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26/10/09

Una “mano invisible” deja su huella, siempre la misma, en todas las galaxias

La revista científica Nature publica, en la edición de la presente semana, que un equipo internacional de astrónomos ha encontrado una inesperada conexión entre la misteriosa “materia oscura” y las estrellas y el gas visibles que conforman las galaxias.

El descubrimiento podría revolucionar la comprensión actual de la gravitación universal y conecta directamente con la idea defendida por numerosos científicos y reseñada ya en este Blog acerca del diseño inteligente del Universo.

La información me ha llegado a través de Manuel León, seguidor del Blog, y en ella se puede leer como uno de los astrónomos, el doctor Hongsheng Zhao, del Centre of Gravity de la Universidad de St.Andrews, sugiere que una fuerza desconocida está actuando sobre la materia oscura.

Sólo el 4 por ciento del Universo está compuesto por material conocido. Las estrellas y el gas de las galaxias se mueven tan deprisa que los astrónomos han especulado con que la única manera de mantener las galaxias juntas se debe a la gravedad generada por un hipotético halo invisible de materia oscura. Sin embargo, ésta ha resultado escurridiza hasta ahora para los científicos, que no alcanzan una sólida comprensión de la misma y ni siquiera han logrado la evidencia directa de su existencia.

En este punto, las indagaciones de este equipo de científicos pone de manifiesto que las interacciones entre materia oscura y ordinaria son mucho más potentes y complejas de lo que hasta ahora se había elucubrado. Es más, abren la posibilidad de que la materia oscura no exista en sentido estricto y que el movimiento anómalo de las estrellas en las galaxias obedezca a la modificación de la gravedad a una escala extragaláctica.

El doctor Zhao lo explica indicando que es posible que sea una fuerza desconocida, de carácter no gravitacional, una especie de “mano invisible”, la que está dejando su huella, siempre la misma, idéntica, en todas las galaxias, al margen de sus edades, posicionamientos y tamaños. Dicha fuerza podría explicar un misterio aún mayor, conocido como la “energía oscura”, que rige la acelerada expansión del Universo.

Es inevitable que, ante estos hallazgos y supuestos, se vengan a la memoria aportaciones científicas de vanguardia que hasta el momento la ciencia “oficial” se ha negado a tener en cuenta. Por ejemplo, las del profesor de física teórica David Bohm, que, convencido de que existen otros planos de la realidad a los que sólo podemos tener acceso a través de estados místicos –éxtasis, elevación del grado de consciencia.,…-, subrayó que la globalidad de la Creación y todos los planos dimensionales están conectados “en un estado de interminable flujo o doblado y desdoblado”, siendo la evolución un signo de la inteligencia creadora explorando estructuras diferentes que van mucho más allá de lo que se precisa para sobrevivir.

Para Bohm y otros científicos, existe un orden implicado plegado en la Naturaleza que se despliega gradualmente a medida que evoluciona el Universo. Algo parecido a un holograma, aunque Bohm prefirió hablar de “holomovimiento”: forma parte de la realidad que se envuelve y se desenvuelve constantemente, en un momento presente continuo, entre el orden implicado y el orden manifestado, a un ritmo tal que el mundo visible aparece como uniforme.

Más allá de contribuciones como estas, lo que parece inevitable es que la ciencia acometa una revisión en profundidad ya no sólo de las leyes de la gravedad que fueron desarrolladas por Newton en 1687, sino, incluso, de las contribuciones reformadoras de la anterior efectuadas por Albert Einstein, en 1916, por medio de su teoría general de la relatividad. Tal revisión tendrá que atender obligatoriamente a lo reseñado por científicos como Tesla en cuanto al papel de la vibración en la conformación subyacente de cuanto existe. Y trabajar con la hipótesis de una espectacular realidad mental multidimensional y cosmogónica que genera tal vibración y en la que surge, se sostiene, permanece y se expande la Creación misma.

Todo lo cual vuelve a mostrar como las nuevas preguntas que se plantea la ciencia pueden tener antiguas respuestas. Verbigracia las que se recogen en El Kybalión, que bebe de las antiquísimas fuentes de la sabiduría hermética y cuyas páginas afirman que “el Universo es mental” y que “todo es vibración”, lo que encaja asombrosamente con lo que las novedosas investigaciones comienzan a vislumbrar.

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