Mansur al-Hallaj (858-922) es uno de los maestros sufíes de mayor renombre y notoriedad. En el Blog, semana a semana y de lunes a viernes, desde el pasado 7 de enero, se han venido recogiendo sus más célebres poemas. Con el de hoy, que hace el número 33 de los aquí publicados, se pone fin a los mismos. Y se hace con las que fueron sus últimas palabras antes de morir.
Como se señaló aquel 7 de enero, Hallaj, reivindicando la íntima y colosal divinidad que tod@s atesoramos, el linaje divinal de nuestro Ser Profundo, afirmó: Ana-al-haqq, esto es, Yo soy la verdad, es decir, Dios mismo. Estas palabras resultaron incomprensibles y heréticas para las autoridades religiosas de la época, por lo que, en
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¡Oh Dios mío!, voy a entrar (esta mañana) en la mansión de mis deseos
y contemplar allí tus maravillas!.
¡Oh Dios mío!, puesto que testimonias Tu Amor
incluso a aquel que Te ha faltado,
¿cómo entonces no se lo testimonias
a aquel a quien se le comete injusticia por Ti?”.
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