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Su carácter es mensual y acaba de ver la luz el número 4, que puede ser descargado gratuitamente en tal sitio web.
Como ocurrió en los números anteriores y espero que siga siendo así en los siguientes, mi aportación consiste en una sección fija denominada Crónicas de Ávalon. En esta ocasión se dedica a Iapetus y Nibiru.
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1. Llegada a
2. Ritmo de Vida (9 de diciembre)
3. Merlín (20 de enero)
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4. IAPETUS Y NIBIRU
Ya me he referido en una Crónica anterior a la villa rural en la que Nimue reside. Lo que no os he contado todavía es que en la parte superior de la chimenea que domina el salón principal, protegida a buen recaudo en una urna de cristal empotrada en la pared de piedra, reposa un objeto muy singular. Seguro que habéis oído hablar de él. Se trata de la ilustre espada que perteneció al rey Arturo, la afamada Excalibur. Aunque éste no es su verdadero nombre, sino Scaledflwch.
-Scaledflwch-, me indicó Nimue la primera vez que me habló de ella, -no tiene una traducción directa, sino que es la suma de dos significados: por un lado, “scaled”, cuya traducción es “cortar de un tajo” o “corte profundo”; y, por otro, “flwch”, que puede ser interpretado como “fulgor” o “rayo”. Por tanto, Scaledflwch, o Excalibur cual tú la llamas, hace referencia a un rayo que produce un corte duro, seco y hondo. De hecho, en esto se convertía en manos de Arturo, dándole un poder que lo hacía casi invencible -.
-¿Qué edad tenía Arturo cuando logró sacarla de la piedra en la que estaba incrustada-, le pregunté basándome en la leyenda que he visto reflejada en tantas producciones cinematográficas.
-Scaledflwch no es aquella espada clavada en una roca y que sólo Arturo, como legítimo sucesor de Uther Pendragon, pudo arrancar-, me contestó Nimue con un cierto tono de cansancio, mostrando que no era precisamente la primera vez que tenía que explicar aquello a alguien.
-¿No?-, me limité a decir.
-No, Emilio. Scaledflwch fue creada expresamente para Arturo bajo las directrices de Viviana, una Maestra de Hadas que fue compañera de Merlín cuando éste aún era joven. Al morir Arturo, Merlín decidió que yo la custodiara. Y me explicó que se forjó fundiendo metales no existentes en
Observando mi cara de extrañeza, exclamó:
-¡No creerás que
Aquella conversación quedó ahí. Pero su contenido se grabó en mi memoria. Tanto como para que fuera uno de los asuntos que traía en la cabeza cuando arribé a Ávalon, dispuesto a profundizar en él en cuanto tuviera ocasión.
Y esta se presentó hace unas pocas fechas. Aproveché que Nimue me invitó a comer a su casa y que, por el frío reinante, colocó la mesa muy cerca de la chimenea sobre la que luce Scaledflwch. Mientras nos deleitábamos con un espléndido arroz con setas cocinado por ella y bebíamos cerveza de doble malta regalada por Morgana, en un punto de la conversación saqué a colación la composición metálica de la espada, recordándole lo que me había comentado en su momento al respecto. Tras lo cual, afirmé con convencimiento:
-No tengo dudas de que existe inteligencia extraterrestre. Es obvio que el Universo es Vida. Y seguro que ésta se manifiesta en multitud de modalidades de existencia desparramadas por sistemas solares y galaxias-.
-Haces bien en creerlo, pues así es-, me interrumpió. -Pero no tienes que irte tan lejos. Hay vida alienígena en nuestro propio sistema solar, llamado Ors por vosotros y Oort en Ávalon. Y no porque venga de fuera del mismo, sino porque está en él, desde ¡vete a saber cuándo!. Aunque no lo divulguen, muchos científicos y astrofísicos contemporáneos saben ya, por ejemplo, que Jápeto o Iapetus, el octavo, en distancia, satélite de Saturno, es realmente un objeto manipulado artificialmente-.
-¿Iapetus?-, la interrogué.
-Mide aproximadamente
-Veo, Nimue, que eres una experta en esta luna saturniana-, proferí entusiasmado en tanto me daba un descanso en mi mano a mano con el arroz y apoyaba mi espalda en el duro, pero cómodo, respaldo de la silla de madera de roble en la que me había acomodado.
-Es algo que sabemos todas las hada-, alegó con soltura a la par que me lanzaba una guiñó con su ojo izquierdo y llenaba mi vaso con más cerveza de espesa malta para reponer la que me sirvió al poco de sentarnos a comer.
-¿Y qué demostró Hoagland?-, le inquirí tras dar un largo trago al tostado y turbio líquido, que en
-Pues lo que aquí sabemos hace siglos. Primero, gracias al examen de la configuración y características del satélite respecto de la reflexión de la luz solar, constató su particular forma geométrica dodecaedral-esferoidal. Y seguidamente, comprobando su rotación, se percató de una peculiaridad única en Ors: Iapetus tarda exactamente lo mismo, los 79,33 días que te apunté antes, tanto en completar una vuelta en torno a Saturno como en rotar sobre su propio eje. Es como si
-¡Sorprendente!- exclamé.
-Y la cosa no termina ahí. Estudiando las fotos tomadas precisamente por la sonda Cassini el 31 de Diciembre de
-¿Estás al tanto de lo qué
-¡Qué quieres que opine!-, respondió evidenciando la candidez de mi pregunta. -Nunca ha aclarado el por qué de estas “anomalías”, ya que no existe una explicación “natural” que alcance a explicar la configuración esferoide de Iapetus, ni su enorme pliegue central, ni las demás singularidades que te he resumido. Eso sí, en 1980, Donald Goldsmith y Tobias Owen escribieron textualmente en un informe para
-¿Qué conclusión alcanzó Hoagland?-, la interpelé sin poder ocultar mi emoción por lo que estaba escuchando.
-Una muy parecida: que la geometría y rotación de esta luna de Saturno implica algún mecanismo interno de automotricidad, que desafía rotundamente los patrones conocidos de todos los demás satélites de Oort y pone de manifiesto la existencia de algún tipo de propulsión interna que le hace describir un movimiento programado respecto de Saturno. Y concluyó aseverando que Iapetus fue construido fuera de nuestro sistema solar y traído después a Saturno-.
-¿Y fueron los “habitantes” de Iapetus los que acarrearon a
-No, Emilio, el material con que se forjó la espada proviene, efectivamente, de nuestro sistema solar, pero de un astro más lejano que Iapetus. ¿Has oído hablar de Nibiru?-.
Nimue había terminado de comer y se limitaba a beber, de vez en cuando, pequeños sorbos de cerveza para acompañar la plática. Tenía el rostro iluminado lateralmente por el refulgir de las llamas en la chimenea, de modo que podía ver la comisura de su boca ligeramente estirada, como si esbozara una sonrisa. Su belleza aturdía. Y en la expresión facial, en los ademanes y en el tono de voz se le notaba que no es que creyera lo que me estaba desvelando, sino que lo sabía con la certeza de quien hubiera estado en esos remotos parajes del espacio exterior.
-Lo que conozco de Nibiru-, le respondí, -lo he leído en Crónica de
Miré a Nimue a los ojos, comprobando que me observaba con atención, por lo que continué mi disertación:
-Uniendo las aportaciones de Sitchin a las de Drunvalo Melchizedek, vertidas en el primer volumen de su libro El antiguo secreto de la flor de la vida, los nefilim, seres gigantes, de hasta cuatro metros y medio de altura, capaces de vivir muchos miles de años, recalaron por vez primera en
Por su semblante, me daba la impresión de que no estaba informando a Nimue de nada que no supiera de sobra, por lo que no me extrañó su pregunta:
-Y, según Sitchin, ¿dónde se localiza Nibiru?-.
-En su descripción de la cosmología sumeria, se refiere Nibiru como el “12º planeta” o “Planeta X”, que incluye la descripción de 10 planetas, más el Sol y
Nimue asintió con la cabeza, pero no parecía satisfecha. Me dio el tiempo justo para que apurara mi plato e, inmediatamente, me cuestionó con su habitual contundencia:
-¿Algo más?-.
¿Aún más?, pensé para mis adentros:
-Agregar quizá que el escritor e investigador turco Burak Eldem ha sugerido que, realmente son 3.661 años los que duraría el período orbital del supuesto planeta, anunciando su "fecha de vuelta" para el año 2012. Según él, 3.661 es un séptimo de 25.627, que es el ciclo total "de 5 años mundiales" según el calendario maya extendido. Añade que el último paso orbital de Nibiru sucedió en el año
-Bueno… -, Nimue apuró su cerveza antes de proseguir, -veo que también tú eres un experto en estos temas. Aunque hay varios extremos que, si quieres, te puedo precisar y hasta corregir-.
-¡Por supuesto!. Soy todo oídos-, expresé con franqueza, ya que tenía verdadero interés en que me revelara todos sus conocimientos sobre el asunto, que presumía apabullantes.
-Intentaré ir al grano, Emilio. Para empezar, la colisión con Tiamat, de la que surgió
-Perfectamente. Continúa, por favor-.
-Por otra parte, Nibiru no es una estrella, sino un planeta que gira en torno a una estrella apagada, una enana marrón, que es hermana de nuestro Sol, en el sentido que conforma con él nuestro sistema solar-.
-Perdona, Nimue, pero no te entiendo-.
-Es sencillo. Las investigaciones mas recientes evidencian que un elevado porcentaje de estrellas son parte de sistemas de, al menos, dos astros. Y muchos de los sistemas solares que nos rodean son binarios: están compuestos por dos estrellas que orbitan mutuamente en torno a un centro común. Ors no es una excepción a esta regla y nuestro querido Sol cuenta con una compañera. Aquí la denominamos Soldwarg-.
-¿Por qué no la vemos?-, fue lo primero que se me vino a la cabeza.
-Un científico te contestaría que debido a que estamos en un sistema solar binario astrométrico, es decir, sistemas dobles en los que sólo es visible un componente. El otro objeto, el invisible, suele ser un cuerpo de luz muy baja o de luminosidad nula, normalmente una enana roja o una enana marrón. La acompañante del Sol es esto último, una enana marrón, tipología de estrella que los astrofísicos definen como de masa subestelar e incapaz, por tanto, de mantener reacciones nucleares continuas de fusión del hidrógeno de su núcleo. Es una especie de estrella “fallida”, pues contienen los mismos materiales que el Sol, pero ostenta una masa insuficiente para brillar. Además, tampoco su volumen es muy grande, similar al triple de Júpiter. Y si podemos detectar que existe es por el tirón gravitatorio que produce, sobre todo cuando se acerca al Sol, lo que explica determinadas anomalías gravitatorias existentes en Ors para las que la ciencia “oficial” no tiene respuesta-.
-¿Y a qué distancia del Sol se localiza Soldwarg?-.
-Depende del momento de la órbita mutua, que marca un periodo de rotación de 3.600 años. En la fase de mayor alejamiento, la distancia entre ambos astros va más allá de las 70 unidades astronómicas (una unidad astronómica –ua- es igual a la distancia media entre
-Esto significa que la velocidad media de aproximación entre ambos supera el millón de kilómetros al año-.
-En concreto,
-De ahí que, en la protohistoria cósmica, Nibiru llegara incluso a introducirse entre Júpiter y Marte, colisionado con Tiamat-, le apostillé.
-Efectivamente. Y muchísimo tiempo después, los habitantes de Nibiru aprendieron a usar en beneficio propio la aproximación de la enana marrón al Sol, aprovechando esos estadios del ciclo para efectuar sus incursiones en
-¿Y el Sol, Nimue, se ve afectado de algún modo durante la fase en la que se reduce al máximo la distancia entre él y Soldwarg?-.
-Sí, sensiblemente. Sufre una especie de balanceo ocasionado, por los impactos de la interacción gravitatoria, alterando su radiación electromagnética-.
Visto lo cual, la siguiente pregunta estaba cantada:
-¿Y en qué periodo de la órbita del sistema binario nos encontramos?-.
Nimue guardó silencio. Por unos segundos creí que no me iba a responder. Finalmente dijo:
-Nos estamos acercando al de mayor vecindad-.
-Esto explica-, me pareció una conclusión obvia, -los cambios climatológicos y atmosféricos que parecen afectar a todos los planetas del sistema solar, incluida
-Es un factor notable a la hora de comprender el auténtico origen del cambio climático que vive Gaia, si bien hay una razón de bastante más peso que, teniendo también perfil cosmogónico, se relaciona con el tránsito periódico de Oort por
Como podéis imaginar, le hice caso a Nimue e interrogué al Gran Mago en la primera oportunidad que tuve. ¿Qué me desveló?. Pues cosas tan asombrosas que bien merece la pena que les dediqué la próxima Crónica.
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