Antes que otra cosa, dos advertencias o recordatorios.
La cosmogonía es esencialmente el tema que vincula el entendimiento del ser humano con
La segunda advertencia consiste en recordar brevemente lo que han sido los cátaros y lo que han representado en
En la actualidad y en nuestro Occidente sólo se conocen y respetan dos cosmogonías: la hebrea y la hindú. Esta última es la más completa en extensión y profundidad, aunque poco conocida en esta parte del mundo, excepción de los especialistas, por lo cual nos apartaremos de su tratamiento sin dejar de recordar que es un tema que lo tenemos reiteradamente tratado con anterioridad. Por lo tanto, nos centraremos en la cosmogonía hebrea, que es más conocida y admitida por provenir de la tradición judeocristiana y servir de base teológica de la cosmogonía de las tres religiones más importantes de nuestro mundo: la judía, la cristiana y la musulmana.
Esta cosmogonía está descrita en el primer libro de
Los cátaros escribieron poco y poco se escribía y leía en
La idea primordial de los maniqueos es que
Se lee en el Capítulo II de El Evangelio Cátaro: “Y ordenó (Satanás), que los ángeles, sus ministros bajaran a la tierra. Y mandó a la tierra que produjese todos los volátiles y los reptiles y todos los árboles y las hierbas, y mandó al mar que produjese todos los peces y los pájaros del cielo”. Si los ángeles que lo acompañaron en su caída por el pecado de soberbia son quienes van cumpliendo sus instrucciones, no cabe duda que no es el propio Dios de los hebreos quien lleva a cabo la tarea de
Para los maniqueos ese Satanás es YHVH, ya lo dijimos. ¿Qué relación tiene esta afirmación con el dogma católico? Según el Génesis católico, “en un principio creó Dios el cielo y la tierra”. Si se tiene en cuenta que el Antiguo Testamento es una obra sagrada del judaísmo, habrá que comprobar si esto es así. Y resulta que en Bereshit, el libro sagrado judío del que los católicos tomaron sus palabras, lo que dice concretamente es que “Bereshit barah Elohim et ha shamaim ve et ha aretz”, de lo que resulta que quien creó los cielos y la tierra no es el Dios de los hebreos (el Innombrable o Gran Desconocido), sino un enviado por Él; esto es, los Elohim. Hay pues, una cierta verdad en la interpretación maniquea admitida por los cátaros en cuanto que no fue Dios mismo sino un Demiurgo el creador del Universo. Y ese Demiurgo es el ángel caído, que lleva a cabo su obra valiéndose de los ángeles que lo acompañaron en la caída. El error maniqueo consiste en que el Demiurgo no fue YHVH, un Eloha separado del grupo de los setenta y dos Elohim (plural de Eloha), sino que fueron los Elohim. Como quiera que fuere, YHVH o Elohim, atribuyen al Demiurgo creador la cualidad de Satanás. El vocablo Elohim, traducido al Génesis católico lo han convertido caprichosamente en la palabra “Dios”, sembrando el error desde siempre y hasta hoy, en los creyentes católicos.
El sustituir los cátaros la palabra Elohim de su cosmogonía por Satanás, han salvado el error maniqueo de atribuir
Más adelante este Evangelio explica la creación del hombre y la mujer en dos actos, al decir que: “Reflexionando en su obra, pensó hacer al hombre a su imagen, y ordenó al ángel del tercer cielo, que penetrase en un cuerpo de barro”. Quiere esto decir que el hombre no ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, sino de Satanás, según se verá más abajo, pues continúa: “Y, tomando una parte de este cuerpo, construyó otro cuerpo en forma de mujer, y mandó al ángel del segundo cielo, que penetrase en el cuerpo de la mujer. Y los ángeles gemían al verse revestidos de una forma mortal y diferente de la que siempre habían tenido. Pero, él les mandó cumplir la obra carnal en sus cuerpos de barro, sin que ellos comprendiesen que cometían un pecado. Y el autor del mal pensó en construir un Paraíso, e introdujo en él al primer hombre”.
Se advierte cómo los cátaros entienden que la maldad penetra en los seres humanos; esto es, por la introducción de los ángeles corruptos dentro de sus cuerpos mortales. Con la sola diferencia de que para los maniqueos Satanás es YHVH y para los cátaros es Lucifer, ambas religiones se sirvieron de la cosmogonía judeocristiana para elaborar una propia.
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Autor: Carlos Vázquez Iruzubieta
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