Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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27/9/10

Más conectados y más solos

El sociólogo Gilles Lipovetsky sostiene que “cuantas más posibilidades de encuentro desarrolla la ciudad, más solos se sienten los individuos”. Y afirma que, a mayor desarrollo tecnológico en una sociedad, más síntomas presenta de individualismo, narcisismo y… soledad. ¿Es esto cierto con respecto a Internet?, ¿Internet favorece o dificultad la comunicación personal?, ¿cuáles son las características de la comunicación por Internet?, ¿qué aporta Internet a la comunicación humana?.

La soledad no es una enfermedad, ni un cuadro psicopatológico, sino un componente esencial de la existencia humana.

Recordamos con Freud la fábula del puercoespín: se encuentran distanciados para no pincharse, pero próximos para darse calor. Esta situación “equidistante” entre los seres humanos es la que favorece el crecimiento del “yo” y el “tú”. Debemos respetar la intimidad del otro, pero no por eso debemos aislarnos.

Por esto, podemos afirmar que el contacto con el otro es necesario no solamente para cubrir nuestras necesidades físicas y de afecto y desarrollo personal, sino para fortalecer nuestra propia existencia. El buen desarrollo psicológico es aquel que traspasa el “yo” para llegar al “tú” y formar un “nosotros” acogedor y catalizador de la felicidad del sujeto.

La soledad es un problema de comunicación: estamos solos porque no sabemos o no podemos comunicarnos. Es una carencia en el compartir.

A veces, la soledad se puede dar en compañía. Esa soledad es angustiosa, precisamente, porque implica una incapacidad para dar y recibir. Otras veces se da en forma de aislamiento: la no pertenencia a un grupo. En general, es una soledad no deseada que puede convertirse en angustia, aunque a veces el sujeto se acostumbra a ella. En ocasiones se reviste de fortaleza, autosuficiencia, agresividad o timidez. Y todo para esconder la inseguridad y el miedo a que “no se nos quiera” o “no se nos respete”.

Sin embargo, hay una ‘soledad buena’ que se identifica con la persona que busca estar solo para realizar un proyecto creativo: escribir un libro, reflexionar sobre la vida, etc.; también es una soledad positiva la del que se está analizando, que se enfrenta consigo mismo, para descubrir sus cualidades más profundas, es la soledad de uno mismo, que favorece el quitarse máscaras y descubrir todas sus potencialidades.

Una forma de ayudar a las personas en soledad consiste en valorar la gravedad real de la soledad y determinar si es patológica o una forma de relacionarse con el mundo. La diferencia fundamental es que en el primer caso produce angustia y en el segundo no. En definitiva, tenemos que analizar si es un ser solo (más estructural y una forma permanente de sentirse en el mundo) o un estar solo (mas circunstancial y transitorio y, por lo tanto, con más posibilidades de una buena solución).

Por otro lado, la solución no está en las actividades. Lo patológico no es estar solo, sino la imposibilidad de una comunicación fluida con el otro (ser solo). La soledad impuesta por las circunstancias o por la propia personalidad del sujeto puede convertirse en un foco de patología. La soledad se neutraliza no con la compañía, sino cuando existe un interlocutor válido que nos posibilite el intercambio de afectos, principalmente.

Lo que ayuda es la proximidad, la solidaridad, la transferencia positiva. Por esto, es necesario crear un clima de comprensión, no de razones, para abortar la soledad. Debemos pasar de un “tú” y un “yo” a un “nosotros” que potencie un clima de confianza y seguridad y supere el desfase entre el individuo y su medio.

Internet puede ayudar a las personas a neutralizar la soledad, aunque no puede por sí mismo ayudar o entorpecer el desarrollo humano. Todo dependerá del uso que hagamos, como ocurre con la TV u otros adelantos tecnológicos (el coche, etc.). En principio, pues, podemos decir que Internet es un buen medio para favorecer la comunicación con otras personas, siempre y cuando no se haga exclusivo (dependencia) o se le confiera una significación cuasi mágica, pues entonces sí se cumpliría el título de este artículo: estaríamos conectados, pero solos.

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Autor: Alejandro Rocamora Bonilla

Fuente: Teléfono de la Esperanza (www.telefonodelaesperanza.org)

3 comentarios:

  1. Hola Emilio, interesante reflexión
    Puedes encontrar una que es diametralmente opuesta, pero complementaria, en La Civilización Empática, de Jeremy Rifkin
    Según Rifkin, nuestro desarrollo como civilización tiende a que cada vez estemos más conectados para satisfacer una de las necesidades más primarias del ser humano: la empatía.
    Un saludo y felicidades por el blog

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  2. Gracias, José Luis.
    Echaré un vistazo a las reflexiones de Rifkin.
    Personalmente voy incluso más allá, en cuanto que percibo que nuestro desarrollo personal y colectivo tiende hacia una consciencia de unidad: de la humnaidad entre sí, con la Madre Tierra, con el Cosmos y con la Creación.
    Un abrazo

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  3. En ese caso creo que disfrutarás de su lectura. Pude asistir a la presentación que Rifkin hizo en España de la Civilización Empática y sus ideas son contundentes.

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