Recapitulación sobre el 2012
En la entrada Las profecías sobre el 2012, del lunes 19 de octubre, se efectuó un recorrido por las cuentas o ciclos presentes en la tradición maya (aunque se plantearon una serie de reservas, dado lo mucho que se dice y escribe al respecto con escaso o nulo fundamento). Se recuerdan seguidamente tales ciclos, en orden de menor a mayor duración, sin volver a repetir sus contenidos, ya expuestos allí:
+ Calendario Sagrado o Tzolkin (260 días);
+ Año Vago (365 días);
+ Momento de
+Gran Ciclo o Cuenta Larga (5.125 años);
+Ciclo del Alineamiento (26.000 años);
+Ciclo Galáctico (26 millones de años); y
+Año Galáctico (225 millones de años).
Igualmente, se indagó en la interrelación entre estos ciclos y el solsticio de invierno de 2012, mostrando como tal fecha podría marcar la terminación y el reinicio periódico de tres de ellos: Gran Ciclo, Ciclo del Alineamiento y Ciclo Galáctico.
Posteriormente, en la entrada
+represente el final y nuevo comienzo de un Gran Ciclo que arrancó el 11 de agosto del año
+sea la fecha de la alineación (Ciclo del Alineamiento) entre
¿Qué impactos tendrá esto –o está teniendo ya, en la medida que nos aproximamos a la fecha- para la humanidad y nuestro planeta?. Del primero de los dos hechos citados puede deducirse, utilizando los registros geológicos y arqueológicos en torno al
Por tanto, el 21 de diciembre de 2012 no acontecerá nada especial: ni cataclismos, ni días de oscuridad, ni “Juicio Final” (ahora de volverá a él para ahondar en sus contenidos), ni nada que se le parezca. Simplemente, marca un punto especialmente álgido dentro de un proceso que de cambio climático que ya comenzado y que será prolongado. Como se subrayó en la segunda de las dos entradas antes reseñadas, la humanidad debe prepararse para afrontar el debilitamiento de los campos magnéticos planetarios, el incremento de la energía proveniente del Sol, el deshielo de los casquetes polares, graves alteraciones climatológicas (sequía, desertización e incendios de montes y bosques en unas zonas y aumento de la pluviometría e inundaciones en otras), ascenso significativo de las temperaturas medias, elevación del nivel de los mares y océanos e inundación de litorales, tsunamis como consecuencia de choques entre las corrientes marinas de agua caliente y el agua fría procedente del deshielo, múltiples anomalías atmosféricas, interferencias magnéticas que pueden afectar a las telecomunicaciones o inutilizar el uso de determinadas tecnologías y un amplio etcétera.
Y como también se escribió allí, no se trata de que cunda el pánico, máxime cuando algunos, seguro, intentarán usar el miedo en su propio beneficio, pero sí es preciso que las personas tomemos consciencia de lo que posiblemente se avecina y empecemos a entender que es momento de unión, solidaridad y apoyo entre todo el género humano.
Los mayas se referían al periodo que ahora vivimos como
También hay que considerar la posibilidad de los propios procesos y ciclos cosmogónicos que impulsan el fuerte cambio climático proporcionen un suplemento energético al sistema solar, a
Pero tal suplemento de nada servirá si cada uno no realiza un trabajo propio e interior que eleve su grado de consciencia. Que nadie espere que este trabajo lo haga alguien por nosotros. Ni alienígenas, ni ángeles ni fuerzas cosmogónicas son responsables de nuestras vidas. Que cada cual asuma al 100 por 100 la responsabilidad de su vida. Por algo somos Hijos de Dios no ya porque nos haya creado Él, sino porque somos Él.
Reflexiones sobre el "Juicio Final"
Como se ha reiterado, el 2012 no es el día del “Fin de los Tiempos”. Aunque sí un magnífico momento para adquirir consciencia acerca del significado de esta figura, reiterativa en muchas tradiciones espirituales y que el cristianismo califica como “Juicio Final”.
De hecho, con tal expresión no se hace mención al 2012, pero sí a un fenómeno real de carácter cosmogónico y trascendente cuyo verdadero contenido ha quedado postergado tras siglos de ignorancia. Tiene su base en el hecho de que en
Por supuesto, lo anterior es perfectamente aplicable a cada uno de nosotros. Como ser humano soy suma de partes, ya que estoy conformado por multitud de órganos y células que en mi unidad vital se vivifican. Y formo parte de una suma superior, la humanidad y, aún más, el planeta Tierra, ser vivo en el que vivo y me vivifica. Igualmente,
En este espectacular marco se desarrolla la vida en una innumerable cantidad de modalidades de existencia, encuadrables en muy distintos planos dimensionales y de frecuencia y rango vibratorio. Y en él también se despliega la consciencia, pues, como ya se ha reiterado,
Ahora bien, junto a esta perspectiva “de abajo hacia arriba” (incremento mi grado de consciencia y contribuyo a la expansión de la consciencia de la suma de la que formo parte y, con ello, de
Ambas perspectivas –de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo- son plenamente coherentes entre si y están perfectamente interrelacionadas, dando cuerpo a la “interacción consciencial” de la suma y sus partes. Por tal interacción, cada persona, si eleva el grado de consciencia, contribuye a la expansión de la consciencia de la suma a la que pertenece y de
La alegoría sobre las vírgenes en el Evangelio de Mateo
La suma a la que pertenecemos, conviene repetirlo, puede experimentar un salto consciencial aunque la humanidad, parte de la misma o un ser humano concreto no hayamos o haya logrado el grado de consciencia suficiente como para poder participar activamente en él. ¿Qué sucede entonces?.
De forma alegórica, son numerosos los textos sagrados que responden a esta cuestión. Verbigracia, el Evangelio de San Mateos, que señala: “El Reino de los Cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar sus lámparas, no tomaron consigo aceite, mientras que las prudentes tomaron aceite en sus frascos, además de sus lámparas. Como el novio tardaba, todas sintieron sueño y se durmieron. Mas a mitad de la noche se levantó un clamor: “¡aquí está el novio, salgan a su encuentro!”. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: “dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas están a punto de apagarse”. Replicaron las prudentes: “no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; id a los vendedores y comprad para vosotras”. Mientras ellas iban a comprar, llegó el novio y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas; y la puerta fue cerrada. Después llegaron las otras vírgenes y dijeron: “¡señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “les digo la verdad, no las conozco”. Manteneos pues alerta, porque no sabéis ni el día ni la hora” (25,1-13).
En esta metáfora dirigida a explicar como llegará el Reino de los Cielos, éste se encuentra representado por el “novio”, que, aunque tarda, puede aparecer en cualquier instante. Los seres humanos somos las “vírgenes” que lo esperan, siendo la “lámpara” nuestro nivel consciencial y el “aceite” el trabajo interior de cada uno (dinámica vibratoria interactiva) para encender la consciencia, es decir, para elevar su gradación. Las vírgenes “prudentes” son las personas que a lo largo de la cadena de vidas avanzan consciencialmente y, a través de los correspondientes estadios de conciencia y experiencias, logran y conservan un alto grado de consciencia. En cambio, las “necias” son los seres humanos que en su cadena de vidas no incrementan el nivel consciencial o, incluso, retroceden en él, permaneciendo en un bajo grado de consciencia. Por último, el clamor que se levanta en un determinado momento –“¡aquí está el novio, salgan a su encuentro!”- refleja la venida del Reino de los Cielos, que es un salto de consciencia de la suma en la que los seres humanos estamos integrados. El influjo vibracional de este salto tirará energéticamente –“banquete de bodas”- de las personas que gocen de un alto grado de consciencia, mientras que no tendrá tal efecto –“la puerta fue cerrada”- para los que cuenten con un bajo grado consciencial.
De ahí que se nos inste a mantenernos “alerta” -consciencia despierta y elevada- porque no sabemos “ni el día ni la hora” en el que la suma de la que formamos parte experimentará el salto de consciencia, generando en toda ella, también en
A este respecto, cuando se hace mención a la elevación del grado de consciencia, es obvio que la clave radica en el Amor. Emotivamente lo recoge el propio Evangelio de San Mateo refiriéndose a los que gozan de un alto grado consciencial: “Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme (…) Cada vez que lo hicisteis por uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (25, 34-36 y 40).
“A la tarde te examinarán en el amor”, lo resumió San Juan de
El “Reino de los Cielos” está cerca
Por tanto, el “Juicio Final”, considerado en el mundo católico como verdad de fe desde el Concilio Lateranense IV, no responde a la manida exégesis de un Dios justiciero que coloca a su derecha a los rectos y a su izquierda a los impíos, premiando a los primeros por sus buenas obras y castigando a los segundos por sus pecados. Tal interpretación es una imagen alegórica para describir un fenómeno cosmogónico y vibracional derivado de la conformación íntima de
Dado que tal evolución se plasma en el grado de consciencia acumulado por el alma, aquellas almas que reciban la influencia vibratoria del reiterado salto consciencial será porque gozan de un alto grado de consciencia. Y, a partir de ese tirón energético, no volverán a encarnarse en el plano humano, sino que lo harán con el Espíritu en otras modalidades de existencia, de las muchas que pueblan el Cosmos, de menor densidad material y mayor pureza vibratoria (“Cielo”).
En cambio, las que por tener un bajo grado de consciencia no reciban el influjo del salto consciencial, seguirán encarnadas como seres humanos, aunque en una humanidad en la que ya no estarán sus componentes más activos consciencialmente y habrá quedado reducida a sus miembros de menor grado consciencial (de ahí lo del “Infierno”).
Que el salto consciencial está próximo es algo anunciado por distintas religiones –así lo indica Jesús: “está cerca el Reino de los Cielos” (Mateo, 4,17; Marcos, 1,15)-. En textos como el Libro del Conocimiento se señala que, dado su avance consciencial, para muchos seres humanos –su Espíritu y alma- la vida actual será la última de la cadena de vidas en las que se ha plasmado su encarnación en el plano humano. Otras escuelas espirituales relacionan determinas profecías con el momento del salto consciencial, si bien cuando tal salto vibracional acontezca -sin descartar que ya haya comenzado a producirse- abarcará un periodo de tiempo coherente con su dimensión cosmogónica y, por ende, relativamente amplio en términos de nuestra cronología.
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