Como se indica en Noviembre 2009: Conferencias, actividades e intervenciones pública, en la mañana de hoy continúo impartiendo el Taller de Espiritualidad para Buscadores. En él seguiremos avanzando en el discernimiento sobre la divinidad a partir de los contenidos expuestos en el Blog el pasado sábado 14 de noviembre (
1. El Todo es mente
2. Las tres partes de un acto único:
3. Concentración (“Big”)
4. Expansión (“Bang”)
5. Absorción y Unidad
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6. Principio Único (Padre) y Espíritu o Amor (Hijo)
Resumiendo lo reflexionado en los apartados anteriores,
Por lo demás, el Espíritu o Amor, aún no siendo increado como el Principio Único, disfruta del resto de sus cualidades -infinito, imperecedero, vibración pura,…-pues comparten idéntica Esencia (lo que no sucede con el Verbo, que, además de no ser increado, no tiene la vibración infinita del Principio Único y el Espíritu). Como acercamiento, aunque sea un tanto rudimentario, piénsese en un acuífero que brota cual manantial y en el río que fluye a partir de él. Tres cosas son obvias: el acuífero, una vez que ha aflorado como manantial, forzosamente ha de desplegar las aguas que de él emanan, con lo que surge el río; el río no puede existir sin el acuífero que hace de manantial; y el acuífero y el río son la misma agua, comparten idéntica esencia. Se entiende así que haya tradiciones espirituales que denominan “Padre” (y “Madre”) al Principio Único; e “Hijo” al Espíritu o Amor en expansión (esta cualidad de Hijo es la que
Como ocurre al ser humano, el Hijo debe al Padre/Madre su existencia, mas recordando siempre que es una extensión de él –genética en el caso humano, de calidad esencial, energética, mental y vibratoria en la divinidad- y que la naturaleza del Padre/Madre es Creadora, por lo que el Hijo es el fruto lógico de la propia Esencia paterna y del Amor que surge en
En definitiva, el Principio Único es más que el Espíritu, pues es quien lo engendra, pero el Espíritu y el Principio Único comparten (son) la misma Esencia. El Principio Único es
Pero si el Principio Único y el Espíritu o Amor son la misma Esencia y comparten sus atributos en cuanto a calidad energética pura y vibración infinita, ¿cómo y de dónde surge la materia que conforma el mundo que nos rodea y nuestro propio cuerpo?. Para resolver este interrogante hay que volver al Verbo.
7. Verbo, condensación vibracional y materia
Ya se ha repetido que el Verbo no es
En estos inmensos campos vibracionales tienen lugar gigantescos movimientos, interferencias, interacciones y solapamientos ondulares y gravitatorios que se conjugan y condesan en incontables campos y nodos que adoptan muy distintas cotas y frecuencias vibratorias. De este modo, del Verbo y su despliegue surge una amplísima gama de niveles vibracionales de mayor o menor condensación y, por ende, de superior o inferior intensidad vibratoria (es lo que se anunció al indicar que el Amor tiene todos los modos de vibración y en todas sus amplitudes, mientras que el Verbo es la expresión concreta de un modo de vibración que se corresponderá a su mayor o menor condensación y, por ende, inferior o superior frecuencia vibracional). Y de esa extensa gama de niveles vibratorios surgen los mundos, esto es, la base material del Macrocosmos y sus diversos componentes -cuerpos, objetos,...-, parte de los cuales (los que están dentro de una determinada banda de frecuencia) pueden ser percibidos por nuestros sentidos físicos.
La materia, pues, surge del Verbo, del desenvolvimiento y condensación del mismo. Aparece en los nodos y campos vibratorios en donde la condensación es alta y, por ende, el nivel vibratorio es bajo. Y será tanto más densa cuanto mayor sea la condensación y menor su grado de vibración. Surgida de este modo, la materia ha evolucionado en cada rincón del Universo hasta configurar el prodigioso Cosmos que nos rodea, el sistema solar y el planeta en el que vivimos y todo lo que en él hay, incluida la especie humana. Por tanto, el Verbo, está en la razón de ser de toda la materialidad existente, desde la estrella más remota a nuestro cuerpo físico. Se entiende así el versículo ya citado del Evangelio de San Juan: “al principio era el Verbo; y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios” (1,1).
Por tanto, la materia también es creación divina (por supuesto, dentro del concepto general de materia se incluyen muchos tipos de ella, pues las diferentes combinaciones de modos de vibración generan materias de diferente naturaleza y rango frecuencial). No obstante, su nivel vibratorio es escaso, tanto menor cuanto mayor sea su densidad, en comparación con el Principio Único (Padre) y el Espíritu o Amor (Hijo) y carece de otras muchas de las cualidades de éstos. Debido a ello, escritos pretéritos, como el Génesis, se refieren a la materia como las “Tinieblas”, diferenciándola de la “Luz” que identifica la alta vibración del Padre y el Hijo. Lo que no significa que la materia sea el “Mal”, pues no puede haber maldad en lo que es creación divina. Sencillamente, ostenta las características y condiciones que le corresponden en función de su baja vibración por la intensa condensación del Verbo (es parecido a lo que ocurre con la temperatura: si tomamos la escala Celsius, tendremos temperaturas positivas y negativas; si usamos la escala Kelvin, las temperaturas son absolutas, siempre positivas).
8. Lo No Manifestado y lo Manifestado
Por todo lo expuesto, cabe señalar que
Es tal la variedad de niveles vibratorios generados por el desenvolvimiento del Verbo que, para su mejor entendimiento por la mente humana, es conveniente subdividir el plano de lo Manifestado en “manifestaciones intangibles” y “manifestaciones tangibles”. Las primeras, dimanan de condensaciones débiles, por lo que gozan de alta gradación vibratoria y se mantienen en la esfera de lo inmaterial (al menos desde la perspectiva de nuestros cinco sentidos). Por el contrario, las manifestaciones tangibles derivan de condensaciones fuertes, por lo que tienen una reducida frecuencia vibracional y conforman la materia que nuestros sentidos son capaces de percibir. Es en estos últimos niveles en donde tiempo y espacio ganan protagonismo.
9.
Hay que insistir en que todo existe y se sostiene en el Ser Uno: todo es Él y permanece en Él; nada hay fuera ni distinto de Él. Es
Además, dentro de
Nuestros sentidos corporales carecen de capacidad para notar la existencia del plano de lo No Manifestado. En cuanto al de lo Manifestado, sólo perciben las manifestaciones tangibles, pero no las intangibles. Y lo hacen sin percatarse de que todas estas manifestaciones (incluida la materia y nuestra realidad física como seres humanos) pertenecen y se integran en la unidad energética y vibracional del Verbo, sostenido y existente, a su vez, en
Cuando el ser humano pasa sus días en piloto automático (ego) y no abre otras puertas (intuición, inspiración, meditación, sensibilidad,…) de acceso al conocimiento, confiando exclusivamente en lo que sus cinco sentidos le enseñan, se condena a vivir ajeno a su verdadero ser, que, como después se verá, pertenece al plano de lo No Manifestado. Igualmente, limita su visión del Universo a sólo una parte del plano de lo Manifestado, las manifestaciones tangibles, ignorando las de carácter inmaterial. Y, finalmente, cae en el error de creer que las manifestaciones materiales, en general, y su propia entidad física, en particular, son realidades separadas, individuales e, incluso, dotadas de una identidad singular o personalidad. Tamaña falacia introduce a hombres y mujeres en un mundo ilusorio (“maya”) de muy reducido grado de consciencia y que en nada coincide con lo Real, convirtiendo su existencia en una estéril búsqueda sin objeto entre apegos materiales y con la muerte como amenaza constante y aciago final.
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