Emilio José Pérez García, responsable del blog http://habasis.blogspot.com me envía una referencia acerca del artículo aparecido la semana pasada en la revista científica Nature. Su autor, el geoquímico francés Francis Albarède, confirma lo mantenido por un amigo de este blog, Antonio López, acerca de que el agua de nuestro planeta llegó de afuera, en forma de hielo procedente del espacio exterior.
Concretamente, las investigaciones de Albarède, perteneciente a la Escuela Normal Superior de Lyon (Francia), ponen en tela de juicio la idea comúnmente admitida de que el océano y la atmósfera se habrían formado a partir de gases volcánicos. Según los estudios del científico galo, asteroides cubiertos de hielo llegaron a la Tierra cien millones de años después del nacimiento de los planetas del sistema solar, trayendo el agua de los actuales océanos y mares.
"La Luna y la Tierra eran esencialmente secas inmediatamente después de la formación de la Luna, por un inmenso impacto en la proto-Tierra" (primer estadio geológico de la Tierra). Y sólo mucho más tarde apareció el agua” resume Francis Albarède en la revista británica. Teniendo en cuenta los recientes cálculos, las temperaturas eran demasiado elevadas entre el Sol, en sus comienzos, y la órbita de Júpiter para que elementos volátiles como el vapor de agua pudieran condensarse en unos planetas aún embrionarios.
La llegada del agua a la Tierra correspondería a un período situado entre 80 y 130 millones de años después de la formación del sistema solar. A raíz de la agitación provocada por los planetas más grandes en la trayectoria de asteroides y otros cuerpos helados, estos se habrían cruzado con la Tierra y le habrían aportado sus reservas de agua. Una vez introducida en el manto terrestre, el agua reblandeció éste, permitiendo la aparición de la "tectónica de las placas, que puede haber sido crucial para la emergencia de la vida", destaca Albarède.
Comparando Marte, Venus y la Tierra, tres planetas con historias diferentes, el investigador francés destaca que lo que caracteriza nuestro planeta es la presencia de una tectónica de placas que remodela continuamente los continentes, de un océano líquido y de vida.
(A María Jesús, por nuestro común linaje y en agradecimiento a su milenaria compañía)
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