partido tras ocho años de dominio demócrata. Los resultados avanzados por la cadena de televisión CNN, con el 99% de los votos escrutados, muestran una ventaja de McDonnell sobre su rival Craig Deeds de 18 puntos. Según The New York Times, el republicano habría obtenido en torno al 59% de apoyos, frente al 41% del demócrata. Virginia, que hace un año votó mayoritariamente a Obama, ha dado la espalda ahora al candidato demócrata Deeds a pesar de haber contado durante la campaña con el respaldo directo del presidente y del Comité Nacional Demócrata. En este Estado, los republicanos han ganado también la gobernación, la subgobernación y el cargo de fiscal general y consideran que estas victorias son el comienzo de su reconquista del poder federal y prueba del rechazo de los votantes a la Administración Obama y su agenda política, asegura el diario neoyorkino en su edición "online".
En el otro territorio que votaba gobernador, Nueva Jersey, feudo del Partido Demócrata, el también republicano Chris Christie se ha impuesto a su rival Jon Corzine, según los resultados provisionales adelantados por las cadenas de televisión. La CNN ha dado por ganador a Christie con el 49% de los votos frente al 45% de Corzine, con el 99% de los sufragios escrutados. Algunos analistas habían considerado que Corzine era prácticamente el seguro ganador debido a la tradición democráta del Estado y el fuerte apoyo que Obama le había proporcionado.
Para colmo, los comicios de esta madrugada han supuesto, igualmente, la reelección del republicano de Michael R. Bloomberg como alcalde de Nueva York. Será su tercer mandato al frente del "City Room", ha informado The New York Times. Bloomberg ha obtenido el 51% de los votos frente al 46% de William C. Thompson Jr., su rival demócrata.
Y no sólo en Estados Unidos. También a escala internacional comienza a extenderse la impresión de que la revolución que nació el 4 de noviembre de 2008 se está quedando en meros fuegos de artificios. Pocos momentos en la memoria reciente despertaron tantas esperanzas como aquella noche. Una conjunción de hastío por el periodo de George Bush y de ansiedad planetaria por el nacimiento de líderes referenciales, elevaron a Obama a una categoría casi sobrehumana. El color de su piel, su mensaje de progreso y su voluntad de construir puentes de entendimiento en el mundo contribuyeron a crear ese clima. Ahora, un año después, hemos despertado del sueño y empezamos a darnos cuenta de que Obama representa, sencillamente, más de lo mismo.
Su reciente actuación con relación a la Gripe A (ver entrada Y Obama se quitó la careta, del pasado 25 de octubre) ha echado por tierra lo único en lo que estaba avanzando: borrar las huellas del pesado lastre heredado de Bush. Y lo ha quedado desnudo ante la realidad de un programa electoral aplazado, prorrogado, disminuido o, simplemente, incumplido.
La falta de resultados tangibles es abrumadora. Las dificultades para el cierre de Guantánamo son la mejor prueba. Un problema que se hace más ostensible al contraponerlo con su hermosa oratoria, cada día mas hueca. Los cambios se demoran (sanidad, energía), las promesas se matizan (inmigración, derechos homosexuales) y los plazos se extienden (Afganistán, Irán). Incluso en aquel terreno en el que el progreso es evidente, el de la economía, se ve oscurecido por la lentitud en la creación de puestos de trabajo. En política internacional, sus emotivos y bellos discursos de Turquía y Egipto se revuelven ahora contra él como un boomerang. Habló de dialogo, pero por la vía de los hechos ha demostrado que está en manos de Israel -a la que ha reconocido el derecho a controlar Jerusalén sin imponerle contrapartida alguna- y de los intereses económicos de las grandes corporaciones petrolíferas y financieras.
El "Yes, we can" está mostrando ser un mero un canto de sirena, otro más. Y La revolución de hace un año ya es para muchos una monumental decepción. Para otros, ni eso, porque nunca le concedimos credibilidad alguna.

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