Procura no tomar literalmente las cosas espirituales de las que te hablo; se necesita una gran cautela al interpretar las palabras empleadas en un sentido espiritual para no distorsionarlas por un significado literal. Has de cuidar, en particular, las palabras “dentro” y “arriba”.
Por ejemplo, una persona que acaba de abandonar la obsesión por lo mundanal y cree que por el hecho de haberse entregado a la oración y la disciplina durante algún tiempo, ya está preparado para iniciar la contemplación. Ha oído hablar o ha leído, por ejemplo, que “el hombre debe recoger todas sus facultades dentro de sí mismo”; o que “debe saltar por encima de sí mismo”. Entonces, arrastrado por la ignorancia de su vida anterior, por la sensualidad y por la curiosidad, distorsiona su significado. Siente dentro de sí una curiosidad natural por lo oculto y misterioso y supone que la gracia lo llama a la contemplación. Se aferra tan testarudamente a esta convicción que si alguien de mayor experiencia y recorrido contemplativo no está de acuerdo con él, se pone muy triste. Entonces comienza a pensar y a decir a otros, tan ignorantes como él, que no le entienden. Se aleja y movido por la audacia y la presunción, deja la oración humilde y la disciplina espiritual demasiado pronto, para empezar (así lo supone él) la obra de la contemplación. Si de verdad persiste en ella, su obra ni es divina ni es humana, será algo no natural.
Es una senda directa a la muerte del cuerpo y del alma, pues es una aberración que lleva a la locura. Pero él no se da cuenta de esto y pensando insensatamente que puede poseer a Dios con su entendimiento, fuerza su mente a concentrarse nada más que en Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.