Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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26/4/20

"Disidencia consciente: es la hora", por Emilio Carrillo


Veinte ejemplos prácticos para “Nacer de Nuevo” (a una nueva vida y a una nueva humanidad) por medio de una disidencia radical, creativa, pacífica, compasiva, activa, valiente y tierna.

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Y aquí, en versión audio:



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Resquicios de luz entre tanta niebla…

Los días pasan, cada uno demasiado parecido al anterior; y al que lo seguirá… Se lo debemos al coronavirus COVID-19. O siendo más exactos, a los que lo han creado artificialmente: esos aprendices de brujo que, al servicio de enormes corporaciones multinacionales, realizan investigaciones secretas en laboratorios, mutando genes y alterando virus y bacterias para uso farmacéutico y militar. Es ya muy extenso y prestigioso el listado de expertos que así lo aseguran. Recientemente, por ejemplo, se ha sumado a ellos Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana o (VIH).

Lo que está ocurriendo carece de precedentes en la historia de la humanidad: las vidas de miles de millones de personas -salir, entrar, viajar, qué hacer, dónde ir, con quién estar, las relaciones familiares y sociales, las actividades culturales y deportivas, el contacto con la naturaleza...- han sido secuestradas. Es algo insólito y hay que preguntarse quiénes son los responsables. Algunos lo achacan a los gobiernos. Pero hay que agudizar la mirada y no ofender a la inteligencia: los políticos de cada país -mejor o peor, según los casos- capean el temporal como pueden, intentando sobrevivir en medio de tanto desconcierto y alarma. Los que mueven de verdad los hilos son otros: la selecta élite que dirige esas corporaciones y las instituciones internacionales de las que se valen. Está muy por encima de los gobiernos, a los que mantienen bajo su mando de múltiples maneras, incluido el endeudamiento masivo de los Estados, que los somete a los dictados de los mercados financieros. Y hace tiempo que viene dando pruebas sobradas no solo de su existencia en la tramoya del auténtico poder, sino también de no tener problema alguno en no decirnos toda la verdad o, directamente, manipularnos y engañarnos. Lo mismo, dentro de unas semanas o de unos meses, cuándo lo consideren oportuno, nos devolverán parte de lo robado, que nunca será la totalidad. Y más adelante, sí así les conviene, nos lo hurtarán de nuevo con idéntica impunidad (Aconsejo la lectura del texto El por qué y el para qué del coronavirus (COVID-19): su origen, su difusión, sus nocivos efectos a medio y largo plazo y las oportunidades que abre para todos, publicado en el blog El Cielo en la Tierra el pasado 25 de marzo).

Todo lo cual sería impensable si no fuera porque demasiada gente, presa del pánico y la indolencia, opta por actuar cual avestruz, escondiendo la cabeza bajo tierra. No es un juicio, sino la estricta descripción de la realidad. Observamos nuestro entorno y ahí están: sencillamente, prefieren no saber; son sordos porque no quieren oír, ciegos porque no quieren ni ver; se refugian en las “versiones oficiales” de sus televisores, cuando no en ensoñaciones banales que les permitan permanecer en su zona de confort (pasivo, rutinario, apático, displicente, alienado, ensimismado, tendente a la ansiedad y a la depresión…); intercambian su dignidad a cambio de la seguridad que les ofrecen los pirómanos que, tras provocar el incendio, se disfrazan de bomberos; refutan lo obvio y niegan lo evidente; algunos incluso subliman lo elemental y rudimentario para fingir un falso bienestar y cierta dosis de cultura y hasta de espiritualidad; y sobreviven encarcelados entre los barrotes del miedo, la monótona mediocridad y la ridícula esperanza de que todo esto pase y las cosas vuelvan a ser como eran. Ni de algo tan palpable -que nada volverá a ser como antes- se dan cuenta.

¿Cómo caminar por un escenario así? Pues con la prioridad de no caer en esas arenas movedizas: que no nos atrapen ni las mentiras y artimañas de los unos (ojo, porque la obsesión “conspiranóica” es otra manera de precipitarse en esas arenas) ni la inconsciencia e inconsistencia de los otros. Y, entre tanta niebla, nos corresponde, igualmente, buscar y encontrar los resquicios de luz que nos permitan ser nosotros mismos y abrir las puertas a otra sociedad y a una vida que realmente lo sea. En definitiva, a una nueva humanidad.


Consciencia y disidencia: Re-evolución

Para avanzar hacia ella, la clave es la consciencia, que integra tres capacidades (véase el vocablo “consciencia” en el Diccionario de la Academia de la Lengua):

+Hacia el interior, la de conocerse a uno mismo, tanto nuestra apariencia pasajera –física, emocional y mental- como la Esencia imperecedera –nuestro auténtico ser-.

+Hacia el exterior, la de conocer la realidad que nos rodea en sus diversas manifestaciones e implicaciones.

+Y ambas han de desplegarse en equilibrio, lo que cristaliza en una tercera y sobresaliente capacidad: la de interactuar con el mundo -del que sabremos sus avatares y trasfondos- sacando lo mejor de nosotros mismos -gracias al reconocimiento de lo que realmente somos-.

Por tanto, para que la consciencia sea tal, hay que trascender cualquier dualidad y unificar lo interior y lo exterior: que la introspección sea acción; y que la acción resplandezca desde la introspección. Y es curioso constatar cuántas personas, que se dicen conscientes, andan cojas por la vida al centrarse monotemáticamente solo en una de las dos primeras capacidades aludidas. Así:

+Están, por un lado, las que se interesan exclusivamente por el conocimiento de lo exterior, pero, al carecer de la visión interior, derrapan en la ficción de ansiar cambiar lo exterior desde lo exterior (nos detendremos en ello de inmediato a propósito de las revoluciones).

+Y, por otro, las que, influidas por la New Age y el psiquismo, buscan evadirse de lo que ocurre a su alrededor y de las cuestiones terrenales, demasiado menores y de baja estofa, alegan, como para merecer la consideración de los que ya han logrado altos niveles de espiritualidad. Menuda sandez: harían bien en recodar la vida y la obra de los Maestros de todas las épocas y culturas y comprobar hasta qué punto, incluso a costa de dar la propia vida, llegó su compromiso social, su actuar en y sobre el mundo y su aplicación del célebre principio hermético de como es arriba es abajo, y viceversa.

Todos esos Maestros fueron rotundos ejemplos de cómo conjugar en armonía las tres capacidades citadas y ejercitar la genuina consciencia. De la cual, atendiendo a los acontecimientos distópicos actuales, brota y florece la disidencia.

Sí, aunque a más de uno le pueda sorprender o, incluso, desagradar, el hondo conocimiento de uno mismo y de la realidad que nos rodea impulsa una interacción, desde el interior con el exterior, fundamentada en la disidencia consciente ante lo que sucede y ante lo que se avecina. Y no es una invitación a la revolución, sino, como se examinará después, a la re-evolución. De esto precisamente se trata en el aquí-ahora que vivimos.

Con relación a la revolución y retomando lo que se acaba de explicar, hay que aprender de la historia y reflexionar sobre cuántos intentos de cambio de lo exterior (entramado político e institucional, economía, sociedad…) desde el exterior (insurrecciones, motines, revueltas, movilizaciones, sublevaciones…), pasado un periodo de efervescencia, nos han adormilado, en vez de despertarnos; nos han debilitado, en lugar de fortalecernos. Y el quid de la cuestión siempre es el mismo: el miedo, que nos hace sumisos. No en balde, los sucesos y contingencias que tienen impacto en la psicología social, por la conmoción y la confusión que los acompañan, provocan el pánico en la mayoría de la gente, que no ha acometido su transformación interior y anda apegada a su pequeño yo perecedero, temeroso por propia naturaleza. A partir de lo cual, el sistema imperante se extiende cada vez más no por sus cualidades o porque sus postulados sean populares, sino por el miedo, pudiendo hacer lo que interesa y beneficia a la élite antes mencionada, aunque perjudique claramente a la colectividad.

En El Gatopardo, la célebre novela de Lampedusa, Tancredo, en plena revolución garibaldiana, datada un siglo antes de que se escribiera la novela, declara a su tío Fabricio la famosa frase: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Efectivamente, el sistema siempre ha controlado y reorientado a su antojo los intentos de cambiar lo exterior desde el exterior. Y en los últimos lustros, ha perfeccionado enormemente tal habilidad. Tanto que actualmente se ha llegado al extremo que sintetiza Elliot Alderson, el protagonista de la serie Mr. Robot, creada por Sam Esmail, en uno de sus episodios. Como en una red zombi, el miedo se extiende tan rápido como si lo impulsara un viento huracanado; nos engulle vivos, digiere las reivindicaciones y las fagocita en beneficio de los mismos de siempre, que hacen lo que quieren con un rebaño tan dócil y obediente. Envasan las luchas como si fueran un producto; convierten el inconformismo en una propiedad intelectual; imprimen en camisetas y suvenires los eslóganes que aspiraban a ser subversivos; son capaces de televisar los movimientos de contestación social emitiendo, en medio, pausas publicitarias; maquillan los hechos y suben los precios; nos lobotizan con sus espectáculos de realidad virtual; y le dan la vuelta a la resistencia hasta que estemos dispuestos a renunciar a nuestros derechos, a ceder privacidad y libertades a cambio de protección y represión.


Una acción y un estado 

Por esto, la disidencia consciente nada tiene ver con la revolución, con la manida, repetida y baldía disidencia dirigida a confrontar o luchar contra lo viejo; a combatir y pelear contra este sistema que ya no da más de sí, agotado, exhausto, anquilosado, colapsado, sin otros efectos y resultados posibles que más dolor y sufrimiento para la humanidad y el conjunto de los reinos y especies que conviven en la Madre Tierra.

Tampoco con la que se enreda en diatribas políticas –ismos, pugnas ideológicas, partidos, alternativas programáticas...- e ilusamente persigue reformar o rehabilitar una casa que es una ruina y se derrumba irreversiblemente, causando con su caída tanto daño en su entorno. ¿No estás harto ya de perder el tiempo y las fuerzas en menesteres tan estériles y frustrantes?

A lo que aquí nos referimos es a una disidencia válida para avanzar por derroteros más fructíferos y que sirva, acudiendo de nuevo al Diccionario de la Academia de la Lengua, tanto para “disentir”, no ajustándonos al parecer y sentir que nos pretenden imponer, como para “disidir”, separándonos de la común doctrina, creencia o conducta, esto es, del uniformismo en el estilo de vida, de la robotización del pensamiento y del vaciamiento espiritual.

Una disidencia así no se enfoca contra nadie ni contra nada. Conlleva, desde luego, no ya un distanciamiento, sino una íntegra desconexión de todo aquello que ha derivado en tanta deshumanización y desnaturalización. Pero sin entrar en conflictos ni enfrentamientos con ello. Simplemente, se deja que lo caduco prosiga su auto-derrumbamiento; y se buscan y generan espacios, vías, experiencias y pautas vitales que contribuyan a construir lo nuevo. Esta es nuestra única y gran responsabilidad.

Por tanto, la disidencia consciente es, a la par, una acción y un estado: claro que se manifiesta en actos, como se verá de inmediato, pues por sus obras los conoceréis (Evangelio de Mateo, 7, 20); mas se configura especialmente como un modo de vida interior, una visión exterior y un firme compromiso con ambos, asumiendo las consecuencias -físicas, materiales y espirituales- de tan íntima elección.


Características básicas de la disidencia consciente

Por todo lo enunciado, la disidencia consciente ha de ser radical, pacífica, compasiva, creativa, activa, valiente y tierna. Y todo a la vez: al unísono estas siete características básicas, que se exponen a continuación no por orden de prioridad o jerarquía, sino hiladas para su mejor comprensión:

a) Radical
En el sentido estricto de la palabra, esto es, que vaya a la raíz, a los fundamentos; que sea total, rotunda y real.
Radical para desconectar cabalmente de los paradigmas, hábitos y mensajes con los que hemos permanecido encadenados al egoísmo, el egotismo, el egocentrismo, el narcisismo, el materialismo, el economicismo, el consumismo, la distracción superficial, el entretenimiento lelo, la frívola ansía de “sentirse bien”, el ensimismamiento, el ensalzamiento de lo trivial, el especismo, el alejamiento de la vida y de la naturaleza…
Y radical para ir más allá de la apariencia efímera y perecedera –nuestro pequeño yo físico, emocional y mental y la personalidad a él asociada- y recordar y plasmar en la vida diaria nuestra Esencia divina y eterna y todos los inefables atributos y cualidades que la determinan.

b) Pacífica
La violencia, el ojo por ojo y el suponer que el fin justifica los medios son consustanciales a los falaces sistemas de creencias que, en su vesania, impuso lo viejo.
Decimos adiós a la resignación y a la impotencia y asumimos el mando consciente de nuestras vidas. Pero, en paralelo, se acabó la cólera y la rabia, cesó el rencor y la animadversión. En nuestro corazón y en nuestra vida ya no hay sitio para guerras, batallas y contiendas del tipo que sean.
Con entusiasmo, bajamos la espada. Y antes de envainarla definitivamente, damos el último tajo: el que sirve para romper las amarras que nos mantenían atados a un mundo que se está auto-destruyendo. Así, apacible y mansamente, iniciamos la travesía por el Océano de la Consciencia que nos guiará a una Nueva Tierra.

c) Compasiva
Para que desde nuestro ser más íntimo y certero irradie pura conmiseración e infinita alegría, sin atisbo de hostilidad, juicio o resentimiento. Y un amor que todo lo abarque, que todo lo llene e ilumine, a cada ser sintiente, a cada forma de vida…
Hagamos de la Compasión nuestra exclusiva bandera; y del Amor benevolente y magnánimo, hacia todo y hacia todos, nuestro himno: paciente, servicial, sin alardes, sin interés propio, que no tiene en cuenta el mal recibido, que todo lo disculpa, que todo lo soporta, que se regocija con la verdad y la busca con perseverancia. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; llegará el día que veremos cara a cara.

d) Creativa
Que nuestra energía, al completo, se ponga al servicio de lo nuevo, de su creación, de su construcción...
Lo que conlleva que nuestras propias vidas -comportamientos, acciones, palabras, emociones, pensamientos…- se transformen y sean en sí mismas la semilla de esa nueva humanidad que anhela nuestro corazón y late en nuestra alma. Ahondaremos en esto inmediatamente.

e) Activa:
Es necesario expandir el discernimiento y comprender que el hecho de que todo tenga su porqué y para qué, con la honda aceptación y paz que implica, ni justifica a los que causan sufrimiento ni conduce a la inacción -a cruzarse de brazos-, sino a la acción.
Ahora bien, no a la que surge del pequeño yo antes citado, sino otra muy distinta: una Acción Consciente –y, por lo expuesto, radical, pacífica, compasiva y creativa- que se despliega en el aquí-ahora desde el equilibrio entre la quietud y el movimiento; y entre el silencio interno y la repercusión externa.
Nos liberamos de los juicios y brilla el discernimiento que nos impulsa a lo que Gautama Buda llamó la Acción Correcta.

f) Valiente:
Para tener sed de Justicia y trabajar por la Paz sin temor a ser injuriados, calumniados o perseguidos; y asumiendo, como antes se expresó, las consecuencias físicas, materiales y espirituales que esto implique.
Quizás, ante el avance imparable de estado policial-digital que se avecina, haya que volver en algún momento, metafóricamente expresado, a las catacumbas de los primeros cristianos, poniendo en valor su legado de disidencia con ejemplaridad de vida y sin violencia, a pasar de la mucha que se desplegó contra ellos. Tampoco debemos preocuparnos ante una tesitura así. Llevamos muchas encarnaciones preparándonos para esta época y sabremos a estar a la altura.

g) Tierna:
La ternura es la llave de la disidencia consciente con la que estamos comprometidos desde nuestro ser verdadero.
Dulzura, para vivir sin las barreras emocionales del poder y la obediencia, en todas sus escalas, también la familiar y doméstica.
Calidez, para que en nuestro nuevo sendero no existan las irracionalidades que nos llevaron a confundir valor y precio e invisibilizan la auténtica naturaleza de las cosas.
Sensibilidad, para, en lugar de competir, dominar y controlar, sentir con el otro lo que provee acompañamiento.
Delicadeza, para, en vez de exigir atención e imponer nuestros criterios, escuchar de corazón lo que construye el diálogo, el enriquecimiento mutuo y los puntos de encuentros.
Inocencia consciente, para tender la mano amorosamente a ese otro que fui, soy o seré.


Morir a una forma de vida para nacer a otra distinta, situarte en el centro del huracán y sacar lo mejor de ti mismo
        
En definitiva, la disidencia consciente lleva a cada uno a morir a una forma de vida: la que se está desmoronando, basada en el pequeño yo, con todo lo que conlleva. Y a nacer a otra distinta: la que nos corresponde crear, de instante en instante, desde la práctica cotidiana de lo que realmente Somos. Esta es la única y verdadera re-evolución.

Se trata del “Nacer de Nuevo”, la “Resurrección en Vida”, al que nos invitó y convocó Cristo Jesús: la semilla que a cada cual corresponde poner para recoger, entre todos los que la siembren, la cosecha de la nueva humanidad a la que se viene haciendo mención.

Vivimos en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, que se manifiesta es una concatenación de circunstancias distópicas: las que ya conjugamos como pasado, aunque las secuelas de algunas sigan presentes; las que hoy experimentamos; y las que vendrán, que serán más bruscas y densas. Debemos ser conscientes al respecto y, sin miedos, recordar que todo tiene su sentido profundo, también las “noches oscuras”, en clave de la evolución en consciencia de cada persona y de la humanidad. Y no intentar huir de tamaño huracán: primero, porque no es posible, pues su envergadura es global y azota al planeta de punta a punta; y segundo y más trascendente, porque lo que corresponde en consciencia no es salir corriendo, sino situarse en el centro del huracán –donde no hay viento, la temperatura es cálida y los cielos están despejados- y, desde ahí, sacar lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al servicio propio y de los demás.

¿Cómo hacerlo exactamente? ¿Qué hacer, en concreto, para Nacer de Nuevo? ¿De qué modo podemos adentrarnos en esa vida distinta? ¿Cómo posicionarnos en el justo centro del huracán y sacar lo mejor de nosotros mismos?

La respuesta a estas preguntas nada tiene ver con la teoría y el conocimiento puramente intelectual, si en eso se queda. Ni con rituales, ceremonias, invocaciones, visualizaciones, ingestión de sustancias, sublimaciones etérico-energéticas y emocionales… Ni con el amplio muestrario de técnicas que nos ofrece el supermercado espiritual y de las que vamos picando para “sentirnos bien” o por mero entretenimiento… No. Nada de esto. Lo que se precisa es mucho más sencillo y directo, aunque exige un verdadero compromiso con nosotros mismos, con los demás y con la vida en su globalidad y unicidad: se trata de un ejercicio consciente en el gimnasio de la vida para que las cualidades y atributos de nuestro auténtico ser se plasmen fehacientemente en cada instante de nuestro día en este plano físico. Es lo que antiguas tradiciones denominaron forjar “El Cielo en la Tierra”.


Veinte botones de muestra

Más específicamente, por si a alguien todavía le costara entenderlo, valgan estos botones de muestra, veinte en total, dirigidos a hacer realidad esa nueva forma de vida y con indicación del papel de la disidencia consciente en cada uno de ellos:

+En tu estilo y ritmo de vida a lo largo de cada jornada, ¿persiste el culto a la velocidad y el ajetreo incesante?; ¿te mantienes en la vorágine de una sociedad desnortada, que siempre va corriendo, sin tener nunca tiempo suficiente para nada, aunque no tenga ni idea a dónde va?; ¿llenas tu mente con televisión basura, informativos que no informan y programas centrados en las vilezas humanas?: La disidencia consciente significa una vida sencilla que se aparta de tanta locura y en la que se introducen pausas y espacios de silencio, respiración consciente, introspección, encuentro interior, lectura pausada de textos con cierta profundidad e indagación serena e inteligente en la verdad que hay tras los hechos que suceden.

+A lo largo del tiempo y en el día  a día, ¿conservas la inercia de vivir entre el pasado y el futuro, raramente en el momento presente?; ¿te auto-engañas con la excusa del mañana (“ya lo haré mañana…”, “cuándo en mi vida pase esto o lo otro”, “cuándo en el mundo suceda esto o aquello…”) porque tienes miedo a afrontar ahora lo que tu sentir te están indicando claramente? La disidencia consciente te llama a dejar de ser una “máquina del tiempo” (con tu mente siempre del pasado al futuro, y viceversa); a vivir en el aquí-ahora (como enseña la película El guerrero pacífico: “¿Dónde estás?: aquí. ¿Qué hora es?: ahora. ¿Qué eres?: este momento”); a abandonar la droga del mañana a la que  eras adicto para no hacer, ni ahora ni nunca, lo que tu corazón te indica; y a hacer tu vida cada vez más coherente con lo que íntimamente sientes y eres.

+En tus hábitos de acumulación y en tu visión del dinero: ¿sigues anclado en el acaparar, poseer, retener, atesorar, y consumir ciegamente, con el dinero como factor de impulso de tu vida, incluso a costa de las desgracias ajenas?: La disidencia consciente supone desintoxicarte del dinero, escapar de su abducción. En esta sociedad se necesita el dinero para sobrevivir, efectivamente. Pero que no se convierta en el eje de tu vida; dale solo el justo espacio, que no es mucho, que merece. Sé austero, no codicies, comparte lo que tienes, no confundas valor y precio y date cuenta de que necesitas poco y lo poco que necesitas lo necesitas poco.

+En tu rutina de consumo, ¿compras artículos que no necesitas; productos y servicios para resaltar tu estética y tu imagen; modas absurdas para enriquecer a fabricantes a costa del trabajo esclavo de niños y adultos?: La disidencia consciente representa abandonar el consumismo ciego y narcisista; desvincularte de comprar más y más cosas en oferta; vivir cada momento con la plenitud de ti mismo, apreciando los objetos y los sujetos tal como son; y dejando de contaminar el planeta.

+Con relación a tu salud, ¿permaneces anclado en el sedentarismo y la agresión a tu cuerpo, esperando, cuando enfermas, un salvador externo, un médico, un medicamento, una vacuna, un estimulante, enriqueciendo a farmacéuticas sin escrúpulos que han hecho de la enfermedad, que no de la salud, su negocio?: La disidencia consciente es llevar una vida saludable, hacer ejercicio diariamente, aplicar terapias naturales y homeopáticas y asumir tu propia responsabilidad para con tu salud y el fortalecimiento de tu sistema inmunológico.

+Tu alimentación, ¿continúas ingiriendo carne de animales salvajemente explotados y asesinados?: La disidencia consciente implica que dejes de comer carne y de dañar a otros seres vivos; y te comprometas a nutrirte desde el respeto a todos los seres sintientes que tienen la misma capacidad que tú de sentir placer y dolor.

+Tu mundo emocional: ¿sigues inmerso en turbulencias y perturbaciones que nublan tu mirada y te impiden ver otra realidad que la ficción provocada por ellas mismas?: La disidencia consciente consiste en que calmes tus emociones, las sosiegas y armonices, comprendiendo que era tu identificación con el pequeño yo lo que te desequilibraba: su incapacidad para ver que la vida no concluye con el fallecimiento físico (volveremos a esto más adelante); su absurda manía de que las cosas sean lo que yo quiero, como yo quiero, cuando yo quiero, donde yo quiero…; etcétera.

+Tu ámbito mental, ¿continúa fuera de control, con múltiples alteraciones y vaivenes, en un sin cesar de pensamientos que ni siquiera son tuyos, cual la “loca de la casa” descrita por Teresa de Jesús?: La disidencia consciente es educar a tu mente y ponerla a tu servicio  a través del desarrollo del sentido común, la atención, la concentración, la contemplación y la meditación.

+Tu mente abstracta, el nivel del plano mental preparado para indagar en lo trascendente, ¿lo tienes olvidado, como si no existiera, sin traer a tu vida cotidiana nada que vaya más allá del sota, caballo y rey de la apariencia y de lo material?: La disidencia consciente supone abrir las puertas al discernimiento, a la verdadera sabiduría, expandiendo la mente abstracta por medio de su uso frecuente y cotidiano, sustituyendo tus hábitos de distracción y entretenimiento alienantes por otros de reflexión, práctica y estudio de temas centrados en las ciencias, las artes, la filosofía y, muy especialmente, la consciencia y la espiritualidad.

+Y la sonrisa y la vitalidad, ¿piensas que esto es un “valle de lágrimas” y te pasas el día con el ceño fruncido, pesaroso, enfadado, huraño, cansado…? La disidencia consciente enseña que la risa es algo muy serio y te llena de energía vital y alegría de vivir, percibiendo que la Vida es el Milagro y que este planeta es un Paraíso del que el ser humano no ha sido expulsado, sino al que él mismo renuncia desde su egoísmo e inconsciencia.

+Tus acciones, ¿son meras reacciones provocadas por los programas informáticos y sistemas de creencias que han metido en tu cabeza?: La disidencia consciente significa desconectar los automatismos que te han implantado (la sociedad, los medios de comunicación, una educación que no es tal, la familia…) y asegurarte de que las acciones que acometes son realmente tuyas (sopesadas, sentidas…), tomándote el tiempo preciso de disquisición y ponderación antes de actuar.

+Tus relaciones con los demás, ¿se basan en la competencia, el juicio, la crítica, el chismorreo, la mentira, el intento de dominio y control y la imposición de tu manera de ver las cosas?: La disidencia consciente efectúa un giro completo al respecto para interactuar desde la cooperación, la solidaridad, el respeto, la compresión, la tolerancia, la empatía, la veracidad y el servicio. Una nueva manera de relacionarnos que se forja en el día a día de tu cotidianeidad. Y que te puede llevar, quizás, a la decisión de vivir en comunidades conscientes (eco-aldeas y experiencias similares autogestionadas y autosuficientes), que procuran vivir conforme a los principios de la nueva humanidad, siendo, así, semillas activas de esta. Pero también puede plasmarse en grupos y redes de personas que, sin convivir en un mismo espacio, incluso viviendo a distancia en el marco de las grandes ciudades, establecen entre si lazos fraternales de comunicación, colaboración y acción consciente.

+Tus dones y talentos, tus capacidades, cualidades, habilidades y facultades innatas, ¿no te has percatado aún de la importancia de los mismos en tu vida, lo que hace que no pongas en práctica los que posees (todos los tenemos, cada uno los suyos, aunque los hayas olvidado)? La disidencia consciente recupera el valor de los dones y talentos; te anima a que descubras los que tienes; y te impulsa para que los ejercites y los compartas (uno de los efectos de esto puede ser la implementación de proyectos emprendedores conscientes asociados a esos dones).

+Ligado a lo anterior, tu labor educadora (verbigracia, en cuanto a los hijos), ¿confundes la educación con una formación que termina siendo mero formateo e imposición de los aludidos sistemas de creencias y programas informáticos-? La disidencia consciente te llama a que recuerdes que la educación, si lo es, consiste en colaborar con el otro (el niño, el adolescente, el joven…) para que se percate de sus dones y talentos y los practique, coadyuvando así, por ejemplo, a que tu hijo no sea lo que tú (tu ego) quieres que sea, sino lo que realmente es. 

+Tu actitud antes las circunstancias cotidianas, ¿estas obsesionado con lo que te pasa, crees en los problemas, te contrarían las dudas y rechazas las “noches oscuras” y los sapos que aparecen en tu vida y en la de los demás? La disidencia consciente le da la vuela a todo ello como a un calcetín, porque: lo importante no es el “qué”, lo que pasa o deja de pasar, sino el “cómo” se vive el qué, lo que depende enteramente de ti; los problemas no existen, pues en verdad son experiencias-oportunidades que surgen para facilitar tu crecimiento personal; las dudas son un regalo de la vida y no deberían paralizarte, sino servirte para buscar, indagar, profundizar…; las “noches oscuras”, como Juan de la Cruz mostró en su famoso poema, son factores de impulso para que te desarrolles en consciencia y evoluciones espiritualmente: y esos sapos, si en vez de rehusarlos, te acercas y los abrazas, verás, cual moraleja de los cuentos infantiles, que son un regalo, una bendición.

+Tu círculo de compasión, ¿se limita a tus seres queridos, amigos, familiares, diversiones, aficiones y devociones, ese mini-escenario en el que te sientes cómodo y que aplaude tus ocurrencias y gracias?: La disidencia consciente te aporta el entendimiento de que la compasión o es universal o es otra cosa. Amplia tu compasión: A toda la humanidad, sin fronteras de ningún tipo, actuando lo más integralmente posible, que no caritativamente, ante la pobreza y ante todo tipo de marginación y exclusión. Y a la Madre Tierra y a todas las formas de vida, superando el ridículo especismo, derivado de creerte, como humano, superior, y desplegando una amorosa Reverencia por la Vida en todas sus manifestaciones.

+Tu esperanza, ¿se limita a desear que las cosas vuelvan a ser como eran? La disidencia consciente clama que, por favor, no: más de lo mismo, no: una humanidad sufriente, deshumanizada, separada de los demás seres vivos, la Naturaleza y el planeta… ¿No hemos tenido bastante? Lejos de esto, moviliza tu Esperanza hacia una nueva humanidad, de la que cada uno nos convertimos activamente en factor de arranque con nuestra ejemplaridad de vida en cada instante.

+Ante el sufrimiento, las injusticias, los engaños, los abusos, los ataques a la dignidad humana, el recorte de libertades, la creciente contaminación electromagnética, el avance del estado policial-digital y la censura, la vulneración de la intimidad por parte de gobiernos y corporaciones multinacionales…, ¿te desentiendes desde el mirar para otro lado (no hay que exagerar, tampoco tiene tanta importancia, mis intereses son otros…), el sálvese quién pueda y pensando solo en tu seguridad, tu comodidad, tu hábitat de confort, que ya tienes bastante con lo tuyo, o, lo que es todavía más grave, en la fantasía insensata de que la espiritualidad nada tiene ver con eso?: La disidencia consciente conlleva tu nítido compromiso en pro de la defensa y garantía de la dignidad humana en toda sus expresiones, coadyuvando a paliar -por caminos ajenos a la política y su dinámica y por novedosos senderos que incluyen la desobediencia civil pacífica- tantos abusos, extralimitaciones, desigualdades, arbitrariedades y atropellos individuales y colectivos, aunque esto pueda representar poner en riesgo algo –o mucho- de ti mismo.

+Sobre la vida y su sentido, ¿sigues buscando el sentido de tu vida? La disidencia consciente te limpia la mirada y te permite darte cuenta de que solo encontrarás el sentido de tu vida cuando halles, en ti y en todo, el sentido de la Vida y el orden natural que a toda la existencia aporta Aquello que no tiene origen y es origen de todo lo originado -la Creación, el universo y la existencia-.

+Y tu visión de la muerte, ¿le tienes miedo y la ves como el fin de la vida y como algo trágico, casual e injusto? La disidencia consciente muestra que la muerte no existe, que es un imposible, un fantasma de la imaginación humana. La vida es un continuo. De la habitación de la vida en el plano físico pasamos, a través de ese corredor que es el tránsito, a la habitación de la vida en el plano de luz, donde recogemos la cosecha de lo que en la anterior encarnación hayamos sembrado para, posteriormente, sin un tiempo determinado, volver a encarnar. Nadie viene a este plano físico para quedarse. Y nadie lo abandona sino exactamente cuándo corresponde, ni antes ni después, en función de las experiencias que decidió desplegar. Por tanto, se acabó el miedo a la muerte que provoca el miedo a la vida y la desconfianza hacia esta, viéndola como una francotiradora que en cualquier momento te da el susto. Y terminó esa obtusa pretensión de que, para evitar mi sufrimiento, las almas encarnadas en mis seres queridos no deben irse de este mundo antes que la mía. ¡Cómo es posible tanto ego!

Plantéate con seriedad y rigurosidad estas y otras cuestiones similares. Y, ante ellas, procura observarte sin auto-engaños. Sabrás, así, dónde estás y lo que eres, como quien se mira en un espejo. Y no para que te culpabilices, sino para que, a partir de lo que veas, impulses con voluntad y decisión el proceso de auto-transformación preciso para convertirte en semilla de la nueva humanidad que deseas. Es la hora del verdadero compromiso, de la impecabilidad, de la ejemplaridad y de la autenticidad. Es el momento.

Las pruebas puede parecer duras; y más que lo serán. Pero nuestra victoria es segura. Así lo anunciaron desde la noche de los tiempos los Maestros que han jalonado la historia. Y no porque fueran adivinos, sino porque tenían y poseen la Sabiduría del devenir de los ciclos y de la fuerza imparable de la Consciencia.

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