Lo ocurrido desde 2008, en España y a escala mundial, es sólo la antesala de la crisis sistémica que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá, el consumo disminuirá y el paro subirá
Cuando pocos, muy pocos, barruntaban la proximidad de la crisis que ahora sufrimos, Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS de la Universidad Ramon Llull, saltó a la palestra alertando de su pronta llegada y adelantando sus notas y características más distintivas. Acertó de pleno. Ahora sale de nuevo a escena para avisar que lo peor de la crisis no es lo ya ocurrido, como tanto se nos insiste desde las más diversas instancias, sino lo que está por llegar. Se exponen a continuación sus argumentos, que recoge en un artículo que ha publicado hoy en El País con el título 2010, el año del “crash”.
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El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.
Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.
Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).
Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.
A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.
¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).
En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado la recuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.
Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.
Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.
En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.
En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicap de que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.
¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).
Cuando pocos, muy pocos, barruntaban la proximidad de la crisis que ahora sufrimos, Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS de la Universidad Ramon Llull, saltó a la palestra alertando de su pronta llegada y adelantando sus notas y características más distintivas. Acertó de pleno. Ahora sale de nuevo a escena para avisar que lo peor de la crisis no es lo ya ocurrido, como tanto se nos insiste desde las más diversas instancias, sino lo que está por llegar. Se exponen a continuación sus argumentos, que recoge en un artículo que ha publicado hoy en El País con el título 2010, el año del “crash”.
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El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.
Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.
Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).
Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.
A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.
¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).
En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado la recuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.
Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.
Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.
En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.
En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicap de que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.
¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).
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Este artículo no hace otra cosa que reafirmarme en lo que por desgracia, yo estaba intuyendo hace tan solo unos meses. Que Dios o el Universo nos coja confesados.
ResponderEliminarGran articulo Emilio, muchas gracias por publicarlo
Un abrazo
Gracias, Jorge. No me gusta ser portador de malas noticias, pero, por si caso, más vale estar prevenidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ni ninguna manera te tienes que sentir culpable de transmitir algo que pueda ayudar a la gente a prevenir su bienestar en este mundo.
ResponderEliminarSi artículos como éste hubiesen salido antes de la crisis, bastantes menos familias estarían pasando por el calvario que están pasando en estos momentos, (por desgracia, incluida la mía).
Así que nuevamente muchas gracias y un abrazo
José Carlos Cuerda aporta esta reflexión:
ResponderEliminarVemos un panorama muy, muy complicado ... la pregunta clave es: ¿cómo salir de este círculo vicioso? Yo no soy más que un aficionado a la economía, pero mi intuición me dice que para responder esta pregunta es preciso recuperar la esencia de esta disciplina, volver a su raíz, esto es, a la asignación eficiente de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas... lo nuevo es que por primera vez somos conscientes de que eso de "las necesidades humanas" abarca en realidad al conjunto de la humanidad. Intuyo que lo que se está rompiendo definitivamente con esta crisis son las costuras de los históricos Estados Nacionales, que se demuestran inservibles no sólo para manejar la crisis económica, sino - y esto es lo realmente importante - para construir el discurso y la legitimidad, el poder en definitiva, que puede hacernos salir de ella. Mientras nos mantengamos en la búsqueda de "soluciones nacionales" no tenemos absolutamente nada que hacer. El planeta es uno, y somos conscientes de que nuestra civilización es global. Intuyo por tanto que esta crisis no es sino el anuncio de nuestra próxima tarea a bordo de la nave Tierra: construir un nuevo discurso, una nueva ciudadanía, una nueva legitimidad, un nuevo poder y por tanto nuevas instituciones acordes con Nuestra Consciencia de lo que Somos: Una Sola Humanidad; sólo así vamos a ser capaces de asignar eficientemente los bienes y servicios para satisfacer Nuestras Necesidades. El inmenso y vivificante caudal de energía que podemos generar si nos ponemos de verdad en esta tarea es inconmensurable, hasta el punto que desde esta perspectiva la crisis que padecemos se antoja ridícula. Existe otro posible rumbo, el que ya se ha ensayado en contextos históricos similares, pero esta vez la gente no va a permitir que se torpiece de nuevo en esa piedra. Ahí, la clave es Internet libre.
Un abrazo
Ángel Luis Vidal, desde Dinamarca, remite estos comentarios a lo que ha escrito JCCuerda:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en que no podemos quedarnos en meras “salidas nacionales”… but…. En economía (y lo mismo en temas medioambientales) hay que asumir las responsabilidades propias a todos los niveles (y en eso, en España, no somos buenos alumnos).
1.- Economías familiares: no se trata solo de ajustar porque no queda más huevos con la crisis y el paro; tenemos que aprender a gestionar nuestra economía familiar de otra manera incluso en momentos de auge: consumir por consumir, tiramos el dinero a espuertas, quemamos recursos energéticos como idiotas….
2.- Lo local: nuestros municipios y nuestros ayuntamientos… ¿como se gestionan las finanzas y la economía local?, ¿que agujeros tienen las empresas publicas locales?, ¿cuantos funcionarios se tocan los huevos?, ¿los impagos y los retrasos en el pago por la administración local cuantas empresas y empleos destruye?, etc.
3.- Gobiernos autonómicos…. Ídem + otros temas parecidos y aun peores
4.- Gobierno central…. Para que hablar…
5.- UE…. En Bruselas la Comisión tira el dinero a espuertas!
Etc.
En definitiva, que todos –absolutamente todos- tenemos que hacer nuestros deberes, empezando por el nivel micro….. y seguir trabajando por encontrar salidas que excedan la cortedad de miras de lo nacional en sentido clásico.
Y bueno esto es todo por el momento.
Abrazotes!
Fernando ha escrito:
ResponderEliminarLa verdad es que os veo un tanto pesimistas. Creo que Robespierre esta proximo a resucitar, pero esta vez, no solo para pasar por la guillotina a los politicos sino tambien a los finacieros que en el fondo son los autenticos culpables. Y digo financieros que no economistas. Fijaros en el pequeño detalle de que, a pesar de todos los problemas, ningun banco central tiene, aparentemente, intencion de aumentar el precio del dinero. Y es que al haber sido el dinero tan barato durante los ultimos 10 años, todo el mundo esta entrampado hasta las orejas y si los intereses se alzaran, por poco que fuera, el sistema internacional reventaria como lo hizo en el 29. El mecanismo ultralibertino del sistema financiero internacional, que no ultraliberal, y su ausencia de regulacion hace que la especulacion se convierta en estafa pura y simple. Y no hay nadie que este en condiciones de meterle mano y poner un minimo de disciplina y sin un minimo de orden el sistema, cualquier sistema, deja de funcionar y ahí es donde esta el problema. Habra que ir pensando en que se requiere un sistema ex-novo, que todavia no conocemos y eso provoca histerismo y terror en determinados ambientes.
Un abrazo
Solamente tienen que ver el video de los duenos del dinero y veran las raices de todo este entramado. Por mi parte lo primero que tenemos que derrumbarel el SISTEMA FINANCIERO UNDIAL que ya no funciona pues una pequena elite del mndo haciendo billones de dolares a traves de los medios electronicos y ese dinero no tiene ningun respaldo; quieren nuevamente los mafiosos de la RESERVA FEDERAL Y LOS BANQUEROS BUSCAR NUEVAMENTE EL RESPALDO EN ORO para acabarse de aduenar de todos los bienes del mundo; los GOBIERNOS deben tratar de hacer lo que hicieron Lincoln y kennedy con los GREENBACKS Y arrancar asi con un nuevo sistema financiero. De haber una tercera guerra mundial habria que ser selectivo en la eliminacion de esa elite mafiosa que ha mantenido al mundo en sus manos desde tiempos inmemoriales. Que Dios nos acompane pero no podemos quedarnos solamente en meditacion y oracion tenemos que actuar. Recuerden que Jesucristo ese avatar que vino al mundo saco a los mercaderes del templo a puro tablazo, no fue hablandole bonito: esos fueron los pioneros de la creacion de este sistema FInanciero mafioso y corronpido que hemos estado viviendo; acuerdense que le llamaron CAMBISTAS... SALUDOS AFECTUOSOS
ResponderEliminarInmersos en la llamada materialidad, desde la Tercera Dimensión, en la que se ubica actualmente la Tierra y el plano humano, se suele creer que las Dimensiones de mayor rango (Cuarta, Quinta,...) son más abstractas o sutiles, menos reales, se podría decir.
ResponderEliminarNada más lejos de la verdad.
Lo cierto es que esas otras Dimensiones (celestiales, angelicales,...) son radicalmente reales, mientras que la Tercera Dimensión es puramente holográfica, virtual.
En Tercera Dimensión, sobre un escenario-base material, cada alma encarnada proyecta su grado de consciencia, moldeando con éste la realidad. Es lo que enseña la física la cuántica: lo interior genera lo exterior, y no a la inversa como se cree comúnmente.
Y al ser multitud las almas encarnadas, las proyecciones conjunta de todas ellas conforman una Matriz Holográfica-Virtual. La coherencia o proximidad entre las distintas proyecciones es la base la Ley de Atracción.
Por todo esto, cuando un ser humano (alma encarnada) proyecta paz y armonía por medio de la oración y la meditación está cambiando radical y fehacientemente esa Matriz, pues ayuda de hecho a su superación intrínseca. Por el contrario, quien promueve cambios materiales (exteriores) en nada transforma la Matriz y continúa enredado en el juego virtual que la caracteriza.
Un abrazo
MILLONES DE PARADOS, MILLONES DE OPORTUNIDADES ...
ResponderEliminar¡Sí, habéis leído bien! El paro es una oportunidad si cambiamos nuestra mirada, si dejamos de pensar cómo nos invitan a hacerlo los medios masivos de comunicación, si superamos nuestra propia educación ...
¿Te parece imposible? Precisamente esta palabra es la que nos mantiene encerrados en la vieja mirada, con los viejos resultados ...
Te invito a pensar fuera de lo establecido, más allá de los límites en que nos hemos encerrado ¿Te apetece conocer nuevas propuestas a la crisis ...? ¿Te atreves a mirar diferente ...? Si es así, te propongo acompañarme en la siguiente charla:
http://vimeo.com/38157804
Muchas gracias, Carlos, por tu invitación y tu charla.
ResponderEliminarAbrazos.