Hay una serie de operaciones matemáticas simples que siempre ofrecen idéntico resultado. Vamos a comprobarlo:
1º. Piense un cifra (no capicúa) de tres dígitos, a la que llamaremos A.
2º Invierta el orden de sus números, con lo que resultará otra cifra, también de tres dígitos, a la que denominaremos B.
3º Con A y B, a la cifra que sea mayor réstele la menor y obtendrá una nueva que designaremos como C.
4º Por último, sume a C la cifra derivada de invertir los dígitos que la componen.
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