Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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9/2/10

El Gran Engaño

Encarnación Castro Moreno (La tejedora de sueños) me envía este hermoso y breve cuento, tan real, en su simbolismo, como la vida misma.

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Hace muchísimos años, antes de que existiera el tiempo.

En el confín del mundo las tierras no estaban separadas por las aguas; tras una extraordinaria explosión, se separaron dejando un gran abismo de oscuridad.

Donde había tierra, ahora había mar.

Los seres humanos quedaron aislados unos de otros.

Los sacerdotes vieron cómo peligraba el dominio, que hasta entonces habían tenido sobre todo un pueblo.

Al abrirse el mundo en dos, tendrían que disputarse el poder.

Para eso idearon un plan, después de que todo se calmó, y el miedo apareció en sus vidas, dejaron de ser hombres y mujeres felices.

Un día, los sacerdotes y hechiceros bajaron de la gran montaña, traían un mensaje para la humanidad.

Solos, se habían quedado solos, desprotegidos, gigantescas serpientes rondaban sus costas y la playas.

Por propia seguridad, quedaba terminantemente prohibido pisar el mar.

Ya nunca más se podría salir a pescar, ni tampoco dejarse acariciar por las olas.

Los monstruos marinos, esperaban agazapados.

Desde aquel instante, el ruido de las aguas al chocar contra las rocas, escondía un ser monstruoso aguardando, con sus grandes fauces abiertas, buscando algún incauto que se atreviera a adentrarse en el mar, desobedeciendo las leyes divinas.

Pasó mucho, mucho tiempo, y todos se acostumbraron al nuevo tipo de vida, comían únicamente los frutos de los árboles y lo animales que pudieran cazar.

La pesca era sólo un recuerdo en la memoria del tiempo.

El miedo impedía y aseguraba que ningún habitante se saltara las reglas, que aquellos carceleros inventaron, para seguir manteniendo el poder que de antiguo habían ostentado.

La tristeza y la apatía moraban en aquellos corazones.

Pero un día, algo cambió. Deidre una joven y astuta mujer, se encontraba a los pies de la gran montaña, cuidando del rebaño del sumo sacerdote, cuando uno de aquellos animales, el más pequeño, escapó subiendo a la cima.

Deidre no lo dudó un momento, se propuso rescatar a la cría y llevarla junto a la madre.

Y comenzó a subir y subir con mucho esfuerzo, incluso con el temor de que podía despeñarse y caer al vacío.

Después de sortear los peligros de la montaña, cansada y fatigada por fin llegó, y logró alcanzar al pequeño animal.

Respiró hondo y el aire inundó sus pulmones.

La belleza del paisaje, convirtió en agua sus ojos; a través del velo de las lágrimas, pudo ver a lo lejos una nueva tierra.

Aguzó la mirada y vio, cómo hombres y mujeres se bañaban y jugaban con las olas, felices, sin miedo.

La luz se abrió paso, atravesó las sombras, y de golpe todo le vino a la memoria.

Los cuentos, las leyendas, llegaron en su ayuda.

¡Todo era mentira!

Las serpientes, fueron una mentira, los grandes seres marinos, mentira.

Las grandes fauces abiertas, esperando al incauto e ignorante, era mentira.

¡Todo había sido un gran engaño! un bulo que impidió a su abuela y a su madre salir de la prisión, en la que convirtieron aquella isla!.

Tanta gente engañada, tan sólo por mantener el poder y el dominio.

Pobres ilusos, intentando tanto tiempo imponer su voluntad, ¡pobres ignorantes!

¡Cuánto se habían perdido!

Deidre bajó la montaña, con paso firme se dirigió a la playa, se sumergió en sus aguas.

Nadó libre, con la brisa del aire acariciando su piel. A lo lejos una porción de tierra, la estaba esperando.

Mucho tiempo vivió sola, hasta que otro ser pisó su suelo, y Deidre pudo al fin pronunciar sus propias palabras.

Tiene usted la casa abierta, no sé lo que habrá de comer, ya cazaremos o pescaremos.

Después pondremos la mesa y aquí afuera comeremos.

Estoy contenta de poder compartir la riqueza de la Tierra y el amor de mi corazón.

Siéntate a mi lado, si quieres, disfruta de la belleza que nos rodea.

¡Es tan hermoso!

El aire, es aire; la hierba, es hierba.

Tú, eres tú. Yo soy yo. Juntos en este mar de posibilidades.

¿Quién eres? ¿Quién soy?

Descubrámoslo juntos, segundo a segundo, minuto a minuto.

Sin miedo, solos tú y yo.
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2 comentarios:

  1. Dámaso Lombardo cortés14 de enero de 2011, 13:40

    Me ha gustado mucho. Gracias.

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  2. Gracias, Dámaso, en nombre de la autora y en el mío propio.
    Un abrazo.
    e

    ResponderEliminar

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