Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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12/4/10

Más sobre el Amor Incondicional


Traer el Cielo a la Tierra no es complicado. Es una tarea que está al alcance de cada uno. Y no hay que estudiar, ni llenarse de conocimientos, ni asistir a Escuelas, ni acumular experiencias,… Es algo mucho más sencillo y directo: se trata de Amar en nuestra cotidianeidad; llenar de Amor el ahora de nuestra vida diaria sin hacer distingos entre lo que no rodean, sean personas, animales, plantas, situaciones, sucesos,...

Acerca del Amor Incondicional se han insertado numerosas entradas en el Blog (la última se tituló Sobre la naturaleza del Amor Incondicional, del pasado 1 de abril). Y Fernando Vázquez Brea, amigo personal y del Blog, y Alexis han coincidido en colgar en estos días en sus respectivos blogs sendas entradas dedicadas precisamente al Amor Incondicional. Están llenas, precisamente, de Amor. Las comparto a continuación con vostr@s (el dibjujo adjunto es obra de Eliana).

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Fernando Vázquez Brea (http://fernandovazquezbrea.blogspot.com)

Alguien debe explicar qué es esto del amor incondicional porque, desde una parte de mi Yo, percibo la duda, cuando no la ironía, sobre el amar a todos por igual. ¿Cómo explicar a una madre o a un padre que tiene que amar por igual a sus hijos y a los del vecino? Bromas aparte, ¿cómo explicar que tenemos que amar a nuestra pareja igual que al prójimo? ¿Cómo explicar que hasta el más pequeño ser, animado o no, debe ser objeto de nuestro amor? ¿Cómo explicar que algo sutil, impalpable, etéreo, de otro mundo es mejor que otro algo, mucho más tangible, de éste?

Debemos empezar por hacer correctamente las preguntas. A la pregunta, más o menos válida, de ¿qué es?, no puede seguir una escala de valores, de prioridades, porque caeremos en el engaño. Está claro que, anclados en este mundo, con las cargas y apegos de este mundo, caemos en el error de rechazar todo lo que creemos no se ajusta al canon preestablecido. Nos aferraremos a nuestra condición de cónyuges, a nuestro compromiso con nuestra pareja para rechazar todo otro amor que no tenga por objeto nuestra pareja. Y quien dice pareja, dice hijo, amigo o maestro; patria, pueblo o equipo de futbol.

Dice el diccionario de la RAE que incondicional significa “absoluto, sin restricción ni requisito”. Y, esto ¿qué quiere decir? Es fácil ver el grado que adopta el amor incondicional: es el máximo que se pueda conseguir, así sin límite. Pero si nos quedamos en esto, estaremos dejándonos influir por restricciones, digamos, culturales. Madres y padres solemos caer en un tremendo error: pensar que somos los mejores y, si no lo somos, hemos de dejarnos la vida en serlo. Es muy duro lo que viene a continuación, me ha asustado y he pensado no escribirlo. Lo siento, creo que es la verdad. Empeñarnos en ser, ante todo y sobre todo, madre o padre es caer en la sutil trampa del ego que lucha por sobrevivir, alimentando nuestro orgullo por ser buenos padres o sirviéndonos de acicate para implicarnos en la trama de este mundo con el objeto de ser los mejores. Es cierto, nadie puede decir lo contrario, que el amor hacia cualquier ser, para que sea amor ha de ser incondicional y en ese sentido el amor maternal/paternal es de los pocos amores que lo consiguen. Pero ¿qué ocurre cuando, en lugar de un hijo único, es una familia numerosa? ¿Acaso la madre o el padre, dejando de lado ciertas mejores sintonías, no los quieren por igual? Ninguna madre criaría a uno de sus hijos y despediría al resto. En todo lo que venimos hablando, hemos limitado toda la argumentación a una única acepción de las palabras que intervienen en la definición. Hemos insistido en la intensidad, pero nos hemos olvidado de la amplitud, de la extensión.

Cristo, nuestro Maestro, nos dijo claramente “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” Y el ejemplo que nos dio fue explícito, claro y rotundo: hasta sufrir la muerte de cruz.

Claro que, ahora viene lo más difícil ¿cómo ejercemos el “Amor incondicional”? Vaya por delante que es muy difícil. No se nos escapa que es difícil amar a quien nos odia, incluso es lógico, maldito pensamiento, no amar al que no conocemos o al que vive en la distancia. Pero podemos ahondar algo más. Nos resulta difícil dejar de criticar, o sea no amar incondicionalmente, al político que nos roba, al vecino que tiene mal genio con los niños; al vecino que es un “nosequé” porque la del cuarto le ha visto salir y entrar acompañado de unos con unas “pintas”…; al del Sevilla porque yo soy del Betis o al revés; a los perros porque nos molestan en aspectos más o menos escatológicos, como si los humanos no molestásemos a los humanos; al extranjero o al que no lo es que nos acosan en los semáforos o dicen que nos ayudan a aparcar el coche, sin preguntarnos por qué lo hacen; … La lista es larga, interminable, pero solo nos ha servido para ver todo lo que no hacemos y todo lo que podemos hacer.
Algunos nos dirán, e incluso vosotros mismos os lo diréis, que mucho presumir de amor incondicional pero falláis estrepitosamente en vuestro amor a una persona concreta. No hagáis caso. Si fuéramos perfectos y practicáramos el amor incondicional con todos y a todas horas, no necesitaríamos estar aquí. El mundo en que vivimos es así. Está hecho de amores y odios pasionales. Tenemos que traer el Cielo a
la Tierra y si Cristo lo hizo sometiéndose a los dictados de este mundo, nosotros no vamos a ser más. Y en este proceso iniciático del Amor Incondicional, cuando empezamos somos tan malos “amantes” como los demás. El mérito está en seguir adelante, incorporando cada día a uno más a la lista de amados.

Llegamos ya al final. El que quiera amar incondicionalmente tiene que dar dos pasos. Nos hemos referido a las madres y a los padres en repetidas ocasiones y como ejemplo de amor incondicional, ¿porqué? Porque son los creadores de ese hijo. La madre en especial, pero ambos pusieron algo más que un óvulo y un espermatozoide, pusieron su voluntad, fueron conscientes de lo que hacían y de lo que querían. Claro que en esta forma de amor hay algo que lo adultera: la cadena puramente biológica. En el amor incondicional pasa lo mismo. Nuestros semejantes, nuestros prójimos, nacen y viven porque nuestro Yo lo quiere. Pero ese Yo es el mismo en todos y cada uno de nosotros. Cuando somos conscientes de esta realidad, no podemos dejar de amar a nuestro prójimo, tenemos con él una relación similar a la de padres e hijos.

Pero está claro que vivimos inmersos en este mundo. Nuestro cuerpo está sometido a sus leyes y sus leyes son tiránicas, arteras, rastreras,… Por eso es necesario disciplinarnos en dominar aquello que más nos repugna, darle la razón al otro, perdonarle aun a sabiendas de que tengamos la razón; perdonarle aun habiendo sido objeto de su ira y mucho más si nos hemos dejado llevar por su misma ira; perdonar su defectos como Dios no toma en cuenta los nuestros porque ¿estamos seguros de que son “sus” defectos y no los nuestros los que están incordiando en la relación?.

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Alexis (http://escritores-canalizadores.blogspot.com/)

Yo soy María Magdalena. Ya saben que siempre por ahí repito cosas que ya han escuchado, o de mi o de cualquier otro maestro. Y ustedes saben que repetimos muchas veces lo mismo para que puedan incluir cada vez más las enseñanzas.

Y hoy es un buen día para hablar del amor, siempre es un buen día, pero hoy yo creo que están, o lo siento, muy dispuestos a conversar sobre el amor y… sí, también incluye el amor conyugal, pero en realidad quiero hacer hincapié en el amor para el prójimo, el amor hacia la gente que les rodea. El amor que ustedes tienen en sus corazones y quiere brotar cada vez más, quiere salir, quiere dispersarse, quiere llegar a toda la gente que vive alrededor de ustedes, a toda la gente con los que se cruzan en la calle, en un supermercado a donde vayan.

Ustedes tienen como un… cómo lo digo, como un… velo de amor alrededor de ustedes y tienen que permitir que ese velo se desprenda, que ese velo se haga gotitas de amor que llegan a todos los que están alrededor de ustedes. Repito no solamente a los que viven con ustedes, o los amigos o la gente que conocen, también llega y quiere llegar a la gente con la que se cruzan en cualquier lugar. en la calle.

No importa que la persona con la que se cruzan no se da cuenta que pasa, que se cruza aunque sea a un metro de ustedes, pero se lleva una gotita de amor de ese halo de amor que los rodea y ustedes háganse consciente que tienen eso y que lo pueden dar y denlo con ganas, den amor con alegría disfrutando saber que ustedes están dando amor.

El amor que brota de su corazón encuentra su destinatario, encuentra otra persona, otro humano, que justo le hace falta esa gotita de amor, aunque no esté consciente, pero lo recibe igual. Ustedes traten de verse como un globo de amor caminando por las calles y por la vida y un globo que no está cerrado, que va perdiendo, que va sacando, que va dispersando amor. Traten de verse de esta manera y pónganse contentos con esto.

¿Saben que importante que es ser lo que ustedes son: Fuentes de amor y luz? Cada uno es una fuente, del corazón de cada una brota amor y brota luz también. Todos, todos, todos los humanos podrían hacer eso, pero hay mucha gente que… y les diré que hasta saben que algo, algo hay, no lo saben nombrar, no saben darle un título, cosa a ustedes humanos les gusta. Sienten algo y no saben que es, pero están ustedes que lo saben, que pueden brindarlo, y todo el mundo puede nutrirse del amor que ustedes están irradiando.

Les vuelvo a repetir, pónganse contentos, disfruten eso, disfruten ser una fuente de amor cada uno. Es algo muy necesario en esta vida, ser consciente de eso, de disfrutar siendo fuente de amor. Porque no me van a negar que esto es una cosa muy linda, es una cosa… que es un mimo que dan a todos los demás, un mimo que a ustedes no les cuesta nada, y que cada quien que lo reciba lo recibe de manera que le hace bien.

No importa que nadie les dé las gracias, no es eso, no necesitan dar para recibir. Ustedes pueden dar sin una respuesta inmediata, reciben como de otro lado, reciben dando de si mismo, reciben esta alegría teniendo muy en claro que ustedes son enormes fuentes de amor y de luz también, pero hoy hablamos del amor, otro día hablaremos de la luz, hoy hablamos del amor.

Y quiero que se hagan muy conscientes, traten de verse, aunque sea de vez en cuando, como lo que son. Piensen y ténganlo en su mente y en su corazón que son fuentes de amor. Véanse como les brota el amor, les brota para afuera, se dispersa y donde ustedes caminaron quedan gotitas de amor. Y al otro que pasa se les pega, traten de ver esa imagen. Véanse caminando dejando gotitas de amor detrás de ustedes. Y yo creo que están de acuerdo conmigo, que es una muy linda imagen.

¡Ténganlo en cuenta, amen todo lo que pueden! Y si les toca algo un poco más difícil, ámenlo también, ámenlo también, ustedes lo pueden.

Con eso me retiro y les dejo nuestro amor, el amor de todos los maestros hacia ustedes, toda nuestra honra hacia ustedes por todo lo que hacen.

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1 comentario:

  1. Gracias, Fernando y Alexis por vuestra aportación, salida de vuestro corazón, que es lo que vale

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