Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

30/9/21

"El Rincón de la Oración", con Emilio Carrillo


Audio (duración: 01:24:38) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para el Rincón de la Oración (Radio Veritas), el 26 de septiembre de 2021:

https://www.radioveritas.es/web/podcast/2021/09/26/

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"El Alma de las Plantas" por medios de posdcats semanales gratuitos


Se Bienvenid@ a este mágico mundo de EL ALMA DE LAS PLANTAS, dónde nos encontraremos semanalmente a través de un PODCAST, para seguir aprendiendo y creciendo unid@s.

Somos Agustín y Amparo del proyecto “Ávalon te abre sus puertas”. Hoy queremos daros a tod@s la bienvenida al maravilloso mundo de las plantas, dónde descubriremos cómo nos pueden sanar a nivel mental, espiritual y físico… Cómo su Alma, su Esencia y su Sabiduría nos hacen crecer cómo personas, haciéndonos conscientes de cómo el Reino de Poder, las Plantas Mágicas y su Sabiduría Ancestral, nos llevan a otro nivel energético y de conocimientos, ya que son… Maestras… Aquellas que nos harán ver con total claridad dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos…

Las conoceremos a través de la Aromaterapia Alquímica, desde el saber del Maestro Bach y su Sistema Floral y otros muchos Reinos que nos aportaran con ese amor innato que desprenden y que necesitamos sobre todo en estos momentos en que vivimos…

Se Bienvenid@ a este mágico mundo, al que te puedes unir desde nuestra web, a partir del lunes 27 de Septiembre.

Este es el enlace directo donde nos encontraremos semanalmente para seguir aprendiendo y creciendo unid@s, desde Glastonbury, Antigua Isla de Ávalon, en Inglaterra…

https://avalonteabresuspuertas.com/podcast/

Un abrazo mágico y gracias a todos, con amor.

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28/9/21

Un “buen” fin, el fin del afán (Más allá de Deéelij)

¿Conoces alguna persona sufriendo por no saber qué pasará mañana? ¿te resulta familiar la angustia experimentada en el presente, mientras planeas el futuro que esperas ver manifestado? ¿te has perdido de disfrutar alguna experiencia en tu vida, mientras buscabas con desesperación la siguiente? A propósito de la realidad actual del planeta ¿te has preguntado si el fin de los tiempos se aproxima? verás, cualquier acertamiento intelectual, se escapa al entendimiento de algunas realidades cambiantes e inciertas que perturban la existencia de muchas personas, ante el desconocimiento de su propia realidad.

Sin lugar a dudas, estamos aprendiendo a vivir en la marcha, cada uno haciendo lo mejor que puede mientras avanza, pero pocos, logrando reconocer que el ritmo acelerado de su caminar, se aleja del movimiento natural de la existencia, destruyendo la armonía y la tranquilidad de su recorrido.

Toma una pausa y respira…

Mientras lo haces, observa que tu respiración no tiene prisa de llegar a ninguna parte, pues sabe con certeza que su expresión es el punto de llegada en sí misma, la meta por alcanzar. Si te percatas con mayor precisión, notarás que entre más se acelera, menos agradable se experimenta y más dificultad tiene para controlar las consecuencias de su agitado movimiento. Así de sencillo es comprobar que la naturaleza del ser humano transcurre de forma fluida, continua y serena.

Toma otra pausa y respira…

Mientras lo haces, observa tu vida, ¿tienes prisa de llegar a algún lugar? si tu respuesta es afirmativa, has de preguntarte sobre algunas cuestiones más ¿la velocidad que uses para llegar, garantiza que encuentres en ese lugar lo esperado? ¿es realmente ese lugar, el lugar donde quieres estar? ¿cuál es el paso siguiente después de llegar a ese lugar?

Es posible que las respuestas a estos interrogantes te permitan identificar la poca funcionalidad del comportamiento ruidoso, acelerado y apresurado, al poner de manifiesto, que la incertidumbre frente algunas realidades permanece, a pesar de la velocidad vertiginosa que se utilice para transitar el camino que te acercará a ellas.

Si te preguntas con frecuencia sobre el fin de los tiempos, te diré que nadie puede asegurar si ocurrirá, cuándo ocurrirá o cómo ocurrirá, sin embargo, no hace falta ir demasiado lejos para reconocer, que resulta indiferente resolver estas cuestiones, si antes, no somos capaces de ponerle fin a muchas expresiones cotidianas que nos envuelven en dinámicas agitadas, confusas y destructivas. Para empezar, el fin del afán, será un “buen” fin, pues representa un gesto expansivo que permite la apertura a reflexiones más profundas sobre nuestra existencia. Solía decir mi madre, hija “el que corre es el balón” cuánta razón tenía y cuánto me costó entender esta expresión.

Ser capaces de disfrutar una puesta de sol, mientras capturamos con tranquilidad el paso de la brisa, sin estar pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece ajustarse a la naturaleza de nuestra existencia.

Ser capaces de disfrutar una ducha, mientras capturamos con tranquilidad el sonido y el recorrido del agua, sin estar pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece ajustarse a la naturaleza de nuestra existencia.

Ser capaces de disfrutar un abrazo, mientras capturamos con tranquilidad la sensación agradable en nuestro cuerpo, sin estar pensando, planeando o esperando el momento siguiente, parece ajustarse a la naturaleza de nuestra existencia.

Tanta prisa innecesaria, tanto afán por Ser, Tener y Hacer según lo estipulado por la sociedad. Tanta prisa agobiante, convulsa, asfixiante, deshumanizante. Tanta prisa, para al final, terminar reconociendo que representa un estado mental carente de sentido, capaz de llevarnos a perder la perspectiva de la realidad, capaz de arrastrarnos al más profundo sufrimiento, capaz de convertir el milagro de nuestra existencia en la más desgarradora experiencia.

“El fin de los tiempos”, es una expresión que sugiere la reflexión de algo externo a nosotros mismos, sin embargo, es importante tener presente que ninguna realidad externa se puede configurar sin antes hacerlo en nuestra realidad interna, por tanto, la respuesta frente a este interrogante tan desafiante para muchos, la encontrarás dentro de ti… será el final que tu decidas construir.

Con Amor

Fdo: Halum (halum.ex@gmail.com)

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Ya se terminó de publicar Memoria de un descarnado. En este enlace podrás encontrar los audiolibros de todos los capítulos:

https://www.ivoox.com/podcast-memorias-descarnado_sq_f11142097_1.html

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Posdata:

En el artículo del día 01/12/2020 (“¿Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre? III Parte”) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en
psicoterapia que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán pues mis tiempos están contados para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

Para las actualizaciones de “Todo Deéelij” y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos. Ah, y hay lista de espera, que conste, así que ve pillando sitio, hueco o número.

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Audio libro testimonio terapéutico de Mario:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-01-audios-mp3_rf_69779795_1.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Marisol:

http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2021/06/testimonio-presentacion-por-deeelij.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Jordi:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-03-audios-mp3_rf_71720654_1.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Angelika:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-04-audios-mp3_rf_74763047_1.html

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27/9/21

El Príncipe, el cochero, el caballo y el carruaje

Cuando leí la alegoría oriental del carruaje, el cochero, los caballos y el amo, se me ocurrió escribir una versión lo más sencilla posible y salió este relato que comparto amorosamente.

 

El Príncipe era una de esas briznas de paja que mueve el viento en los campos de trigo durante la cosecha estival, porque viajando lograba atesorar experiencias y él sabía que era eso, lo realmente importante.

Antes de emprender aquel viaje, seleccionó al cochero entre varios aspirantes, se encargó personalmente de elegir el carruaje y hasta el caballo, un ejemplar hermoso de pura sangre.

Unos segundos antes de la partida, le dio al cochero las instrucciones que le parecieron importantes: “Quiero llegar al país de las sombras eternas”, le dijo sin más detalles. Puso el pie en el estribo y se acomodó en su asiento.

El cochero tomó las riendas y arreó al corcel que salió disparado por el camino polvoriento: “Ya veré a dónde nos lleva el viento”, pensó el cochero, que no tenía nada claras las instrucciones del amo. En cuanto me equivoque, seguramente me irá corrigiendo.

Pero el Príncipe estaba demasiado asombrado y curioso con cada detalle del paisaje, era muy humilde y no decía nada.

Casi al anochecer, el cochero decidió detenerse en una taberna para mitigar la sed y tomar un descanso; y el Príncipe, como estaba tan entusiasmado observando cada piedra del camino y mariposas que volaban, se dio cuenta de todo y no dijo nada.

Entonces el cochero se dejó llevar por la tentación del vino y terminó ebrio como una cuba, el caballo se asustó mucho por los disparos de unos cazadores y rompió los arneses y las varas que le permitían tirar del carro.

Las riendas también se quebraron por los brutales tirones, así que, a la mañana siguiente, cuando el cochero recobró un poco de cordura, encontró el caballo sediento y malhumorado; el carro maltrecho, con los arneses y las varas rotas; y, lo peor de todo, sin riendas para seguir conduciendo.

Y de repente el Príncipe, que era muy sabio, se bajó del carruaje y siguió su camino andando hasta el próximo pueblo, donde estaba seguro que podría elegir una nueva cáscara de nuez para continuar el viaje. 

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Autor: José Miguel Vale (josemiguelvale@gmail.com)

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El descenso a los infiernos (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 39)




Para la Filosofía perenne, el libre albedrío no consiste en la capacidad de hacer lo que se quiera, sino en la decisión de aceptar o no aceptar la presencia de la Divina realidad en nuestra vida. Al describir las aventuras de Marta y de María, veíamos cómo el alma, María, es femenina, es la chica que sueña con ser despertada con un beso de su Amado. Pero en terminología perenne, Marta, la mente, el “yo” pequeño, no es la hermana mayor, sino que le atribuye el género masculino, asociándolo con el pecado; la Gracia es femenina, el pecado es masculino. Se acepta lo femenino como débil y lo masculino como fuerte.

Se definen tres tipos de gracias. La gracia animal, que mantiene la homeostasis del organismo; la humana que procede de la propia capacidad del ser humano de organizar una convivencia pacífica y tercero, la solidaria, la espiritual que es la que se acepta procede de Dios.

Pero la gracia espiritual no se consigue con ritos y prácticas sacramentales (por sí mismas), sino por la actitud de aquellos que eliminan su obstinación por el “yo”. Ya no soy yo, sino Él en mi. Y repitiendo de nuevo a Eckhart, cuanto más haya de mí en mí, menos podrá haber de Dios en mí.

Y así, de este modo, Dios, en no pocas ocasiones, se manifiesta en medio de tremendas tragedias humanas. Es lo irracional de Dios, lo incomprensible.

Los opuestos

Y así, una de las formas más irritantes en las que se manifiesta Dios es en una continua sucesión en nuestra vida de opuestos, de hechos considerados como buenos y hechos considerados como malos. El deseo es el primer dato de nuestra conciencia; al nacer entramos en la esfera de la simpatía y la antipatía, del anhelo y la voluntad. Inconscientemente al principio, luego conscientemente, evaluamos: "Esto es bueno, aquello es malo." Y un poco más tarde descubrimos la obligación. "Esto, que es bueno, debería hacerse; aquello, que es malo, no debería hacerse." El sueño del Planeta.

Con el tiempo, nos damos cuenta de que nuestros juicios de valor no son siempre correctos, como las sentencias de un juzgado de primera instancia no siempre son ratificadas por un tribunal superior.

La penetración moral de las personas no es una cuestión estrictamente personal. Hasta el juez más sabio se guía de la legislación (en realidad lo que hace es aplicarla), y si hay duda, tira de jurisprudencia. Somos miembros de comunidades humanas, las cuales han descargado en cada uno de nosotros, por la educación, todo el peso de la cultura y tradiciones anteriores a nosotros. Son pocos los que no aceptan a priori, al menos, el código legal, ético y moral de la comunidad en la que han nacido y crecido.

En terminología cristiana, digamos que las personas no suelen cometer, pero cometen pecados mortales, los que atentan contra todo eso, y cuando los cometen, suelen arrepentirse. Otra cosa son los veniales, que ya no son delitos, sino faltas. Eso abunda.

Filósofos y teólogos han procurado establecer una base teórica para los códigos morales existentes, mediante los cuales los individuos juzgan sus evaluaciones espontáneas.

Desde Moisés a Bentham (un pensador inglés del XVIII, padre del utilitarismo, que acuñó el término “deontología” o teoría del deber), pasando por todas las doctrinas religiosas, la Humanidad ha desarrollado principios y códigos de conducta para hacer esta vida razonablemente respirable. Los expositores de la Filosofía perenne han coincidido en el sistema de principios éticos al juzgar las valoraciones propias y ajenas. Los principios son simples, su aplicación, complicada.

Concedido que la base del alma individual es afín a la divina Base de toda existencia, o idéntica con ella, y concedido que esta Base divina es una inefable Divinidad que se manifiesta como Dios personal, o aun como el Logos encarnado, ¿cuál es la naturaleza final del bien y el mal, y cuál el verdadero designio y último fin de la vida humana?

En este punto, Aldous Huxley se confiesa abiertamente admirador de William Law, según él, un extraordinario exponente de la espiritualidad y mística de la iglesia anglicana en el Siglo XVIII. Es prácticamente desconocido en España y mucho más, en el entorno católico.

Es interesante el comentario de Huxley respecto del olvido de Law (que se podría extender a cualesquiera de nuestros místicos): “Nuestro ordinario olvido de Law es aún otra de las muchas indicaciones de que los educadores del siglo XX han cesado de preocuparse por cuestiones de verdad o significación final y (fuera del mero adiestramiento profesional) se interesan solamente en la diseminación de una cultura sin arraigo ni pertinencia y en el fomento de la solemne tontería de lo docto por amor a lo docto”.

Buda dice que en el infierno arde el “yo”, la mente, los pensamientos desviados; y todos ellos arden en el fuego del egoísmo y  la codicia, del rencor, del apasionamiento, los apegos, nacimiento, vejez y muerte, y en el fuego de la desesperación. Y Rumi afirma que si no has visto al diablo, mírate al espejo.

El descenso a los infiernos

Dice Law que la diferencia entre un hombre bueno y otro malo no es en el hecho de que uno hace cosas buenas y el otro malas, sino que el primero se deja llevar del “viviente”, la divina realidad que hay en él. El otro se resiste. Esto concuerda con el aserto de Eckhart, que afirma, deberíamos preocuparnos más en ser que en hacer. Porque de la bondad o maldad de lo primero, se expresa la realidad en los actos de lo segundo. O lo que es lo mismo para Oriente, “lo que crees ser, es lo que en realidad eres”, en frase del Bhagavad Gita.

La naturaleza del ser de un hombre determina la de sus actos, y se manifiesta en su mente, en su modo de pensar. La belleza y la fealdad de sus actos depende de la intensidad con la que esté su pensamiento centrado en Dios, o en su “yo” personal.

Como la piedra hace constantemente su trabajo, pues hasta cuando no está cayendo, tiene el peso que le haría caer, en su caso, el ser de un hombre es energía latente hacia Dios o lejos de Él.

Para William Law la codicia-egoísmo, el orgullo, la envidia y la ira son cuatro elementos inseparables del “yo”. Los cuatro determinan el infierno en el que nuestro “yo” convierte la vida, y generan su propio tormento. La codicia, la envidia y el orgullo no tienen causa externa, son inherente al ser humano. La ira surge de momentos en que las tres primeras son negadas por las circunstancias. El alma está atrapada en ellas cuatro, sin posibilidad de liberarse.

No podemos, según el teólogo francés del Siglo XVII Charles de Condren, conocer el grado concreto de nuestra perversidad, ni representar nuestros pecados en su verdadera fealdad, excepto si son iluminados por la luz de Dios. Dios da a las almas una impresión de la enormidad del pecado, mediante la cual les hace sentir que el pecado es incomparablemente mayor de lo que parece.

“Y descendió a los infiernos”. Esta frase es suficientemente importante para los cristianos católicos, como para haber sido incluida nada menos que en el Credo. Formulado en el siglo V, se refiere al descenso del alma de Cristo, ya separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se llama "sheol" o "hades". El Cuarto Concilio Lateranense, en el 1215, definió esta doctrina de Fe. O sea, que con esta frase, tonterías las justas.

Pero, de nuevo volviendo a la literalidad de la frase, parece como que ésta se refiriese al hecho temporal de que, desde las 15:00 horas del viernes de Pascua judía del año 33 (o 26 AD, según cuando haya nacido Cristo, si en el año uno o siete AC), en el que Jesús murió en la cruz hasta las cero horas del Domingo, contó con 33 horas para bajar al hades para ir diciendo a los que esperaban la salvación, algo así como “venga chavales, despertaos y espabilad, que os he abierto las puertas del Cielo”, y todos en tropel, nos los imaginamos saliendo del hades y subiendo por las escaleras celestes.

No hay nada que objetar a este escenario, algo precipitado eso sí, no obstante; para rescatar nada menos que a toda la Humanidad, o acaso sólo a los venerables del pueblo judío, como el propio San José, que murió antes de que Jesús redimiera a la Humanidad en la cruz, eso no se especifica.

Pero, con el debido respeto a las autoridades eclesiásticas, que de esto saben mucho más que yo, de aquí a Japón (y mira que está lejos Japón), me atrevería decir, junto con la Filosofía perenne, que el descenso a los infiernos, liberado el hecho de la tiranía de Cronos (el Tiempo), es el descenso de Dios a todos y cada uno de nosotros, en respuesta a la frase de Buda, que hemos referido:

En el infierno arde el “yo”, la mente, los pensamientos desviados

En el fondo, es para cada uno de nosotros, la venida del Espíritu Santo, de Dios inmanente a nuestra vida. Cuando Rasa canta ese “Todo lo que ves, soy Yo” (Everything you see, is Me), es verdad, Dios está en todo lo que ves, pero con el pequeño detalle de que lo que ves es nuestro infierno personal y comunitario, a donde Jesús ha descendido para tratar de anunciarnos que es posible salir del infierno en el que vivimos… “si vendes todo lo que tienes y me sigues”, que le diría al joven rico. Es ver a Jesús crucificado por nuestra negativa a seguirle y, con ello, a tratar de eliminarlo de nuestras vidas.

Tiene, por tanto, sentido ver a Dios en todo lo que vemos, tanto si lo que vemos son los paisajes idílicos de la naturaleza, con los pajarillos cantando como ruiseñores o cuando vemos las imágenes de las noticias con las que nos desayunamos todos los días o cuando vemos los dramas que cada uno de nosotros vive en su propia vida.

¡Todo lo que ves, soy Yo!

Soy Yo llenando de luz la Creación o dando esperanza al infierno de nuestras vidas. Ahí está Él, en lo bueno y en lo malo, radiando de luz y Amor en lo bueno y aportando un rayo de esperanza en los peores acontecimientos de la vida. Hasta en los campos de concentración nazis estaba Dios en el alma de cada uno de los reclusos que fueron a parar a la cámara de gas.

De la Creación y la caída

Los ángeles caídos, los hombres caídos, los demonios, vivimos en el infierno que han generado nuestras actitudes y nuestras obras, hijas de aquellas. No hay ningún infierno más allá del que experimentamos con nuestra vida de pecado. No hay venganza. La decisión, el libre albedrío de separarnos de la Divina realidad supone nuestro personal juicio, cuya sentencia obedece a nuestra propia decisión, y el estado en el que nos sumerge ya, ahora, es el infierno tan temido. Vivimos en el ambiente espiritual en el que hemos decidido vivir. Si en la virtud (con-versión: ir hacia… la Gracia) viviremos en Gracia; si en el pecado (per-versión: ir en contra de (en sentido contrario)… la Gracia), el infierno en nuestras vidas está servido.

Sólo uno es bueno, y este es Dios, porque sólo viviendo en Él, podemos experimentar la luz y la belleza. Sin embargo, ¿A cuántas invenciones no ha de recurrir cierta gente para ahuyentar cierta inquietud íntima que les asusta y no saben de dónde viene? Hay en ellos un espíritu caído, un oscuro y doloroso fuego que nunca tuvo su adecuado alivio y está intentando descubrirse y gritando socorro cada vez que cesa el gozo mundano. Primero Plotino -Siglo III y después San Agustín (IV)- advirtieron en el universo cristiano de esta verdad universal, conocido en Oriente y en la que Jesús basó su mensaje, pero de lo que en el cristianismo no se tomó consciencia hasta estos dos místicos, Plotino y San Agustín, en el viaje de Marta y María al interior de uno mismo, donde Dios habita y, ese viaje interior, esa con-versión, ir hacia la Gracia, es la garantía de salvación de este infierno en el que vivimos y que hemos creado nosotros con la prevalecía del pensamiento egoísta, mediatizado por algo que las religiones denominan demonio, que no es sino la personificación de ese pensamiento centrado en el “yo”. El efecto final de una tentación del demonio es igual que el de caer en la tendencia natural al egoísmo. Es lícito, culturalmente, hacer como que existe una desaforada batalla entre el bien y el mal, con ejércitos de ángeles buenos y malos enzarzados en singular batalla por conseguir atrapar o liberar a las cándidas e inocentes almas humanas, a ver quién adquiere más botín en la batalla de los dioses. Es la gran parábola para que sea comprendida por el común de las gentes. El Bhagavad Gita narra esa descomunal batalla en la que Arjuna, harto de lucha le dice a Krishna que no quiere luchar más, pero se ve obligado a hacerlo; tiene que tomar la dolorosa decisión de luchar con sus más íntimos allegados para mantener el equilibrio, la armonía, el “dharma”. Para luchar hay que hacerlo contra algo o alguien. Es más comprensible luchar contra un enemigo externo, el demonio, que contra uno interno, contra los fantasmas interiores, contra uno mismo. Como en esta vida todo se plantea en clave de lucha, es la lucha contra algo o alguien, ayudado por otro Alguien, lo que da sentido a ese arcano combate.

En la tradición judeocristiana, la caída sigue a la Creación, debida al empleo egocéntrico del libre albedrío, que debería haber permanecido centrado en la Divinidad y no en el “yo”. Pero la Creación, según Huxley, no es el preludio de la caída, sino la caída en sí, pues ofrece las condiciones para que la caída se dé. De hecho, Dios sabía lo que iba a suceder, nada más crear al ser humano, no le cogió de sorpresa. Aunque el Génesis lo presenta como un accidente imprevisto, motivado por un ser no referido en el relato de la creación, toda la epopeya humana entraba de lleno en los planes de Dios. La Historia de la Salvación no puede ser sólo el relato de cómo Dios se las tuvo que apañar para corregir el estropicio de la serpiente, aparentemente no tenido en cuenta en el diseño de la Creación.

Que el paso de la unidad de la existencia espiritual a la multiplicidad de lo temporal es una parte esencial de la caída se expone claramente en las versiones hindú y budista de la Filosofía Perenne. El dolor y el mal son inseparables de la existencia individual en el mundo dominado por Cronos, el tiempo; y, para los seres humanos, hay una intensificación de este dolor y mal inevitable cuando el deseo se vuelve hacia el yo y los muchos, más bien que hacia la Base divina. Es decir, el dolor y el mal son parte de la Creación de Dios de un mundo de multiplicidad y sujeto al tiempo. “Y vio Dios que “todo” era muy bueno”.

La visión judeocristiana de la Creación supone que exceptuando el hombre, el resto de la Creación, que queda a su servicio y disfrute, está condenada o bien a permanecer tal y como está, sin posibilidad de evolucionar a formas de vida mejores y más inteligentes, o a involucionar, es decir, toda la Creación se encuentra en un callejón sin salida.

En resumen, la Filosofía perenne afirma que el bien es la conformidad del separado “yo”, con la Divina base que le ha dado el ser, y su final aniquilamiento en Ella. Los estados equivocados del espíritu con incompatibles con el conocimiento unitivo de la Divina base, o Bien supremo. No obstante, existe una diferencia significativa entre Oriente y Occidente en esto de la aniquilación. En Oriente, esa aniquilación es total, de modo que en el Nirvana, el yo desaparece en el Todo, la ola de disuelve en el Mar. En Occidente el yo, como consciencia mental desaparece, pero el alma sigue siendo consciente de sí misma, gozando eternamente de la presencia de Dios.

Sobre el más allá de todo esto

La duda es, por tanto, si en el Cielo o en el Nirvana, seremos conscientes de nosotros mismos o simplemente seremos Dios, uno sin segundo. Pues la verdad es que no lo sé, ni creo que nadie lo sepa. Es fantástico como somos tan dados a imaginarnos el más allá con un despliegue de detalles absolutamente fantástico. Es todo un Universo paralelo donde suceden cosas protagonizadas por infinidad de actores, sujetos al tiempo, a Cronos, el primigenio, el que envuelve a todo lo demás, Saturno, el planeta más lejano para los romanos, dentro del cual se desenvuelve la existencia. En fin, todo un follón espiritual y celestial, fruto de la exuberante imaginación de las gentes que han ido montando a lo largo del tiempo, de Cronos, toda una mitología celestial, por lo demás interesantísima, pero que, afincada firmemente en todas las culturas, inclusive la cristiana, han arraigado creencias sobre el más allá, que realmente nadie conoce de primera mano, aunque existan experiencias cercanas a la muerte que algo nos han revelado. Pero son simple indicios, sobre los que no se puede impartir doctrina ni sentenciar dogmas de fe.

No obstante, todas estas mitologías están tan arraigadas, que no creo, sea procedente ponerlas en duda, aunque stricto sensu, sólo sean mitologías, porque la única certeza es su existencia en la intimidad de Dios. Negar esto, que es lo que afirma el ateísmo, es simplemente no ver más allá de las cosas. Pero afirmar lo trascendente es una cuestión de fe.

La resurrección de Jesús es la fe en lo imposible, una fe que requiere aceptar la muerte, como forma de quedar liberados del lastre material del alma; es la aceptación del más allá de las cosas, que requiere el proceso vital de transformación del ser humano en Dios.

El Apocalipsis habla del rapto de los justos, de esos 144.000 benditos que serán raptados, hecho que ha sido llevado al cine por Nicolas Cage en la película Left behind (desaparecidos sin rastro) en 2008, donde literalmente desaparecen todos esos benditos, quedándose el mundo en un lastimoso caos de todos aquellos que tienen cuentas pendientes.

No sabemos nada, nos consolamos, en relación con el más allá, con nuestros modelos de realidad, tanto celestial como infernal, como si así tuviéramos garantías de ir, tras la muerte física a un mundo más o menos conocido, por haber sido imaginado. Pero no es así.

Sólo nos queda la fe, acordar con Jesús o con Dios trascendente, situaciones imposibles, en las que la mente humana es incapaz de dar la solución, como el episodio de la hija de Jairo, en el que el milagro no lo realizó Jesús con su “talita cumi” (levántate niña), sino Jairo, con su inmensa fe en Él.

Jesús, al encarnarse en María, descendió a nuestros infiernos particulares, a nuestro confinador, para darnos la posibilidad de salir de él. La historia de Marta y María es el proceso que define nuestro propio juicio final, nadie más nos juzgará, sino nosotros con nuestro libre albedrío y nuestra opción de seguir dando vueltas una y otra vez en nuestro particular infierno, atados a nuestro karma, nuestras cuentas pendientes, o salir de él.

Esta heterodoxa visión de los novísimos es tan extraña para las doctrinas, especialmente la católica, como desafiante para nosotros, porque, esta vez sí que indica cómo somos dueños realmente de nuestro destino.

Es lo que tiene el libre albedrío.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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24/9/21

"Nueva Humanidad, Nueva Tierra", por Emilio Carrillo


https://www.youtube.com/watch?v=7Lrk-shdv8U

 

Vídeo (duración: 01:00:00 –del minuto 4 al 64 de la grabación-) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para Alexcomunica TV, el 6 de septiembre de 2021, titulada Nueva Humanidad, Nueva Tierra.

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23/9/21

Tomar las riendas de la vida

Cada vez que nos damos cuenta que hemos salido de forma inconsciente de nosotros mismos y volvemos, conscientemente, a acomodarnos de nuevo en nuestro sillón de vida para acogernos con determinación y con amor, muchos procesos de obsesión y miedo se esfuman.

Esto es lo que le ocurrió a una chica que contactó conmigo para revisar la armonía vital de su vivienda. Según me contó, llevaba meses sintiéndose cansada en ella y además, con muchos conflictos con su hija.

Al revisar el plano de la vivienda, las fechas de nacimiento y las fotos que me envió, pude ver enseguida una debilidad muy alta en la zona vital de las relaciones llevando a la chica a tener una relación tóxica con ella misma y con la que contaminaba, por su falta de amor a sí misma, la relación con su hija.

Hay personas que cuando escuchan este tipo de diagnóstico se cierran en sí mismas, comienzan a defenderse, y deciden no continuar buscando la armonía. Pero, por suerte, este no fue el caso.

La chica, tras unos segundos de reflexión serena, me miro y me dijo que se sentía identificada, que podría exponerme multitud de situaciones que defienden su actitud con su hija, pero que de alguna manera, en mis palabras, sentía una paz interna que hacía tiempo que no sentía y estaba dispuesta a sumergirse en la incertidumbre que le provocaba dicha paz.

Me pareció tan honesta su postura, que le recomendé, para sanar su relación con ella misma, realizar dos corazones de cerámica (elemento necesario para sanar la energía de las relaciones de forma profunda) poniendo consciencia en que modelándolos con amor a ella misma, podría, durante el proceso, sentir la dirección interior correcta para lograr la armonía deseada.

A los 7 días me llamó para contarme que le costó dar el paso, pero una vez comenzó a modelarlos, empezó a sentir que debería retomar un tratamiento psicológico que le habían recomendado hacia unos meses pero se había negado a tomar. Sintió, además, que el problema con su hija no era directamente con ella, sino que se debía a un rechazo fuerte hacía el novio de la hija que consideraba insano.

Por último, me contó que sintió también, esta vez pintando los corazones de rojo, que debería empezar de nuevo a salir con más personas y conocer lugares nuevos.

Dejé pasar 15 días para llamarle de nuevo y poder constatar el gran cambio.

Se sentía serena, más relajada y animada, con más fluidez con su hija (incluso había comenzado aceptar al novio) y se sentía, además, con ilusión por las amistades que estaba descubriendo y retomando.

En el momento en que dejamos la posición de víctima -en la que otorgamos el control de nosotros mismos a los demás y acabamos fuera de nosotros- y tomamos de nuevo nuestra posición real de vida, todo se ordena.

Además, somos seres creativos. Tenemos la capacidad de crear. Cuando activamos esta capacidad confiando en nuestra capacidad de crear con ella amor hacía nosotros mismos, la vida nos muestra el camino que nos conduce a la dirección que más nos satisface; hacia nosotros mismos sabiéndonos unidos a todo.

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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)

https://andrestarazona.com/

Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en

el Diseño Sentidointeriorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y empresas que mejoran la calidad de vida.

Todas están a tu disposición de manera gratuita a traves del e-book Habitar, al que puedes acceder a través de este enlace:

https://bit.ly/Habitar-PDF

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22/9/21

Un cuento de verdad

Un grupo de seres humanos, cansados de luchar en defensa de su propia verdad, debieron ponerse de acuerdo y nombrar a uno de ellos como abogado para que los defendiera ante Los altos tribunales. Este personaje fue ante el tribunal, expuso su caso y el del grupo y expreso:

"Estamos cansados de luchar en defensa de nuestras propias verdades y ahora ni siquiera nos escuchamos; estamos peleando los unos con los otros, necesitamos que ustedes nos ayuden a saber cómo podemos encontrar la verdad".

El juez dijo: "Que atienda el caso el Jurado de conciencia".

El vocero del jurado se expresó y dijo: 

"Aquí no hay caso señor Juez. Ellos son personajes que viven en la mentira y la están confundiendo con la verdad y, por lo tanto, no están luchando por la verdad, sino por la mentira. Así que no hay caso señor Juez. Nuestro veredicto es que vean primero la mentira antes de buscar la verdad. Y aquel que se sienta libre de miedo por lo que encontró, la verdad se le revelara por sí misma. Así damos por terminado, los jueces de conciencia, señor Juez, el caso sobre la mentira y la verdad".

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Autora: Ananda Castro

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21/9/21

"Comenzar la Nueva Era con la sabiduría antigua", por Emilio Carrillo


https://www.youtube.com/watch?v=165p6A26QPE


Vídeo (duración: 01:04:14) de la entrevista compartida por Emilio Carrillo para el canal de Sergio Amado, el 8 de septiembre de 2021, titulada Comenzar la Nueva Era con la sabiduría antigua.

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No juzgar, no enjuiciar y dejar que todo acontezca (Más allá de Deéelij)


Abandónate viajero…

El sistema se encargó desde nuestra temprana edad, de hacernos dependientes de lo externo, de alimentar el inconsciente para que sea él quien domine nuestra existencia en esta vida. Aquí, al darnos cuenta, tendemos a juzgar, enjuiciar a ese sistema con el que pactamos antes de venir aquí, por aquello que nos ha hecho… Y me pregunto: ¿Dónde quedó la Divina Ley de la Polaridad?

Llegados a este punto es importante parar, tomar aire y recordar…

Sí, nos adoctrinaron.

Sí, nos hicieron dependientes de lo externo, de buscar en lo material, en los intereses, en hacer responsables a otros de nuestra felicidad y de la búsqueda de nuestro camino.

Sí, nos hicieron creer que la perfección era un concepto basado en unos sistemas de creencias llenos de autoexigencias.

Sí, nos hicieron perdernos, olvidarnos de quienes somos a medida que la mente inconsciente se iba programando cada vez más y más orientada hacia un sólo polo.

Pero… ¿A caso no decidimos esta vida antes de venir, sabiendo ya lo que el paquete contenía? ¿A caso no venimos a una densidad 3D con el gran pacto del olvido para aprender de las experiencias?

Entonces… ¿quién se queja? ¿quién busca fuera? ¿quién busca controlar lo externo?

Simple, la mente.

Pero es muy fácil incurrir en maquillar desde la misma, vendiendo “espiritualidad”…

¡Cuidado viajero! No nos perdamos en esa falsa ilusión, todo pensamiento que genera emociones de baja vibración, NO ERES TÚ… abarcando desde la dependencia, hasta la falsa ilusión del Ego proyectada fuera.

Nadie tiene la responsabilidad de salvarnos, nadie puede hacerlo, sólo nosotros mismos; y para ello no hay otro camino que mirar adentro, tomar responsabilidad en uno mismo y comenzar a dejarnos ser desde la mayor honestidad con uno y con todos los seres que aquí habitamos.

Todo es perfecto. Cada alma tiene su transitoriedad, y aquí está la mayor práctica de aceptación con uno y con el prójimo.

¿Recuerdas aquel amigo que se acercó a ti desde el interés y una vez te usó, viste claras sus intenciones? Déjalo ser, no es él, es su mente; su alma tiene su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas ese jefe que te puso mil y una vez al límite? Déjalo ser, no es él, es su mente; su alma tiene su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas aquel familiar que te hizo sentir menos que él u otros, y generó en ti inhibición? Déjalo ser, no es él, es su mente; su alma tiene su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas aquellos amigos que desde temprana edad practicaron bullying contigo? Déjalos ser, no son ellos, son sus mentes; sus almas tienen su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas aquellos maestros a los que idolatraste y después viste los falsos gurús que se escondían tras las máscaras? Déjalos ser, no son ellos, son sus mentes; sus almas tienen su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas esa aparente serenidad en aquellas personas y después descubriste la oscuridad en su otro extremo DE las mismas? Déjalas ser, son sus mentes; sus almas tienen su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

¿Recuerdas ese fraude cuando emprendiste un negocio y te viste envuelto/a EN unas redes que no te pertenecían? Déjalas ser, no son ellas, son sus mentes; sus almas tienen su propia transitoriedad de aprendizaje y tú también aprendes de la experiencia. Todo fue pactado.

DEJA SER, DÉJATE SER, TODO ES CAUSAL.

TODO SON PACTOS PARA NUESTRO APRENDIZAJE.

Podemos alejarnos, respirar, observar y salir resilientes con un nuevo y gran avance en nuestro camino evolutivo; O podemos enredarnos en los juegos del Ego, perdernos en el mundo de las formas y entrar al juicio infundado desde la mente, desde el inconsciente, en definitiva, desde el Ego puro y duro, desde lo que no somos; y así nos estaríamos alejando de quienes somos, de nuestra esencia, de nuestra pureza innata inmaculada, de nuestra divina presencia, del SOY.

Ante estas situaciones y ahora más que nunca hemos de recordar:

“TODO ES PARA ALGO. MIRO AL ESPEJO, APRENDO Y RECUERDO”.

FLUYE COMO PEZ EN EL AGUA, LA CORRIENTE DE LA VIDA SABE DONDE TOCA ESTAR EN EL MOMENTO PERFECTO. DÉJATE LLEVAR, DÉJATE SER, DEJA SER A OTROS.

Finalmente, todos venimos a aprender lo mismo en diferentes facetas de esta vida. Sólo hemos de recordar quiénes somos y la perfección de cada acontecimiento que se presenta.

No luches contra nada, tu misión aquí contigo es volver a ti, volver a la unidad divina, a la unicidad perfecta de donde emanamos.

Fdo: Ajalàa

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Ya se terminó de publicar Memoria de un descarnado. En este enlace podrás encontrar los audiolibros de todos los capítulos:

https://www.ivoox.com/podcast-memorias-descarnado_sq_f11142097_1.html

Posdata:

En el artículo del día 01/12/2020 (“¿Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre? III Parte”) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en
psicoterapia que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán pues mis tiempos están contados para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:
terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

Para las actualizaciones de “Todo Deéelij” y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos. Ah, y hay lista de espera, que conste, así que ve pillando sitio, hueco o número.

Audio libro testimonio terapéutico de Mario:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-01-audios-mp3_rf_69779795_1.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Marisol:

http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2021/06/testimonio-presentacion-por-deeelij.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Jordi:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-03-audios-mp3_rf_71720654_1.html/

Audio libro testimonio terapéutico de Angelika:

https://www.ivoox.com/testimonios-terapeuticos-04-audios-mp3_rf_74763047_1.html

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20/9/21

Del conocimiento de uno mismo (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 38)




La Religión y el temperamento

La Filosofía perenne plantea un problema que está íntimamente asociado a la personalidad, es la relación que existe entre el temperamento de las personas y el grado de crecimiento espiritual. No existe respuesta afinada, salvo la que procede de la experiencia de los directores espirituales.

Todo conocimiento es moldeado por el temperamento de cada cual. Por ello, el temperamento es una variable independiente que mediatiza la expresión religiosa.

Nuestra constitución psicofísica es un vasto territorio que va de la imbecilidad a la genialidad, de la debilidad a la fuerza agresiva, de la benevolencia a la crueldad.

Este plano vertical entre lo sublime y lo rastrero y deleznable, lo recorremos las personas continuamente. Hoy somos personas encantadoras, mañana unos huraños, pasado podemos salvar la vida a alguien en un acto heroico y al otro cometer un acto de crueldad, todo esto con intensidad de fluctuación que depende de lo que ahora abordaremos, el plano horizontal. No es lo mismo las fluctuaciones de ánimo de alguien colérico que las de un flemático.

El plano horizontal es diferente. El carácter, el temperamento, viene casi genéticamente dado. Somos como somos por genotipo, además de cómo nos hacen, pues el fenotipo del ambiente en el que crecemos también aporta un peso importante en cómo somos.

En el mejor de los escenarios familiar y social, a lo más que podemos aspirar es a sacar lo mejor de nosotros mismos y evitar que emerja lo peor que ocultamos, dentro todo ello del corsé de nuestra personalidad.

De las varias clasificaciones del temperamento humano, la Filosofía perenne expone el sistema tripolar de Sheldon: endomorfico, mesomósfico y ectomórfico.

El endomórfico es viscerotónico, es amable y huye de la soledad. El mesomórfico es atlético, somatotónico; expresa el amor en actividad y ama el poder y la competitividad. El ectomórfico es cerebrotónico, introvertido, atento pero no emotivo.

El temperamento moldea el dharma o naturaleza esencial del ser humano, su ley intrínseca.

El temperamento de los líderes

Las religiones en su manifestación final a las gentes están mediatizadas por el temperamento de sus líderes. Así un líder somatotónico considerará que las conversiones deben ser por brutales experiencias de metanoia descomunal. Un líder cerebrotónico predicará el camino contemplativo. Esto da un sello personal a los mensajes.

Jesús de Nazareth, dentro de esa incapacidad de clasificarle caracteriológicamente, presenta su persona como hombre delgado y proclive a la oración (muchas veces se retiraba al monte a orar). Se podría decir que se comportaba como un cerebrotónico. Pero ni siquiera como tal era un carácter extremo. Nadie tiene un carácter químicamente puro. Se dice que Jesús estaba en el centro de los nueve trazos del eneagrama, en el centro perfecto, equidistante de los extremos. Una persona así es la antítesis de un líder, pero su capacidad de atracción era tal (acaso por el hecho de que hacía milagros), que la gente le hizo líder y le recibió con palmas en Jerusalén (aunque luego le matara) y le convirtió (le convertimos) en un extremista. Pero alguien que aconseja ser “cándidos como palomas y astutos como serpientes”, no puede ser un extremista radical. La Sabiduría jamás puede estar basada en dogmas cerrados y excluyentes.

El Evangelio es el mensaje de un cerebrotónico. Jesús insiste en que el Reino de los Cielos está en el interior de nosotros (allí, en lo escondido). Jesús ignora los ritos y hace entender su desapego al legalismo judío, a las rutinas ceremoniosas de la religión organizada, los días y lugares sagrados. Jesús ensalza lo extraterreno, insiste en la contención de los apetitos, no enarbola el banderín de acción, no quiere soldados legionarios, todo lo contrario, lo que exasperaba a los zelotes. Muestra casi desprecio a los esplendores de los reinos humanos, ensalza la pobreza, el desapego a las cosas materiales y a la devoción obsesiva, incluso para los más altos fines, que como el caso de los fariseos, lo califica de idolatría, fuera de Dios.

Este mensaje, jamás se le hubiera ocurrido a un extrovertido viscerotónico o somatotónico, amigo del poder el primero y del lujo el segundo.

Esta misma característica cerebrotónica se muestra en el budismo y en el Vedanta de Shánkara que es la disciplina metafísica que llena el corazón del hinduismo.

El confucionismo, sin embargo es viscerotónico, familiar, ceremonioso y totalmente mundano, un código de buenas costumbres para conseguir la estabilidad personal, familiar y social entre los seres humanos. Como dice Alan Watts, el confucionismo sirve para vivir en este mundo, mientras que el Tao – Zen prepara para la trascendencia.

El Islam es un ejemplo perfecto de religión basada en un temperamento somatotónico. De ahí la negra historia del islam en guerras santas, persecuciones y en la actualidad en el terrorismo yihadista; todo ello comparable al cristianismo posterior al triunfo como religión oficial del Imperio Romano, que eclosionó dramáticamente en las cruzadas, iniciativa absolutamente antagónica a la filosofía de vida de Jesús de Nazareth.

El triunfo político del cristianismo con la conversión de Constantino hizo que la Iglesia cristiana pasara de ser profundamente cerebrotónica a somatotónica (iglesia militante) y viscerotónica (el esplendor imperial del Vaticano).

De la ignorancia como enfermedad

La ignorancia es una severa enfermedad que conduce a una conducta irreal. La superación de la ignorancia es para la Filosofía perenne equivalente al despertar de un largo sueño.

El motor de la ignorancia es el temor, sentimiento que sólo se neutraliza por el desvanecimiento del “yo”.

“En otras criaturas vivientes, la ignorancia de sí es naturaleza; en el hombre, es vicio”, que diría el filosofo romano Severino Boecio, allá por el Siglo V.

Y el vicio es esencialmente malo, porque aparte de ser dañoso en sí mismo, eclipsa a Dios. En esencia el vicio es hijo de la ignorancia, pues desconoce las consecuencias directas e indirectas del erróneo proceder. Esta ignorancia, en sus orígenes es voluntaria, pues todos disponemos de medios suficientes para neutralizarla. Pero preferimos ignorar muchas de nuestras acciones y comportamientos, porque no nos conviene ventilar aquello que en el fondo hacemos porque creemos nos conviene o apetece, a pesar de la carga moral que conlleva. Es como un amiguito mío de la infancia, más malo que el veneno, que se justificaba diciendo que “yo quiero ser bueno, pero es que no me sale…

Pero la ignorancia es mala porque conduce a una conducta irreal. Esto emerge como una falsa humanidad y la ocultación, en suma, de nuestra divina base.

El conocimiento de uno mismo es tan antiguo como la filosofía clásica, con Sócrates y Platón. G (nosce te ipsum, conócete a ti mismo). Esta inscripción, puesta por los siete sabios en el frontispicio del templo de Delfos, es clásica en el pensamiento griego. En todos los tiempos muchos pensadores han reflexionado sobre ella con variados matices siguiendo el ejemplo de Sócrates y Platón. La sabiduría de Occidente comienza, en su vertiente filosófica, con este pensamiento, intentando alejarse de adivinanzas y supersticiones.

Antes que Sócrates, los expositores indios de la Filosofía perenne, expusieron el tema. Y de igual modo los cristianos.

Chuang tse hace referencia a la alegoría del despertar de un sueño, una constante en la Filosofía perenne. Es el despertar de la necedad, pesadillas de placeres ilusorios, y la serena certidumbre de la beatitud al despertar.

El progreso espiritual se logra sí, y solamente si reconocemos al “yo” como nada, y a la Divinidad que lo abarca todo. Es la comparación entre el cero y el infinito, que refiere Carlo Carreto. "Hemos de desplazar el temor por la Caridad mediante la práctica de la humildad”; he aquí en qué consiste toda la ascesis de San Bernardo, su comienzo, su desarrollo y su término. O dicho de otra forma, tememos aquello que no conocemos y sobre todo, aquello en lo que no confiamos, ante la duda de que pueda poner en riesgo nuestro particular castillo de naipes, que es en lo que convertimos toda nuestra vida. Y sólo una actitud oblativa (amor oblativo, agapé, donación incondicional), puede vencer ese temor mediante la práctica de la humildad.

Esto suena a la sucesiva superación de retos que nos ponemos todos en la vida. Decía George Sheehan, un conocido médico estadounidense, famoso en el mundo del deporte como promotor, junto con Kenneth Cooper del deporte popular en los años setenta, que podemos vivir de dos formas, a la ofensiva o a la defensiva. El que vive a la defensiva, teme y da pocos pasos pero con seguridad y, avanza poco. El que vive a la ofensiva (en el sentido de arriesgar y aceptar desafíos), da grandes pasos, avanza mucho, pero corre el riesgo de fracasar. De alguna forma, vencer el temor es confiar, bien en las capacidades de uno mismo y en los otros y en suma, en la Divina Realidad. De esta forma vamos poco a poco conociendo nuestros propios límites, si sólo confiamos en nosotros mismos, o nos sorprendemos de “lo que Dios y yo, podemos hacer juntos” que me dijo una vez un buen amigo mío. Es lo del vuelo del pardillo él solito o a lomos del Águila. Pero para que el pardillo se suba a lomos del Águila, ha de ser consciente de hasta dónde puede subir volando él solito.

Por eso, el motor de la ignorancia es el temor. El temor es un sentimiento que no puede eliminarse por sí mismo, ni con nuestras capacidades. Sólo se neutraliza por la absorción del “yo” en una causa más grande que mis propios intereses y capacidades, aceptando volar a lomos del Águila. Si ese “mas grande”, ese Águila, es la Divina base, que no puede ser amenazada por nada, el temor se diluye en confianza, a pesar de todos los avatares de la vida.

En pocos hombres y mujeres es el amor de Dios lo bastante intenso para eliminar estos proyectados temores y ansiedades por personas e instituciones amadas. Y la razón radica en que pocos hombres son lo bastante humildes para ser capaces de amar como donación total.

La humildad no consiste en ocultar nuestros talentos y virtudes, en considerarnos peores y más ordinarios de lo que somos, sino en poseer un claro conocimiento de todo lo que falta en nosotros y en no exaltarnos por lo que tenemos, puesto que Dios nos lo dio generosamente y que, con todos Sus dones, nuestra importancia es aún infinitamente pequeña, que diría Lacordaire, el religioso francés del Siglo XIX.

Catalina de Siena escribió el ejemplo de las dos celdas, la física y la espiritual, la primera para hacer silencio exterior y la segunda para hacer silencio interior. En realidad las dos celdas son una sola, pues responden a la misma actitud. No puedes estar en una sin estar en la otra, pues el ruido entra por cualquier rincón. Alguien podría pensar que esto es sinónimo de autismo, de aislamiento sensorial y afectivo. Aquel que así piense, está claro. No ha comprendido nada.

Dharma

El Dharma es una palabra sánscrita, clave para la Filosofía perenne en la India. El dharma de un individuo es su naturaleza esencial, la ley intrínseca de su ser y de su desarrollo.

Dharma es también la ley de la rectitud y la piedad. Esto significa que el deber de un hombre, cómo debería vivir, está condicionado por su constitución y temperamento.

Contrasta este planteamiento con la visión católica de las doctrinas de las vocaciones, pues los indios admiten el derecho de los individuos con diferentes dharmas a adorar diferentes aspectos de lo divino. Por eso entre budistas e hindúes no hay persecuciones, ni guerras santas, ni tribunales inquisitoriales, ni proselitismo.

Dicho esto, dentro de la religión católica hay casi tanta tolerancia como en el budismo mahayánico. En realidad el catolicismo es una constelación de religiones, individuales y grupales, que van desde el fetichismo y fanatismo religioso más exacerbado, pasando por el politeísmo enmascarado de la adoración a las imágenes de santos y vírgenes, hasta, comenzando por el respeto y aceptación de la Filosofía perenne, llegar a la mística más elevada.

La tolerancia a tan amplio espectro devocional no va acompañada de la aceptación de cada manifestación religiosa por igual. Se sabe y se acepta que la finalidad última es la unión con Dios y la mística se acepta como la vía directa.

Todas las almas –dice el padre Garrigou-Lagrange-, sienten remotamente la llamada a la mística, y si todas trabajaran por evitar pecar y vivieran lo suficiente, alcanzarían la perfección. Así piensan los orientales, pero no como probabilidad ideal, sino afirmándolo absolutamente. Todas las almas alcanzan definitivamente la perfección, el nirvana, tras vivir en diversos planos de la realidad, tanto física como espiritual. Todos son llamados, pero pocos los elegidos porque pocos son los que se reconocen a sí mismos, los que se encuentran, los que se arriesgan a la aventura oceánica. Tras el pecado original, se escondieron de Dios por miedo, y no se han encontrado a sí mismos todavía.

La existencia, según la filosofía oriental, no se limita a esta vida, para acabar en un juicio definitivo que nos condena a sufrir eternamente o nos premia a gozar eternamente; sino que la serie de existencias corpóreas o incorpóreas es indefinidamente larga, de modo que hay oportunidades todas las del mundo para crecer y así alcanzar la perfección.

Periódicamente hay descendimientos de la divinidad. Surgen Budas que renuncian a la beatitud para bajar a este mundo como salvadores y maestros, para lograr definitivamente la salvación de todo ser humano.

La conclusión es clara. Las formas inferiores de religión no son aceptadas como definitivas. Son debidas al dharma de cada cual. Y cada cual no debe afincarse en una religión que le venga bien a su dharma, sino trascenderla, no negando su temperamento (cómo ha sido creado… esta vez), sino utilizándolo positivamente, regenerándolo, usando las potencias naturales de su propia naturaleza para trascender.

Así, el introvertido ha de usar su capacidad de discernimiento para pasar del yo al Yo Real unido a la Divina Base. El extrovertido ha de aprender a odiar a su padre y a su madre (que son todos sus apegos), y el somatotónico ha de cambiar su afán de poder para regenerarlo hacia el liderazgo de comunidades enteras en aras de una acción social loable, con la santa indiferencia de San Francisco de Asís, el sendero que conduce por el olvido del “yo” al descubrimiento del “Yo Real unido, hecho Uno con Dios”.

Religiones imperfectas

A lo largo de la Historia, se ha tendido a tomar en serio a las “religiones imperfectas”, tomándolas por buenas, lo que son sólo medios para lograr el fin. Y los efectos han sido desastrosos.

Se ha insistido mucho en la necesidad de una conversión violenta, tipo San Pablo, una persona típicamente somatotónica. Todo en este tipo de experiencias de choque es extremadamente rápido y violento. La metanoia, descomunal. Este tipo de conversión es un trastorno emocional de primera magnitud, en el que la persona puede verse engañada por el subidón afectivo que le supone la experiencia vivida. Pero quedan muchos flecos colgando, muchos temas por resolver, mucho ruido interior, desconocido, oculto. Es como si en una casa entrase un viento huracanado y destrozara todos los muebles viejos.  No basta con eso, hay que reconstruir lo destrozado por el huracán, y eso requiere años. La complacencia en el terremoto emocional es deletérea para el desarrollo espiritual posterior. San Pablo, tras la caída del caballo, se pasó tres años de retiro en el desierto poniendo las cosas en su sitio antes de ser consciente de su misión apostólica.

Una doctrina que alaba y considera necesarias experiencias brutales de conversión para poder salvarse, deja totalmente desprotegidos a aquellos que no experimentan ese shock emocional, poniéndoles en duda de si se salvarán a no. Discrimina a sus seguidores entre aquellos que han experimentado casi fenómenos paranormales de los que han llevado una vida normal, sin ningún tipo de fenómenos místicos extraordinario, lo que por otra parte suele ser lo más normal. Transforman lo excepcional casi en condición sinequanon para alcanzar la vida eterna. Esto supone, a parte de una total ignorancia psicológica, un deslizamiento muy peligroso hacia el fanatismo religioso.

Este fue el caso del cerebrotónico Calvino. Resultó fatal. En general, las tendencias religiosas suelen inclinarse hacia el temperamento de sus líderes. Así, si un líder es somatotónico, sus seguidores se verán arrollados a la acción, y a llamarse algo así como los soldados de Dios, los legionarios de Cristo, o cosa similar. Si el líder es viscerotónico se centrará en actitudes adoratrices. Es lo que pasa con los movimientos protestantes, que se centran en Jesús, olvidándose del Padre y del Espíritu Santo, o a los pentecostales, que se centran en el Espíritu Santo y se olvidan de lo demás. Y si el líder es un místico, el peso se carga en la vía contemplativa.

En suma, es bastante frecuente atribuir a Dios cualidades humanas.

Pero si no podemos trascender nuestra propia naturaleza, estamos perdidos. Filón dice que no aceptar a Dios como el Ser, el Uno, sin atributos, hace daño a dios, a nosotros mismos y a los demás.

Del conocimiento interior y del por qué y el para qué de los medios que Dios pone a nuestra disposición para llegar a Él, como son las religiones y los sistemas de pensamiento, nace la lucidez de dejar de mirar al dedo que señala la Luna, para centrarnos en ella, que es el objetivo final del ser humano. No veamos a las religiones como un fin en sí mismo, sino como el medio (a nuestra elección, según nuestras raíces culturales), para llegar al destino final de todos nosotros.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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