Es importante comprender que en la vida interior no debemos tomar nunca nuestras propias experiencias (o la falta de ellas) como norma para otro cualquiera.
Quien trabajó duro para llegar a la contemplación y después raras veces goza de la perfección de esta obra, fácilmente puede llevarse a engaño al hablar, pensar o juzgar a otras personas en base a su propia experiencia. En el mismo sentido, el que con frecuencia experimenta las delicias de la contemplación -al parecer, casi siempre que quiere- puede errar si mide a los otros por si mismo.
No pierdas el tiempo en estas comparaciones. Pues puede ser que, si bien al principio lucharon larga y difícilmente y sólo gustaron sus frutos ocasionalmente, puedan experimentarlos después siempre que quieran y en gran abundancia. Así sucedió a Moisés. Al principio sólo se le concedió contemplar el Arca alguna que otra vez y no sin haber luchado duro en la montaña, pero después, cuando se instaló en el valle, pudo gozar de ella a placer.
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