Una mujer estaba sentada en un bar disfrutando de una copa para relajarse después del trabajo, cuando se abrió la puerta del bar y entró el tipo más guapo que había visto en toda su vida.
Era imponente... alto, musculoso, bien plantado, elegante, de abundante pelo oscuro, unos brillantes y enormes ojos verdes, una sonrisa preciosa... Cada uno de sus movimientos era tan masculino y sensual que la mujer no podía quitarle los ojos de encima.
El hombre se dio cuenta de la mirada observadora de la mujer y, con una sonrisa seductora, se le acercó. Ella, nerviosa y sonrojada, se preparó para disculparse por su mirada inquisitiva, pero antes de poder abrir la boca, el se inclinó y le susurró al oído con voz suave, profunda y ligeramente ronca:
-Haré cualquier cosa... absolutamente cualquier cosa que desees, cualquier cosa con la que hayas soñado o fantaseado, cualquier cosa que quieras, por 50 euros. Sólo te pongo una condición...-.
Temblando expectante, la mujer le preguntó cuál era esa condición. Y el tipo contestó:
-Tienes que decirme lo que quieres que haga con sólo tres palabras-.
La mujer miró fijamente a los ojos hipnóticos del hombre por un segundo, analizando la proposición. Luego, tomada la decisión, metió la mano en el bolso y sacó 50 euros. Apuntó su dirección en una servilleta del bar, la dobló, metió el billete dentro y puso la servilleta en la mano del hombre.
Se inclinó y le susurró al oído:
-Límpiame la casa-.
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Autor: Hermi (hermi617@hotmail.com)
Fuente: iliberis ciudad (iliberis@hotmail.com)
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