Has llegado a un punto en que tu ulterior crecimiento en la perfección exige que no alimentes tu mente con meditaciones sobre los múltiples aspectos de tu Ser. En el pasado, estas meditaciones te ayudaban a entender algo de Dios y de tu propia divinidad; alimentaban tu afecto interior con una suave y deliciosa atracción hacia él y a las cosas espirituales; y llenaban tu mente de una cierta sabiduría espiritual. Pero ahora es importante que te concentres seriamente en el esfuerzo de morar continuamente en el centro profundo de tu espíritu, en la consciencia ciega y desnuda de tu Ser.
Quiero que entiendas claramente que en esta obra no es necesario indagar hasta el más mínimo detalle sobre la existencia de Dios ni tampoco de la tuya. Pues no hay nombre, ni experiencia, ni intuición tan afín a la eternidad de Dios como la que tú puedes poseer, percibir y experimentar de hecho en la ciega conciencia amorosa de esta palabra: Es.
Afírmate en el Y Soy y cesen tus facultades de inquirir minuciosamente en los atributos del Ser, sea de Dios o del tuyo, que lo mismo son. Deja esto atrás y vuelca todo lo que eres, tal cual eres, en el hecho indudable, cierto y objetivo de que Eres, de tu Ser; y de que Eres en el presente, el único sitio donde la vida existe, de modo que Eres en un momento presente continuo en lo que lo eterno se desenvuelve. Así es como podrás juntar todas las cosas, y de una manera maravillosa, glorificarás a Dios con él mismo, puesto que lo que Eres lo tienes de él y Es él, él mismo, tú y él, Ser. Tuviste, naturalmente, un comienzo en ese momento del no-tiempo en el que emanaste de su propia Esencia, pero, desde
Tu afecto interior quedará colmado con abundancia de Amor y bondad práctica que manará de tu vida en Dios, el cual, como el Dios que Eres, es el fondo de tu Ser, tu Yo Verdadero, y la simplicidad de tu corazón. Y rebosará de mosto tu lagar. Este lagar son tus facultades espirituales interiores. Antes, las forzabas y violentabas con toda clase de meditaciones y búsqueda racional en un esfuerzo de conseguir alguna comprensión espiritual de Dios y de ti mismo, de sus atributos y de los tuyos. Pero ahora están llenas y rebosan de mosto. Las Escrituras hablan de este vino y lo interpretan místicamente como esa sabiduría espiritual que destila la contemplación profunda y el paladeo excelso del Dios trascendente.
Y de qué modo tan espontáneo, gozoso y sin trabajo sucederá esto. Ya no es necesario tu rudo esfuerzo, pues por la eficacia de esta gentil, oscura y contemplativa obra, tu Ser Profundo desbordará en tu ser humano toda
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