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25/10/09

Y Obama se quitó la careta

Silencio, hasta hoy

Nunca se me ha pasado por la cabeza que Obama defienda intereses diferentes a los de Bush o cualquier otro líder norteamericano. Conozco de sobra los mecanismos y filtros de selección que se usan en la esfera política de cualquier país y sé bien que en Estados Unidos rozan la perfección. La campaña publicitaria del “podemos” estaba tan vacía de contenido como el suponer que una persona va a ser “mejor” que otra por tener distinto color de piel. Y mi amiga Cristina Martín, autora del libro El Club Bilderberg: los amos del mundo, ya me había informado de los nexos que ligan a Obama con esta élite obsesionada por el poder y empeñada en dirigir los destinos de la humanidad, el planeta, el sistema solar y lo que se le ponga por delante.

No obstante, he guardado un prudente silencio en este Blog. Al igual que todos, he visto como Obama postergaba sine die promesas electorales como la extensión de la sanidad pública gratuita a las decenas de millones de norteamericanos que no la reciben. He asistido a sus coqueteos y amoríos, en forma de nuevas ayudas y subvenciones, con una banca a la que criticó con fiereza en la campaña electoral. Y he comprobado como, ante el rápido desgaste de su imagen, la élite se lanzaba a darle nuevo brillo moviendo sus hilos para que le concedieran el Nobel de la Paz, a pesar de llevar sólo unos pocos meses en la presidencia y no haber hecho absolutamente nada, más allá de unas pocas declaraciones de intenciones y algunos discursos repletos de palabras huecas, para merecerlo. No obstante, he guardado silencio.

Hasta hoy, cuando el propio Obama, el solito, se ha quitado la careta.

Bush y Obama: la Gripe A une sus destinos

Como se recordó en la entrada del pasado 15 de agosto Enfermedades globales: manual de uso, el 5 de noviembre de 2005 el por entonces presidente George Bush visitó la sede del Instituto Nacional de Salud y se quedó tan pancho afirmando que dos millones de norteamericanos morirían debido a la Gripe A (en la versión que estaba de moda, la H5N1). Como ahora sabemos, ni uno solo perdió la vida por tal motivo. Pero tal afirmación le dio cobertura para aprobar una partida presupuestaria de 7.100 millones de dólares para planes de prevención y adquisición de medicamentos (buena parte de los cuales fueron a parar a manos de Gilead Sciences, laboratorio que, cuando era dirigido por su amigo Donald Rumsfeld, había firmado un acuerdo de colaboración con la multinacional farmacéutica suiza Roche para fabricar y distribuir el Tamiflu).

Pasado el tiempo, la media anual de fallecidos por la Gripe A H5N1 no ha llegado a 40 personas en todo el mundo (entre 250.000 y 500.000 mueren anualmente por la gripe común). Lo que no ha evitado que los impulsores de la Gripe A H5N1 o “gripe aviar” se saquen de la manga un nuevo invento, la Gripe A H1N1 o “gripe porcina” y repitan exactamente la misma estrategia de miedo e idéntica campaña de manipulación. Eso sí, parece que en esta ocasión se han esmerando para que el número de defunciones se pueda contar en algunas miles y no cante tanto la gallina.

Claro, que ya no está Bush para fomentar el miedo colectivo y firmar cheques llenos de ceros, a costa del dinero de los contribuyentes, para los laboratorios “amigos”. Pero no importa, está Obama, que tanto da que da lo mismo.

Su gabinete acaba de divulgar que el pasado viernes 23 de octubre, casi exactamente cuatro años después de que lo hiciera su predecesor, Obama suscribió una resolución declarando a la Gripe A como emergencia nacional. El documento otorga a médicos y hospitales mayor libertad de acción, posibilita que las autoridades sanitarias puedan eliminar temporalmente ciertos requisitos -permitiendo, por ejemplo, el montaje de instalaciones hospitalarias provisionales en colegios o centros comunitarios- y habilita el desembolso de fondos federales aunque no se cumplan las pautas hasta ahora establecidas.

Y si Bush ordenó la compra de 20.000.000 de dosis de Tamiflu, esta cifra no le ha parecido bastante a Obama. A pesar de que millones de dosis caducas de Tamiflu han terminado en la basura y que once millones de vacunas contra la Gripe A H1N1 duermen actualmente el sueño de los justos en clínicas y hospitales estadounidenses, el presidente, “altamente concienciado ante el potencial de la pandemia”, según fuentes a él cercanas, ha encargado que para diciembre de este mismo año se dispongan de no menos de ¡150.000.000 de dosis! (sí, ha leído bien, ¡ciento cincuenta millones de dosis!).

Un pronóstico

A parte de que no habrá pandemia ni nada que se parezca, ¿les vaticino lo que va pasar dentro de unos días o unas pocas semanas?.

No hace falta ser adivino: las empresas privadas farmacéuticas y sanitarias le devolverán el favor a Obama con unas migajas de la fabulosa y multimillonaria tarta que les ha regalado. Esto es, darán luz verde para que el presidente saque adelante algunas reformas del sistema de salud estadounidense. Nada que ver, desde luego, con la sanidad universal, gratuita y de calidad prometida antes de las elecciones, pero sí algo que le permita simular que está cumpliendo y preserve su imagen para poder seguir tomándole el pelo al personal.

(Lo siento Koldo, querido y admirado amigo, pero el cambio de consciencia no nos va a llegar por tipos como Obama ni por iniciativas de las estructuras de poder establecidas. Mucho trabajo interior e íntimo y, con base en él, mucho compromiso social y compartir en colectividad: ni hay otro camino ni existen los atajos).

2 comentarios:

  1. efectivamente, Emilio, no existen atajos el trabajo es interior e íntimo. un beso

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  2. Sin atajos, ni atroches, que dicen los extremeños.
    e

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