José Manuel Piñero, buen amigo del Blog, ha compartido ya con nostro@s varias narraciones salidas de su pluma (ver Lilith, no Eva, fue la “primera mujer” y Ángeles y demonios, del 6 y 27 de diciembre de 2009, respectivamente, y Cuento suizo, del pasado 11 de marzo), Nos remite ahora este bello texto surgido de las pequeñas cosas de un Vieres Santo en el sevillano barrio de Triana.
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Os lo contaré como lo vi y lo sentí. Solo las pequeñas cosa son las que llegan a formar las cosas mas grandes del universo, al igual que la nanotecnologia es la base que va creciendo hasta formar el inmenso universo, en la existencia, todo nace de lo pequeño, de lo nimio, de lo apenas perceptible. Pero podemos pone un ejemplo mas entendible para todos. Veintinueve caracteres (hay quien dice que son veinticinco) son los que forman nuestro abecedario, y las denominamos letras, uniendo dos, formamos una silaba uniendo varias silabas una palabra, uniendo varias palabras, creamos una frase, uniendo varias frases confeccionamos un párrafo uniendo varios párrafos creamos una pagina, varias pagina forman un capitulo, varios capitulo un libro, varios libros una biblioteca y así casi hasta el infinito. Pero lo más importante es que estas palabras nos sirven para expresar todo aquello que somos y sentimos, convirtiéndolas en nuestra cultura y en la civilización.
Es Viernes Santo, la calle San Jacinto de Sevilla, era una marea de gentes buscando expresar su espiritualidad difunta, por eso estaban vestidos con sus mejores galas, como todas las personas de bien asiste a un sepelio de difunto. Todos quieren dar solemnidad a lo que a través de los siglos ha sido una parte muy importante de la fe de sus mayores. Esta había quedado invisiblemente filtrada de padres a hijos, y en los tiempos actuales no deseaban dejar sus almas abandonada a las miserias que les rodean.
De pronto; mientras observaba el paso de una las maravillosas cofradías, que salían en mi barrio, Triana, casi sin haber podido apenas percibir unos pasos silenciosos de un cofrade, que se acercaban a mi nieto, vestido de nazareno, con túnica blanca y fajin de esparto, en la ringlera de penitentes, era imposible que se destacara entre tantos capirotes y caras tapadas, si era hombre o mujer, amigo o enemigo, le dio una estampa, que agradecí con una leve sonrisa, pues no era de mi agrado, que desconocidos, o desconocidas, se aproximasen o inclusive hablasen con él, mucho menos, sin traen la cara oculta con un antifaz de nazareno.
La procesión siguió su lenta marcha, y los empellones que continuamente recibía, por el incesante paso de las gentes, amen de un golpe en el tobillo que me dio, un cochecito de bebé que arremetió contra mi sin ningún miramiento, resolvió que me encaminara hacia el Altozano donde vive mi hija, cogi a mi nieto de la mano, para que no se extraviara, y en la otra seguía él asiendo con fuerza, como si de un valioso tesoro se tratara la estampa… el aroma agridulce del azahar llenaba todo el aire de la calle, nos cruzábamos con las caras ojerosas de jóvenes que han velado la noche, acompañando aquí y acullá todas las cofradías de la madrugada, andaban con pasos cansinos, arrastrando los pies, como sin fueran costaleros, nombre que en mi ignorancia, tampoco comprendo, pues siempre van para adelante y no de costado. Misterios de
En tiempo remotos para reunir un numero, ni tan siquiera aproximado de fieles a una religión, era necesario una aparición divina, una revelación en los cielos, sin que cupiese ninguna duda sobre ella, era necesario las apariciones de signo celestiales ya bien mediante, una cruz iluminada en el cielo, para ganar una batalla o a través de signos divinos de un corazón en llama atravesado por una daga o por la luminosa presencia de una virgen que nos consolara, con sus brillantes y apaciguadores rayos de luz.
Pero nada de eso había sucedido en esta ciudad en este año del señor de 2010, ¿que era entonces lo que pasaba en esta ciudad? ¿Se ha vuelto loca de repente?, y nada contra toda corriente de la razón imperante. Importa el dinero y en estas crisis el Dios del Dinero había quedado destruido, en los mismos templos, que lo han venerado durante tantos años. El Dios del Fuego había sido destruido por las llamas. ¿Que pasaba en esta ciudad? ¿Por qué nada contracorriente? Muchas ciudades del resto del reino, no solo, no la comprenden, sino que de alguna manera menosprecian estos sentimientos. No son actuales, son medievales, y dentro de sus helados corazones, piensan… están pasados de moda, no tienen sentido de la realidad. Lo importante es el dinero y procurarlo de la mejor o peor forma no importa… pero que siempre venga a nosotros, pregonaban las diversas comunidades.
Entonces los estudiosos concienzudos, pensaban… que el laicismo, era uno de los grandes logros de nuestra Europa, puestos que si el estado dominaba nuestro convivir diario, y la religión nuestro espíritu; el espacio que quedaba para la libertad, era nulo, inexistente…y los hombres no podemos vivir sin libertad. ¿Qué pasaba en Sevilla este Viernes Santos? Todos están locos. ¿Esta ciudad es más religiosa que ninguna? No. Las Iglesias el domingo preceptivo… no están más que pobladas de personas que se acercan a pasos acelerados, a la conclusión de sus vidas. Creen y temen en la misma proporción. Está muy lejana todavía la hora de una exposición objetiva de este espíritu, nacido de todos y como todos los espíritus, son muy moldeables, y se adaptan al tiempo. Pero necesitan de una antigüedad de siglos, para merecer el honor de llevar esta condición. El sueño de apresar el universo espiritual en sistemas concéntricos y de fundir la belleza viviente de lo espiritual y del arte en la hechicera fuerza formuladora de las disciplinas exactas, simplemente es imposible. ¿Entonces que ocurre en esta preciosa urbe, que una vez más va contra el viento?
Por otro lados en estas manifestaciones religiosas; los religiosos, ya sean del clero secular o perteneciente a las diversas ordenes religiosas que la pueblan, prácticamente no tienen ni arte ni parte, en estas ceremonias; y ahondando mas en el temas, muchos de ellos están contra, este desaforado acto de fe; creando un exceso de celo por parte de las mismas, creándoles fantasmas hostiles, que lo aturden… no comprenden, que ellos los poseedores, de los auténticos sentimientos de la religión y sus únicos e inequívocos portavoces, tengan, menos predicamentos, que estas pandillas de usurpadores; ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? ¿Dios ha cambiado de bando? No quieren creer, que el pueblo hayan creados espíritus mas sociales, mas benévolos, mas humanos, que los que ellos llevan siglos predicando. No piensan nunca, que han desviado el camino, que el espíritu, es el mismo, pero que de alguna manera ellos lo han abandonado, su trabajo de custodio de una fe, buena, sincera, humana, y compasiva con las debilidades; que habían heredado, la habían despreciado, convirtiéndose únicamente en portavoces de la nada.
Esta ciudad, en la que han convivido todas las grades religiones occidentales, y de la que nacido una laicidad religiosa, le haya arrebatado su monopolio; no lo comprenden, en sus cabezas fundamentalistas, no tienen cabida otra ideas que las propias… pero eso ya se vivió y se sufrió en esta ciudad hace bastantes siglos, esta vacunada, contra todas las religiones, y a la vez cree en todas y en ninguna. Ha creado su propio Espíritu, benévolo, humano, y a la vez universal. La alianza de las civilizaciones, nació aquí hace más de cinco siglos. Pero ella, Sevilla, ni se inmuta, tiene la sabiduría, del que ha vivido experiencias que otros no tienen, ni la quieren, La inseguridad y la falsedad de la vida espiritual de aquella época, que, sin embargo, en muchos aspectos ostentó energía constructiva y grandeza, nos las explicamos los modernos como un síntoma del horror que invadió al espíritu, cuando al final de una era de victoria y prosperidad aparentes se encontró de pronto ante la nada: una gran necesidad material, un período de tormentas políticas y bélicas y una desconfianza surgida del día a la noche de sí misma. Correspondieron con una profunda necesidad de cerrar los ojos y de refugiarse en un mundo ilusorio e inofensivo en lo posible, huyendo de problemas insolubles y de acongojados temores de ruina, porque se enfrentaban casi sin defensa a la muerte, la angustia, el dolor, la enfermedad, sin que ya pudieran confortarlos las Iglesias o aconsejarlos el espíritu. Esta gente, no disponían del tiempo, ni ánimo para fortalecerse contra el miedo, para combatir dentro de sí misma la angustia de la muerte: se dejaban vivir temblando y no creían en ningún mañana.
Todo esto ha fortalecido a esta ciudad, la ha hecho inmune ante los cantos de sirenas, que otros que no lo han vivido en su historia, los escuchan, anonadado y sin las defensas necesarias, para pensar, que todo esto no es nuevo sino antiguo de siglos, y que Sevilla lo había vivido como protagonista, y como una de las ciudades mas importantes del mundo conocido. Quizás por eso viven sus mayores fiestas religiosas, sin una participación activa de clérigos ni religiosos. Es la sabiduría de la experiencia. Lo íntimo y lo externo trabajan armoniosamente. Había entendido que todo se contradice, todo pasa corriendo, en ningún lugar hay certidumbre. Todo puede interpretarse de una manera y también de la manera contraria. Se puede explicar toda la historia del mundo y de la ciudad, como evolución y progreso, y también considerarla nada más que como ruina e insensatez. ¿No hay una verdad? ¿No hay una doctrina legítima y valedera?
Llegue a casa de mi hija para dejar a mi nieto, puesto que era la hora de la comida, y todo estaba lleno de sol, no voy a negar, que con un gran esfuerzo le quité la estampa que tenia en la otra mano, no existía en ella ninguna imagen lacerante de ningún Cristo, ni tan siquiera la apariencia dolorosa de una Virgen en cuyo rostros perlaran lagrimas brillantes y gloriosas, solo aparecía una frase: Querido pequeño, tú vestido de nazareno y con la cara descubierta, para que todos te vean, y disfruten de tu presencia, eres un Creador de Espíritus. Dedica todo tu esfuerzo en buscar almas que merezcan pertenecer al universo, es la meta mayor a la que cualquier hombre, puede aspirar.
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