Quizá estés preguntándote ahora cómo determinar la medida adecuada de todas las cosas, el sendero del medio enunciado en el capítulo anterior.
Te contestaré brevemente: conténtate con aceptar las cosas según vienen. Si te entregas generosamente a la contemplación, a la obra de amor, estoy seguro de que sabrás cuándo has de comenzar y terminar cualquier actividad. No puedo creer que una persona entregada a la actividad contemplativa pueda errar por exceso o defecto en los asuntos externos.
¡Ojalá yo pudiera estar siempre ocupado y ser fiel a la obra de amor en mi corazón!. Dudo que entonces me preocupase de nada que no fuera mantener mi divinidad plena y encendida. Ciertamente, se consigue antes la moderación ante las cosas del mundo por despreocupación de las mismas que a través de una introspección angustiosa y sufrida, como si esta ayudará a determinar la medida adecuada. Que otros digan lo que quieran; la experiencia es mi testigo.
Por eso te digo, una vez más, que eleves tu corazón con un ciego impulso de amor; que, conscientemente, tiendas tu deseo hacia tu Yo Verdadero y divinal y, así, hacia el propio Dios. Y seguro que tu Ser profundo proporcionará a tu dimensión humana una ayuda que, llegado a este punto necesitaras, muchísimo.
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