Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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9/10/09

La Nube del No-Saber: Orientación Particular (XLVI)

La Nube del No-Saber y El Libro de la Orientación Particular son obras escritas en inglés por un autor anónimo del siglo XIV. A medida que las leo y medito, escribo y cuelgo en el Blog estas Variaciones sobre las mismas, respetando sus respectivas estructuras, lo que supone un total de 99 breves capítulos (fecha de publicación del primero: 20/07/09)

Se cauto y no te esfuerces imprudentemente en la obra contemplativa. Confía más en el amor que en la disciplina; en un alegre entusiasmo que en la simple fuerza bruta, pues cuanto más alegremente procedas, más humilde y espiritual se hará tu contemplación. Si, por el contrario, te conduces utilizando una represión morbosa, convirtiendo la contemplación en fustigación del cuerpo y del espíritu, los frutos resultantes serán toscos y no naturales.

La contemplación es felicidad: la que genera el encuentro con la divinidad que tú eres. Y la contemplación es alegría: al abrir con ella las puertas a tu Yo Verdadero y divinal para que aflore con toda su omnipotencia, la alegría que derivada de que tu Ser profundo se haga completa y plenamente con tu vida humana. Por tanto, felicidad y alegría, no sacrificio. Si la transformas en esto, dañará tu salud física, pues carece del rocío de la gracia y está totalmente seca; y alocará tu mente, introduciéndola en un mundo de ficciones e ilusiones vanas.

Aprende amar en felicidad, pues eso, no otra cosa, es el amor. Acomete la obra contemplativa con una suave y dulce disposición tanto de tu dimensión espiritual como corporal, ambas en equilibrio y armonía. Espera con alegría y modestia que tu Yo Verdadero tome la iniciativa. Y no consientas que tu pequeño yo, con la impaciencia que lo caracteriza, fuerce las circunstancias.

Cuando adquieres consciencia de tu Yo Verdadero y divino y que por la contemplación puedes lograr que tu humanidad se llene de él, transformado tus vivencias humanas en experiencia de Dios mismo a través de ellas, es lógico que tu corazón suspire por hacerlo realidad. Pero, aún así, no te dejes arrastrar por este anhelo, apártalo de la contemplación porque interferirá la conexión con tu Ser y la obra contemplativa. La inocencia del niño, no la avidez del adulto, es la llave que abre la puerta a tu divinidad.

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