O tu Yo verdadero toma las riendas de tu vida –a ello se encamina la oración- o el pequeño yo o ego es el que lleva el mando. Para el contemplativo, cualquier cosa que le separe de lo primero y, por tanto, de la divinidad, le roba su paz interior.
Para recuperar esta paz también es válida la metodología de la interiorización de la palabra Dios explicada en capítulos anteriores. Sumérgete en la realidad espiritual de la que te habla, pero sin ideas precisas, sin considerar ninguna virtud en particular de la divinidad, ya que para el que realiza la actividad contemplativa todas son lo mismo.
Que la palabra utilizada represente para ti la divinidad en toda su plenitud y nada más que la plenitud; que nada sino Dios predomine en tu mente y en tu corazón.
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