(Meditación surgida del intercambio epistolar con una amiga del Blog)
Los dos sabemos bien que todos, sin excepción, somos Gigantes en Sabiduría y Amor. Lo atesoramos intrínsecamente en nuestra Esencia, Espíritu o como le queramos llamar.
Todo fluye maravillosamente cuando entendemos y sentimos que cuerpo (válido para una única vida física) y alma (válida para transitar por una cadena de vida y modalidades de existencia) son los cauces naturales con los que el Espíritu (nuestro Yo Verdadero) opera y expande
En cambio, cuando cuerpo, alma o ambos a la vez se consideran “autónomos” o independientes de
Ciertamente, es sólo apariencia, pues el Espíritu, en su inmutabilidad, inalterabilidad, potencia y pureza, se halla muy por encima de ese desconcierto, pero genera dolor en el cuerpo y alma “autónomos”, “amnésicos”, que buscan alocadamente fuera de sí lo que ya en sí poseen plenamente, aunque no lo recuerden (bellamente lo describió San Agustín en el famoso “Sero te amavi” de sus Confesiones -Libro X, 27-: “Y he aquí que Vos estabais dentro de mí y yo de mí mismo estaba fuera; y por defuera yo os buscaba”).
Ahora bien, experimentar el Gran Olvido, acumular vivencias en una irrealidad “autónoma”, buscar fuera y encontrar por fin dentro (el Gran Recuerdo) configuran la aventura humana.
Tú, yo y otra mucha gente, cada vez más, hemos superado la amnesia. El Amor Incondicional y
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